Infiniti Q30 2.2d AWD aut.
" Un kimono para la estrella "
Tomando como base el Mercedes Clase A, los japoneses de Infiniti lo visten a su modo para contar con un compacto bueno y atractivo disponible en su gama. En la era del mestizaje, un alemán con los ojos rasgados... también tiene su encanto.
La primera vez que vi el Q30 me gustó. Celebré que la marca de lujo de Nissan hubiera tomado la plataforma del Clase A de Mercedes y hubiera sido capaz de dotarle tanto de su identidad que nadie reconociera su origen. Pero claro, la primera vez que vi el Q30… lo vi sólo por fuera.
En la siguiente ocasión tuve oportunidad de descubrir su interior, y me cabreé, bastante.
Como conductor habitual de un Mercedes Clase A, sentí el Q30 de puertas adentro de lo más “familiar”. No sólo a la vista, sino al oído, al tacto, incluso al olor. Y estoy seguro que también es igual al gusto, pero no me dejaron chuparlo, al menos, en esa ocasión.
A ver, por un lado es fantástico encontrarte con un Mercedes dentro de un Nissan, pero por el otro y visto el esfuerzo hecho en el exterior… es realmente decepcionante lo poco que se lo han querido trabajar estos orientales.
Por fuera el Infiniti es 100% de la Infiniti que empezó a cambiar su lenguaje de diseño con el Q50. Ondas, vértices curvas, pliegues, grupos ópticos singulares… un coche con su propia entidad que si bien en el color negro de nuestra unidad de pruebas apenas destacaba entre el tráfico cotidiano, a nada que te pongas un poco en serio con sus posibilidades de personalización, te puede quedar un coche chulo-chulo. De hecho, cuando fui a recoger el nuestro había uno en rojo, acabado sport, con las llantas gris oscuro y el interior en cuero claro… más que resultón. Pero es cuestión de gustos, por ello no ahondaré más en este punto.
Volvemos al interior.
Volante, relojes, botoneras, mandos, pantalla, plásticos… todo es de Mercedes Clase A. Tan sólo el logo del volante, la parte superior del salpicadero y el multimedia con pantalla integrada son Made in Japan. Bueno, y la palanquita de cambios, que no va en la caña sino entre los asientos, como debe ser…
Con todo ello, el interior del Q30 no por conocido deja de ser muy bueno, incluso tiene un toque un poquito más sofisticado que el modelo de Stuttgart.
Ajustes y materiales rayan a gran nivel, dejando algún detalle feo sólo donde no se ve (bajos del salpicadero, posavasos…). Este acabado Premium contempla el salpicadero forrado de cuero, que queda genial con sus pespuntes en contraste.
En el interior no hay muchos huecos. En la puertas, en el cenicero –cuando no lo hay- y bajo el apoyabrazos.
La postura al volante es muy buena y los asientos, en esta variedad textil y sin el reposacabezas integrado que sí llevan algunos Mercedes A, contemplan un buen mullido a la hora de recoger el cuerpo y la suficiente dureza como para no cansar en viajes largos.
La visibilidad es buena excepto hacia atrás, lo que obliga a ir con tiento a la hora de aparcar si no hemos optado por la cámara opcional que yo recomiendo.
Pasamos a las plazas traseras y nos encontramos con un espacio un tanto angosto. El túnel central resta mucho espacio a los pies, así como las salidas de aire centrales (que en la marca de la estrella se pagan aparte). La tapicería en un tono tan oscuro y el no contar con uno de esos techos panorámicos tan habituales de un tiempo a esta parte, convierten estas plazas en ligeramente claustrofóbicas. También yo diría que sólo son aptas para dos adultos o tres niños de corta edad… pero la suficiente como para no ir en sillita.
Los huecos de las puertas son pequeños pero hay unas prácticas redes tras los respaldos delanteros.
El maletero cubica 342 litros de capacidad, unos pocos más de los que ofrece el compacto alemán en el que tiene su origen. Y los logra gracias a una carrocería más elevada que le permite profundizar algo más en la base del hueco.
