Volkswagen Passat TDi DSG Sport
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Ya desde sus orígenes, el Passat de Volkswagen viene conquistando a crítica y público. A cada generación se ha ido superando y esta, que es la octava, viene cargada de argumentos para volver a convertirse en referencia.
Más capaz, más lujoso, más equipado, más eficiente, más moderno y más atractivo. Sobre esas premisas se ha diseñado la nueva generación Passat. Y es que el segmento de las berlinas, aunque ya no goza de la popularidad de antaño, cuenta entre sus filas con una competencia cada vez más encarnizada dado lo bien armados que están los contendientes.
Total, que si el Passat quería asomar la cabeza entre productos muy recientes como el nuevo Ford Mondeo, otros consolidados pero con buena aceptación como el Peugeot 508 y los rivales de su propia casa, como el Audi A4 o el Skoda Octavia, había de dar un paso al frente.
Y así ha sido. Desde el primer momento que vi el nuevo Passat su estética –que nunca llegará a ser rompedora- llamó mi atención. Es un coche mejor “plantado” sobre el asfalto que el de la generación saliente. Lo curioso es que aunque goza de una apariencia de más coche, este modelo es algo más pequeño que el anterior. Al menos en lo que a longitud se refiere: 476 cms del actual por 477 cms del saliente.
Sin embargo, el ancho sí que juega en favor del más nuevo, el cual vence por… 1 centímetro. También este coche es algo más bajo, un par de centímetros en concreto. Ante estas diferencias tan escasas, quizá lo más sorprendente es que ofrezca 7 cms extra de batalla.
Con todo sobre el papel, podríamos aventurar que la diferencia entre ambos coches sería escasa, pero puestos en vivo y en directo uno al lado del otro… ¡como cambia la cosa!.
Los diseñadores han trabajado mucho las superficies, sobre todo las horizontales, dotando al Passat 2015 de un morro robusto con todos los elementos bien integrados a lo largo de las líneas de la parrilla y el faldón. Las ópticas, tanto principales (faros) como secundarias (antinieblas), se han estrechado y alargado con toda la intención, pues también así se logra aumentar ese aspecto ancho.
De perfil, lo primero que se hace notar son los pasos de rueda bien marcados, llegando hasta los hombros, lo que hace imprescindible montar una llanta opcional con alguna pulgada más de las que el coche trae de serie para completar el aspecto musculoso.
Tampoco hay mucha más goyería en el perfil. Un pliegue de chapa a la altura de los tiradores de las puertas y el oportuno resalte (captador de luz) a modo de pliegue de chapa en la base de las mismas.
La trasera es muy de Volkswagen. Sencilla y rotunda. Los grupos ópticos en esta versión van ligeramente oscurecidos e incorporan tecnología “Full LED” (al igual que los faros delanteros) variando su diseño lumínico en base a la función requerida. Muy chulos.
El logotipo de la tapa del maletero oculta la cámara de marcha atrás, que sólo asoma al engranar la reversa, al estilo del cuco de un reloj de cuco.
El paragolpes trasero es integral, no hay hueco ni embellecedor para los escapes, como sí lo hay en la versión biturbo del mismo motor y modelo.
Al abrir la puerta me encuentro una atmósfera que se me hace gratamente familiar, y es que hace pocas fechas estuve probando –y disfrutando- un Volkswagen Golf en su versión GTi.
Lo que separan a uno de otro son los imprescindibles detalles que marcan la gama a la que pertenecen, así como su filosofía. Si en el Golf hay practicidad, jovialidad y un toque deportivo, en el Passat hay lujo, elegancia y un marcado toque de tecnología. Lo que sí nos vamos a encontrar en ambos casos es calidad, pues los plásticos empleados son de un tacto y apariencia soberbios, así como ajustes clavados a la micra.
El cuadro digital del Passat es un extra y, aunque muy chulo, yo lo puedo considerar prescindible. A fin de cuentas, el cuadro está para lo que está, y mientras la información sea clara, tampoco veo yo la necesidad de tanta filigrana a la hora de mostrarla. Y bueno, de hecho es más fácil ir mirando la navegación en la pantalla de la consola que en la del cuadro, tanto por una cuestión de tamaño como de costumbre, imagino.
