Test Smart Fortwo 33 CDi Pure
" Usar sólo en ciudad. "
Nadie negará que al Smart le costó arrancar. Sin embargo, año tras año ha ido ganando adeptos cautivados por unas cualidades que yo nunca entendí. Ahora que lo he probado, aún les entiendo menos.
Para este pequeño test hemos elegido al pequeño Smart con el pequeño motor diesel de 799 c.c. y 45 cv. Estos datos son suficientes como para imaginar las pocas arrancadas fulgurantes y adelantamientos solventes que vamos a hacer hoy… Pero no olvidemos que este coche de apenas 2,70 metros de largo no pesa más de 770 kilos.
Tras su último restyling el Fortwo luce más moderno, más deportivo y hasta más bonito. En el interior, todo muy bien puesto, original y de una calidad aceptable. Vistoso, esa es la palabra.
Acomodo mi generosa estatura en su buen asiento y no tengo ninguna sensación de agobio, en parte gracias a su gran superficie acristalada y a que realmente el espacio interior de este diminuto coche está muy bien aprovechado. Arranco y la cantidad y calidad de ruido percibido de su motor a gasóleo es menor de lo esperado. Inserto la primera velocidad en su caja secuencial semiautomática y a rodar.
El sonido del motor se va haciendo más patente a medida que vamos ganando velocidad, pero puesto que hacemos esto último “a paso de tortuga” da tiempo a que los oídos se vayan acostumbrando. Los cambios de marcha son un poco violentos, pero el pequeño tirón dista bastante de ser una “coz en toda regla”. No obstante, existe la opción, por 300 euros, de montar un cambio automático “de verdad” denominado SoftTouch que promete más suavidad.
En urbano el coche callejea como un misil a cincuenta por hora. Más que doblar las esquinas, las hace tres pliegues. Con una dirección blandita las maniobras se realizan en un suspiro y en menos de un metro cuadrado. Lo que es más duro es la suspensión. De hecho, bastante dura. En asfaltos degradados por obras o con badenes los riñones se resienten.
El motor empuja. Como dije, no es un velocista, pero en condiciones de tráfico real en una gran urbe… ¿Quién necesita un Bmw M3? Sus 45 nobles caballos no te dejarán tirado en ninguna ocasión. Hombre, un poco sí que haces el ridículo a la salida de los semáforos, pero queda el consuelo de que al menos has salido antes que el ciclista de tu lado.
Una vez llegado a tu destino, el Smart cabe en el hueco que ocupa un contenedor de basura (bonita analogía), es decir, en la mitad de lo que precisa una berlina media. Sus medidas son tan compactas que rara vez tendrás que manotear sobre el volante. Casi siempre entra de frente y a la primera, pues su ángulo de giro también es de lo mejor.
El maletero es ridículo, pero bien mirado, ¡es casi el doble de grande que el de un Porsche 911!
Sin embargo, el primero de sus problemas viene cuando decido llevármelo a casa, a las afueras. El pobre Smart en autopista se mueve como pez fuera del agua. 130 km/h es un crucero por encima de sus posibilidades, si no mecánicas, sí dinámicas. Pisa con el mismo aplomo que una moto y transmite tanto como el mango de una “minipimer”. Sus frenos desfallecen a los tres pisotones a fondo a más de 100 y pronto te descubrirás en el carril derecho mirando cómo te adelantan los “descomunales” Renault Clio de tu izquierda.
En carretera secundaria todavía peor. Las curvas rápidas y largas no son lo suyo y los adelantamientos resultan comprometidos. Con firme en mal estado tiende a rebotar perdiendo el poco aplomo que hasta ese momento hubieras logrado. No, definitivamente, tampoco es lo suyo.
Y el siguiente de sus problemas lo encontramos en su precio. Más de 11.000 euros (con a/a) para un coche que apenas puede salir de la ciudad me parece un exceso.
Junto con el seguro y el consumo de combustible (4,1 litros a los 100 km en nuestra prueba) hablamos de una cantidad que puedes destinar a cubrir tus necesidades de movilidad urbana con alternativas a mi juicio más oportunas. Y es que por ese dinero tienes para:
- Montar todos los días en metro durante más de tres años. Y te ahorras aparcar.
- 600 viajes en taxi a una distancia razonable. Servicio de puerta a puerta, si quieres.
- Dos Segway. Que es mucho más cool y no contamina.
- 130 fines de semana con un SEAT Ibiza alquilado. Y te ahorras el mantenimiento.
- O un Citroën C3 de 90 cv. Que es menos “mono”, pero tiene asientos atrás y también vale para viajar (incluso con más de un amigo y un portafolios).
…
En fin, yo creo que sigo viendo más motivos para no comprarlo que para lo contrario, pero al final, como todo, se reduce a una cuestión de gustos e interpretación de las necesidades.
Tras su último restyling el Fortwo luce más moderno, más deportivo y hasta más bonito. En el interior, todo muy bien puesto, original y de una calidad aceptable. Vistoso, esa es la palabra.
