Kia Pro_Cee´d GT
" Gran Turismo "
La coreana Kia dota de atributos deportivos al atractivo coupé de la gama Cee´d ofreciendo un automóvil de estética racing, motor solvente y comportamiento netamente viajero.
Eso es lo que pedía este Kia y eso es lo que, coyunturalmente, hemos hecho con él. Viajar y viajar mucho.
Por circunstancias de calendario se me reclamaba para un evento de manera improvisa en el sur de nuestra geografía y, estando mi coche en el taller, aproveché para lanzar al Kia a la nacional IV minutos después de recogerlo en las oficinas de la marca en Madrid.
Inicié el camino con cierta desconfianza teñida de prudencia. Más de 600 kms en un cupé de pretensiones deportivas… mi espalda y mis nervios lo iban a lamentar, seguro.
¡Cuán equivocado estaba! Cubierta la primera mitad del camino, el Pro_Cee´d GT ya se había mostrado como un perfecto aliado en las largas distancias. Los asientos son comodísimos, la postura al volante de lo más natural, el completo equipamiento contempla gadgets para muchos imprescindibles como el navegador, el control de velocidad, el Climatizador bizona, los faros de xenon o el panel de instrumentos digital. El nivel de ruido es más que tolerable y el confort de la suspensión, una de mis principales intrigas, deja de lado planteamientos radicales para ofrecer un tarado adecuado para circular con aplomo pero con comodidad.
El motor 1.6T de 204CV, por su parte, no es ningún “tiro”, pero permite rodar ligero por el carril de la izquierda sin apenas recurrir al cambio de marchas para recuperar o adelantar.
Lo dicho 330kms del tirón y tan fresco.
Pero llegado ese punto, hube de parar, tanto para alimentar al conductor –un servidor- como a su montura –el Kia-. Y es que no es que consuma mucho –el coche, no yo-, es que aparte de sus generosos 9 l/100kms de media a cruceros legales (más o menos) la exigua capacidad de su depósito y la premura con la que salta el testigo de la reserva, anticipaban que esta parada sería la primera pero seguro que no la última.
Estando detenido en el área de servicio aproveché para echar un vistazo en detalle al coche por fuera, pues con las prisas, ni había tenido tiempo de reparar en ello.
Bajo una considerable capa de mosquitos muertos la pintura blanca perlada adornada con notas rojas hacía las delicias de mi vista y de la del empleado de la gasolinera que amablemente me surtía de combustible.
La estampa del coche con sus paragolpes específicos, sus luces singulares, sus prominentes taloneras, las preciosas llantas de 18 pulgadas, el deflector trasero con su doble salida de escape ovalada… suma atractivo a la belleza intrínseca del modelo cupé per sé. Es un coche bonito, y con estos detalles diferenciadores, llama la atención de una manera discreta pero poderosa.
Antes de pasar a valorar el interior, debo decir que el ejemplar de pruebas procede de una serie especial limitada a 500 unidades numeradas –la nuestra era la nº 275- con adornos específicos, siendo el primero de ellos, los pasos de puerta iluminados, destacando la leyenda “GT” al lado del número de ejemplar.
Por lo demás, no mucho más. Todo lo que vayas a encontrar en el habitáculo tiene cabida en los modelos GT “corrientes y molientes” bien de serie, bien como equipamiento opcional.
Como por ejemplo los asientos –de serie pero con distinto tapizado-. Son fantásticos. Junto con los AMG del Mercedes Clase A/CLA y los deportivos de BMW me parecen lo mejor de lo mejor. Grandes, con buenas sujeciones laterales, perfecta longitud de banqueta, oportunas regulaciones y un mullido lo suficientemente firme para no cansar y lo suficientemente blando como para no torturar las nalgas a cada bache.
Estas dos buenas butacas encajan a la perfección en una primera fila de asientos desahogada, en la que conductor y pasajero campan a sus anchas en un receptáculo luminoso merced al techo panorámico y a la prominente caída del parabrisas.
El salpicadero no agobia, pues la mayoría de los mandos de la consola central son táctiles y los ofrece la pantalla del equipo multimedia. El climatizador es sencillito y hay un gran hueco frente a la palanca de cambios, y dos buenos posavasos tras ella, amén de un apoyabrazos con cofre en su interior.
