Prueba del Opel Meriva 1.6CDTi

Y es que el “viejo” 1.7CDTi tiene bien ganada su jubilación. Está con nosotros, de una u otra manera, desde hace casi diez años (y seguirá “de momento” en las versiones automáticas) y por más que lo han intentado los técnicos de la marca de Russelheim, no cabía otra vuelta de tuerca más a la hora de plegarse a las normativas de emisiones, amén de los requerimientos de consumo del gran público por un lado, y las críticas a lo tosco de su funcionamiento por el otro.

Por ello y con todo en mente se partió casi desde cero a la hora de montar un nuevo bloque de 1.6 litros que poco a poco se irá extendiendo por todos los modelos del fabricante.
Nosotros lo hemos catado en el Meriva, el primero en incorporarlo coincidiendo con su restyling de media vida.
Bueno, en nuestro caso, al contar con una unidad de preserie para la prueba, no hemos contado con los retoques estéticos que afectan a faros, pilotos y equipamiento opcional, pero sí teníamos lo que de verdad importa: el nuevo propulsor y el sistema IntelliLink mejorado.



La mejora bajo el capó se hace patente, obviando la información de prensa con anterioridad revisada, al primer giro de llave. El ruido y vibraciones que se perciben en el interior del vehículo y a ralentí a disminuido aproximadamente un 20 y un 40% en cada faceta.
Sigue sin ser un coche silencioso, pero desde luego, ya no es uno ruidoso.
Lo mismo se percibe en marcha. Lo áspero del 1.7CDTi ya pertenece al pasado, este 1.6CDTi ofrece un agrado de uso mucho más acorde con la actual filosofía de Opel, ofreciendo coches asequibles con tacto “Premium” (o sea, al estilo de Volkswagen).
La mejora también se nota a la hora de pasar por la gasolinera, pues aún incrementando la potencia hasta los 136CV (el 1.7 se quedaba en 130 en el mejor de los casos) el consumo es netamente inferior, conformándose con una media real de 6,3 litros a los 100kms de uso mixto en modo ECO. En el mismo recorrido, tiempo atrás marcamos 6,9 con el CDTi saliente.



Y la mejora no acaba ahí. El nuevo motor casa a la perfección con la caja de cambios manual de 6 velocidades, ya que en el anterior, la sexta se quedaba descolgada dado lo largo de su desarrollo y la rácana entrega de par del motor. Ahora, con 50NM más bajo el acelerador el coche llanea en su última velocidad con suficiente solvencia. También la entrega de esa torsión esta implementada, contando con el 80% de la fuerza al embrague prácticamente desde la 1.200 vueltas, lo que hace que el coche pueda abrirse paso por la ciudad a 50-60 km/h entre cuarta y quinta sin ahogarse.

A esto le sumamos un aplomo en carretera sorprendente para tratarse de un coche corto alto y estrecho, seguramente la suspensión durita de nuestro coche y el calzado accesorio y generoso con que venía tengan buena culpa de ello. En cualquier caso, bien resuelto.



La dirección es quizá uno de los puntos que menos me ha gustado, pues parece pensada para “el mundo al revés”. En maniobras a baja velocidad puede resultar algo lenta y pesada mientras que, a cruceros alegres, tiene un tacto blando y algo impreciso.
Los frenos están bien. Con accionamiento eficaz y resultados de distancia de frenada justo en mitad de la tabla de los coches de menos de 1.500kgs.

Respecto al interior, no podemos dejar de alabar la solución par este coche de la puerta trasera de apertura inversa. Las llamadas “puertas suicida”. La verdad es que suma versatilidad más allá de la del Ford “nosequéMax”, otro “revolucionario” en este aspecto que se cargó el pilar B para franquear la entrada más fácilmente pero que dejó los asientos traseros demasiado retrasados para acceder con la facilidad que sí ofrece el Meriva.
Por otro lado, son unas puertas divertidas.
Ya dentro, con un coche equipado hasta arriba, incluyendo tapicería de cuero, navegador, clima bizona y otras delicatessen propias de segmentos superiores –como el volante calefactable- la atmósfera que se respira es de calidad y cantidad. Todo a la vista parece bueno y hay una buena dosis de espacio.



La consola central aún sigue aquejada de “botonitis”, pero en breve estará mejor, pues el sistema multimedia IntelliLink cada vez se hace más sencillo e intuitivo, por lo que la mayoría de los botones pronto estarán de más. Por cierto, aviso a navegantes, la tecla del menú está inmediatamente aneja a la del control de tracción (ESP), con lo que cuidado con dar a una cosa queriendo dar a la otra. A mí me ha pasado un par de veces.
Hay huecos, guanteras, portabebidas y portaobjetos en número y tamaño acorde con el coche familiar que pretende ser. Los asientos delanteros son grandes y plenos de regulaciones. La visibilidad es buena hacia todos los ángulos gracias a una butaca un poco elevada y a la cámara de marcha atrás que, todo hay que decirlo, se ve bastante mal cuando le cae algo de luz a la pantalla –estos días tenemos un Captur de Renault al que le pasa lo mismo-.



Las plazas traseras son individuales para… ¿tres acompañantes? Eso nos vende Opel, pero la verdad es que las formas de las butacas –individuales- invitan a viajar con sólo dos acompañantes en los asientos traseros. Con dos personas, las cotas interiores de largo, ancho y alto resultan generosas. Con todos a bordo (4) en el Meriva no ha de haber problema de espacio habitable ni de motor para poder con ellos, ni de litros en el maletero. Como los asientos se desplazan, se pueden sacar centímetros de un lado a costa del otro y viceversa. Está bien.



Y ya que estamos en la parte de atrás, hablaré del sistema portabicis FlexFix con el que venía equipado nuestro automóvil de pruebas. Antes de nada, reconocer que soy un auténtico zoquete en lo que a montar dispositivos se refiere, y que yo la bici la aparqué hace 20 años, cuando tuve mi primera moto. Con esos antecedentes, sabia que no lo iba a tener sencillo por lo que me chupé tres tutoriales en Internet antes de ponerme a la faena. Bien, con la lección bien aprendida –o eso creía- me dispuse a bregar con el invento. Desplegarlo fue correcto. Subir la bici en “ello” ya no tanto. Que si es más grande que los raíles, que si el pedal no entra, que si así se me va a soltar al primer bache (como efectivamente sucedió)… En fin, lo esperado. Incluso una vez desmontado, no cerré bien el cajón y se me salió subiendo la rampa del garaje para susto del conductor que me seguía. Con todo esto no quiero decir nada negativo del sistema, solo que si de verdad lo queréis, aseguraos de que os explican bien-bien cómo va, aunque os tengáis que llevar vuestra propia bicicleta al concesionario.



Pero bueno, volviendo a nuestro coche en sí y valorando todos los elementos de serie y opcionales que se le pueden poner… 21.435 euros no son pocos. Y los más de 26 mil que te pedirían por un coche como el que ves en las fotos son bastantes. Creo que el producto Meriva bien los vale, y más con este nuevo y necesario motor 1.6CDTi que ha llegado en el momento justo y oportuno.