Renault Megane 1.6Dci ST Bosé Ed.
" Quien tuvo, retuvo "
El Renault Megane es como un viejo y buen amigo que te alegra volver a ver y comprobar que aunque el tiempo pasa para todos, a base de pequeños retoques, sigue manteniendo su buena forma.
Seguro que a muchos os ha pasado. Llegáis a una reunión de antiguos alumnos de vuestra escuela y descubrís que los melenudos de vuestra clase de antaño lucen ahora frondosas entradas o despobladas coronillas. Que muchos de los otrora atletas ahora presentan oronda barriguilla y, que aquellos de afilado ingenio y broma perspicaz, ahora insisten en contarte cuántas veces al día hace popó su niño y cuál es la textura y consistencia exacta del subproducto.
Mientras, admiras a lo lejos cómo de jóvenes y lozanas llegan las nuevas generaciones, dándose casos incluso de que el más bajito de ahora le da capones con la barbilla al más alto de mi quinta.
Pero entre toda esta Corte de Fátima siempre queda alguien –en muchas ocasiones, más mujeres que hombres- que conserva casi intacto tanto su cuerpo como su espíritu.
Quien tuvo retuvo, dicen, y lo celebro. A ese personaje hoy le llamaré Renault Megane.
Porque no nos engañemos, el compacto francés anda ya por su sexto año de andadura, y si eso en años-perro son 42, a la velocidad que avanzan los tiempos, en años-automóvil son más de 50. Antes de que acabe 2014 seguro que ya conoceremos los primeros retazos de su sucesor, previsto para la mitad de 2016.
Sin embargo, huelga intentar enterrar antes de tiempo al actual modelo, pues como veremos, sigue más vivo que nunca, y no por ya conocido, deja de sorprendernos.
En el apartado estético los del rombo apenas han querido tocar una línea que gusta y funciona, y los cambios más visibles se limitan al frontal, con unos grupos ópticos más puros, las luces de día mejor ubicadas y una parrilla aligerada de “plástico malo” y adornada con un logotipo que gana un 10% de tamaño.
De perfil hay nuevas llantas y un acabado para los retrovisores más brillante y bonito.
En la zaga, hay que acercarse mucho para distinguir detalles en los pilotos y paragolpes.
En conclusión, sigue siendo un coche conocido, pero con suficientes elementos nuevos para distinguir que se trata de la última versión de una larga estirpe.
En el interior, la principal novedad es el módulo multimedia R-Link (opcional por 300 euros). A través de una pantalla muy a la vista en el salpicadero tenemos acceso al equipo de sonido, el navegador (Tom Tom de serie), el ordenador –con eco indicador- y las funciones del teléfono bluetooth de conexión ampliada (permite reproducir tu música y su manejo desde el mando satélite tras el volante). También da acceso a las tan de moda apps –aplicaciones- que Renault va desarrollando.
Este sistema funciona muy bien, y es harto de agradecer que lo encontremos de serie en este acabado Energy Bose Edition, que con la simplificación de la gama, se ha convertido en su tope aún siendo bastante asequible.
Pero yo de la mencionada Bose Edition me quedo, sin duda, con el equipo de sonido Bose. No es el mejor pero sí es de los mejores. Da un sonido brillante y potente, a la vez que un subwoofer oculto bajo el asiento del conductor realza con los pertinentes graves la experiencia musical.
Todo lo demás, como digo, se mantiene intacto.
El cuadro, para mi gusto en posición excesivamente inclinado, luce completo entre su información digital y analógica y conserva el color amarillo en la “zona roja” del cuenta vueltas (puestos a ser originales… ¿por qué no pintarlo rosa?)
El volante de cuero, también algo inclinado, ofrece tan solo como multifunción los accionadores parciales del control-limitador de velocidad, ya que como dije, los mandos de la radio van tras él.
Hablando de mandos, en nuestra unidad la palanca de los intermitentes era tan sensible que más de una vez al activar uno u otro dimos las luces largas.
En la consola central hay un climatizador satisfactorio y sencillo y el equipo de música.