Bajo el capó también descubrimos un viejo conocido: el bloque 2.2d germano.
Este propulsor de cuatro cilindros turbodiésel siempre ha sido uno de los motores gasóleo más prestacionales… y más toscos y ruidosos. Y en este coche, por mucho que lo hayan querido envolver en seda oriental, sigue destacando por lo mismo: corre tanto como vibra y suena a ralentí. Lo bueno es que lo uno por lo otro se compensa, y basta un centenar de kilómetros por vía rápida a buen ritmo para constatar la enorme diferencia que hay entre este propulsor y el otro diesel disponible (1.5d), tanto en prestaciones como en consumo, ya que si al pequeño es fácil llevarlo en torno a 5 litros a los 100 kms de uso mixto, en el 2.2 es difícil bajar de los 6,5. Nosotros hemos dado por buena la media de 6,7 en nuestro recorrido habitual. Y podría haber sido mucho más, de no ser por el fantástico cambio automático-telepático de 7 velocidades –también de Merc- que equipaba nuestra unidad y que sabe qué marcha poner en cada momento exacto para equilibrar como pocas cajas, prestaciones y consumos. Eso tanto en el programa normal como en el deportivo. Por cierto que también hay opción de manejo manual con levas tras el volante.
En cuanto al rodar del coche sobre el asfalto, este es bastante cómodo. Con una suspensión de amplio recorrido que deja balancear algo la carrocería hasta atajar al instante el exceso, restando algo de dinamismo en zonas viradas, donde el sistema de tracción total –un “impass” entre el Q30 normal y lo que será el QX30- es capaz de mandar el 50% de par a las ruedas traseras para recuperar a la salida del viraje ese punto de pimienta que hemos perdido a la entrada y redondeo del mismo. La dirección, de asistencia eléctrica, es muy buena al tacto y en eficacia. Los frenos, también cumplen con nota.
Si seguimos comparando con el Mercedes del que este Infiniti deriva, diré que las sensaciones de conducción están a mitad de camino entre las de un A y las de un GLA, aunque tal vez un poquito más cerca de este último.
Donde claramente se desmarca el coche japonés es en equipamiento y precio, lo que sumado a su estética y calidad puede poner en un brete al modelo original. Este Q30 2.2d AWD Premium automático fija su precio de tarifa en 36.150 euros, a lo que habría que sumar el navegador por 1.500 más. A igualdad de equipamiento, un Mercedes A220d 4Matic automático se nos iría por encima de los 40.000 euros.
Tendríamos algo más de dinámica, pero perderíamos ese toque original de kimono oriental que tiene el modelo japonés en favor de un… ¿tienen alguna prenda tradicional en Alemania más allá de la camiseta de tirantes que lucen algunos de sus súbditos cuando vienen a nuestras nuestras costas?
NUESTRA NOTA: 8
Cosas a favor
Relación calidad/equipamiento/precio
Estética original
Motor potente / Cambio muy bueno
Cosas en contra
Interior de “corta y pega”
Rumorosidad mecánica
Plazas traseras para dos
MOTOR
- Cilindrada: 2.143 c.c.
- Potencia: 170 CV CEE
- Par: 350 NM
- Tracción: Integral permanente
- Caja de cambios: automática 7 velocidades
Dimensiones
- Largo/ancho/alto: 442/180/149 cms
- Peso: 1.523 kgs
- Ruedas: 235/50R18
- Maletero: 342 l
- Cap. Depósito: 50 l
Prestaciones
- Velocidad máxima: 215 km/h
- Aceleración 0-100km/h: 8,5 seg
- Consumo medio oficial: 4,7 l/100kms
Equipamiento
- Equipamiento: ABS, BAS, EDB, ESP, TCS, 6 airbags + rodilla conductor, aviso de colisión frontal con frenada de emergencia, bluetooth, freno de mano eléctrico, luz diurna LED, pantalla multimedia de 7", alarma, alerta de cambio de carril involuntario, climatizador bizona, sensor de luces y limpias, control y limitador de velocidad, parktronic trasero, retrovisores eléctricos plegables…