Opel Adam 1.4 Slam
" Muy personal "
Con el Adam, Opel se aleja de la sobriedad del Corsa para ofrecer un automóvil nuevo y sobre todo original con objeto de llevarse su parte del pastel que hoy en día se reparten los coches urbanos. Su propuesta, muy personal.
Y es que el segmento de los coches de ciudad, junto con el de los SUV compactos, es de los pocos que cosecha un crecimiento en ventas en estos tiempos en los que la mayoría de productos, de la mayoría de segmentos, languidecen en un rincón de la exposición del concesionario esperando que alguien pregunte por ellos.
El Adam no. A nada que tengas un poco de gusto y sepas combinar los colores, siempre será un protagonista, incluso a pesar de su reducido tamaño.
Porque es increíble lo que dan de sí sus 369 cms de largo a la hora de personalizar el coche a tu gusto. Mil colores para la carrocería, dos mil para el techo, trescientos tipos de llantas, inserciones, pegatinas, accesorios, opcionales… capaces de configurar tu coche como reflejo de tu personalidad, como una escultura modernista rodante o como exactamente sea lo que has querido hacer. En el peor de los casos, te saldrá un curioso engendro. Hoy he visto uno color verde, con el techo rojo, las llantas negras y los retrovisores fucsia. Sólo le faltaba una pegatina atrás que dijera “Sí, soy daltónico”.
De cualquier manera, aunque esto ya lo inventó en su día el Mini, Opel lo mejora a base de ofrecer más opciones con un precio mucho más reducido.
Y a pesar de que el Adam en esta versión tope “Slam” viene muy equipado de serie, a nadie le amarga un dulce, sobre todo si este caramelo es asequible.
Y centrados en su exterior da gusto mirar un coche 100% original. A excepción del logo de la parrilla y un cierto aire de familia, el Adam no tiene nada de Corsa.
Su mirada de rana simpática le da una apariencia joven y divertida. Sin complejos.
El perfil dotado de líneas de fuga y de expresión, con unos hombros bien marcados y unos pasos de rueda sutilmente sobredimensionados, le confiere una imagen sport, donde destaca el pilar C truncado para enmarcar su nombre en letras cromadas.
La trasera quizá es lo menos logrado, pues parece sufrir de “el mal del tordo”: la cabecita estrecha y el culo gordo.
Se le ve pequeño y acampanado, pero “mono”.
Las ópticas en LED en este acabado flanquean un pequeño portón de maletero, y bajo él, un parachoques en el que los sensores del parktronic lucen descomunales. Rematan el conjunto dos redondeles a imitación de los delanteros (que son los intermitentes, no los antiniebla, que no los hay en el frente) ciertamente expuestos a los pequeños lances de aparcamiento.
En el interior más de lo mismo. Todo es nuevo, todo es para el Adam.
A excepción de los mandos secundarios de los limpiaparabrisas y los botones multimedia para el volante, todo se ha desarrollado para este coche. Lo cuál ya nos habla de originalidad.
También hay cuatro millones –tirando por lo bajo- de configuraciones posibles para el interior. El nuestro lucía un sencillo cuero negro (¿a juego con el techo y las ruedas?) en los asientos en contraste con los apliques del color de la carrocería, naranja terracota.
Para el guarnecido superior, se había escogido la opción de noche estrellada. Esto es, un montón de lucecitas (63) que se iluminan a la salida o entrada del vehículo –o cuando tú quieras a golpe de botón- haciendo las delicias de caprichosos, alguna fémina y niños pequeños. A mí me gusta más otro que he visto que imita un cielo azul con sus nubes y todo. Pero bueno, lo de las estrellitas tiene su punto, sobre todo porque la última vez que vi un detallito como este, creo recordar que estaba subido en un Rolls Royce.
Pero al fin y al cabo todo ello son fruslerías si el resto del interior no acompaña. Hablo ahora de lo prosaico pero que al fin y al cabo, es lo que importa cuando vas a conducir este coche día tras día.
Bien, pues a ese respecto, el Adam resuelve con nota todo lo tocante a las plazas delanteras. Sus asientos con amplios, con multitud de reglajes que sumados a los que también permite el volante te granjean en un instante una buena postura a sus mandos.
La visibilidad no es mala del todo, aunque lo que haya en el tres cuartos trasero queda oculto por el grueso pilar que sostiene la última parte del techo. Pero no hay problema, pues el pequeño Opel puede incorporar el avisador de objetos en el ángulo muerto. Nuestro coche lo traía y ha sido de gran utilidad. Además, los sensores de aparcamiento, que prácticamente rodean el vehículo, hacen de las maniobras un ejercicio sencillo… incluso con lo ojos cerrados.
