Dacia Duster 1.2TCe Lauretate
" Honestidad brutal "
El Duster de la rumana –afrancesada- Dacia no pretende ser otra cosa que un vehículo sencillo y barato con el que poder circular por carreteras y caminos. Sin embargo, dado su enorme éxito, Renault se ha decidido a refinarlo un poco.
Y es que las ventas en nuestro país de este coche, en principio pensado “más para otros”, han desbordado la oferta. Es verdad que el SUV de Dacia apareció por aquí en un momento clave, con la crisis, y que sus campañas publicitarias eran de lo más acertadas (hace lo mismo que otro coche pero es mucho más barato). Sea por el motivo que sea, el Duster siempre ha rondado el “top 5” de los todocaminos compactos más vendidos es España, codeándose con productos tales como el Nissan Qashqai, Volkswagen Tiguan o BMW X1.
Ahora bien, ¿es realmente comparable este coche con el resto de su segmento?
Pues sí y pues no.
Sí porque es un coche con cuatro ruedas y un motor de explosión que te lleva y te trae de un lugar a otro en posición de sentado. Y para mucha gente esto es lo fundamental y por lo que no están dispuestos a pagar más de 15.000 euros de precio de coche nuevo.
Sin embargo, para aquellos que valoran algo más lo “accesorio”… vamos con la prueba.
El Duster se nos presenta ante nosotros en su acabado “tope de gama” Laureate, con un discreto color negro y con el reciente restyling que actualiza su estética.
De esta guisa el Duster sigue siendo muy Dacia, pero parece un producto más moderno. En realidad son sólo unos retoques en el morro (grupos ópticos, paragolpes y parrilla) y en la trasera (pilotos y denominación), pero el caso es que se le nota otro aire al primer golpe de vista. Un coche de lo más agradecido, a nada que le haces queda… ¿mono? Bueno, un dechado de belleza no es precisamente, pero tampoco agrede visualmente como un Ssangyong Rodius o un BMW de la Serie 1.
Se le ve rotundo, alto y macizo. Monta neumáticos M+S y las llantas de aleación son opcionales.
El interior sigue siendo como un viaje al pasado, a un Renault Megane de primera generación, pero algo menos. Aunque el plástico duro campa a sus anchas por doquier y muchos de sus mandos proceden de proyectos caducos de la marca, la incorporación del sencillo pero vistoso equipo multimedia en su consola central devuelve al coche al siglo XXI. O al menos, lo intenta.
Al menos en su equipamiento está todo lo imprescindible, de serie o como opción más que razonable, y todo se presenta de una manera apropiada, excepto el mando de regulación de espejos, estratégicamente mal colocado entre los asientos y bajo el freno de mano.
La postura al volante es muy erguida, lo que suma altura a un coche ya de por sí elevado, brindando esa sensación tan buscada estos días (a juzgar por las ventas de este tipo de coches) de dominar a vista de pájaro la carretera.
Los asientos son normalitos, cómodos pero con una banqueta la mar de corta que apenas llega a mitad del muslo a nada que superes el metro setenta y cinco centímetros de altura.
Respecto a su posibilidad de regulación, pues tanto volante como asiento cuentan con las opciones básicas, aunque tampoco es difícil encontrar buen acomodo con algo de paciencia. Hay un pack con sobrecoste que brinda mayores posibilidades.
Las plazas traseras son grandes y capaces de albergar tres pasajeros, a lo que hay que sumar un gran maletero con rueda de repuesto de verdad, suficiente para cargar con su equipaje. Lo que otros coches ganan con “modularidad” (vocablo que por cierto no existe) este Dacia lo consigue con una apuesta racional de espacio.
No hay grandes huecos en el interior –tampoco los hay pequeños- más allá de los imprescindibles, las puertas abren mucho y la visibilidad es buena, menos mal, porque no hay posibilidad de sensores de aparcamiento ni como opción. De la cámara de marcha atrás ni hablamos…
Pero hablamos de marcha, y marcha no le falta a este 1.2TCe de nuevo cuño alojado bajo su capó.
Parece raro que un coche económico monte un propulsor turbo de gasolina. Pero parece raro sólo por aquí, pues allende nuestras fronteras lo flipan menos con los diesel que en España, y son más cautos a la hora de echar cuentas y descubrir que a igualdad de equipo y acabado, pero con un motor menos potente, tardarás en amortizar el diesel equivalente cerca de 50mil kilómetros.
Por no hablar de la diferencia de rendimiento y agrado de uso.
Algo que por ejemplo, muchos compradores del Renault Captur (que va “fifty-fifty” diesel-gasolina en ventas) ya han descubierto con agrado.
Este 1.2 Tce de culata multiválvulas y doble árbol de levas en cabeza, lejos de ser un GTi es un motor la mar de voluntarioso, tranquilo para subir de vueltas y tremendamente suave y silencioso. De hecho cuando suena, suena bien.
