Volkswagen CC TDi140 DSG
" Selección especial "
El Volkswagen CC selecciona y hace suyo lo mejor de la gama: una carrocería atractiva y con estilo, un interior de lujo, una buena gama de motores, el cambio DSG disponible, suficiente capacidad para 4 pasajeros y un precio asequible.
Fue en la última actualización, hace un par de años, cuando éste CC se desvinculó por completo, al menos de nombre, de la familia Passat en la que tiene su origen.
Eso está bien, el CC goza de suficiente entidad como para caminar él solito; lo malo fue el catastrófico nombre que le dejaron: CC. ¿CC? ¿Tienes coches con nombres tan chulos como Touareg, Sharan, Eos… y a este bello cupé de 4 puertas lo llamas simplemente CC? No sé. Supongo que se le ocurrió al mismo que bautizó al simpático urbano de la marca como “Up!”. Todo un “Down!”, la verdad.
Para la siguiente generación de CC, que no tardará en salir, propongo que lo llamen “Phassouet”, una mezcla de Phaeton, Passat y Coupé. Ya, suena complicado, pero yo al menos lo he pensado un poco…
Denominaciones aparte, el VW CC exhibe ante mí su característica silueta… de Mercedes CLS. O sea, la idea es la misma (dotar a una berlina de una apariencia más deportiva gracias a una aproximación a la línea de un cupé) pero el resultado no. El Volkswagen está mejor proporcionado, resulta más afilado y se le nota “más contento en su piel”. Lo mires por donde lo mires, es un coche atractivo y, si su gama de colores fuera un poquito más original, sería hasta llamativo.
Aunque este automóvil tiene su origen en el Passat saliente, aparcado nuestro coche al lado del nuevo modelo, el CC no pierde comba en un diseño que resulta totalmente contemporáneo. Ahora, que te guste más uno u otro, ya es cuestión personal.
Por fuera el largo morro comienza con el frontal imagen de marca. Grandes lamas en el radiador flanqueando el símbolo de Volkswagen y cromados bien mezclados con los elementos de iluminación del coche –faros principales y antinieblas-. De ahí nos vamos hacia un parabrisas muy tendido y no excesivamente largo para seguir deslizándonos por un techo ligeramente curvo que se remata en una zaga corta, del estilo de un cinco puertas, logrando un impacto estético muy similar al del BMW Serie 4 Gran Coupé, de reciente aparición.
La trasera expone un pequeño resalto a modo de alerón en su tapa de maletero y dos grandes grupos ópticos con tecnología LED en su interior. En el centro, el símbolo de la “triple V” y a ambos lados, la –triste- denominación del modelo y un escueto aporte sobre su mecánica, “BlueMotion”, que nos deja como estábamos.
Vuelvo a elogiar el equilibrio de los de Wolfsburg a la hora de jugar con los cromados, que gustan mucho fuera de nuestro continente pero aquí no tanto.
Los hay pero en su justa medida, los básicos para darle empaque a nuestro coche y ni uno más.
También decir que el acabado de este Volkswagen de pruebas es CC “a secas” (enriquecido con opcionales muy vistosos como las llantas Interlagos de 18”. Desde hace un tiempo las únicas líneas disponibles para este coche son “CC Advance”, “CC” y “CC R-Line”. A cada cual más completa.
Abrimos cualquiera de sus puertas –empezaremos por la del conductor- carentes de marco –como buen cupé- y accederemos a un interior que “nos suena de algo”.
Efectivamente, es muy Passat, pero eso como todos sabemos, no es nada malo. Más bien al contrario. Los materiales son de gran calidad, los ajustes más que buenos y la apariencia es de un coche de gran empaque y precio.
La instrumentación es clara, completa y sencilla. Quizá el ordenador y su pantalla central es el que acusa peor el paso de tiempo. Hablando de tiempo, me encanta el reloj analógico que en medio del embellecedor de madera divide el salpicadero. Queda muy chic.
El volante tampoco es de los más modernos, pero cumple su función y contempla la oportuna multifunción. Tras él, están las “pestañitas” del mando secuencial del cambio.
La consola central en acabado de aluminio luce limpia y viene presidida, como no podía ser de otra manera, por la gran pantalla del equipo multimedia. Bajo ella encontramos botones y roscas referentes a una solvente climatización.
El botón de arranque y el freno de mano eléctrico están situados a un lado de la palanca del cambio DSG, donde también encontramos el botón del AutoHold –con el que no me llegué a entender-, el de las ayudas electrónicas, parktronic y el del sistema startstop. Quedan huecos libres a llenar con equipo opcional.