El volante es el tradicional de la marca, con toda su multifunción y parafernalia, y los asientos son tan buenos como los del GTi al que hice alusión con anterioridad, aunque algo más sosos en diseño.
La visibilidad es buena en todos los ángulos.
La consola central arranca bajo una moldura longitudinal que incluye los aireadores y que busca resaltar, como en el exterior con otros recursos ya mencionados, la anchura del coche. Hay un bonito reloj analógico y bajo él, en contraste, una gran pantalla multimedia. El manejo de esta es táctil aunque contempla una serie de botones tradicionales a sus lados para las funciones más comunes. Nuestro coche venía equipado con el paquete “conectividad a tope” (el nombre me lo acabo de inventar) e incluía la aplicación llamada “Mirror Link”, que consigue clonar tu smartphone en la pantalla de tu coche. Incluye tus aplicaciones y las amplia con otras propias de la marca desarrolladas "ad hoc" para este equipamiento.
La ranura para CD, así como para USB y tarjetas de memoria están en la guantera.
El climatizador es el de siempre, efectivo y sencillo de manejar. Pero en este coche no hay botón off, a diferencia de en el Golf, que sí que está presente.
El freno de mano es por botón, lo que deja espacio para un par de posavasos con tapa. Tras ellos, un apoyabrazos con un buen hueco en su interior.
Las sensaciones que me quedan tras abandonar las plazas delanteras son de comodidad, amplitud, calidad y modernidad. También tengo algo de sensación de dolor en la espalda, sin duda por haber llevado tal vez durante demasiado rato activada la función de “masaje siatsu” de mi asiento.
Las plazas traseras también son grandes y sus banquetas son cómodas, sin embargo, la enorme prominencia del túnel de transmisión y la propia forma de asientos y respaldos hacen esta parte del coche más recomendable para sólo dos ocupantes. Eso sí, da igual su edad y talla, siempre y cuando la primera no pase de los 145 años y la segunda no exceda los dos metros y medio. Y es que en ese caso, no serían personas, sino alcornoques, y me temo que no, no caben.
El maletero está muy bien, es tremendamente profundo aunque no muy alto. A lo ancho presenta formas regulares, con dos oquedades en ambos lados muy aprovechables (en uno de ellos hay hasta una toma de 12V). Bajo el piso hay una rueda de repuesto del mismo tamaño y diseño que las de serie. ¡Bravo!
El hueco de carga es amplio, la distancia al suelo no resulta excesiva y el sistema de apertura sin manos pasando el pie por debajo del parachoques tiene su truco. Yo lo llamé “apertura Galinka”, pues había que hacer una suerte de un par de pasos del baile ruso hasta logar que la tapa se levantase.
Antes de entrar en el apartado dinámico, y dado el follón en el que anda metido el Grupo Volkswagen con sus TDi trucados, conviene aclarar que el motor que mueve este Passat ya es un motor EU6, distinto a los afectados por la “trampa” de la marca.
Este 2.0 eroga 150 caballos, lo que no es una cantidad descomunal dado el coche del que estamos hablando. Sirven para mover con soltura la tonelada y media que pesa el Volkswagen, pero no vayas a pedir prestaciones de infarto. Corre lo suficiente para medirse a su competencia, pero a mí se me queda flojo para lo bien que va este coche.
Otro punto en su contra es lo áspero que resulta este propulsor en frío. Suena y vibra demasiado, y no es hasta cuando coge temperatura y vamos rodando por vías rápidas el momento en el que nos proporciona una experiencia acorde con el porte de este Passat. Lo que sí hace de fábula es gastar poco. En nuestra prueba de recorrido mixto de 104kms se conformó con 6,7 litros. Eso permite autonomías de algo más de 1.000 kms tras cada repostaje.
La medición la realizamos en modo “Normal” de los modos de conducción que contempla el vehículo. En el modo ECO tal vez se pueda arañar alguna décima más gracias a la “conducción a vela” que permite su cambio DSG de seis relaciones. A mí no me gusta mucho ese modo de circular en punto muerto. Y me acuerdo que en mi época de autoescuela estaba prohibidísimo hacerlo.
