Prueba del Nissan Qashqai 1.6DiG-T

Son “sólo” 163 CV, pero nunca un Qashqai había roto la barrera de los 150, con lo que el título se lo tiene bien merecido. Y ya era hora de que Nissan se decidiera a poner más chicha bajo el capó del SUV que inventó los SUVs y, que en la actual generación, es un coche mejor y más completo que aquel que revoluciono el mercado una década atrás.



Y aplaudo que esta mejora de potencia venga de la mano de un propulsor gasolina, pues ello permite “matar dos pájaros de un tiro”: más fuerza y más suavidad. De lo primero adolece la versión 1.2 DIG-T y, de lo segundo, cualquier bloque Dci… o bueno, diesel en general. Subsanar ambas carencias con un solo modelo, es una decisión que sólo puedo calificar de totalmente acertada.

El 1.6 DIG-T que anima este coche no es otro que el 1.6 DIG-T que con pequeños retoques electrónicos viene haciendo las delicias de quienes optan por un pequeño Juke de gasolina, pues este motor, con 190 CV, se ofrece en su gama desde su lanzamiento. Pero es que además, es el mismo propulsor que nos gustó tanto en el Juke Nismo y que ahora ha dado una vuelta más de tuerca para lanzar a la carretera, con ni más ni menos que 218 CV, al Juke Nismo RS.
Dicho esto, nos podemos hacer cargo de lo notable de la mecánica que se esconde en el morro de este Qashqai.



Al SUV llega con la potencia contenida pero con la misma entrega de par que las versiones de 190. Eso le permite un rodar desahogado, un consumo contenido y una menor actividad sobre la palanca de cambios.
De hecho, este “Qash” se mueve como si escondiera un motor de mayor cilindrada, pues su suavidad, ausencia de vibraciones y de ruido están medio punto por encima de lo que los tetracilíndricos actuales son capaces de ofrecer… si es que lo ofrecen, pues no es fácil encontrar competencia en este segmento con mecánica a gasolina en este umbral de potencia a menos que recurramos a las llamadas marcas Premium.
Sin embargo, estoy convencido que el cómodo rodar del coche obedece más a un fantástico trabajo de asilamiento del modelo que a las propias bondades del motor, ya que probado en otros modelos (Juke, Renault Clio Sport) manifestaba una sutileza menor.

Pero sea por lo que sea, el Qashqai 1.6 DIG-T proporciona una experiencia de conducción como ya apenas recordaba, dada la proliferación diesel en nuestro mercado. El hecho de poder mantener una conversación con otra persona en tono normal apoyado en el morro con el motor arrancado, es una situación que la mayoría de las veces se resuelve con un “apágalo por Dios” últimamente… Con este coche, no.

En el apartado de prestaciones, obviamente todo mejora con respecto al 1.2, que es un coche agradable pero un poco-demasiado tranquilo. La ventaja también es clara con respecto al 1.6DCi 110 CV, pero se recorta bastante con su hermano 1.6DCi 130 CV. De hecho, el bloque gasolina sólo se impone a este de manera clara en aceleración pura y en velocidad punta, pues las cifras que hemos medido en recuperación son muy parecidas a excepción de las realizadas en marchas cortas, donde la balanza vuelve a caer del lado del gasolina, pues el margen de utilización década relación es netamente más amplio que en el diesel, que a 4.000 vueltas ya “lo ha dado todo” mientras que nosotros podemos tontear con las 6.000 rpm sin despeinarnos.



También está claro que del consumo tampoco podemos esperar maravillas ni milagros y nos toca capitular ante la austeridad de cualquiera de los Qashqai a gasóleo. Lejos de los 5,8 litros a los 100 que homologa, nos moveremos en el entorno de los siete y medio reales. No es mucho, pero esta batalla, como digo, la tiene perdida.

Como también, y al menos de momento, tiene perdida la posibilidad de contar con tracción 4x4 o de cambio automático. Si bien lo primero puede ser prescindible, lo segundo, dado el buen carácter del coche, sí que se puede echar en falta.

En cuanto al comportamiento, el hecho de tener menos peso sobre el eje delantero (que no en general, pues es el Qashqai más pesado de la gama) le proporciona un tacto más dinámico en todos los apartados, sea a la hora de girar, como de frenar como de afrontar una carretera con el asfalto roto o sin asfalto en absoluto.
Mantiene la nobleza de reacciones de la familia del SUV e incorpora algo más de picante en conducción decidida. La caja de cambios de seis velocidades tiene un tacto correcto, unos recorridos de palanca tirando a largos y unos desarrollos oportunos para una circulación tranquila pero decidida. La suspensión puede con todo sin merma del confort general del coche.



En el interior este 1.6 DIG-T sólo varía de un DCi en la escala de tacómetro, y es que por fuera, tampoco hay más, de hecho, hay menos, pues no hay denominación ni pista ninguna sobre su mecánica. A lo mejor, lejos de cualquier estridencia, en Nissan han pecado de humildes, y tal vez una pequeña placa o una salida vista del escape no estaría de más.

De la capacidad y calidad interior de este coche hay poco más que decir. Peldaño y medio mejor que el anterior y algo por encima de su actual competencia.



El equipamiento, en esta versión “360” probada, es francamente completo. Tiene todo de todo, dejando para sibaritas y tecnofílicos la versión superior “Tekna”.
Y todo por 26.050 euros, lo que son 1.600 euros menos de lo que cuesta un Qashqai 1.6 DCi 4x2 con el mismo acabado.
Para mí, aparte del ahorro inmediato merced a su inferior tarifa, la suavidad y ese “pelín” más de potencia me compensan. Sin duda elijo este 1.6 DIG-T frente a las otras opciones de la gama. Para los demás, quizá sea cuestión de “pararse bien quieto”, y echar tranquilamente los números.