Mercedes GLA220 CDi 4Matic
" A mayúscula "
Mercedes Benz asalta el segmento tan en boga de los SUVs compactos de “aroma Premium” con una reinterpretación más grande y más alta de su exitoso Clase A. El 220CDi 4Matic representa su escalón más alto en diesel, y quizá, el GLA más interesante.
“Pues para ser un todo camino, es bastante bajito”.
A todos a los que asistimos a su presentación se nos pasó una idea similar por la cabeza. El GLA, llamado a competir con BMW X1, Audi Q3 y compañía, exhibía un aspecto más urbano que ninguno.
Según nos comentaron los responsables de la marca, este es un efecto –y una realidad, añado- totalmente buscado. Siempre buscaron mantener la buenas cualidades dinámicas del compacto inalteradas, y ello les obligaba a crecer por arriba lo justo: apenas 6 centímetros de los cuales sólo dos van de la distancia de los bajos del coche al suelo.
Por lo demás y visto desde fuera, el GLA conserva los rasgos básicos de la marca vistos en cada nuevo producto de la marca. Parece mucho más grande de lo que en realidad es y se distingue perfectamente de los A/CLA con los que comparte… prácticamente todo.
El frontal se exhibe más robusto, más serio y menos deportivo. El guiño a sus “cualidades camperas” viene de su protección metálica de los bajos, disponible con o sin antinieblas, los cuales de ir montados como era el caso de nuestra unidad, quedan francamente expuestos.
Del perfil llaman la atención sus protecciones plásticas en los pasos de rueda y una altura de techo superior a todas luces a la de un A convencional pero inferior a la de un Clase B, incluso si sumamos las barras cromadas al total.
La trasera, tan rotunda como el morro, luce unos pilotos sobredimensionados, protecciones de bajos y una doble salida de escape con embellecedores rectangulares de lo más aparente.
Añadiendo una pintura “Marrón Oriente” y el “Paquete Urban” os queda un coche, si no bonito, bastante agradable de mirar como podéis observar en las fotos.
En el interior, más de la Clase A, y la clave de lo dicho está en la palabra “más”.
Realmente de puertas adentro el GLA es un A en cuanto a diseño, materiales, acabados… pero el espacio es mayor a lo ancho, a lo largo y, sobre todo, a lo alto, brindando una sensación de “coche más grande que el compacto al uso”. La postura a sus mandos también ayuda, ya que incluso con la banqueta en su opción más a ras ofrece un punto de vista elevado.
Hay mucha luz –sobre todo con la tapicería beige- y la visibilidad es buena. Para quien la quiera mejor, contempla en opción la práctica cámara de marcha atrás con guías en pantalla.
Los asientos, como buen Mercedes, son de tamaño generoso y de firme mullido, lo que ayuda a disminuir la fatiga a la hora de afrontar un viaje largo. No sujetan demasiado el cuerpo y sus regulaciones ya son otro cantar. De hecho, parece casi indispensable optar por pagar su mecanismo eléctrico si no queremos estar metiendo la mano en el exiguo hueco en el que se aloja la rosca del respaldo o peleándonos con una u otra palanqueta a un lado o bajo la butaca para deslizar la posición. Lo bueno es que una vez encontrada la postura, esta es bastante buena y natural.
El cuadro, como digo, es muy de Clase A, aunque todos sabemos que puede variar un tanto en función del equipamiento adicional, pero básicamente, tenemos la misma información a la vista tras el mismo volante multifunción y la misma lamentable palanquita de cambios en la columna de dirección que contempla el compacto.
El salpicadero sí que tiene algo más de superficie con embellecedor –metálico en nuestro caso-, junto a la pantalla multimedia ya conocida y la botonera correspondiente.
Bajo ella sí que hay dos nuevas incorporaciones en forma de accionadores para el modo offroad y el control de descensos, disponible con el sistema de tracción total.
En la parte baja tenemos el climatizador, que en un coche de este empaque y precio (39.400 euros de base) es de una sola zona y sin salidas de aire para las plazas traseras (si queremos ambos elementos hay que pagar el correspondiente extra para optar por el climatizador Thermatronic).
Entre los asientos, al eliminar la palanca de cambios y situar el freno de mano –eléctrico- a la izquierda del volante –casi tan oculto como el mando de la luces- queda espacio para tener una buena guantera, dos posavasos y un apoyabrazos deslizable con hueco en su interior.
Aparte de eso hay huecos en la puertas y unas redecillas tras los respaldos delanteros… que se pagan aparte.
