Skoda Yeti 2.0TDi 140 Outdoor
" Saltamontes 2.0 "
El simpático Skoda Yeti exhibe el “nuevo aire de familia”, renovando ligeramente su imagen para ponerse al día, pero manteniendo su encanto polivalente de coche diferente y bien pensado.
Lo reconozco, soy muy fan del Skoda Yeti.
Desde que se lanzó la primera generación y tuve oportunidad de subirme a uno me conquistó, no tanto por su imagen de simpática furgonetilla –que también-, como por lo bien pensado que estaba y lo bien que iba.
Ahora la marca checa busca revitalizar el modelo y sus ventas con un nuevo aspecto, que no es más que un “restyilng” (el nuevo-nuevo Yeti no está previsto hasta finales de 2016) que incorpora elementos ya presentes en la gama.
Lo más llamativo está en el frontal, donde todo es reciente y reluciente.
Por ejemplo los grupos ópticos, con xenón en este acabado y luz de día LED. O la parrilla, más grande y destacada, o los bajos, que en esta versión Outdoor exhiben una defensa de plástico muy agresiva flanqueada por los dos pilotos antinieblas, que también sirven de luz de curva.
Este acabado Outdoor enmarca los Yetis más camperos, y aparte del ya mencionado frontal más rotundo, también implica cambios en las taloneras –grandes y de plástico crudo a la vista- y en la trasera, con un protector de bajos de apariencia de aluminio.
Por cierto, en la zaga también se ha rediseñado la tapa del maletero para incluir esos pliegues tan “papirofléxicos” en el portaplacas a imitación de los de sus compañeros de marca.
Por muy Outdoor que sea, no hay mayor variación en sus aptitudes offroad respecto a las de sus hermanos “Indoor”. Otra cosa ya sería si contáramos con tracción integral…
La verdad es que con la pintura opcional Verde Jungla y las barras plateadas en el techo este Yeti tiene un aspecto fantástico. Llamativo pero lejos de toda estridencia. Lo que puede haber perdido en imagen gamberra lo ha ganado en imagen de calidad.
En el interior, pocos cambios. Todo sigue en su sitio, todo es bueno, todo está a mano y todo funciona. Quizá lo que menos me gusta, y que también me disgustó en el modelo saliente, sea lo tumbado que está el volante. Ello te hace recurrir a una posición de banqueta sensiblemente más elevada de la que yo suelo adoptar, pero a cambio te brinda una visión más clara del tráfico y una sensación innegable de ir conduciendo un SUV más grande. Y bueno, el asiento lo puedes subir hasta el infinito y más allá, pues la altura al techo es tan generosa que yo creo que el Yeti es el único coche hoy en día que se puede conducir con sombrero de copa.
Eso da mucha sensación de espacio, más si le sumamos el techo panorámico opcional y unas buenas cotas de anchura y longitud en las plazas delanteras. Por no hablar de los huecos, cajones, bandejas y guanteras por doquier, capaces de alojar desde un par de microscópicos pendientes a una bombona de gas butano –o casi-.
La información del cuadro es sosa, sí, pero tremendamente completa y ampliable gracias a un ordenador de a bordo que nos da hasta la temperatura del aceite al detalle.
El salpicadero es de una pieza hecha en su totalidad de plástico blando y la consola central viene caracterizada por la presencia de la pantalla “MaxiDot” del equipo multimedia y los mandos de climatización. Todo de manejo sencillo y de tamaño suficiente como para manejar con guantes. El navegador Amundsen es de serie.
Los asientos son grandes y cómodos, quizá algo duros debido a su tapizado en cuero y la visibilidad, excelente hacia todos los ángulos. De todas formas, para facilitarnos aún más la vida en el entorno urbano, este Yeti Outdoor Elegance viene con sensores de parking de serie que se pueden complementar con la práctica cámara de visión trasera.
Las plazas de atrás, a excepción de su cota de altura, no son para tirar cohetes. Caben tres pasajeros, uno de ellos sin piernas.
Y es que la prolongación del apoyabrazos delantero y la integración asimismo de las salidas de aire, roban unos centímetros preciosos a los pies de nuestros ocupantes. Por otro lado, la configuración de asientos individuales y el sistema “VarioFlex” que permite trastear con ellos arriba y abajo, compensa con un plus de modularidad la mencionada carencia.
