Prueba del Volkswagen Golf GTi Performance

Tengo la suerte de haber podido conducir todas y cada una de las generaciones de Golf GTi, fueran en su versión standard o en la más deseable “16 Válvulas” de décadas pasadas.
Sin duda para mí, y coincidiré en este punto seguro que con bastantes usuarios y/o aficionados, los mejores Golfs GTi son los de primera y segunda generación, significando la tercera un bache y la cuarta una pequeña mejora gracias a la incorporación de la turbo alimentación. El quinto y sexto Golf GTi, sin dejar de ser muy buenos coches, me dejaron frío e indiferente, respectivamente.

Ahora llega el “séptimo advenimiento” y las cosas parece que se han puesto más serias. Después de probar esta semana este GTi, la principal duda que me surge es… ¿por qué no tengo yo uno aparcado en mi garaje?.

Pero vayamos poco a poco pues como ya habréis leído en su denominación y visto en las fotos, este Golf tiene un as en la manga que no es otro que el Pack Performance, sumado a unas muy bien escogidas opciones disponibles previo pago de cerca de 6.000 euros, que no son pocos. Pero bueno, es un coche de capricho, ¿no?.



El paquete Performance que suma 1.700 euros al precio de cualquier GTi añade 10 CV de fuerza –y otros 10NM de par- al motor 2.0T, unos discos y unas pinzas de freno más capaces y pintadas en rojo con denominación GTI y un autoblocante mecánico delantero.
Las grandes ruedas “Santiago” de 19 pulgadas son opcionales pero muy asequibles, y le quedan de fábula. Por cierto, su monta de neumáticos es de lo más conservadora: 225 de sección en las cuatro. Y yo que pensé que los 235 de mi A45 eran estrechos…
Nuestra unidad de prensa también montaba suspensión neumática y cambio DSG, dos “must” como dicen los británicos a la hora de configurar perfectamente este coche.

La apariencia exterior, como veis, en ese color "Rojo Tornado" tan poco discreto es, cuanto menos, impactante, aunque no deje brillar ciertas piezas que en este modelo ya van pintadas en rojo de serie (denominación, embellecedor en la rejilla y los faros…). No es un coche precioso, pero, al fin y al cabo… ¿alguno lo es? Es más, ¿algún Golf lo ha sido alguna vez?. Dejemos los ejercicios de estilo para los franceses e italianos y demos por buena la sobriedad en las formas a la que de siempre nos han acostumbrado los alemanes.



Al pasar al interior me ha encantado que en la lista de opciones montadas no figurase la tapicería de cuero, para así reencontrarme con la tela tartán con resaltes en rojo tan emblemática como el resto del coche. A buen seguro que yo, de tener uno, la escogería.
Porque es que además los asientos son tremendamente cómodos. Cuando hablamos del equilibrio entre confort y dureza nos referimos a esto: sujetan, se siente la carretera pero ni son duros ni cansan. Lo que sí son es grandes y con múltiples reglajes. Estos sólo pueden ser eléctricos en el caso de que escojamos la versión con puertas atrás, por lo de andar abatiendo respaldos y eso.

La postura al volante es perfecta, y eso pesar de contar, como en todo Golf sea cual sea su apellido, con el aro algo tumbado para mi gusto.
La visibilidad es netamente buena en todos los ángulos –hay disponible cámara trasera- y la ergonomía es más que satisfactoria.
Los materiales empleados rayan al más alto nivel y la imagen que transmiten es de “coche bueno bien hecho”. La instrumentación es muy completa merced a un ordenador con una miríada de funciones –a las que cuesta algo acostumbrarse- ya visto en los actuales Skoda. No llega a la goyería del cuadro digital de Passat o Audi TT, pero es más que suficiente.



Con el equipo multimedia de la consola central he tenido mis más y mis menos. Tiene una gran pantalla, funciona bien y cuenta con fácil y plena conectividad con dispositivos móviles, sin embargo, no tiene botón de apagar la radio. O apagas la pantalla o bajas el volumen al mínimo. Incluso, a la hora de llevar el navegador conectado, mucho cuidado con bajar la música para oír así bien las indicaciones pues dejarás a la pobre mujer muda.

Y luego lo de cambiar el CD en marcha.
Puesto que la ranura se halla dentro de la guantera, ni es fácil ni es seguro. Estos de Volkswagen no han visto la campaña de la DGT de la canción más cara de la historia…
Pero bueno, al menos hay ranura de CD, cosa que aplaudo hasta dejarme las palmas rojas.
El climatizador sí que tiene botón OFF, y, entre los asientos, amén de la palanca de cambios y el botón que activa el freno de mano eléctrico, hay vacía bolsillos, un par de posavasos y el apoyabrazos con hueco interior. Todo ello complementa las grandes bolsas de las puertas.

Pasamos a las plazas traseras y lo hacemos sin excesivo esfuerzo a pesar de la configuración de tres puertas de nuestro coche –lo hay de 5 por 660 euros más-. El respaldo se abate, la banqueta se desplaza y, concluida la operación, vuelve a su sitio prefijado.



Las tres plazas de la zaga básicamente son dos, no por el ancho, el largo o el alto del hueco reservado, sino por el peculiar diseño del suelo. Los ocupantes de los extremos parece que lleven sus pies metidos en remojo en un barreño. Tal es el desnivel del túnel central. Peaje por las versiones 4Motion, digo yo.
Yo no llevaría a nadie muy querido en medio. Bueno, a un niño, y depende de qué niño.