El tablero de instrumentos es claro y colorista. Oculto bajo una pertinente capilla para que no haga reflejos, ni las esferas ni los abundantes cromados que las acompañan, nos ofrece la información de manera completa en forma analógica, siendo complementada por el ordenador central de forma digital. El volante es bastante “guay” de agarrar.
En la consola central, bajo dos redondos aireadores encontramos la pantalla táctil de 6.95 pulgadas del equipo de entretenimiento. A este le pongo la misma pega que a todos los “equipillos modernos” de coches pequeños: no hay ranura de CD. Total, que si te decides por este coche, tienes desde que lo pides hasta que te lo entregan para pasar toda tu discoteca a tu “smart phone” o a algún otro dispositivo Mp3. Bueno, a uno que le guste al coche, porque con el mío no se ha entendido nada de nada…
A ambos lados de la pantalla tenemos cuatro botones en dos grupos, los más próximos al conductor obedecen al modo de dirección ultramegablanda para cuando estás en ciudad, al volante y los asientos calefactables –olé, olé y olé- y al modo eco, mientras que al otro están los que accionan el bloqueo y desbloqueo de puertas, el calentador de asiento del acompañante y la desconexión de los sensores de parking. Todo muy sencillo y todo muy a mano.
En la base nos encontramos con los mandos de climatizador, el cual adolece de capacidad para hacer frente a elevadas temperaturas en un tiempo aceptable. Sobre todo con el modo eco activado. En verano, recomiendo que intentes aparcar a al sombra…
Más atrás la palanca de cambio y de freno convencional. No hay apoyabrazos.
Lo que sí que hay son huecos entre los asientos –dos- y buen espacio en cada puerta. Gracias a que estas son bastante grandes.
Las plazas de atrás… son pequeñas, angostas y sólo las recomiendo para niños o para amigos muy amigos y muy sufridos. Más que un cuatro plazas este coche es un 2+2 del estilo del Peugeot RCZ pero con mayor distancia al techo.
Ahora, lo que sí que le gustaría al Adam, es tener el maletero del mencionado coupé de Peugeot.
Porque lo de este coche no es un maletero, ¡es una guantera en la parte de atrás!
Sus 170 litros de capacidad superan a los 160 de un Mini pero quedan por detrás de los 185 -177 reales- de un Fiat 500. En cualquier caso, es muy poca cosa. Pero bueno, utilizando con maestría las posibilidades de las plazas traseras creo que la compra del súper te cabrá si prescindes del paquete 20+12 rollos de papel higiénico.
Hablando ya de mecánica, nuestro Opel esconde bajo su capó un “mil cuatrocientos” atmosférico que, si bien no es nuevo, sí que es original en que se le ha recortado la potencia. Nuestro coche era la versión de 87CV, habiendo otra “más prestacional” de ni más ni menos que 101CV disponible en la gama.
Con esta configuración el Adam va suave, no hace ruido mecánico y consume muy poquito (6,1 litros de media a los 102 kms registrados en la prueba), y desde luego se muestra como más que capaz de desenvolverse a buen ritmo por ciudad, pero me parece inframotorizado. Y las mediciones en prestaciones no hacen otra cosa que corroborar lo dicho.
Y me parece así porque su chasis podría con 30CV más sin problema, ya que este automóvil ha respondido mejor cuando “más duro” se le ha conducido.
La suspensión trasera es seca, pero muy fiel, la dirección, aun siendo blanda, responde a la indicación del conductor, el cambio de 5 velocidades es recio, los frenos cumplen y con los neumáticos de medida generosa montados en este coche… están sentadas las bases para sacarse un GTi de la manga. O que se lo saquen de la división OPC de la marca. Eso sí, que quiten los tambores traseros y pongan discos, por si acaso.
Dicho esto os podréis imaginar que no es un coche cómodo especialmente, y efectivamente no lo es. Pero no lo es porque la versión Slam aquí mostrada lleva suspensión deportiva. Sin ella y con menos rueda no hemos tenido oportunidad de probarlo, pero dada su escasa batalla, discreta altura y corto recorrido de muelle, la cosa tampoco será tan distinta.
Con más motor la cosa tampoco cambiará mucho con respecto a sentirnos los mosquitos de la autopista, pues su pisada viene condicionada porque no nos pase muy cerca un camión de 12 ejes y tengamos que apretar los dientes para mantenernos en el carril.
Claro, que con un poco más de “tralla” bajo el acelerador igual ese camión no llegaría nunca a adelantarnos…
Es un poco frustrante, pero es lo que es, un coche urbano, coqueto y manejable. Para largas distancias, mejor tener un Astra en el garaje.
En cualquier caso, dada la escasa diferencia de precio entre este modelo y el superior a igualdad de equipamiento -15.600 euros uno, 16.315 el más potente- yo apostaría por el superior o bueno, ya que se jactan de las posibilidades de personalización de modelo, yo personalmente pediría uno con el bloque 1.4T del Meriva, un compresor de aire acondicionado más gordo… y ranura de “cedés” .