Y llegamos al maletero, uno de los puntos fuertes del coche –que por otro lado, tampoco tiene puntos débiles-. Su capacidad de 405 litros es real y verdadera, y se pueden ampliar cargando hasta el techo –y ya sabéis lo lejos que queda eso…- eliminando la bandeja y guardándola bajo el piso del maletero. Por cierto, el piso del maletero tiene un lado elegante y un lado guarrete para guardar objetos mojados o susceptibles de provocar una fea mancha en el bonito guarnecido.
Y hay ganchos, redes, cuerdas, asas, barras… en fin, todo un catálogo de soluciones de almacenamiento digno de Ikea. La apertura que granjea su puerta deja un gran hueco y una altura de carga más que asequible para todo tipo de bulto.
Hasta aquí el Yeti de puertas a fuera y de puertas a dentro. Ahora vamos con él en movimiento.
Nuestro coche traía arranque sin llave y el motor 2.0TDi CR (Common Rail) en su versión de 140CV (lo hay de 110 y 170), junto con cambio manual de 6 velocidades y tracción sencilla a un solo eje –el delantero-.
Todo conocido del grupo Volkswagen, pero ya sabéis, hay coches donde lo mismo, luce más.
Y este es el caso del Yeti. El motor anda tanto y gasta tan poco como nos tiene acostumbrados, pero en este modelo todo lo hace con especial alegría.
Su suavidad y rumorosidad aún son aspectos a paliar, en este y en todos los TDi del mundo, pero su entrega de fuerza y elasticidad hacen que esos sean puntos que se puedan perdonar. Hay mucha chicha bajo el pie derecho, tanta que la diferencia de precio con el 1.6TDi está más que justificada… a nada que nos guste rodar ligeros.
Porque otra cosa buena a su favor es que el consumo medio se mantiene sólido en los 5.9 litros a los 104 kms de nuestro recorrido de pruebas mixto en conducción relajada. Y eso que el start&stop de este coche parecía afectado de apatía o narcolepsia.
El confort de suspensión es elevado gracias a un generoso recorrido de la misma. También debido a ello hay una cierta tendencia a “humillar” en frenadas potentes, unas detenciones que sin duda permiten su buen equipo de frenos… ayudado por unos neumáticos tal vez sobredimensionados.
El aplomo resulta en toda situación bastante elevado, como su agilidad por mucho que se tuerza el recorrido. Es cierto que ni lo blando de su dirección ni la de sus muelles invitan a una conducción deportiva, pero sí que permiten circular raudos con seguridad. El cambio manual de 6 velocidades es una buena alternativa al DSG disponible en opción.
Pero no me podía despedir de este Yeti sin “martirizarlo” un poco fuera del asfalto, que para eso era un Outdoor.
En este terreno, y hasta donde marcan los límites del sentido común –y de sus ruedas- el pequeño Skoda se defiende estupendamente. Parece no temerle a nada. No hay rodera lo suficientemente profunda ni hierba lo suficientemente alta para detener su avance. Hace tiempo probé un Yeti 1.2TSi que también mostró su destreza en el mismo recorrido. Respecto a él, este TDi se mueve más seguro pero irremediablemente más pesado. Y es que son casi 150kgs los que los separan…
Pero este también me ha gustado. Si aquel fue el “pequeño saltamontes” este es hoy un “saltamontes mejorado”. De hecho, hasta tiene el color apropiado.
Por los 27.580 euros que cuesta (30.120 la unidad probada; 24.791 con descuentos oficiales), lo bien equipado que está, lo original que es incluso con esta nueva cara, y lo bien que va a todos los niveles, apostar por él entre la nutrida competencia SUV compacta puede ser todo un acierto.
Desde que se lanzó la primera generación y tuve oportunidad de subirme a uno me conquistó, no tanto por su imagen de simpática furgonetilla –que también-, como por lo bien pensado que estaba y lo bien que iba.
Ahora la marca checa busca revitalizar el modelo y sus ventas con un nuevo aspecto, que no es más que un “restyilng” (el nuevo-nuevo Yeti no está previsto hasta finales de 2016) que incorpora elementos ya presentes en la gama.
Lo más llamativo está en el frontal, donde todo es reciente y reluciente.
