Prueba del Citroen DS3 1.6BlueHdi Sport

Por fuera y de perfil, este DS3 de 2014-2015 puede pasar por cualquier otro de cualquier otro año. Tan sólo las preciosas llantas de 17” que de manera opcional incluía nuestra unidad de pruebas llamarían la atención, tanto por bellas, como por nuevas.



Como nuevo, poco más hay que destacar.
En la parte trasera, más de lo mismo. Las ópticas 3D ya estaban disponibles en la gama desde su inicio, y la doble salida de escape cromada… es de serie en los DS3 más potentes con el acabado Sport.
Si pegamos la cara a la ventanilla, tampoco descubriremos otra novedad que la vigésima combinación de colores –coordinado el interior con el exterior- que con gusto este coche puede lucir.

Pero la decepción –si la hay- se acaba al llegar al frente, pues es en esta vertiente donde los de Citroen/DS han echado el resto. Cambiando los faros por unos mucho más modernos de tecnología LED/xenón le han lavado la cara “a base de bien” sumando encanto, modernidad diría yo, a un coche ya atractivo desde su inicio.



Estas lentes complejas calcan prácticamente la forma de las anteriores, por lo que las aletas y el capó apenas han recibido modificación. En su interior albergan una feria de tres diodos LED que hacen las veces de luces de posición/luces de carretera y una lente de xenón destinada a las luces de cruce. En el parachoques, y en vertical, siguen alojadas las luces de día. Por supuesto también hay dos pequeños faros antiniebla flanqueando la gran parrilla del radiador.

Son sólo dos faros y unas nuevas llantas, y sin embargo, al conocido DS3 se le ve más fresco, más brillante. Por no hablar de que nosotros también veremos mucho mejor de noche…

En el interior como digo, todo es lo mismo y todo es igual. Es decir, bueno y agradable a la vista. Instrumentación completa, climatizador sencillo y solvente y una gran pantalla multimedia que contrasta con los mandos que lo gobiernan, del estilo de un “radiocassette” de años pretéritos. Yo soy bastante partidario de estos equipos, con teclas precisas, muchas funciones a golpe de dedo, ranura de CD y fantástica calidad de sonido. Sin embargo, reconozco que le van pesando los años y se está quedando antiguo y complicado. Y eso a pesar del mando satélite tras el volante.
Tampoco me gustan los acabados brillantes de la consola, imitación fibra de carbono, un auténtico imán para el polvo, y echo de menos algún plafón más en el interior. Ah, y el apoyabrazos central entorpece la acción con el freno de mano. Lo bueno es que es abatible.
Y ahí acaban mis quejas.



La postura al volante es buena, lo asientos, sin proponérselo, son mucho más deportivos que muchos de los que de verdad lo intentan, y la ergonomía y visibilidad es más que correcta. Bueno, otro detalle a mejorar es la ubicación de los interruptores de los asientos calefactables, pues forman parte del mismo asiento y es muy probable que el copiloto se lo deje puesto sin que el conductor se entere, lo que implica una pequeña merma en el consumo –de hecho, con los dos encendidos el sistema start&stop rara vez entra en marcha-.

Las plazas traseras son pequeñas pero no angostas. Para dos pasajeros en la zaga, que es para los que está pensado este coche -aunque entren tres y haya cinturones para todos-, hay sitio más que suficiente dado el diseño bastante cuadrado de esta parte del DS. Tampoco agobia el que no se abran las ventanillas. Se agradece el tintado de los vidrios y hay luz de sobra.
Y el maletero, pues 285 litros no dan para hacer una mudanza, pero es agradecido y aprovechable en sus formas. Lleva rueda de repuesto de emergencia, lo que siempre es mejor que no llevar nada (o “kit reparapinchazos”, que viene a ser lo mismo que “nada” pero dicho como si tuvieras “algo”).



Lo más interesante del modelo se despereza al girar la llave, y es el propulsor de 1.6 litros de la familia BlueHdi, aquí erogando la nada despreciable cifra de 120CV y 270NM de par. Un motor potente, eficiente y ecológico merced a su tecnología Blue que inyecta una suerte de urea –de color azul- en el escape anulando las partículas más dañinas de los gases. Con ello homologa unas emisiones de sólo 94 gr de CO2 por km recorrido. El depósito de dicho líquido azul se halla fuera de nuestro alcance bajo el asiento del conductor y se rellena en las revisiones cada quince o veinte mil kilómetros.

Este motor tiene un “run-run” curioso. Suena a diésel, pero no mucho. Es más, tiene cierto parecido con los seis cilindros de gasóleo que le doblan cilindrada. Al menos desde el interior. En el exterior, su sonido queda mucho más patente. Es lo que hay, Blue o no Blue los diesel hacen ruido.
Pero su andar enamora. No hay vibraciones y su girar es redondo ofreciendo un medio régimen muy brillante, lo que nos permite rodar desahogados en quinta e incluso sexta a bastante baja velocidad. Exprimirlo más allá de las 4.000 vueltas no tiene ningún sentido. Lo mejor, siempre se queda por debajo, pero no muy abajo, que hasta las 1.200 vueltas el régimen titubea.
Además, la caja de cambios de seis relaciones ayuda a sacar el mejor provecho al motor. Sus primeras tres marchas son muy cortas dejando que el coche dé lo mejor de sí en las tres últimas, sobre todo en quinta, donde se muestra muy rápido para recuperar a golpe de gas.
Y el consumo, lejos de los 3,6 litros a los 100kms anunciados por el fabricante, ha marcado unos 5 litros justos a los 102kms de uso mixto en conducción descuidada. Y era un coche con apenas 1.000kms en su marcador cuando llegó a nuestras manos. Es un registro francamente bueno y lo mejor es que se mantuvo sólido cual roca –bueno, décima arriba o abajo- a lo largo de todos nuestros días de prueba.



Más allá del conjunto motriz, queda mucho coche por ensalzar, y es que dinámicamente, este DS3 es tan divertido de conducir como uno que me sé que empieza por Mi y acaba por Ni. Conduciendo rápido, hay momentos en el que al tren delantero se le atraganta la potencia y el par y nos ofrece unos abruptos rebotes, pero sólo sucede en salidas apuradas pues el resto del tiempo se muestra bastante solícito a las presiones de acelerador. El chasis ofrece tantas dosis de aplomo en autopista como ligereza en carretera secundaria, ofreciendo, dentro del confort del modelo, altas dosis de deportividad sin llegar a ser cansado o incómodo. El tren trasero es un eje obediente y sólo se sale de su trazada para redondear un viraje que su hermano, el tren delantero, está buscando hacer recto…



Los frenos son buenos, no tanto su capacidad de resistencia, pues el mayor peso en el morro –por el bloque diesel, no por los faros LED- pronto les pone a prueba.
La dirección es precisa y transmite bien. No es sobresaliente en ningún punto, pero llega a notable alto en tráfico urbano, donde por cierto, su tamaño es una gran ventaja. No así su cámara de marcha atrás, pues con baja luminosidad tiene la misma sensibilidad que un guante de cota de malla y no se ve nada de nada. Puestos a poner leds… le podían haber añadido un par en las luces de marcha atrás.



Con todo, este DS3 BlueHdi 120 Sport es un coche que luce con luz propia. No necesita mirarse en la competencia para destacar, ya que siempre ha tenido motivos suficientes para ser considerado por sí mismo. Son 23.125 euros de “capricho” y bien los vale, pues por ellos te llevas un coche bonito, rápido, bien equipado y que gasta lo justo. Y unos faros la mar de brillantes, por cierto.