Renault Fuego
" Rombo On Fire "
Un nombre tan explosivo no podía identificar un coche soso. El cupé de Renault era funcional, bonito, rápido y asequible en sus versiones básicas, por eso fue uno de los modelos más deseados de su época... y el más vendido de su categoría durante un par de años consecutivos.
El Renault Fuego se presento en 1979 lanzándose al mercado un año después como sustituto de los R15-R17 de los años 70. Estuvo en producción, también en nuestra FASA, hasta finales de 1986, aunque en Sudamérica su aventura continuó hasta 1992. Causó especial furor en Argentina, país en el que también se ensamblaba desde 1982.
El deportivo compacto medía 4,35 metros de largo, 1,69 de ancho y apenas levantaba 1.31 del suelo. El diseño exterior fue obra de Michel Jardin, que tomó como inspiración al Renault 18, del que usaba plataforma y motores. Sin embargo, se le supo dar un aire muy suyo que claramente contribuyó a su éxito internacional. El interior se le encargó a Francois Lampreia, que le dio un cariz deportivo a su puesto de conducción e instrumentación. De hecho, tanto gustó que cuando llegó el momento de refrescar al R-18, se le transplantaron gran parte de los elementos inaugurados por el Fuego.
Su suspensión delantera se desarrolló tomando como base la del R-20/30 lo que le daba un mejor equilibrio entre agilidad y aplomo en carreteras sinuosas y vías rápidas. Este elemento también pasó al 18 en su actualización de 1980/81.
Una más de la peculiaridades de este coche y que da cuenta lo en serio que se tomaban este modelo en la marca del rombo es que fue el primer automóvil generalista cupé de cuatro plazas afilado con ayuda del túnel de viento. Gracias a ello logró un muy loable perfil aerodinámico de Cx32-34 en función del año y acabado. De tal manera cortaba el aire este coche que su versión Turbo Diesel logró en 1982 convertirse en “el turbo diesel más rápido del mundo” registrando una velocidad máxima sostenida de 180 km/h. Por cierto, se le distinguía de sus hermanos gasolina por la protuberancia de su capó.
Los motores disponibles para el Fuego, todos longitudinales de 4 cilindros, eran el 1.4L (63/72 tristes caballos de potencia). 1.6L (con unos más serios 95CV) y el más codiciado y apetecible 2.0L de 110CV. El Turbo Diesel antes mencionado contaba con un bloque grande de 2.1L y 89CV. Más tarde (1983) llegaría la versión Turbo de gasolina con un bloque 1.6L (algo más pequeño que el atmósférico) y poco más de 120CV.
En el mercado norteamericano el Fuego se ofrecía bajo la marca AMC tanto con el motor 1.6L Turbo como con un bloque 2.2L de gasolina. Y con cambio automático, por supuesto.
En Argentina y Venezuela, donde el modelo prosiguió su historia años después de haber causado baja en el catálogo europeo del fabricante, se propulsaba también con aquella versión descafeinada del 2.2L del R-25 con 114CV.
Respecto a los acabados, como buen Renault de los 80, había de todo y para todos: TL, TS, GTS, GTS Automatic, TX, GTX, Turbo D y Turbo. En nuestro país en principio no se vendieron las versiones básicas, centrando todo el esfuerzo de ventas en los TX, GTX y Turbo.
El equipo se serie del coche en estas versiones de mayor proliferación era notable. Cambio de cinco velocidades, cierre centralizado con mando a distancia (fue de los primeros), faros antiniebla delanteros y traseros, respaldo trasero abatible, llantas de aleación de 14”, elevalunas eléctricos, volante ajustable en altura, luneta trasera térmica, reloj, retrovisores eléctricos, luces halógenas, preinstalación de radio, dirección asistida (no Turbo D) y tapicería de Velour. En el catálogo de opciones quedaban el aire acondicionado, ordenador de a bordo, una especie de control de crucero y un techo solar muy chungo firmado por Webasto.
Su competencia de la época era escasa. Tan sólo el Opel Manta o el Ford Capri compartían su concepto de cupé de 4 plazas y precio asequible. Hablando de dinero, el Renault Fuego GTX costaba en España 1.665.000 pesetas en 1983 (unos 10.000 euros de los de hoy).