Por ejemplo los grupos ópticos, con xenón en este acabado y luz de día LED. O la parrilla, más grande y destacada, o los bajos, que en esta versión Outdoor exhiben una defensa de plástico muy agresiva flanqueada por los dos pilotos antinieblas, que también sirven de luz de curva.
Este acabado Outdoor enmarca los Yetis más camperos, y aparte del ya mencionado frontal más rotundo, también implica cambios en las taloneras –grandes y de plástico crudo a la vista- y en la trasera, con un protector de bajos de apariencia de aluminio.
Por cierto, en la zaga también se ha rediseñado la tapa del maletero para incluir esos pliegues tan “papirofléxicos” en el portaplacas a imitación de los de sus compañeros de marca.
Por muy Outdoor que sea, no hay mayor variación en sus aptitudes offroad respecto a las de sus hermanos “Indoor”. Otra cosa ya sería si contáramos con tracción integral…
La verdad es que con la pintura opcional Verde Jungla y las barras plateadas en el techo este Yeti tiene un aspecto fantástico. Llamativo pero lejos de toda estridencia. Lo que puede haber perdido en imagen gamberra lo ha ganado en imagen de calidad.
En el interior, pocos cambios. Todo sigue en su sitio, todo es bueno, todo está a mano y todo funciona. Quizá lo que menos me gusta, y que también me disgustó en el modelo saliente, sea lo tumbado que está el volante. Ello te hace recurrir a una posición de banqueta sensiblemente más elevada de la que yo suelo adoptar, pero a cambio te brinda una visión más clara del tráfico y una sensación innegable de ir conduciendo un SUV más grande. Y bueno, el asiento lo puedes subir hasta el infinito y más allá, pues la altura al techo es tan generosa que yo creo que el Yeti es el único coche hoy en día que se puede conducir con sombrero de copa.
Eso da mucha sensación de espacio, más si le sumamos el techo panorámico opcional y unas buenas cotas de anchura y longitud en las plazas delanteras. Por no hablar de los huecos, cajones, bandejas y guanteras por doquier, capaces de alojar desde un par de microscópicos pendientes a una bombona de gas butano –o casi-.
La información del cuadro es sosa, sí, pero tremendamente completa y ampliable gracias a un ordenador de a bordo que nos da hasta la temperatura del aceite al detalle.
El salpicadero es de una pieza hecha en su totalidad de plástico blando y la consola central viene caracterizada por la presencia de la pantalla “MaxiDot” del equipo multimedia y los mandos de climatización. Todo de manejo sencillo y de tamaño suficiente como para manejar con guantes. El navegador Amundsen es de serie.
Los asientos son grandes y cómodos, quizá algo duros debido a su tapizado en cuero y la visibilidad, excelente hacia todos los ángulos. De todas formas, para facilitarnos aún más la vida en el entorno urbano, este Yeti Outdoor Elegance viene con sensores de parking de serie que se pueden complementar con la práctica cámara de visión trasera.
Las plazas de atrás, a excepción de su cota de altura, no son para tirar cohetes. Caben tres pasajeros, uno de ellos sin piernas.
Y es que la prolongación del apoyabrazos delantero y la integración asimismo de las salidas de aire, roban unos centímetros preciosos a los pies de nuestros ocupantes. Por otro lado, la configuración de asientos individuales y el sistema “VarioFlex” que permite trastear con ellos arriba y abajo, compensa con un plus de modularidad la mencionada carencia.
Y llegamos al maletero, uno de los puntos fuertes del coche –que por otro lado, tampoco tiene puntos débiles-. Su capacidad de 405 litros es real y verdadera, y se pueden ampliar cargando hasta el techo –y ya sabéis lo lejos que queda eso…- eliminando la bandeja y guardándola bajo el piso del maletero. Por cierto, el piso del maletero tiene un lado elegante y un lado guarrete para guardar objetos mojados o susceptibles de provocar una fea mancha en el bonito guarnecido.
Y hay ganchos, redes, cuerdas, asas, barras… en fin, todo un catálogo de soluciones de almacenamiento digno de Ikea. La apertura que granjea su puerta deja un gran hueco y una altura de carga más que asequible para todo tipo de bulto.