Los asientos son muy buenos, y su tapicería mixta alcántara/cuero tan elegante como sufrida. Las butacas son grandes, destacando la longitud de la banqueta. Su mullido es tirando a duro y sus múltiples reglajes, eléctricos y manuales, garantizan una buena postura al volante.
La visibilidad no es para tirar cohetes, sobre todo hacia atrás, pero es el lógico peaje a pagar por su estética cupé.
Lo mismo pasa con las plazas traseras. El CC está homologado para cinco pasajeros, y el caso es que caber, caben, pero entre la caída del techo y lo poco propicio de la banqueta central, el “no asiento” central parece reservado para nadie más que niños (o enanos de circo). Los otros dos espacios, uno por cada uno de sus lados, sí que son más generosos, y albergarán sin aprietos a pasajeros más creciditos. De hecho, dos adultos de hasta metro ochenta de estatura no encontraran demasiados problemas a la hora de acomodar su piernas y cabeza en esta parte de atrás del coche. El túnel de la transmisión es muy prominente (aún no habiendo versión 4Motion disponible) y hay salidas de aire independientes.
El maletero es enorme. Cubica 455 litros de capacidad en un hueco rectangular casi perfecto y esconde una muy grata sorpresa: rueda de repuesto de análogo tamaño y diseño a las originales –sí, las de 18”- bajo el tapete que hace de suelo.
La boca de carga es grande, está baja y hay botón de apertura remota desde la puerta del conductor.
Arrancado el CC su bloque de dos litros turbodiésel suena amortiguado como no podía ser de otra manera en el coche grande y lujoso que es. Tampoco hay vibración alguna. Prestos ya a movernos, maniobrar con la caja DSG siempre implica un extra de atención con el pedal del gas para no resultar violentos. Le pasa a un CC como a un Golf o a un Skoda Spaceback. Cosas de la técnica.
Una vez en D y lanzados en carretera, el coche transmite una sensación de aplomo y solidez que invita a pasarte tu desvío y seguir haciendo kilómetros hasta Uzbekistán y vuelta de nuevo. Es un fantástico tragamillas de autopista, sin duda.
La suspensión filtra lo máximo para no perder la compostura pero sigue transmitiendo, la dirección de asistencia variable sabe estar a la altura, los frenos sabes que darán lo mejor cuando se les necesite y el cambio cumple con su función de manera desapercibida, sacando la marcha y dejando que el CC navegue “a vela" cada vez que pueda, lo que le permite unos registros de combustible encomiables. En nuestra medida de autopista el coche rodó con sólo 4,3 litros de gasto medio.
Y es que el motor en esta versión de 140CV encuentra el término medio perfecto entre prestación, suavidad y, sobre todo, consumo. No he probado en este coche la versión de 177CV, pero dudo que pueda aportar mucho más que justifique su diferencia de precio.
En carreteras secundarias el CC no se muestra pesado –porque tampoco lo es- pero acusa cierta falta de cintura. Logra apoyos muy francos que transmiten seguridad a cada paso por curva, pero tiende a tirar de morro a cada licencia de gas y mucho antes de que los sistemas de asistencia tomen el mando. La dirección tampoco es rápida y el cambio se hace “un poco de lio”. No es su entorno ideal, pero es capaz de defenderse de la misma manera que lo hacía un Passat “de los de antes” siendo el CC más grande.
En ciudad nos vuelve a gustar bastante. El sistema de parada y arranque funciona en su justa medida, se maniobra bien y el coche avanza con elegancia por las calles a buen ritmo y con comodidad.
El gasto medio en los tres entornos tras 103kms de recorrido ha sido de unos muy buenos 5,6 litros. Y contamina muy poco gracias a su tecnología Blue, que inyecta una suerte de potingue azul a base de urea que minimiza los efectos dañinos de los gases de escape.
Puesto ahora a analizar su precio, de casi 36.000 euros de base, debo incidir en lo equilibrado del conjunto y en la gran cantidad de interesantes opcionales en materia de seguridad y confort disponibles como valor añadido. Pero es que además, un pajarito me ha dicho que en la red Volkswagen no es difícil conseguir jugosos descuentos por este coche, lo que puede aquilatar una factura que, a nada que se acerque a los 32.000 euros, será un chollo por lo que nos llevamos al garaje de casa.
Un coche bonito, grande, cómodo, austero y bien motorizado. Merece la pena.
Eso está bien, el CC goza de suficiente entidad como para caminar él solito; lo malo fue el catastrófico nombre que le dejaron: CC. ¿CC? ¿Tienes coches con nombres tan chulos como Touareg, Sharan, Eos… y a este bello cupé de 4 puertas lo llamas simplemente CC? No sé. Supongo que se le ocurrió al mismo que bautizó al simpático urbano de la marca como “Up!”. Todo un “Down!”, la verdad.
