Volkswagen Beetle 2.0TSi DSG
" Herbie a tope "
La última entrega, años atrás, del cinematográfico Escarabajo con el número 53 en sus puertas nos ofrecía una visión más “cañera” del simpático Volkswagen de antaño. Sin embargo, ha tenido que el tiempo para ver ese coche disponible en la realidad.
“Simpático”, “mono”, “adorable”, “resultón”, “cuco”, “lindo”… han sido los adjetivos que el archiconocido modelo de Volkswagen ha recibido a lo largo de su historia. Todos positivos, sin duda, pero todos “tan dulces” que nadie pensaba en él a la hora de buscar un coche con “un toque de pimienta y sal”.
Por eso, y con el Beetle musculoso y con alerón de la última película de la saga Herbie en mente, los diseñadores de Wolfsburg quisieron que el nuevo Escarabajo tuviera un aire más duro, más potente, más… molón.
Y por mi parte, creo que lo consiguieron. El nuevo Beetle es un coche más serio, pero no deja de lado su icónica imagen. Sin embargo, tampoco es, como muchos han dicho, “un escarabajo con esteroides”; es mucho más.
Seguimos con el capó abombado y sus emblemáticos faros redondos, así como con unos pasos de rueda no integrados en la carrocería principal y el techo en arco. Pero unos toques aquí y allá le han dado fuerza puliendo la “ñoñez” que pudiera quedar del modelo anterior, que era más un “revival” del coche de los años 50, 60, 70…
El cambio se nota mucho de perfil desde el pilar B hacia atrás. La línea del techo, que ahora es mucho más baja, desciende al compás de las aletas con la sola interrupción de un alerón muy del estilo cola de pato del Porsche 911.
Para dibujar este coche, ya no vale pintar dos semicírculos pequeños y otro más grande saliendo a mitad de ellos. Ahora, hay que currárselo más.
Por supuesto, el hecho de contar con el acabado Sport y el modelo tope de gama de motor, trae aparejados detalles de equipamiento de serie u opcionales dispuestos a avivar la imagen deportiva del conjunto.
Como las franjas, en capó, techo y trasera. Un indispensable a la hora de causar sensación.
O las grandes llantas de aleación. Muy modernas, pero que casan bien con el espíritu retro de este coche.
Y por supuesto las taloneras, que rebajan la altura del conjunto y el ya mencionado alerón, del que soy fan. Muy útil a la hora de fijar el tren trasero al suelo a más de 380 km/h por hora (esa era la velocidad punta del último Herbie, el nuestro de prueba creo que se quedó un poquito por debajo en la medición…).
Abrimos una de sus grandes y pesadas puertas sin marco y pasamos al interior.
Aquí todo es muy Volkswagen, pero en lo que se refiere a instrumentación, es 100% de este coche.
La capilla y los indicadores buscan el recuerdo del modelo de hace décadas, pero no escatiman a la hora de ofrecer información.
Es verdad que el cuentarrevoluciones se queda algo pequeño y la pantalla central del ordenador, vistas las nuevas propuestas de la marca, se queda algo añejo, pero todo tiene su encanto.
El volante es de Golf GTi, así como la consola central, con la salvedad de los tres indicadores adicionales que hay sobre el salpicadero. Un toque muy chulo y práctico, aunque el que está más a la derecha no se ve del todo bien desde la postura de conducción.
Con dicha postura tuve mis más y mis menos. En toda la semana y tras múltiples intentos con los ajustes tanto de la butaca como de la columna de dirección, nunca logré ver el perfil de la parte alta del cuadro a través del hueco del volante. Bueno, nada grave. Quizá en una semana más lo hubiera podido lograr.
El espacio en las plazas delanteras es muy bueno, y hay gran sensación de amplitud. Me llamó la atención lo alto que quedaba el techo sobre mi cabeza a pesar de que en el nuevo diseño lo hubieran bajado un tanto. Los asientos tienden a ser duros, pero no llegan a incomodar. La visibilidad es correcta y hay más huecos de los que esperaba, incluida esa guantera clásica frente al acompañante, en la cuál apenas cabe un paquete de cigarrillos, pero que se ve complementada por una de verdad en su ubicación convencional.
También hay buenos espacios en las puertas, junto a unos altavoces cuyo aro se ilumina de noche y que forman parte del equipo de sonido Fender adicional. Respecto a esta opción, diré que me ha gustado mucho. Tiene una gran potencia y calidad de reproducción. Además, no es caro. Seguro que es prescindible pero yo, en mi Beetle ideal, contaría con ello.
Pasamos a las plazas de atrás, reservadas sólo a dos ocupantes de manera muy racional, ya que la configuración en forma de “media bañera redonda” desaconseja la intrusión de un pasajero central. Pero para dos están bien. Se entra sin mucha dificultad (los asideros clásicos en el pilar central ayudan un tanto) y una vez aposentado en uno de los dos extremos no se viaja mal. No hay problemas con el techo ni agobios aunque las ventanillas traseras no se puedan abrir ni en compás.
El maletero también está bastante bien. Son 310 litros a los que hay que restar un par del subwoofer alojado a un lado. También se pueden ampliar quitando la bandeja o abatiendo los asientos. Hay rueda de emergencia bajo el piso.
Antes de ponernos a circular nos preguntamos cuánto hay de Golf bajo la piel de nuestro coche. Y la respuesta es: menos de lo que piensas.