Lo que nos lleva a las plazas de atrás, que disfrutan los mismos centímetros extra que las delanteras. Hay tres espacios auténticos para llevar pasajeros, si bien el prominente túnel central hará la puñeta a las piernas del ocupante central, que también irá sentado más alto que el resto. No hay mucho más espacio que en un Clase A, pero lo poquito que añade, marca una gran diferencia.
Hablando de diferencia, el maletero gana casi 100 litros con respecto al compacto de manera lógica, pues es más largo y más “hondo” que el suyo. Sin embargo, sus 421 litros se quedan cortos comparados con los 470 del CLA. Cosas de tener un volumen más.
Ya a sus mandos arrancamos el motor y apreciamos el excelente trabajo de insonorización de la marca. El tetracilíndrico 2.2 de Mercedes nunca ha sido un dechado de discreción a ralentí, de hecho basta con bajar una ventanilla para apreciarlo con nitidez, sin embargo, dentro del coche no hay más que un rumor lejano y la ausencia total de vibración.
Engarzamos la D en el miserable palito de cambio y salimos a rodar.
El primer adjetivo que se nos antoja es “suave”. El GLA garantiza suavidad en cada aspecto de su manejo. El motor empuja sin drama buscando la relación más larga la cual gracias a su buena potencia y par es capaz de mantener, los cambios se suceden de manera imperceptible, la suspensión filtra bien el terreno roto informando al conductor y los frenos tienen un buen tacto que permiten dosificar la acción sobre ellos sin saltos ni sobresaltos.
El empaque logrado al circular es, definitivamente, mayor que el que un Clase A “corriente y moliente” puede ofrecer.
Pero –siempre hay un “pero” en estos modelos “derivados”- el dinamismo que se comprometieron a mantener desaparece en parte a medida que intentamos subir el ritmo.
Sigo sin queja de motor y cambio, con un excelente modo Sport, los frenos siguen cumpliendo con nota, pero dirección y suspensión se “arrugan” en trazados ratoneros… ¿por qué? Muy fácil: el neumático tiene la culpa.
Tuve oportunidad de conducir un GLA con paquete AMG y esto, de lejos, no ocurría. Lo achaqué a mejoras en conjunto muelle amortiguador, pero es que luego conduje un GLA sin rollo deportivo pero con rueda más grande y también iba mejor.
La ruedas de 18” que llevaba nuestro coche pueden estar bien, pero su perfil 50 es excesivo, lo que le hace flanear a cada curva restando precisión a la dirección, firmeza a los apoyos y dinamismo a la conducción. Lo bueno es que todo esto tiene fácil solución. Lo malo es que nos tocará pagarla aparte.
Sin embargo estas ruedas tienen sentido al contemplar la última vertiente del coche, que no es otra que su uso esporádico fuera de la carretera.
Si la escasa distancia al suelo no invita a complicarnos en exceso la vida, la tracción 4Matic –eje delantero motriz, eje trasero conectable al 50% mediante Haldex- sí que nos permitirá asumir mayores licencias camperas que prescindiendo de ella.
No le hemos querido buscar tres pies al gato y sólo nos hemos metido por pistas de tierra, terreno en el que más que mostrarse como un todo terreno lo que nos ha enseñado es que es capaz de circular con extraordinaria seguridad.
Incluso con el piso deslizante cuesta sacar al GLA de su trazada, pues las ayudas electrónicas y, sobre todo, ese empuje extra que viene desde atrás permiten que el coche mantenga la compostura sin reacciones feas que puedan desembocar en situaciones potencialmente peligrosas. Más que como todo camino este Mercedes es un coche con “movilidad adicional” en situaciones de baja adherencia. Aunque hay que echar cuentas pues no es una opción barata, yo creo que sí que merece la pena pagar por el 4Matic esos 2.500 euros adicionales sobre el 220CDi de tracción convencional.
Tampoco el incremento de consumo es excesivo. Nuestro coche arrojó un gasto medio de 6 litros a los 100kms recorridos en uso mixto –añado una parte sobre pista de tierra-. No está nada mal.
Llegado a este punto y como conclusión, el GLA220 CDi 4Matic, con el juego de ruedas oportuno, no sólo me parece el mejor GLA al contar con el motor, cambio y tracción más apropiados, sino que dada la mayor versatilidad y amplitud de su carrocería podría llegar a ser, según gustos, el mejor Clase A.
A todos a los que asistimos a su presentación se nos pasó una idea similar por la cabeza. El GLA, llamado a competir con BMW X1, Audi Q3 y compañía, exhibía un aspecto más urbano que ninguno.
Según nos comentaron los responsables de la marca, este es un efecto –y una realidad, añado- totalmente buscado. Siempre buscaron mantener la buenas cualidades dinámicas del compacto inalteradas, y ello les obligaba a crecer por arriba lo justo: apenas 6 centímetros de los cuales sólo dos van de la distancia de los bajos del coche al suelo.