Para la siguiente generación de CC, que no tardará en salir, propongo que lo llamen “Phassouet”, una mezcla de Phaeton, Passat y Coupé. Ya, suena complicado, pero yo al menos lo he pensado un poco…
Denominaciones aparte, el VW CC exhibe ante mí su característica silueta… de Mercedes CLS. O sea, la idea es la misma (dotar a una berlina de una apariencia más deportiva gracias a una aproximación a la línea de un cupé) pero el resultado no. El Volkswagen está mejor proporcionado, resulta más afilado y se le nota “más contento en su piel”. Lo mires por donde lo mires, es un coche atractivo y, si su gama de colores fuera un poquito más original, sería hasta llamativo.
Aunque este automóvil tiene su origen en el Passat saliente, aparcado nuestro coche al lado del nuevo modelo, el CC no pierde comba en un diseño que resulta totalmente contemporáneo. Ahora, que te guste más uno u otro, ya es cuestión personal.
Por fuera el largo morro comienza con el frontal imagen de marca. Grandes lamas en el radiador flanqueando el símbolo de Volkswagen y cromados bien mezclados con los elementos de iluminación del coche –faros principales y antinieblas-. De ahí nos vamos hacia un parabrisas muy tendido y no excesivamente largo para seguir deslizándonos por un techo ligeramente curvo que se remata en una zaga corta, del estilo de un cinco puertas, logrando un impacto estético muy similar al del BMW Serie 4 Gran Coupé, de reciente aparición.
La trasera expone un pequeño resalto a modo de alerón en su tapa de maletero y dos grandes grupos ópticos con tecnología LED en su interior. En el centro, el símbolo de la “triple V” y a ambos lados, la –triste- denominación del modelo y un escueto aporte sobre su mecánica, “BlueMotion”, que nos deja como estábamos.
Vuelvo a elogiar el equilibrio de los de Wolfsburg a la hora de jugar con los cromados, que gustan mucho fuera de nuestro continente pero aquí no tanto.
Los hay pero en su justa medida, los básicos para darle empaque a nuestro coche y ni uno más.
También decir que el acabado de este Volkswagen de pruebas es CC “a secas” (enriquecido con opcionales muy vistosos como las llantas Interlagos de 18”. Desde hace un tiempo las únicas líneas disponibles para este coche son “CC Advance”, “CC” y “CC R-Line”. A cada cual más completa.
Abrimos cualquiera de sus puertas –empezaremos por la del conductor- carentes de marco –como buen cupé- y accederemos a un interior que “nos suena de algo”.
Efectivamente, es muy Passat, pero eso como todos sabemos, no es nada malo. Más bien al contrario. Los materiales son de gran calidad, los ajustes más que buenos y la apariencia es de un coche de gran empaque y precio.
La instrumentación es clara, completa y sencilla. Quizá el ordenador y su pantalla central es el que acusa peor el paso de tiempo. Hablando de tiempo, me encanta el reloj analógico que en medio del embellecedor de madera divide el salpicadero. Queda muy chic.
El volante tampoco es de los más modernos, pero cumple su función y contempla la oportuna multifunción. Tras él, están las “pestañitas” del mando secuencial del cambio.
La consola central en acabado de aluminio luce limpia y viene presidida, como no podía ser de otra manera, por la gran pantalla del equipo multimedia. Bajo ella encontramos botones y roscas referentes a una solvente climatización.
El botón de arranque y el freno de mano eléctrico están situados a un lado de la palanca del cambio DSG, donde también encontramos el botón del AutoHold –con el que no me llegué a entender-, el de las ayudas electrónicas, parktronic y el del sistema startstop. Quedan huecos libres a llenar con equipo opcional.
Los asientos son muy buenos, y su tapicería mixta alcántara/cuero tan elegante como sufrida. Las butacas son grandes, destacando la longitud de la banqueta. Su mullido es tirando a duro y sus múltiples reglajes, eléctricos y manuales, garantizan una buena postura al volante.
La visibilidad no es para tirar cohetes, sobre todo hacia atrás, pero es el lógico peaje a pagar por su estética cupé.
Lo mismo pasa con las plazas traseras. El CC está homologado para cinco pasajeros, y el caso es que caber, caben, pero entre la caída del techo y lo poco propicio de la banqueta central, el “no asiento” central parece reservado para nadie más que niños (o enanos de circo). Los otros dos espacios, uno por cada uno de sus lados, sí que son más generosos, y albergarán sin aprietos a pasajeros más creciditos. De hecho, dos adultos de hasta metro ochenta de estatura no encontraran demasiados problemas a la hora de acomodar su piernas y cabeza en esta parte de atrás del coche. El túnel de la transmisión es muy prominente (aún no habiendo versión 4Motion disponible) y hay salidas de aire independientes.