Bajo él van las múltiples conexiones disponibles y, ya entre los asientos, la palanca de cambios y el freno de mano por botón. Pero entre ellos… un galimatías de joystick y botones para el equipo multimedia. Un controlador que al igual que pasa en otros coches –el nuevo Insignia, me viene a la mente- está de más, pues la pantalla del equipo es táctil y además hay posibilidad de controlar lo más básico –como el equipo de sonido- desde el mando satélite o desde la propia fuente. Pero vale, mejor que sobre a que falte, ¿no?
Los asientos son grandes y su mullido muy confortable. La sensación de amplitud es generosa en sus plazas delanteras y más que suficiente en las traseras, donde tres ocupantes entrarán sin obstáculos ni muchas estrecheces.
Además, si como nosotros, habéis elegido la versión “ranchera”, en Renault llamada Sport Tourer (ST), contaréis con un maletero de 524 litros verificados en los que cabe un hipopótamo hembra embarazada de cuatrillizos con falda de tul y sombrero.
Versatilidad a tope. ¿A tope? Pues no. En un coche tan familiar como este encontrarte con la presencia solamente de un posavasos delante resulta frustrante. Por lo demás, hay buenos huecos en las puertas y dos guanteras, la convencional y otra bajo el apoyabrazos delantero. También hay redes tras los asientos y una práctica oquedad frente a las plazas traseras.
De todas formas, si de un interior lo peor que se puede decir se refiere a su posavasos y/o cenicero, es que vamos bien…
Porque la calidad de los materiales empleados, sin llegar a deslumbrar, merece una nota alta, igual que su tacto y ajustes.
El motor es también uno de sobra conocido, el bloque 1.6Dci que tantas satisfacciones ha brindado a propios y extraños. Desde el interior suena muy poquito, y hay que exprimirlo más allá de las 4.000 vueltas para escuchar un lejano ronroneo fácilmente mitigable merced al equipo de sonido anteriormente mencionado.
Pero tampoco vamos a necesitar estirar mucho el motor, puesto que su medio régimen es pletórico. Con ello decir que las recuperaciones son más que buenas y permite rodar por ciudad a 60 km/h en cuarta olvidándose del cambio.
Pero como te digo una cosa, te digo la otra: los bajos son un poco deficitarios. Le queda un poco de “recuerdos del pasado”, de esos turbodiesel que en segunda a 20 km/h te dejaban vendido tras superar un badén antivelocidad en ligera cuesta arriba…
Por cierto, el cambio de marchas: muy bien. Pasa desapercibido y eso es bueno. Desarrollos bien medidos tirando a largos para cuidar el consumo, junto con el apoyo del sistema de parada y arranque, algo menos celoso de su función que antaño.
Nuestra media ha sido de 5,5 litros a los 104 kms de recorrido mixto. Como siempre, lejos de los 4 que homologa la marca, pero francamente buenos para un coche de su potencia y peso.
Por cierto el peso no es tan crucial en su manejo como su volumen. Es un coche grande que parece descomunal a la hora de maniobrar. El control de aparcamiento trasero me ha sido imprescindible en mis recorridos urbanos, y eso que la visibilidad en general es buena… no sé, cada vez más viejo y más torpe –yo-. Puede ser también eso.
La dirección bastante asistida por su parte, también ayuda.
Los frenos, un apartado en el que desde su primera generación el Megane siempre brilló, se mantienen en buena forma, igual que la suspensión, con un tarado que se ha hecho más duro con los años pero sin llegar, ni de lejos, a ser incómodo.
Concluyo con el precio y el equipamiento. 23.750 euros son muchos euros, pero lo que te llevas está a la altura. Es mucho coche y va equipado como para no reparar en las opciones más allá que para montar la pintura metalizada. Merece la pena.
Pero no sólo en ese aspecto, sino en todos los demás. El Megane es un coche que sin destacar en nada, lo hace todo bien. Ha sabido mantenerse con los años como una opción vigente y válida ante su competencia, a la que puede dar más de una sorpresa si los sometemos a comparativa. Realmente ha sido un placer haberme encontrado de nuevo con este Megane ST seis años después de que probara el primero, y poder comprobar cuántas virtudes conserva. Ojalá yo “envejezca” así de bien.
Mientras, admiras a lo lejos cómo de jóvenes y lozanas llegan las nuevas generaciones, dándose casos incluso de que el más bajito de ahora le da capones con la barbilla al más alto de mi quinta.