La verdad es que dado lo rudo del Duster, con este propulsor parece otra cosa.
Tampoco parece que tenga 125CV, pues su entrega está de lo más trastabillada por una caja de cambios ya superada en rapidez y precisión, aunque al menos los desarrollos están bien escogidos. A la hora de tomar tiempos para medir sus prestaciones confirmamos que efectivamente, te vas a quedar lejos de la Pole Position con este coche, pero tampoco es lento, de hecho, acelera más rápido que el Captur –ya que hablábamos de él- equivalente. Y eso que este último pesa menos por ser más pequeño y viene con caja automática. Ahora, que en velocidad punta le da “sopas con honda” el del rombo al del… ¿qué es lo del logo de Dacia? ¿Una aldaba?
En este caso el talón de Aquiles del SUV Low Cost es su aerodinámica, o mejor dicho, la ausencia de ella. No hay más que escuchar el ruido del aire al rebasar los 100 km/h para darse cuenta que el Duster va luchando a brazo partido con la resistencia invisible del viento para abrirse camino.
Y eso también se nota en el consumo, más elevado de lo esperable en un mil doscientos. En nuestro recorrido de prueba ha marcado 7,9 litros a los 100kms. Nada que ver con lo que hacen sus primos “renoles” con la misma mecánica en sus entrañas.
En cuanto al manejo, es un coche ágil y directo. La dirección y su asistencia están bien medidas y la suspensión, de generoso recorrido para un uso "rural ocasional", se traga lo que le eches sin agitar en exceso a los pasajeros. La motricidad es buena, con ESP de serie no desconectable, el cual se muestra bastante poco intrusivo. Por cierto, no hay versión 4x4 con este motor.
Los frenos sorprenden por su eficacia, aún contando con tambores traseros.
Sumándolo todo nos da… un Dacia Duster, como no podía ser de otra manera. Un coche honesto que no pretende ir de lo que no es, aunque con este nuevo motor y los dos o tres detallitos resultado de su actualización resulta menos tosco que en sus inicios, aunque sigue siendo el coche rudo y simple que tantos partidarios ha ido ganado con los años. Dado su precio, de 14.950 euros, sólo encontraremos algo mejor –o más cuidado, mejor dicho- negociando a cara de perro en otra marca… o en el mercado de ocasión.
Ahora bien, ¿es realmente comparable este coche con el resto de su segmento?
Pues sí y pues no.
Sí porque es un coche con cuatro ruedas y un motor de explosión que te lleva y te trae de un lugar a otro en posición de sentado. Y para mucha gente esto es lo fundamental y por lo que no están dispuestos a pagar más de 15.000 euros de precio de coche nuevo.
Sin embargo, para aquellos que valoran algo más lo “accesorio”… vamos con la prueba.
El Duster se nos presenta ante nosotros en su acabado “tope de gama” Laureate, con un discreto color negro y con el reciente restyling que actualiza su estética.
De esta guisa el Duster sigue siendo muy Dacia, pero parece un producto más moderno. En realidad son sólo unos retoques en el morro (grupos ópticos, paragolpes y parrilla) y en la trasera (pilotos y denominación), pero el caso es que se le nota otro aire al primer golpe de vista. Un coche de lo más agradecido, a nada que le haces queda… ¿mono? Bueno, un dechado de belleza no es precisamente, pero tampoco agrede visualmente como un Ssangyong Rodius o un BMW de la Serie 1.
Se le ve rotundo, alto y macizo. Monta neumáticos M+S y las llantas de aleación son opcionales.
El interior sigue siendo como un viaje al pasado, a un Renault Megane de primera generación, pero algo menos. Aunque el plástico duro campa a sus anchas por doquier y muchos de sus mandos proceden de proyectos caducos de la marca, la incorporación del sencillo pero vistoso equipo multimedia en su consola central devuelve al coche al siglo XXI. O al menos, lo intenta.
Al menos en su equipamiento está todo lo imprescindible, de serie o como opción más que razonable, y todo se presenta de una manera apropiada, excepto el mando de regulación de espejos, estratégicamente mal colocado entre los asientos y bajo el freno de mano.
La postura al volante es muy erguida, lo que suma altura a un coche ya de por sí elevado, brindando esa sensación tan buscada estos días (a juzgar por las ventas de este tipo de coches) de dominar a vista de pájaro la carretera.
Los asientos son normalitos, cómodos pero con una banqueta la mar de corta que apenas llega a mitad del muslo a nada que superes el metro setenta y cinco centímetros de altura.
Respecto a su posibilidad de regulación, pues tanto volante como asiento cuentan con las opciones básicas, aunque tampoco es difícil encontrar buen acomodo con algo de paciencia. Hay un pack con sobrecoste que brinda mayores posibilidades.