Por lo demás y visto desde fuera, el GLA conserva los rasgos básicos de la marca vistos en cada nuevo producto de la marca. Parece mucho más grande de lo que en realidad es y se distingue perfectamente de los A/CLA con los que comparte… prácticamente todo.
El frontal se exhibe más robusto, más serio y menos deportivo. El guiño a sus “cualidades camperas” viene de su protección metálica de los bajos, disponible con o sin antinieblas, los cuales de ir montados como era el caso de nuestra unidad, quedan francamente expuestos.
Del perfil llaman la atención sus protecciones plásticas en los pasos de rueda y una altura de techo superior a todas luces a la de un A convencional pero inferior a la de un Clase B, incluso si sumamos las barras cromadas al total.
La trasera, tan rotunda como el morro, luce unos pilotos sobredimensionados, protecciones de bajos y una doble salida de escape con embellecedores rectangulares de lo más aparente.
Añadiendo una pintura “Marrón Oriente” y el “Paquete Urban” os queda un coche, si no bonito, bastante agradable de mirar como podéis observar en las fotos.
En el interior, más de la Clase A, y la clave de lo dicho está en la palabra “más”.
Realmente de puertas adentro el GLA es un A en cuanto a diseño, materiales, acabados… pero el espacio es mayor a lo ancho, a lo largo y, sobre todo, a lo alto, brindando una sensación de “coche más grande que el compacto al uso”. La postura a sus mandos también ayuda, ya que incluso con la banqueta en su opción más a ras ofrece un punto de vista elevado.
Hay mucha luz –sobre todo con la tapicería beige- y la visibilidad es buena. Para quien la quiera mejor, contempla en opción la práctica cámara de marcha atrás con guías en pantalla.
Los asientos, como buen Mercedes, son de tamaño generoso y de firme mullido, lo que ayuda a disminuir la fatiga a la hora de afrontar un viaje largo. No sujetan demasiado el cuerpo y sus regulaciones ya son otro cantar. De hecho, parece casi indispensable optar por pagar su mecanismo eléctrico si no queremos estar metiendo la mano en el exiguo hueco en el que se aloja la rosca del respaldo o peleándonos con una u otra palanqueta a un lado o bajo la butaca para deslizar la posición. Lo bueno es que una vez encontrada la postura, esta es bastante buena y natural.
El cuadro, como digo, es muy de Clase A, aunque todos sabemos que puede variar un tanto en función del equipamiento adicional, pero básicamente, tenemos la misma información a la vista tras el mismo volante multifunción y la misma lamentable palanquita de cambios en la columna de dirección que contempla el compacto.
El salpicadero sí que tiene algo más de superficie con embellecedor –metálico en nuestro caso-, junto a la pantalla multimedia ya conocida y la botonera correspondiente.
Bajo ella sí que hay dos nuevas incorporaciones en forma de accionadores para el modo offroad y el control de descensos, disponible con el sistema de tracción total.
En la parte baja tenemos el climatizador, que en un coche de este empaque y precio (39.400 euros de base) es de una sola zona y sin salidas de aire para las plazas traseras (si queremos ambos elementos hay que pagar el correspondiente extra para optar por el climatizador Thermatronic).
Entre los asientos, al eliminar la palanca de cambios y situar el freno de mano –eléctrico- a la izquierda del volante –casi tan oculto como el mando de la luces- queda espacio para tener una buena guantera, dos posavasos y un apoyabrazos deslizable con hueco en su interior.
Aparte de eso hay huecos en la puertas y unas redecillas tras los respaldos delanteros… que se pagan aparte.
Lo que nos lleva a las plazas de atrás, que disfrutan los mismos centímetros extra que las delanteras. Hay tres espacios auténticos para llevar pasajeros, si bien el prominente túnel central hará la puñeta a las piernas del ocupante central, que también irá sentado más alto que el resto. No hay mucho más espacio que en un Clase A, pero lo poquito que añade, marca una gran diferencia.
Hablando de diferencia, el maletero gana casi 100 litros con respecto al compacto de manera lógica, pues es más largo y más “hondo” que el suyo. Sin embargo, sus 421 litros se quedan cortos comparados con los 470 del CLA. Cosas de tener un volumen más.
Ya a sus mandos arrancamos el motor y apreciamos el excelente trabajo de insonorización de la marca. El tetracilíndrico 2.2 de Mercedes nunca ha sido un dechado de discreción a ralentí, de hecho basta con bajar una ventanilla para apreciarlo con nitidez, sin embargo, dentro del coche no hay más que un rumor lejano y la ausencia total de vibración.