El maletero está bien. Promete 380 litros de capacidad, y seguramente gracias al doble fondo los consiga. Es regular, con una boca de carga grande y una altura al suelo salvable con grandes objetos.
La bandeja es un poquito endeble –como la mayoría-.
Los pilotos a tope de ledes son específicos de esta versión. Aunque creo que el resto de Golfs también pueden montar unos muy parecidos en opción.



Para concluir este punto, puedo decir que la vida a bordo está en este coche muy bien resuelta, con detalles deportivos en un ambiente de calidad y espacio.

Pero vamos al tema que es el cómo va este GTi Performance puesto en carretera.
Antes nos ponemos en antecedentes y te recuerdo que este coche lleva bajo su piel la plataforma MQB (Mira Quien Baila, la llamamos aquí) del grupo y bajo su capó un dos litros turbo que eroga la nada despreciable cifra de 230CV. Todos ellos a las ruedas delanteras.

Primera impresión, la de mi dedo en el botón de arranque, y se despereza el bloque. Decepción. No hay rugido, no hay bramido, no hay toses ni siquiera un carraspeo gutural. Tal vez yo esté acostumbrado a algo más de drama…
Si bajas la ventanilla, sí que oirás un ronroneo que denota que no estás ante otro TDi, pero de ahí a levantar pasiones…



Engranamos D en el cambio y salimos a rodar tranquilos, por lo que elegimos el modo Confort en la pantalla del coche que modifica respuesta del motor, dureza de la suspensión, rapidez del cambio, elección de relaciones y hasta el caudal del aire del climatizador.
Y vaya si es confortable la cosa. El GTi se mueve como un Golf rápido cualquiera. Da gusto tragar millas en autopista de esta guisa. Tanto era así que aproveché el modo para realizar la medición de consumo. Logré 8,5 litros de media a los 102 kms de trazado mixto recorridos.
De ahí cambié al modo Sport. Menudo cambio.
Yo no diría que el coche se vuelve más deportivo, si no que parece que se enfada.
En serio, me daba la sensación que no estaba a gusto en su piel.
Quizá porque es un modo que resulta tan artificial como el sonido que produce.
Es el “modo macarra” del GTi, tan pronto como pude, lo quité.



Y como dicen que en la mitad está la virtud, en este coche esta se encuentra en el modo “Normal” puro y duro. En él el Golf halla el equilibrio, por ello, es el que más he escogido.
Sin pretender marcar vueltas rápidas ni forzar los límites del coche, he conducido el Golf con la alegría que se le presupone a su dueño, y lo he encontrado noble y divertido en cualquier tipo de trazado.
Yo soy muy poco amigo de las plataformas comodín, pero supongo que esta MQB la desarrollaron a sabiendas de que iba a cargar un GTi que perpetuara la leyenda, por eso puede que vaya tan bien. Y bueno claro, el diferencial autoblocante.

Con el Volkswagen se llega pasado a una curva, se lanza el pie al freno, la caja ultra rápida DSG baja dos o tres relaciones, giramos una dirección muy directa y precisa, la zaga se insinúa, el morro se hunde en su carril aferrándose a su trayectoria, abrimos gas de improviso y oímos un chirrido de gomas de vete tú a saber dónde y salimos propulsados hacia delante.
De repetir esto diez o doce veces al día acabaríamos de un plumazo con la industria de los antidepresivos.



Y si buscas aún más adrenalina, puedes probar bajo la lluvia. En ese caso, como a mí me pasó, el GTi Performance desafía tu hombría.
El modo secuencial de la caja va bien, pero casi no lo usé, como el modo ECO, pues si buscas economía, ecología o ecolocalización, igual te has equivocado de coche.
El start&stop sí que funciona bien, aunque en paradas prolongadas, el climatizador es incapaz de mantener la temperatura en el habitáculo.

También hay otras cosas malas, sin apartarnos del punto de vista dinámico, como que para mí le falta “fuerza” -yo es que soy muy mío con las potencias- y le sobran entre cinco y diez kilos sobre el eje delantero, otro exceso que, cambiando de tercio, también se da en su factura.
No digo que los 36.020 euros de su precio inicial me parezcan caros o baratos, están en un término medio razonable, pero para llegar al Golf GTi Performance Pack perfecto o parecido al de esta prueba hay que poner otros 6.000 más en opciones. Y cuarenta y dos mil y pico euros ya sí que es mucho dinero, a pesar de que es un coche de calidad y con un gran equipamiento de serie.



Hablando ahora de nuestros números, y teniéndolo todo en cuenta, ha habido conflicto en torno a nuestra mesa de pruebas. La nota conseguida por este coche, y cuando digo este coche digo este coche en concreto, el de esta prueba, ha sido de 9.70 puntos.
Lamentablemente, nuestro display no permite cuartos de punto y, aunque en justicia lo que más cerca le queda es un 9.5, hemos consensuado que, entre lo que tiene detrás este coche, referido a legado y herencia, y lo que tiene por delante la marca, en legalidad y penitencia… redondeamos al 10 sin temblarnos el pulso.
Enhorabuena a los premiados. Es el segundo que damos en nuestros siete años largos de historia.
Y felicidades sobre todo, a quien le mueva el corazón -sin dejar de lado la razón- y decida escoger este coche.