El start&stop funciona bien. Pero no es demasiado delicado en su actuación, sobre todo a la hora de volver a poner en marcha el coche de nuevo.
La dirección con asistencia eléctrica transmite buenas sensaciones, los frenos son bastante buenos y la suspensión, con la DCC montada en la unidad de pruebas, me ha gustado bastante. No hay diferencias garrafales en su comportamiento entre un programa y otro, pero caben los suficientes matices como para seleccionar uno u otro en base a determinados casos. A mí me gustaban el modo “Normal” y el “Confort”. Me parecieron los más acordes con este coche, por mucho que fuera el acabado Sport. Transmiten sensaciones de gran berlina con una pisada franca, rotunda y noble sin restar agilidad al conjunto. Pero bueno, esto es cuestión de gustos.
A la hora de valorar el coste de adquisición de este coche, con un precio de 36.920 euros (más de 45 mil la unidad probada…) nos topamos con lo de siempre en el universo Passat: es un pelín más caro que el resto.
Ahora bien, ¿es un pelín mejor que el resto? Pues punto por punto no, de hecho, no destaca en nada, pero a la hora de sumar, el conjunto sí que cobra ventaja, y eso es algo de lo que siempre ha podido presumir este modelo. No hace nada extraordinariamente bien, pero es que tampoco hace absolutamente nada mal.
Ante las dudas que, fundadas o infundadas, puedan suscitar algunos productos de sus competidores, con el Passat sabemos siempre lo que nos vamos a encontrar. Es quizá la apuesta más conservadora, pero es que esta, con una buena parte de nuestro dinero de por medio, es seguramente una apuesta netamente ganadora.
Total, que si el Passat quería asomar la cabeza entre productos muy recientes como el nuevo Ford Mondeo, otros consolidados pero con buena aceptación como el Peugeot 508 y los rivales de su propia casa, como el Audi A4 o el Skoda Octavia, había de dar un paso al frente.
Y así ha sido. Desde el primer momento que vi el nuevo Passat su estética –que nunca llegará a ser rompedora- llamó mi atención. Es un coche mejor “plantado” sobre el asfalto que el de la generación saliente. Lo curioso es que aunque goza de una apariencia de más coche, este modelo es algo más pequeño que el anterior. Al menos en lo que a longitud se refiere: 476 cms del actual por 477 cms del saliente.
Sin embargo, el ancho sí que juega en favor del más nuevo, el cual vence por… 1 centímetro. También este coche es algo más bajo, un par de centímetros en concreto. Ante estas diferencias tan escasas, quizá lo más sorprendente es que ofrezca 7 cms extra de batalla.
Con todo sobre el papel, podríamos aventurar que la diferencia entre ambos coches sería escasa, pero puestos en vivo y en directo uno al lado del otro… ¡como cambia la cosa!.
Los diseñadores han trabajado mucho las superficies, sobre todo las horizontales, dotando al Passat 2015 de un morro robusto con todos los elementos bien integrados a lo largo de las líneas de la parrilla y el faldón. Las ópticas, tanto principales (faros) como secundarias (antinieblas), se han estrechado y alargado con toda la intención, pues también así se logra aumentar ese aspecto ancho.
De perfil, lo primero que se hace notar son los pasos de rueda bien marcados, llegando hasta los hombros, lo que hace imprescindible montar una llanta opcional con alguna pulgada más de las que el coche trae de serie para completar el aspecto musculoso.
Tampoco hay mucha más goyería en el perfil. Un pliegue de chapa a la altura de los tiradores de las puertas y el oportuno resalte (captador de luz) a modo de pliegue de chapa en la base de las mismas.
La trasera es muy de Volkswagen. Sencilla y rotunda. Los grupos ópticos en esta versión van ligeramente oscurecidos e incorporan tecnología “Full LED” (al igual que los faros delanteros) variando su diseño lumínico en base a la función requerida. Muy chulos.
El logotipo de la tapa del maletero oculta la cámara de marcha atrás, que sólo asoma al engranar la reversa, al estilo del cuco de un reloj de cuco.