Los plásticos empleados son mejores de lo esperado, y es que la “nueva Kia” –de cinco años a esta parte- poco tiene que ver con la de los “coches de aspecto chungo y barato” de antaño.
Lo que menos me gusta es el volante, y no el aro en sí, forrado en cuero, de círculo grueso y con los agarres marcados, sino el torrente de botones que alberga. Son 14 pulsadores y algunos con doble función. Demasiados. Reconozco que te haces con lo básico en un periquete y que el hecho de tenerlos ahí facilita su localización y permite la simplicidad, antes mencionada, de la consola central. Pero de inicio, aturulla.
De entre todos ellos, mi favorito es el botón “GT”. Algunos pensaréis que al seleccionarlo modificaréis la respuesta al acelerador, los tarados de suspensión, los recorridos de la caja de cambios o el sonido del escape. Pues no. Aquí lo único que modifica tras pulsarlo es el cuadro de relojes, que se vuelve digital y, junto con toda la información estándar, ofrece dos barras de colores con la potencia y el par empleado a cada instante.
¿Es una tontería? Sí, pero es vistosa. ¿Preferiría que modificara mayores parámetros a la hora de activarla? Ni loco.
Los que me seguís ya sabéis lo muchísimo que adoro estos sistemas en las marcas “Premium” que, bajo la excusa de ofrecerte “un coche para cada ocasión”, lo que en realidad te venden es un coche distinto de entrada al que has pagado con tu dinero.
En Kia, y otras marcas, entienden que quien compra un GT es porque quiere un GT, y eso es lo que hay nada más pulsar el botón de arranque, sin necesidad de seleccionar el modo Sport ++ del ESP, ni el Performance de la caja de cambios, ni el Race de la suspensión ni jacarandadas de esas.
Arranca, pon primera, quita el freno de mano –convencional- y sal disparado. Punto.
Las plazas traseras van demarcadas claramente para dos ocupantes, pero permiten la inclusión de un tercero sin excesivo drama. La altura de techo, gracias a la línea en cuña del coche, está bastante lograda y aunque a lo largo y a lo ancho no sobran centímetros y las pequeñas ventanillas quedan altas y son fijas, no hay excesiva sensación claustrofóbica.
El maletero con sus 380 litros de capacidad tiene unas formas regulares y aprovechables suficientes para cargar un buen número de maletas. La red de suelo para objetos pequeños está muy bien y la posibilidad de ampliar hacia arriba quitando la bandeja o hacia delante abatiendo los respaldos, se agradece.
Vuelvo al apartado dinámico aunque ya di las coordenadas básicas al inicio de la prueba.
Este Kia GT es un auténtico GT. Por fuera parece un GTi, pero adolece de ese espíritu torturador que los coches con esa denominación deberían tener –con permiso del Golf, que cada vez es más burgués. Los más auténticos quizá alguna vez incluso los encontremos sin ese apellido, como el Megane RS o el Juke Nismo de Nissan.
El Kia es un coche para conducción rápida pero no deportiva, decidida pero no temeraria, más eficaz que divertida.
El propulsor eroga sus mejores datos entre las 2.000 y las 4.000 r.p.m, con cierta pereza a la hora de subir de vueltas pero una contradictoria predilección por rodar en sexta a regímenes elevados, lo que nos garantiza junto a unos consumos elevados, tener siempre algo de “punch” bajo el pie derecho sin tirar de palanca. Pero tampoco hay mucho problema a la hora de usar su cambio. No tiene un tacto ni un recorrido muy logrado, pero su respuesta con un manejo decidido es altamente satisfactoria.
De la suspensión ya dije que aboga por el confort, algo también logrado a base de batalla, pues ambos ejes en este coche están bastante distanciados. Pero que nadie se llame a error, confortable aquí no quiere decir blando. Quiere decir que no es duro, no estamos ante un GTi, pero no olvidemos que sí se trata de un GT…
Los frenos, con las pinzas pintadas en rojo, tienen suficiente mordiente para detener un coche de peso bastante contenido –poco más de 1.200kgs- manteniendo buenas distancias las veces que haga falta sin caer excesivamente pronto desfallecidos. Por cierto, de manera curiosa los mejores datos los obtuvimos con los discos echando humo, cuando lo normal es que el resto de coches a esas alturas ya hayan “tirado la toalla”.