Pero entre toda esta Corte de Fátima siempre queda alguien –en muchas ocasiones, más mujeres que hombres- que conserva casi intacto tanto su cuerpo como su espíritu.
Quien tuvo retuvo, dicen, y lo celebro. A ese personaje hoy le llamaré Renault Megane.
Porque no nos engañemos, el compacto francés anda ya por su sexto año de andadura, y si eso en años-perro son 42, a la velocidad que avanzan los tiempos, en años-automóvil son más de 50. Antes de que acabe 2014 seguro que ya conoceremos los primeros retazos de su sucesor, previsto para la mitad de 2016.
Sin embargo, huelga intentar enterrar antes de tiempo al actual modelo, pues como veremos, sigue más vivo que nunca, y no por ya conocido, deja de sorprendernos.
En el apartado estético los del rombo apenas han querido tocar una línea que gusta y funciona, y los cambios más visibles se limitan al frontal, con unos grupos ópticos más puros, las luces de día mejor ubicadas y una parrilla aligerada de “plástico malo” y adornada con un logotipo que gana un 10% de tamaño.
De perfil hay nuevas llantas y un acabado para los retrovisores más brillante y bonito.
En la zaga, hay que acercarse mucho para distinguir detalles en los pilotos y paragolpes.
En conclusión, sigue siendo un coche conocido, pero con suficientes elementos nuevos para distinguir que se trata de la última versión de una larga estirpe.
En el interior, la principal novedad es el módulo multimedia R-Link (opcional por 300 euros). A través de una pantalla muy a la vista en el salpicadero tenemos acceso al equipo de sonido, el navegador (Tom Tom de serie), el ordenador –con eco indicador- y las funciones del teléfono bluetooth de conexión ampliada (permite reproducir tu música y su manejo desde el mando satélite tras el volante). También da acceso a las tan de moda apps –aplicaciones- que Renault va desarrollando.
Este sistema funciona muy bien, y es harto de agradecer que lo encontremos de serie en este acabado Energy Bose Edition, que con la simplificación de la gama, se ha convertido en su tope aún siendo bastante asequible.
Pero yo de la mencionada Bose Edition me quedo, sin duda, con el equipo de sonido Bose. No es el mejor pero sí es de los mejores. Da un sonido brillante y potente, a la vez que un subwoofer oculto bajo el asiento del conductor realza con los pertinentes graves la experiencia musical.
Todo lo demás, como digo, se mantiene intacto.
El cuadro, para mi gusto en posición excesivamente inclinado, luce completo entre su información digital y analógica y conserva el color amarillo en la “zona roja” del cuenta vueltas (puestos a ser originales… ¿por qué no pintarlo rosa?)
El volante de cuero, también algo inclinado, ofrece tan solo como multifunción los accionadores parciales del control-limitador de velocidad, ya que como dije, los mandos de la radio van tras él.
Hablando de mandos, en nuestra unidad la palanca de los intermitentes era tan sensible que más de una vez al activar uno u otro dimos las luces largas.
En la consola central hay un climatizador satisfactorio y sencillo y el equipo de música.
Bajo él van las múltiples conexiones disponibles y, ya entre los asientos, la palanca de cambios y el freno de mano por botón. Pero entre ellos… un galimatías de joystick y botones para el equipo multimedia. Un controlador que al igual que pasa en otros coches –el nuevo Insignia, me viene a la mente- está de más, pues la pantalla del equipo es táctil y además hay posibilidad de controlar lo más básico –como el equipo de sonido- desde el mando satélite o desde la propia fuente. Pero vale, mejor que sobre a que falte, ¿no?
Los asientos son grandes y su mullido muy confortable. La sensación de amplitud es generosa en sus plazas delanteras y más que suficiente en las traseras, donde tres ocupantes entrarán sin obstáculos ni muchas estrecheces.
Además, si como nosotros, habéis elegido la versión “ranchera”, en Renault llamada Sport Tourer (ST), contaréis con un maletero de 524 litros verificados en los que cabe un hipopótamo hembra embarazada de cuatrillizos con falda de tul y sombrero.
Versatilidad a tope. ¿A tope? Pues no. En un coche tan familiar como este encontrarte con la presencia solamente de un posavasos delante resulta frustrante. Por lo demás, hay buenos huecos en las puertas y dos guanteras, la convencional y otra bajo el apoyabrazos delantero. También hay redes tras los asientos y una práctica oquedad frente a las plazas traseras.