Hasta aquí el Yeti de puertas a fuera y de puertas a dentro. Ahora vamos con él en movimiento.
Nuestro coche traía arranque sin llave y el motor 2.0TDi CR (Common Rail) en su versión de 140CV (lo hay de 110 y 170), junto con cambio manual de 6 velocidades y tracción sencilla a un solo eje –el delantero-.
Todo conocido del grupo Volkswagen, pero ya sabéis, hay coches donde lo mismo, luce más.
Y este es el caso del Yeti. El motor anda tanto y gasta tan poco como nos tiene acostumbrados, pero en este modelo todo lo hace con especial alegría.
Su suavidad y rumorosidad aún son aspectos a paliar, en este y en todos los TDi del mundo, pero su entrega de fuerza y elasticidad hacen que esos sean puntos que se puedan perdonar. Hay mucha chicha bajo el pie derecho, tanta que la diferencia de precio con el 1.6TDi está más que justificada… a nada que nos guste rodar ligeros.
Porque otra cosa buena a su favor es que el consumo medio se mantiene sólido en los 5.9 litros a los 104 kms de nuestro recorrido de pruebas mixto en conducción relajada. Y eso que el start&stop de este coche parecía afectado de apatía o narcolepsia.
El confort de suspensión es elevado gracias a un generoso recorrido de la misma. También debido a ello hay una cierta tendencia a “humillar” en frenadas potentes, unas detenciones que sin duda permiten su buen equipo de frenos… ayudado por unos neumáticos tal vez sobredimensionados.
El aplomo resulta en toda situación bastante elevado, como su agilidad por mucho que se tuerza el recorrido. Es cierto que ni lo blando de su dirección ni la de sus muelles invitan a una conducción deportiva, pero sí que permiten circular raudos con seguridad. El cambio manual de 6 velocidades es una buena alternativa al DSG disponible en opción.
Pero no me podía despedir de este Yeti sin “martirizarlo” un poco fuera del asfalto, que para eso era un Outdoor.
En este terreno, y hasta donde marcan los límites del sentido común –y de sus ruedas- el pequeño Skoda se defiende estupendamente. Parece no temerle a nada. No hay rodera lo suficientemente profunda ni hierba lo suficientemente alta para detener su avance. Hace tiempo probé un Yeti 1.2TSi que también mostró su destreza en el mismo recorrido. Respecto a él, este TDi se mueve más seguro pero irremediablemente más pesado. Y es que son casi 150kgs los que los separan…
Pero este también me ha gustado. Si aquel fue el “pequeño saltamontes” este es hoy un “saltamontes mejorado”. De hecho, hasta tiene el color apropiado.
Por los 27.580 euros que cuesta (30.120 la unidad probada; 24.791 con descuentos oficiales), lo bien equipado que está, lo original que es incluso con esta nueva cara, y lo bien que va a todos los niveles, apostar por él entre la nutrida competencia SUV compacta puede ser todo un acierto.
NUESTRA NOTA: 8.5
Cosas a favor
Versatilidad
Motor potente y frugal
Acabados y equipamiento
Cosas en contra
Volante excesivamente inclinado
Plaza central trasera justa
Precio -sin descuentos- elevado
MOTOR
- Cilindrada: 1.968 c.c.
- Potencia: 140 CV CEE
- Par: 319 NM
- Tracción: delantera
- Caja de cambios: manual 6 velocidades
Dimensiones
- Largo/ancho/alto: 422/179/169 cms
- Peso: 1.390 kgs
- Ruedas: 225/50R17
- Maletero: 405 l
- Cap. Depósito: 60 l
Prestaciones
- Velocidad máxima: 193 km/h
- Aceleración 0-100km/h: 9,7 seg
- Consumo medio oficial: 5,1 l/100kms
Equipamiento
- Equipamiento: ABS, BAS, EDB, ESP, TCS, Hill Holder, barras en el techo, 6 airbags, climatizador bizona, parktronic delantero y trasero, volante multifunción, tapicería de cuero, sensor de luces y limpias, navegador, pantalla táctil, ordenador de a bordo, faros de xenon, faros antinieblas, control de velocidad, cargador de CDs, puerto USB, cristales tintados, portagafas, mesitas en los respaldos delanteros, retrovisores eléctricos calefactables y abatibles...