El paragolpes trasero es integral, no hay hueco ni embellecedor para los escapes, como sí lo hay en la versión biturbo del mismo motor y modelo.
Al abrir la puerta me encuentro una atmósfera que se me hace gratamente familiar, y es que hace pocas fechas estuve probando –y disfrutando- un Volkswagen Golf en su versión GTi.
Lo que separan a uno de otro son los imprescindibles detalles que marcan la gama a la que pertenecen, así como su filosofía. Si en el Golf hay practicidad, jovialidad y un toque deportivo, en el Passat hay lujo, elegancia y un marcado toque de tecnología. Lo que sí nos vamos a encontrar en ambos casos es calidad, pues los plásticos empleados son de un tacto y apariencia soberbios, así como ajustes clavados a la micra.
El cuadro digital del Passat es un extra y, aunque muy chulo, yo lo puedo considerar prescindible. A fin de cuentas, el cuadro está para lo que está, y mientras la información sea clara, tampoco veo yo la necesidad de tanta filigrana a la hora de mostrarla. Y bueno, de hecho es más fácil ir mirando la navegación en la pantalla de la consola que en la del cuadro, tanto por una cuestión de tamaño como de costumbre, imagino.
El volante es el tradicional de la marca, con toda su multifunción y parafernalia, y los asientos son tan buenos como los del GTi al que hice alusión con anterioridad, aunque algo más sosos en diseño.
La visibilidad es buena en todos los ángulos.
La consola central arranca bajo una moldura longitudinal que incluye los aireadores y que busca resaltar, como en el exterior con otros recursos ya mencionados, la anchura del coche. Hay un bonito reloj analógico y bajo él, en contraste, una gran pantalla multimedia. El manejo de esta es táctil aunque contempla una serie de botones tradicionales a sus lados para las funciones más comunes. Nuestro coche venía equipado con el paquete “conectividad a tope” (el nombre me lo acabo de inventar) e incluía la aplicación llamada “Mirror Link”, que consigue clonar tu smartphone en la pantalla de tu coche. Incluye tus aplicaciones y las amplia con otras propias de la marca desarrolladas "ad hoc" para este equipamiento.
La ranura para CD, así como para USB y tarjetas de memoria están en la guantera.
El climatizador es el de siempre, efectivo y sencillo de manejar. Pero en este coche no hay botón off, a diferencia de en el Golf, que sí que está presente.
El freno de mano es por botón, lo que deja espacio para un par de posavasos con tapa. Tras ellos, un apoyabrazos con un buen hueco en su interior.
Las sensaciones que me quedan tras abandonar las plazas delanteras son de comodidad, amplitud, calidad y modernidad. También tengo algo de sensación de dolor en la espalda, sin duda por haber llevado tal vez durante demasiado rato activada la función de “masaje siatsu” de mi asiento.
Las plazas traseras también son grandes y sus banquetas son cómodas, sin embargo, la enorme prominencia del túnel de transmisión y la propia forma de asientos y respaldos hacen esta parte del coche más recomendable para sólo dos ocupantes. Eso sí, da igual su edad y talla, siempre y cuando la primera no pase de los 145 años y la segunda no exceda los dos metros y medio. Y es que en ese caso, no serían personas, sino alcornoques, y me temo que no, no caben.
El maletero está muy bien, es tremendamente profundo aunque no muy alto. A lo ancho presenta formas regulares, con dos oquedades en ambos lados muy aprovechables (en uno de ellos hay hasta una toma de 12V). Bajo el piso hay una rueda de repuesto del mismo tamaño y diseño que las de serie. ¡Bravo!
El hueco de carga es amplio, la distancia al suelo no resulta excesiva y el sistema de apertura sin manos pasando el pie por debajo del parachoques tiene su truco. Yo lo llamé “apertura Galinka”, pues había que hacer una suerte de un par de pasos del baile ruso hasta logar que la tapa se levantase.
Antes de entrar en el apartado dinámico, y dado el follón en el que anda metido el Grupo Volkswagen con sus TDi trucados, conviene aclarar que el motor que mueve este Passat ya es un motor EU6, distinto a los afectados por la “trampa” de la marca.