Engarzamos la D en el miserable palito de cambio y salimos a rodar.
El primer adjetivo que se nos antoja es “suave”. El GLA garantiza suavidad en cada aspecto de su manejo. El motor empuja sin drama buscando la relación más larga la cual gracias a su buena potencia y par es capaz de mantener, los cambios se suceden de manera imperceptible, la suspensión filtra bien el terreno roto informando al conductor y los frenos tienen un buen tacto que permiten dosificar la acción sobre ellos sin saltos ni sobresaltos.
El empaque logrado al circular es, definitivamente, mayor que el que un Clase A “corriente y moliente” puede ofrecer.
Pero –siempre hay un “pero” en estos modelos “derivados”- el dinamismo que se comprometieron a mantener desaparece en parte a medida que intentamos subir el ritmo.
Sigo sin queja de motor y cambio, con un excelente modo Sport, los frenos siguen cumpliendo con nota, pero dirección y suspensión se “arrugan” en trazados ratoneros… ¿por qué? Muy fácil: el neumático tiene la culpa.
Tuve oportunidad de conducir un GLA con paquete AMG y esto, de lejos, no ocurría. Lo achaqué a mejoras en conjunto muelle amortiguador, pero es que luego conduje un GLA sin rollo deportivo pero con rueda más grande y también iba mejor.
La ruedas de 18” que llevaba nuestro coche pueden estar bien, pero su perfil 50 es excesivo, lo que le hace flanear a cada curva restando precisión a la dirección, firmeza a los apoyos y dinamismo a la conducción. Lo bueno es que todo esto tiene fácil solución. Lo malo es que nos tocará pagarla aparte.
Sin embargo estas ruedas tienen sentido al contemplar la última vertiente del coche, que no es otra que su uso esporádico fuera de la carretera.
Si la escasa distancia al suelo no invita a complicarnos en exceso la vida, la tracción 4Matic –eje delantero motriz, eje trasero conectable al 50% mediante Haldex- sí que nos permitirá asumir mayores licencias camperas que prescindiendo de ella.
No le hemos querido buscar tres pies al gato y sólo nos hemos metido por pistas de tierra, terreno en el que más que mostrarse como un todo terreno lo que nos ha enseñado es que es capaz de circular con extraordinaria seguridad.
Incluso con el piso deslizante cuesta sacar al GLA de su trazada, pues las ayudas electrónicas y, sobre todo, ese empuje extra que viene desde atrás permiten que el coche mantenga la compostura sin reacciones feas que puedan desembocar en situaciones potencialmente peligrosas. Más que como todo camino este Mercedes es un coche con “movilidad adicional” en situaciones de baja adherencia. Aunque hay que echar cuentas pues no es una opción barata, yo creo que sí que merece la pena pagar por el 4Matic esos 2.500 euros adicionales sobre el 220CDi de tracción convencional.
Tampoco el incremento de consumo es excesivo. Nuestro coche arrojó un gasto medio de 6 litros a los 100kms recorridos en uso mixto –añado una parte sobre pista de tierra-. No está nada mal.
Llegado a este punto y como conclusión, el GLA220 CDi 4Matic, con el juego de ruedas oportuno, no sólo me parece el mejor GLA al contar con el motor, cambio y tracción más apropiados, sino que dada la mayor versatilidad y amplitud de su carrocería podría llegar a ser, según gustos, el mejor Clase A.
NUESTRA NOTA: 8.5
Cosas a favor
Concepto SUV bajito
Manejo confortable
Sensación de “más A”
Cosas en contra
La ruedas comprometen el dinamismo
Lagunas en el equipo de serie
Coste del 4Matic
MOTOR
- Cilindrada: 2.143 c.c.
- Potencia: 170 CV CEE
- Par: 350 NM
- Tracción: integral permanente
- Caja de cambios: automática 7 velocidades
Dimensiones
- Largo/ancho/alto: 441/180/149 cms
- Peso: 1.520 kgs
- Ruedas: 225/50R18
- Maletero: 421 l
- Cap. Depósito: 52 l
Prestaciones
- Velocidad máxima: 215 km/h
- Aceleración 0-100km/h: 8,3 seg
- Consumo medio oficial: 4,9 l/100kms
Equipamiento
- Equipamiento: ABS, BAS, EDB, ESP, 6 airbags + de rodilla conductor, aire acondicionado, alerta por cansancio, faros bixenon, luces diurnas led, control de velocidad, sensor de presión de neumáticos, ordenador de a bordo, freno de mano eléctrico, bluetooth, barras en el techo, volante de cuero multifunción, radio CD-MP3, retrovisores eléctricos, llantas de 18"...