En cuando a manejo, si bien este automóvil prefiere las vías rápidas, no se arruga en trazados ratoneros. La dirección esta bastante asistida, pero conserva suficiente tacto. Guiándolo con tino las curvas se negocian con facilidad, contemplando la tendencia innata de este y otros coches similares a irse de morro. La motricidad es todo lo buena que puede ser cuando las cuatro ruedas están en el suelo, pues a la salida de alguna horquilla me ha parecido que el ESP frenaba la rueda interior del tren delantero por tenerla casi en vilo. La zaga exhibe un comportamiento neutro que hace fácil la conducción del Kia GT cualquiera que sea el trazado y el ritmo –dentro de los límites de lo razonable, claro-. Lo peor, a todo esto, es el sonido.
A este respecto, los decibelios de mejor calidad en el Pro_Cee´d los tenemos entre las 500 y 1.000 vueltas. A partir de ahí, indefectiblemente suena a motor pequeño y esforzado. Así las cosas, la calidad auditiva desentona en un conjunto, ya no sólo desde el punto de vista estético, tan logrado.
Lo que también desentona es el precio: 28.640 euros (sin restar descuento, que lo tiene) es bastante barato por lo que te llevas. Como dije, el coche está equipado hasta arriba, es un modelo versátil y bien motorizado y ofrece lo que nadie más: 7 años de garantía.
Quien quiera un coche original, deportivo pero viajero, debería tenerlo muy en cuenta.
Por circunstancias de calendario se me reclamaba para un evento de manera improvisa en el sur de nuestra geografía y, estando mi coche en el taller, aproveché para lanzar al Kia a la nacional IV minutos después de recogerlo en las oficinas de la marca en Madrid.
Inicié el camino con cierta desconfianza teñida de prudencia. Más de 600 kms en un cupé de pretensiones deportivas… mi espalda y mis nervios lo iban a lamentar, seguro.
¡Cuán equivocado estaba! Cubierta la primera mitad del camino, el Pro_Cee´d GT ya se había mostrado como un perfecto aliado en las largas distancias. Los asientos son comodísimos, la postura al volante de lo más natural, el completo equipamiento contempla gadgets para muchos imprescindibles como el navegador, el control de velocidad, el Climatizador bizona, los faros de xenon o el panel de instrumentos digital. El nivel de ruido es más que tolerable y el confort de la suspensión, una de mis principales intrigas, deja de lado planteamientos radicales para ofrecer un tarado adecuado para circular con aplomo pero con comodidad.
El motor 1.6T de 204CV, por su parte, no es ningún “tiro”, pero permite rodar ligero por el carril de la izquierda sin apenas recurrir al cambio de marchas para recuperar o adelantar.
Lo dicho 330kms del tirón y tan fresco.
Pero llegado ese punto, hube de parar, tanto para alimentar al conductor –un servidor- como a su montura –el Kia-. Y es que no es que consuma mucho –el coche, no yo-, es que aparte de sus generosos 9 l/100kms de media a cruceros legales (más o menos) la exigua capacidad de su depósito y la premura con la que salta el testigo de la reserva, anticipaban que esta parada sería la primera pero seguro que no la última.
Estando detenido en el área de servicio aproveché para echar un vistazo en detalle al coche por fuera, pues con las prisas, ni había tenido tiempo de reparar en ello.
Bajo una considerable capa de mosquitos muertos la pintura blanca perlada adornada con notas rojas hacía las delicias de mi vista y de la del empleado de la gasolinera que amablemente me surtía de combustible.
La estampa del coche con sus paragolpes específicos, sus luces singulares, sus prominentes taloneras, las preciosas llantas de 18 pulgadas, el deflector trasero con su doble salida de escape ovalada… suma atractivo a la belleza intrínseca del modelo cupé per sé. Es un coche bonito, y con estos detalles diferenciadores, llama la atención de una manera discreta pero poderosa.