Su único restyling fue en 1983 en el que se incluyeron nuevos paragolpes, nueva parrilla, un volante rediseñado y nueva tapicería. Se tanteó la posibilidad de lanzar una versión descapotable llevados por el gusto de los norteamericanos por estas carrocerías, pero se descartó y su hueco allá lo cubrió el R-11, que si lo había cabriolet
En 1985 la producción cesó en Francia y un año después se dejo de montar en Palencia. 265.367 Fuego fueron producidos. Todo un incendio.
El deportivo compacto medía 4,35 metros de largo, 1,69 de ancho y apenas levantaba 1.31 del suelo. El diseño exterior fue obra de Michel Jardin, que tomó como inspiración al Renault 18, del que usaba plataforma y motores. Sin embargo, se le supo dar un aire muy suyo que claramente contribuyó a su éxito internacional. El interior se le encargó a Francois Lampreia, que le dio un cariz deportivo a su puesto de conducción e instrumentación. De hecho, tanto gustó que cuando llegó el momento de refrescar al R-18, se le transplantaron gran parte de los elementos inaugurados por el Fuego.
Su suspensión delantera se desarrolló tomando como base la del R-20/30 lo que le daba un mejor equilibrio entre agilidad y aplomo en carreteras sinuosas y vías rápidas. Este elemento también pasó al 18 en su actualización de 1980/81.
Una más de la peculiaridades de este coche y que da cuenta lo en serio que se tomaban este modelo en la marca del rombo es que fue el primer automóvil generalista cupé de cuatro plazas afilado con ayuda del túnel de viento. Gracias a ello logró un muy loable perfil aerodinámico de Cx32-34 en función del año y acabado. De tal manera cortaba el aire este coche que su versión Turbo Diesel logró en 1982 convertirse en “el turbo diesel más rápido del mundo” registrando una velocidad máxima sostenida de 180 km/h. Por cierto, se le distinguía de sus hermanos gasolina por la protuberancia de su capó.
Los motores disponibles para el Fuego, todos longitudinales de 4 cilindros, eran el 1.4L (63/72 tristes caballos de potencia). 1.6L (con unos más serios 95CV) y el más codiciado y apetecible 2.0L de 110CV. El Turbo Diesel antes mencionado contaba con un bloque grande de 2.1L y 89CV. Más tarde (1983) llegaría la versión Turbo de gasolina con un bloque 1.6L (algo más pequeño que el atmósférico) y poco más de 120CV.
En el mercado norteamericano el Fuego se ofrecía bajo la marca AMC tanto con el motor 1.6L Turbo como con un bloque 2.2L de gasolina. Y con cambio automático, por supuesto.
En Argentina y Venezuela, donde el modelo prosiguió su historia años después de haber causado baja en el catálogo europeo del fabricante, se propulsaba también con aquella versión descafeinada del 2.2L del R-25 con 114CV.
Respecto a los acabados, como buen Renault de los 80, había de todo y para todos: TL, TS, GTS, GTS Automatic, TX, GTX, Turbo D y Turbo. En nuestro país en principio no se vendieron las versiones básicas, centrando todo el esfuerzo de ventas en los TX, GTX y Turbo.
El equipo se serie del coche en estas versiones de mayor proliferación era notable. Cambio de cinco velocidades, cierre centralizado con mando a distancia (fue de los primeros), faros antiniebla delanteros y traseros, respaldo trasero abatible, llantas de aleación de 14”, elevalunas eléctricos, volante ajustable en altura, luneta trasera térmica, reloj, retrovisores eléctricos, luces halógenas, preinstalación de radio, dirección asistida (no Turbo D) y tapicería de Velour. En el catálogo de opciones quedaban el aire acondicionado, ordenador de a bordo, una especie de control de crucero y un techo solar muy chungo firmado por Webasto.
Su competencia de la época era escasa. Tan sólo el Opel Manta o el Ford Capri compartían su concepto de cupé de 4 plazas y precio asequible. Hablando de dinero, el Renault Fuego GTX costaba en España 1.665.000 pesetas en 1983 (unos 10.000 euros de los de hoy).
Su único restyling fue en 1983 en el que se incluyeron nuevos paragolpes, nueva parrilla, un volante rediseñado y nueva tapicería. Se tanteó la posibilidad de lanzar una versión descapotable llevados por el gusto de los norteamericanos por estas carrocerías, pero se descartó y su hueco allá lo cubrió el R-11, que si lo había cabriolet
En 1985 la producción cesó en Francia y un año después se dejo de montar en Palencia. 265.367 Fuego fueron producidos. Todo un incendio.