Las plazas traseras son grandes y capaces de albergar tres pasajeros, a lo que hay que sumar un gran maletero con rueda de repuesto de verdad, suficiente para cargar con su equipaje. Lo que otros coches ganan con “modularidad” (vocablo que por cierto no existe) este Dacia lo consigue con una apuesta racional de espacio.
No hay grandes huecos en el interior –tampoco los hay pequeños- más allá de los imprescindibles, las puertas abren mucho y la visibilidad es buena, menos mal, porque no hay posibilidad de sensores de aparcamiento ni como opción. De la cámara de marcha atrás ni hablamos…
Pero hablamos de marcha, y marcha no le falta a este 1.2TCe de nuevo cuño alojado bajo su capó.
Parece raro que un coche económico monte un propulsor turbo de gasolina. Pero parece raro sólo por aquí, pues allende nuestras fronteras lo flipan menos con los diesel que en España, y son más cautos a la hora de echar cuentas y descubrir que a igualdad de equipo y acabado, pero con un motor menos potente, tardarás en amortizar el diesel equivalente cerca de 50mil kilómetros.
Por no hablar de la diferencia de rendimiento y agrado de uso.
Algo que por ejemplo, muchos compradores del Renault Captur (que va “fifty-fifty” diesel-gasolina en ventas) ya han descubierto con agrado.
Este 1.2 Tce de culata multiválvulas y doble árbol de levas en cabeza, lejos de ser un GTi es un motor la mar de voluntarioso, tranquilo para subir de vueltas y tremendamente suave y silencioso. De hecho cuando suena, suena bien.
La verdad es que dado lo rudo del Duster, con este propulsor parece otra cosa.
Tampoco parece que tenga 125CV, pues su entrega está de lo más trastabillada por una caja de cambios ya superada en rapidez y precisión, aunque al menos los desarrollos están bien escogidos. A la hora de tomar tiempos para medir sus prestaciones confirmamos que efectivamente, te vas a quedar lejos de la Pole Position con este coche, pero tampoco es lento, de hecho, acelera más rápido que el Captur –ya que hablábamos de él- equivalente. Y eso que este último pesa menos por ser más pequeño y viene con caja automática. Ahora, que en velocidad punta le da “sopas con honda” el del rombo al del… ¿qué es lo del logo de Dacia? ¿Una aldaba?
En este caso el talón de Aquiles del SUV Low Cost es su aerodinámica, o mejor dicho, la ausencia de ella. No hay más que escuchar el ruido del aire al rebasar los 100 km/h para darse cuenta que el Duster va luchando a brazo partido con la resistencia invisible del viento para abrirse camino.
Y eso también se nota en el consumo, más elevado de lo esperable en un mil doscientos. En nuestro recorrido de prueba ha marcado 7,9 litros a los 100kms. Nada que ver con lo que hacen sus primos “renoles” con la misma mecánica en sus entrañas.
En cuanto al manejo, es un coche ágil y directo. La dirección y su asistencia están bien medidas y la suspensión, de generoso recorrido para un uso "rural ocasional", se traga lo que le eches sin agitar en exceso a los pasajeros. La motricidad es buena, con ESP de serie no desconectable, el cual se muestra bastante poco intrusivo. Por cierto, no hay versión 4x4 con este motor.
Los frenos sorprenden por su eficacia, aún contando con tambores traseros.
Sumándolo todo nos da… un Dacia Duster, como no podía ser de otra manera. Un coche honesto que no pretende ir de lo que no es, aunque con este nuevo motor y los dos o tres detallitos resultado de su actualización resulta menos tosco que en sus inicios, aunque sigue siendo el coche rudo y simple que tantos partidarios ha ido ganado con los años. Dado su precio, de 14.950 euros, sólo encontraremos algo mejor –o más cuidado, mejor dicho- negociando a cara de perro en otra marca… o en el mercado de ocasión.
NUESTRA NOTA: 7.5
Cosas a favor
Motor potente, suave y moderno
Duro y versátil
Precio interesante
Cosas en contra
Interior basicote
Consumo algo elevado
Ruido aerodinámico
MOTOR
- Cilindrada: 1.197 c.c.
- Potencia: 125 CV CEE
- Par: 20,9 mkg
- Tracción: delantera
- Caja de cambios: manual 6 velocidades
Dimensiones
- Largo/ancho/alto: 431/182/169 cms
- Peso: 1.202 kgs
- Ruedas: 215/65R16
- Maletero: 475 l
- Cap. Depósito: 50 l
Prestaciones
- Velocidad máxima: 175 km/h
- Aceleración 0-100km/h: 10,4 seg
- Consumo medio oficial: 6l/100kms
Equipamiento
- Equipamiento: ABS, BAS, EDB, ESP, 4 airbags, asientos traseros abatibles, aire acondicionado, dirección asistida, luces dirunas, bluetooth, barras en el techo, faros antiniebla, ordenador de a bordo, elevalunas eléctricos delanteros, cierre centralizado con mando a distancia, retrovisores eléctricos...