De todas formas, si de un interior lo peor que se puede decir se refiere a su posavasos y/o cenicero, es que vamos bien…
Porque la calidad de los materiales empleados, sin llegar a deslumbrar, merece una nota alta, igual que su tacto y ajustes.
El motor es también uno de sobra conocido, el bloque 1.6Dci que tantas satisfacciones ha brindado a propios y extraños. Desde el interior suena muy poquito, y hay que exprimirlo más allá de las 4.000 vueltas para escuchar un lejano ronroneo fácilmente mitigable merced al equipo de sonido anteriormente mencionado.
Pero tampoco vamos a necesitar estirar mucho el motor, puesto que su medio régimen es pletórico. Con ello decir que las recuperaciones son más que buenas y permite rodar por ciudad a 60 km/h en cuarta olvidándose del cambio.
Pero como te digo una cosa, te digo la otra: los bajos son un poco deficitarios. Le queda un poco de “recuerdos del pasado”, de esos turbodiesel que en segunda a 20 km/h te dejaban vendido tras superar un badén antivelocidad en ligera cuesta arriba…
Por cierto, el cambio de marchas: muy bien. Pasa desapercibido y eso es bueno. Desarrollos bien medidos tirando a largos para cuidar el consumo, junto con el apoyo del sistema de parada y arranque, algo menos celoso de su función que antaño.
Nuestra media ha sido de 5,5 litros a los 104 kms de recorrido mixto. Como siempre, lejos de los 4 que homologa la marca, pero francamente buenos para un coche de su potencia y peso.
Por cierto el peso no es tan crucial en su manejo como su volumen. Es un coche grande que parece descomunal a la hora de maniobrar. El control de aparcamiento trasero me ha sido imprescindible en mis recorridos urbanos, y eso que la visibilidad en general es buena… no sé, cada vez más viejo y más torpe –yo-. Puede ser también eso.
La dirección bastante asistida por su parte, también ayuda.
Los frenos, un apartado en el que desde su primera generación el Megane siempre brilló, se mantienen en buena forma, igual que la suspensión, con un tarado que se ha hecho más duro con los años pero sin llegar, ni de lejos, a ser incómodo.
Concluyo con el precio y el equipamiento. 23.750 euros son muchos euros, pero lo que te llevas está a la altura. Es mucho coche y va equipado como para no reparar en las opciones más allá que para montar la pintura metalizada. Merece la pena.
Pero no sólo en ese aspecto, sino en todos los demás. El Megane es un coche que sin destacar en nada, lo hace todo bien. Ha sabido mantenerse con los años como una opción vigente y válida ante su competencia, a la que puede dar más de una sorpresa si los sometemos a comparativa. Realmente ha sido un placer haberme encontrado de nuevo con este Megane ST seis años después de que probara el primero, y poder comprobar cuántas virtudes conserva. Ojalá yo “envejezca” así de bien.
NUESTRA NOTA: 9
Cosas a favor
Motor potente a medio régimen
Consumo realmente bajo
Relación precio-equipamiento-calidad-versatilidad
Cosas en contra
Un solo posavasos
Mando multimedia confuso
Bajo régimen pobre
MOTOR
- Cilindrada: 1.498 c.c.
- Potencia: 130 CV CEE
- Par: 32,6 mkg
- Tracción: delantera
- Caja de cambios: manual 6 velocidades
Dimensiones
- Largo/ancho/alto: 456/180/150 cms
- Peso: 1.338 kgs
- Ruedas: 205/50R17
- Maletero: 524 l
- Cap. Depósito: 60 l
Prestaciones
- Velocidad máxima: 200 km/h
- Aceleración 0-100km/h: 10,1 seg
- Consumo medio oficial: 4 l/100kms
Equipamiento
- Equipamiento: ABS, BAS, EDB, ESP, TCs, 6 airbags, climatizador bizona, sensor de luces y limpias, cámara de marcha atrás, control y regulador de velocidad, llantas de 17", ordenador de a bordo, equipo audio Bose CD-Mp3-USB, bluetooth, cristales traseros tintados, navegador tomtom...