Y es que donde su hermano mayor ya emplea la plataforma comodín MQB (Mira Quién Baila), el Escarabajo se monta sobre la “vieja” PQ35, desarrollada para modelos más pequeños del grupo (Polo, Ibiza…). También su esquema de suspensión es distinto, incluso en este coche, distinto al resto de la gama, ofreciendo en el tren trasero un esquema de paralelogramo deformable donde el resto monta un más simple eje rígido.
En el eje delantero, esta versión monta el llamado diferencial electrónico XDS, una imitación de autoblocante que va más que sobrado para el uso y prestaciones de este coche.
Respecto al motor, este sí que es el conocido bloque de cuatro cilindros y dos litros de cubicaje con turbo que aquí arroja 220 nada desdeñables caballos. El mismo que montan Golf GTi, Seat León Cupra, Skoda Octavia RS… Así como el cambio de doble embrague DSG con “sólo” 6 velocidades y función “a vela” desconectable.
Con todo ello, nos subimos a nuestro Herbie y arrancamos. Primera sorpresa: suena mucho mejor fuera que dentro, como nos comentó nuestro fotógrafo.
Seleccionamos “D” y salimos a circular, primero despacito dando tiempo a que todo coja temperatura para después ir aumentando el ritmo. Y ahí llega la segunda sorpresa: el Beetle es más ágil de lo esperado. Sí, la verdad, esperaba un coche un poco más torpe con sus inercias e inseguridades, pero la verdad es que me ha sorprendido lo bien que mantiene el tipo cuando las cosas se complican y le empezamos a exigir algo más de garra.
Con esta sorpresa, la estética y el buen motor bajo el capó, este coche invita de vez en cuando a hacer el “gamberro” un rato a sus mandos. Pero “gamberro bueno”, ni “quemadillo” ni “descerebrado”. Para eso están los Seat (es broma (o no (no sé))).
Quizá por ello y para la toma de imágenes escogimos una carretera abandonada con partes de pura tierra ya que, como al coche de la película, a nuestro Beetle no le importaba mucho la superficie a la hora de divertirse un rato. Si me hubieran dejado, hubiera llevado nuestro coche a Las Ventas para emular al bizarro “Herbie torero”.
Más tarde, una vez recuperada la compostura, rodamos en nuestro test de consumo, donde logramos 7,7 litros de media en uso mixto. El dato no está mal, pero lo mejor es que es muy sólido ya que a pesar de ser un motor turbo –que suelen acusar el ritmo inconstante- este tiene una cilindrada elevada… para lo que se estila hoy en día.
La función de desacople de la caja de cambios antes mencionada (lo de la vela) resulta un tanto frustrante en este coche –me ha convencido más en otros de la marca- porque tarda demasiado en recuperar con alegría el engranaje, por lo que lo he llevado casi todo el tiempo desconectado.
Los frenos son cumplidores y la dirección, sin ser de las más rápidas, está bien calibrada.
El confort del coche en vías rápidas es notable. El motor apenas suena nada y sólo lo hace con un agradable gruñido cuando se le solicita (madre mía lo que se pierde la gente que insiste en el diesel a toda costa…). La carrocería se mantiene firme con una pisada franca y buena disposición para lanzarse a ritmos elevados trasmitiendo seguridad. Y eso que, tengo que decir aquí, nuestro Volkswagen ya iba pidiendo cambio de gomas delanteras y el paralelo y equilibrado correspondiente.
Llegamos al final y como siempre usamos los últimos párrafos para valorar la inversión que supone este coche. Son unos 33 mil euros para un Beetle 2.0TSi DSG Sport corriente y moliente, y 36 mil para llevarte uno similar al que nosotros tuvimos.
Es dinero, pero es un producto muy singular que resiste las comparaciones con cualquier otro compacto del segmento. Por supuesto que no es perfecto, y entiendo que es parte de su encanto, como encantado quedará aquel que busque un coche “simpático”, “mono”, “adorable”, “resultón”, “cuco”, “lindo”… pero con un toque “molón”. No es exactamente el coche de “Herbie a tope”, pero aún sin haber probado el original, apuesto a que este es incluso un poquito mejor.
NUESTRA NOTA: 8
Cosas a favor
Estética acertada
Producto singular
Comportamiento
Cosas en contra
Precio algo elevado
El navegador se pierde
Un Golf es mejor
MOTOR
- Cilindrada: 1.984 c.c.
- Potencia: 220 CV CEE
- Par: 350 NM
- Tracción: delantera
- Caja de cambios: automática 6 velocidades
Dimensiones
- Largo/ancho/alto: 427/180/148 cms
- Peso: 1.345 kgs
- Ruedas: 235/40R19 op.
- Maletero: 310 l
- Cap. Depósito: 55 l
Prestaciones
- Velocidad máxima: 231 km/h
- Aceleración 0-100km/h: 6,7 seg
- Consumo medio oficial: 6,5 l/100kms
Equipamiento
- Equipamiento: ABS, BAS, EDB, ESP, 6 airbags, control y limitador de velocidad, hill holder, climatizador bizona, sensor de luces y limpias, retrovisores eléctricos, volante de cuero multifución, iluminación ambiente, radio CD-MP3-USB-SD, faros antiniebla, luz de curva, asientos deportivos, pedales en aluminio, ordenador de a bordo, relojes auxiliares…