Este 2.0 eroga 150 caballos, lo que no es una cantidad descomunal dado el coche del que estamos hablando. Sirven para mover con soltura la tonelada y media que pesa el Volkswagen, pero no vayas a pedir prestaciones de infarto. Corre lo suficiente para medirse a su competencia, pero a mí se me queda flojo para lo bien que va este coche.
Otro punto en su contra es lo áspero que resulta este propulsor en frío. Suena y vibra demasiado, y no es hasta cuando coge temperatura y vamos rodando por vías rápidas el momento en el que nos proporciona una experiencia acorde con el porte de este Passat. Lo que sí hace de fábula es gastar poco. En nuestra prueba de recorrido mixto de 104kms se conformó con 6,7 litros. Eso permite autonomías de algo más de 1.000 kms tras cada repostaje.
La medición la realizamos en modo “Normal” de los modos de conducción que contempla el vehículo. En el modo ECO tal vez se pueda arañar alguna décima más gracias a la “conducción a vela” que permite su cambio DSG de seis relaciones. A mí no me gusta mucho ese modo de circular en punto muerto. Y me acuerdo que en mi época de autoescuela estaba prohibidísimo hacerlo.
El start&stop funciona bien. Pero no es demasiado delicado en su actuación, sobre todo a la hora de volver a poner en marcha el coche de nuevo.
La dirección con asistencia eléctrica transmite buenas sensaciones, los frenos son bastante buenos y la suspensión, con la DCC montada en la unidad de pruebas, me ha gustado bastante. No hay diferencias garrafales en su comportamiento entre un programa y otro, pero caben los suficientes matices como para seleccionar uno u otro en base a determinados casos. A mí me gustaban el modo “Normal” y el “Confort”. Me parecieron los más acordes con este coche, por mucho que fuera el acabado Sport. Transmiten sensaciones de gran berlina con una pisada franca, rotunda y noble sin restar agilidad al conjunto. Pero bueno, esto es cuestión de gustos.
A la hora de valorar el coste de adquisición de este coche, con un precio de 36.920 euros (más de 45 mil la unidad probada…) nos topamos con lo de siempre en el universo Passat: es un pelín más caro que el resto.
Ahora bien, ¿es un pelín mejor que el resto? Pues punto por punto no, de hecho, no destaca en nada, pero a la hora de sumar, el conjunto sí que cobra ventaja, y eso es algo de lo que siempre ha podido presumir este modelo. No hace nada extraordinariamente bien, pero es que tampoco hace absolutamente nada mal.
Ante las dudas que, fundadas o infundadas, puedan suscitar algunos productos de sus competidores, con el Passat sabemos siempre lo que nos vamos a encontrar. Es quizá la apuesta más conservadora, pero es que esta, con una buena parte de nuestro dinero de por medio, es seguramente una apuesta netamente ganadora.
NUESTRA NOTA: 8.5
Cosas a favor
Equilibrio general
Empaque y aplomo
Acabados, equipamiento de serie y opcional
Cosas en contra
Motor áspero y ruidoso
Sin botón off en el climatizador
Precio algo elevado
MOTOR
- Cilindrada: 1.968 c.c.
- Potencia: 150 CV CEE
- Par: 340 NM
- Tracción: delantera
- Caja de cambios: automática 6 velocidades
Dimensiones
- Largo/ancho/alto: 476/183/145 cms
- Peso: 1.426 kgs.
- Ruedas: 235/45R18
- Maletero: 586 l
- Cap. Depósito: 66 l
Prestaciones
- Velocidad máxima: 218 km/h
- Aceleración 0-100km/h: 8,7 seg
- Consumo medio oficial: 4,5 l/100 kms
Equipamiento
- Equipamiento: ABS, BAS, EDB, ESP, TCS, 6 airbags, Hill Holder, arranque por botón, bluetooth, control de velocidad activo, parktronic delantero y trasero, sensor de luces y limpias, faros antiniebla, faros LED, tapicería mixta de cuero, volante multifunción, pantalla multimedia de 5,8", asientos calefactables, retrovisores eléctricos plegables…