Antes de pasar a valorar el interior, debo decir que el ejemplar de pruebas procede de una serie especial limitada a 500 unidades numeradas –la nuestra era la nº 275- con adornos específicos, siendo el primero de ellos, los pasos de puerta iluminados, destacando la leyenda “GT” al lado del número de ejemplar.
Por lo demás, no mucho más. Todo lo que vayas a encontrar en el habitáculo tiene cabida en los modelos GT “corrientes y molientes” bien de serie, bien como equipamiento opcional.
Como por ejemplo los asientos –de serie pero con distinto tapizado-. Son fantásticos. Junto con los AMG del Mercedes Clase A/CLA y los deportivos de BMW me parecen lo mejor de lo mejor. Grandes, con buenas sujeciones laterales, perfecta longitud de banqueta, oportunas regulaciones y un mullido lo suficientemente firme para no cansar y lo suficientemente blando como para no torturar las nalgas a cada bache.
Estas dos buenas butacas encajan a la perfección en una primera fila de asientos desahogada, en la que conductor y pasajero campan a sus anchas en un receptáculo luminoso merced al techo panorámico y a la prominente caída del parabrisas.
El salpicadero no agobia, pues la mayoría de los mandos de la consola central son táctiles y los ofrece la pantalla del equipo multimedia. El climatizador es sencillito y hay un gran hueco frente a la palanca de cambios, y dos buenos posavasos tras ella, amén de un apoyabrazos con cofre en su interior.
Los plásticos empleados son mejores de lo esperado, y es que la “nueva Kia” –de cinco años a esta parte- poco tiene que ver con la de los “coches de aspecto chungo y barato” de antaño.
Lo que menos me gusta es el volante, y no el aro en sí, forrado en cuero, de círculo grueso y con los agarres marcados, sino el torrente de botones que alberga. Son 14 pulsadores y algunos con doble función. Demasiados. Reconozco que te haces con lo básico en un periquete y que el hecho de tenerlos ahí facilita su localización y permite la simplicidad, antes mencionada, de la consola central. Pero de inicio, aturulla.
De entre todos ellos, mi favorito es el botón “GT”. Algunos pensaréis que al seleccionarlo modificaréis la respuesta al acelerador, los tarados de suspensión, los recorridos de la caja de cambios o el sonido del escape. Pues no. Aquí lo único que modifica tras pulsarlo es el cuadro de relojes, que se vuelve digital y, junto con toda la información estándar, ofrece dos barras de colores con la potencia y el par empleado a cada instante.
¿Es una tontería? Sí, pero es vistosa. ¿Preferiría que modificara mayores parámetros a la hora de activarla? Ni loco.
Los que me seguís ya sabéis lo muchísimo que adoro estos sistemas en las marcas “Premium” que, bajo la excusa de ofrecerte “un coche para cada ocasión”, lo que en realidad te venden es un coche distinto de entrada al que has pagado con tu dinero.
En Kia, y otras marcas, entienden que quien compra un GT es porque quiere un GT, y eso es lo que hay nada más pulsar el botón de arranque, sin necesidad de seleccionar el modo Sport ++ del ESP, ni el Performance de la caja de cambios, ni el Race de la suspensión ni jacarandadas de esas.
Arranca, pon primera, quita el freno de mano –convencional- y sal disparado. Punto.
Las plazas traseras van demarcadas claramente para dos ocupantes, pero permiten la inclusión de un tercero sin excesivo drama. La altura de techo, gracias a la línea en cuña del coche, está bastante lograda y aunque a lo largo y a lo ancho no sobran centímetros y las pequeñas ventanillas quedan altas y son fijas, no hay excesiva sensación claustrofóbica.
El maletero con sus 380 litros de capacidad tiene unas formas regulares y aprovechables suficientes para cargar un buen número de maletas. La red de suelo para objetos pequeños está muy bien y la posibilidad de ampliar hacia arriba quitando la bandeja o hacia delante abatiendo los respaldos, se agradece.
Vuelvo al apartado dinámico aunque ya di las coordenadas básicas al inicio de la prueba.