Acomodo mi generosa estatura en su buen asiento y no tengo ninguna sensación de agobio, en parte gracias a su gran superficie acristalada y a que realmente el espacio interior de este diminuto coche está muy bien aprovechado. Arranco y la cantidad y calidad de ruido percibido de su motor a gasóleo es menor de lo esperado. Inserto la primera velocidad en su caja secuencial semiautomática y a rodar.
El sonido del motor se va haciendo más patente a medida que vamos ganando velocidad, pero puesto que hacemos esto último “a paso de tortuga” da tiempo a que los oídos se vayan acostumbrando. Los cambios de marcha son un poco violentos, pero el pequeño tirón dista bastante de ser una “coz en toda regla”. No obstante, existe la opción, por 300 euros, de montar un cambio automático “de verdad” denominado SoftTouch que promete más suavidad.
En urbano el coche callejea como un misil a cincuenta por hora. Más que doblar las esquinas, las hace tres pliegues. Con una dirección blandita las maniobras se realizan en un suspiro y en menos de un metro cuadrado. Lo que es más duro es la suspensión. De hecho, bastante dura. En asfaltos degradados por obras o con badenes los riñones se resienten.
El motor empuja. Como dije, no es un velocista, pero en condiciones de tráfico real en una gran urbe… ¿Quién necesita un Bmw M3? Sus 45 nobles caballos no te dejarán tirado en ninguna ocasión. Hombre, un poco sí que haces el ridículo a la salida de los semáforos, pero queda el consuelo de que al menos has salido antes que el ciclista de tu lado.
Una vez llegado a tu destino, el Smart cabe en el hueco que ocupa un contenedor de basura (bonita analogía), es decir, en la mitad de lo que precisa una berlina media. Sus medidas son tan compactas que rara vez tendrás que manotear sobre el volante. Casi siempre entra de frente y a la primera, pues su ángulo de giro también es de lo mejor.
El maletero es ridículo, pero bien mirado, ¡es casi el doble de grande que el de un Porsche 911!
Sin embargo, el primero de sus problemas viene cuando decido llevármelo a casa, a las afueras. El pobre Smart en autopista se mueve como pez fuera del agua. 130 km/h es un crucero por encima de sus posibilidades, si no mecánicas, sí dinámicas. Pisa con el mismo aplomo que una moto y transmite tanto como el mango de una “minipimer”. Sus frenos desfallecen a los tres pisotones a fondo a más de 100 y pronto te descubrirás en el carril derecho mirando cómo te adelantan los “descomunales” Renault Clio de tu izquierda.
En carretera secundaria todavía peor. Las curvas rápidas y largas no son lo suyo y los adelantamientos resultan comprometidos. Con firme en mal estado tiende a rebotar perdiendo el poco aplomo que hasta ese momento hubieras logrado. No, definitivamente, tampoco es lo suyo.
Y el siguiente de sus problemas lo encontramos en su precio. Más de 11.000 euros (con a/a) para un coche que apenas puede salir de la ciudad me parece un exceso.
Junto con el seguro y el consumo de combustible (4,1 litros a los 100 km en nuestra prueba) hablamos de una cantidad que puedes destinar a cubrir tus necesidades de movilidad urbana con alternativas a mi juicio más oportunas. Y es que por ese dinero tienes para:
- Montar todos los días en metro durante más de tres años. Y te ahorras aparcar.
- 600 viajes en taxi a una distancia razonable. Servicio de puerta a puerta, si quieres.
- Dos Segway. Que es mucho más cool y no contamina.
- 130 fines de semana con un SEAT Ibiza alquilado. Y te ahorras el mantenimiento.
- O un Citroën C3 de 90 cv. Que es menos “mono”, pero tiene asientos atrás y también vale para viajar (incluso con más de un amigo y un portafolios).
…
En fin, yo creo que sigo viendo más motivos para no comprarlo que para lo contrario, pero al final, como todo, se reduce a una cuestión de gustos e interpretación de las necesidades.
NUESTRA NOTA: 5
Cosas a favor
Diseño
Maniobrabilidad
Amplitud y luminosidad interior
Cosas en contra
Sólo para ciudad
Sólo dos plazas
¿Sólo 11.000 euros? -es un sarcasmo-
MOTOR
- Cilindrada: 799 c.c.
- Potencia: 45 CV CEE
- Par: 11,2 mkg
- Tracción: trasera
- Caja de cambios: semiautomática 6 velocidades
Dimensiones
- Largo/ancho/alto: 269/155/154 cms
- Peso: 770 kgs
- Ruedas: 175/55R15-195/50R15
- Maletero: 220 L
- Cap. Depósito: 33 L
Prestaciones
- Velocidad máxima: 135 km/h
- Aceleración 0-100km/h: 19,8 seg
- Consumo medio oficial: 3,3 l/100kms
Equipamiento
- Equipamiento: ABS, BAS, EBD, TCS,ESP, 2 airbags, asiento del acompañante abatible, cierre centralizado con mando a distancia, elevalunas eléctricos delanteros.