El maletero es enorme. Cubica 455 litros de capacidad en un hueco rectangular casi perfecto y esconde una muy grata sorpresa: rueda de repuesto de análogo tamaño y diseño a las originales –sí, las de 18”- bajo el tapete que hace de suelo.
La boca de carga es grande, está baja y hay botón de apertura remota desde la puerta del conductor.
Arrancado el CC su bloque de dos litros turbodiésel suena amortiguado como no podía ser de otra manera en el coche grande y lujoso que es. Tampoco hay vibración alguna. Prestos ya a movernos, maniobrar con la caja DSG siempre implica un extra de atención con el pedal del gas para no resultar violentos. Le pasa a un CC como a un Golf o a un Skoda Spaceback. Cosas de la técnica.
Una vez en D y lanzados en carretera, el coche transmite una sensación de aplomo y solidez que invita a pasarte tu desvío y seguir haciendo kilómetros hasta Uzbekistán y vuelta de nuevo. Es un fantástico tragamillas de autopista, sin duda.
La suspensión filtra lo máximo para no perder la compostura pero sigue transmitiendo, la dirección de asistencia variable sabe estar a la altura, los frenos sabes que darán lo mejor cuando se les necesite y el cambio cumple con su función de manera desapercibida, sacando la marcha y dejando que el CC navegue “a vela" cada vez que pueda, lo que le permite unos registros de combustible encomiables. En nuestra medida de autopista el coche rodó con sólo 4,3 litros de gasto medio.
Y es que el motor en esta versión de 140CV encuentra el término medio perfecto entre prestación, suavidad y, sobre todo, consumo. No he probado en este coche la versión de 177CV, pero dudo que pueda aportar mucho más que justifique su diferencia de precio.
En carreteras secundarias el CC no se muestra pesado –porque tampoco lo es- pero acusa cierta falta de cintura. Logra apoyos muy francos que transmiten seguridad a cada paso por curva, pero tiende a tirar de morro a cada licencia de gas y mucho antes de que los sistemas de asistencia tomen el mando. La dirección tampoco es rápida y el cambio se hace “un poco de lio”. No es su entorno ideal, pero es capaz de defenderse de la misma manera que lo hacía un Passat “de los de antes” siendo el CC más grande.
En ciudad nos vuelve a gustar bastante. El sistema de parada y arranque funciona en su justa medida, se maniobra bien y el coche avanza con elegancia por las calles a buen ritmo y con comodidad.
El gasto medio en los tres entornos tras 103kms de recorrido ha sido de unos muy buenos 5,6 litros. Y contamina muy poco gracias a su tecnología Blue, que inyecta una suerte de potingue azul a base de urea que minimiza los efectos dañinos de los gases de escape.
Puesto ahora a analizar su precio, de casi 36.000 euros de base, debo incidir en lo equilibrado del conjunto y en la gran cantidad de interesantes opcionales en materia de seguridad y confort disponibles como valor añadido. Pero es que además, un pajarito me ha dicho que en la red Volkswagen no es difícil conseguir jugosos descuentos por este coche, lo que puede aquilatar una factura que, a nada que se acerque a los 32.000 euros, será un chollo por lo que nos llevamos al garaje de casa.
Un coche bonito, grande, cómodo, austero y bien motorizado. Merece la pena.
NUESTRA NOTA: 9
Cosas a favor
Conjunto motor-cambio
Gran rodador de largas distancias
Calidad real y percibida
Cosas en contra
Plaza central trasera comprometida
AutoHold dubitativo
Denominación mejorable
MOTOR
- Cilindrada: 1.968 c.c.
- Potencia: 140 CV CEE
- Par: 319 NM
- Tracción: delantera
- Caja de cambios: automática 6 velocidades
Dimensiones
- Largo/ancho/alto: 480/185/141 cms
- Peso: 1.489 kgs
- Ruedas: 235/40R18 (op.)
- Maletero: 455 l
- Cap. Depósito: 70 l
Prestaciones
- Velocidad máxima: 212 km/h
- Aceleración 0-100km/h: 9,8 seg
- Consumo medio oficial: 5,1 l/100kms
Equipamiento
- Equipamiento: ABS, BAS, EDB, ESP, 6 airbags, Auto Hold, asiento del conductor eléctrico, tapicería mixta cuero/alcántara, climatizador bizona, control y limitador de velocidad, sensor de luz y lluvia, llantas de aleación de 17", faros bixenon, faros antiniebla, ordenador de a bordo, freno de mano automático, kit aerodinámico + start&stop, detector de fatiga, retrovisores eléctricos, electrocrómicos, plegables y calefactables, sensor de presión...