Este Kia GT es un auténtico GT. Por fuera parece un GTi, pero adolece de ese espíritu torturador que los coches con esa denominación deberían tener –con permiso del Golf, que cada vez es más burgués. Los más auténticos quizá alguna vez incluso los encontremos sin ese apellido, como el Megane RS o el Juke Nismo de Nissan.
El Kia es un coche para conducción rápida pero no deportiva, decidida pero no temeraria, más eficaz que divertida.
El propulsor eroga sus mejores datos entre las 2.000 y las 4.000 r.p.m, con cierta pereza a la hora de subir de vueltas pero una contradictoria predilección por rodar en sexta a regímenes elevados, lo que nos garantiza junto a unos consumos elevados, tener siempre algo de “punch” bajo el pie derecho sin tirar de palanca. Pero tampoco hay mucho problema a la hora de usar su cambio. No tiene un tacto ni un recorrido muy logrado, pero su respuesta con un manejo decidido es altamente satisfactoria.
De la suspensión ya dije que aboga por el confort, algo también logrado a base de batalla, pues ambos ejes en este coche están bastante distanciados. Pero que nadie se llame a error, confortable aquí no quiere decir blando. Quiere decir que no es duro, no estamos ante un GTi, pero no olvidemos que sí se trata de un GT…
Los frenos, con las pinzas pintadas en rojo, tienen suficiente mordiente para detener un coche de peso bastante contenido –poco más de 1.200kgs- manteniendo buenas distancias las veces que haga falta sin caer excesivamente pronto desfallecidos. Por cierto, de manera curiosa los mejores datos los obtuvimos con los discos echando humo, cuando lo normal es que el resto de coches a esas alturas ya hayan “tirado la toalla”.
En cuando a manejo, si bien este automóvil prefiere las vías rápidas, no se arruga en trazados ratoneros. La dirección esta bastante asistida, pero conserva suficiente tacto. Guiándolo con tino las curvas se negocian con facilidad, contemplando la tendencia innata de este y otros coches similares a irse de morro. La motricidad es todo lo buena que puede ser cuando las cuatro ruedas están en el suelo, pues a la salida de alguna horquilla me ha parecido que el ESP frenaba la rueda interior del tren delantero por tenerla casi en vilo. La zaga exhibe un comportamiento neutro que hace fácil la conducción del Kia GT cualquiera que sea el trazado y el ritmo –dentro de los límites de lo razonable, claro-. Lo peor, a todo esto, es el sonido.
A este respecto, los decibelios de mejor calidad en el Pro_Cee´d los tenemos entre las 500 y 1.000 vueltas. A partir de ahí, indefectiblemente suena a motor pequeño y esforzado. Así las cosas, la calidad auditiva desentona en un conjunto, ya no sólo desde el punto de vista estético, tan logrado.
Lo que también desentona es el precio: 28.640 euros (sin restar descuento, que lo tiene) es bastante barato por lo que te llevas. Como dije, el coche está equipado hasta arriba, es un modelo versátil y bien motorizado y ofrece lo que nadie más: 7 años de garantía.
Quien quiera un coche original, deportivo pero viajero, debería tenerlo muy en cuenta.
NUESTRA NOTA: 9
Cosas a favor
Estética atractiva y diferenciada
Confort viajero
Equipamiento y garantía
Cosas en contra
Sonido del motor
Consumo elevado
Edición Especial ya no disponible
MOTOR
- Cilindrada: 1.591 c.c.
- Potencia: 204 CV CEE
- Par: 27 mkg
- Tracción: delantera
- Caja de cambios: manual 6 velocidades
Dimensiones
- Largo/ancho/alto: 431/178/146 cms
- Peso: 1.284 kgs
- Ruedas: 225/40R18
- Maletero: 380 l
- Cap. Depósito: 53 l
Prestaciones
- Velocidad máxima: 230 km/h
- Aceleración 0-100km/h: 7,7 seg
- Consumo medio oficial: 7,4 l/100kms
Equipamiento
- Equipamiento: ABS, EDB, ESP, ASR, Hill Holder, 6 airbags, bluetooth, climatizador bizona, control y limitador de velocidad, cuadro digital, faros de xenon dinámicos, navegador, cámara de visión trasera, sensor de luces y limpias, arranque sin llave, pilotos LED, control de presión de neumáticos, pedales metálicos....