El Adam no. A nada que tengas un poco de gusto y sepas combinar los colores, siempre será un protagonista, incluso a pesar de su reducido tamaño.
Porque es increíble lo que dan de sí sus 369 cms de largo a la hora de personalizar el coche a tu gusto. Mil colores para la carrocería, dos mil para el techo, trescientos tipos de llantas, inserciones, pegatinas, accesorios, opcionales… capaces de configurar tu coche como reflejo de tu personalidad, como una escultura modernista rodante o como exactamente sea lo que has querido hacer. En el peor de los casos, te saldrá un curioso engendro. Hoy he visto uno color verde, con el techo rojo, las llantas negras y los retrovisores fucsia. Sólo le faltaba una pegatina atrás que dijera “Sí, soy daltónico”.
De cualquier manera, aunque esto ya lo inventó en su día el Mini, Opel lo mejora a base de ofrecer más opciones con un precio mucho más reducido.
Y a pesar de que el Adam en esta versión tope “Slam” viene muy equipado de serie, a nadie le amarga un dulce, sobre todo si este caramelo es asequible.
Y centrados en su exterior da gusto mirar un coche 100% original. A excepción del logo de la parrilla y un cierto aire de familia, el Adam no tiene nada de Corsa.
Su mirada de rana simpática le da una apariencia joven y divertida. Sin complejos.
El perfil dotado de líneas de fuga y de expresión, con unos hombros bien marcados y unos pasos de rueda sutilmente sobredimensionados, le confiere una imagen sport, donde destaca el pilar C truncado para enmarcar su nombre en letras cromadas.
La trasera quizá es lo menos logrado, pues parece sufrir de “el mal del tordo”: la cabecita estrecha y el culo gordo.
Se le ve pequeño y acampanado, pero “mono”.
Las ópticas en LED en este acabado flanquean un pequeño portón de maletero, y bajo él, un parachoques en el que los sensores del parktronic lucen descomunales. Rematan el conjunto dos redondeles a imitación de los delanteros (que son los intermitentes, no los antiniebla, que no los hay en el frente) ciertamente expuestos a los pequeños lances de aparcamiento.
En el interior más de lo mismo. Todo es nuevo, todo es para el Adam.
A excepción de los mandos secundarios de los limpiaparabrisas y los botones multimedia para el volante, todo se ha desarrollado para este coche. Lo cuál ya nos habla de originalidad.
También hay cuatro millones –tirando por lo bajo- de configuraciones posibles para el interior. El nuestro lucía un sencillo cuero negro (¿a juego con el techo y las ruedas?) en los asientos en contraste con los apliques del color de la carrocería, naranja terracota.
Para el guarnecido superior, se había escogido la opción de noche estrellada. Esto es, un montón de lucecitas (63) que se iluminan a la salida o entrada del vehículo –o cuando tú quieras a golpe de botón- haciendo las delicias de caprichosos, alguna fémina y niños pequeños. A mí me gusta más otro que he visto que imita un cielo azul con sus nubes y todo. Pero bueno, lo de las estrellitas tiene su punto, sobre todo porque la última vez que vi un detallito como este, creo recordar que estaba subido en un Rolls Royce.
Pero al fin y al cabo todo ello son fruslerías si el resto del interior no acompaña. Hablo ahora de lo prosaico pero que al fin y al cabo, es lo que importa cuando vas a conducir este coche día tras día.
Bien, pues a ese respecto, el Adam resuelve con nota todo lo tocante a las plazas delanteras. Sus asientos con amplios, con multitud de reglajes que sumados a los que también permite el volante te granjean en un instante una buena postura a sus mandos.
La visibilidad no es mala del todo, aunque lo que haya en el tres cuartos trasero queda oculto por el grueso pilar que sostiene la última parte del techo. Pero no hay problema, pues el pequeño Opel puede incorporar el avisador de objetos en el ángulo muerto. Nuestro coche lo traía y ha sido de gran utilidad. Además, los sensores de aparcamiento, que prácticamente rodean el vehículo, hacen de las maniobras un ejercicio sencillo… incluso con lo ojos cerrados.
El tablero de instrumentos es claro y colorista. Oculto bajo una pertinente capilla para que no haga reflejos, ni las esferas ni los abundantes cromados que las acompañan, nos ofrece la información de manera completa en forma analógica, siendo complementada por el ordenador central de forma digital. El volante es bastante “guay” de agarrar.
En la consola central, bajo dos redondos aireadores encontramos la pantalla táctil de 6.95 pulgadas del equipo de entretenimiento. A este le pongo la misma pega que a todos los “equipillos modernos” de coches pequeños: no hay ranura de CD. Total, que si te decides por este coche, tienes desde que lo pides hasta que te lo entregan para pasar toda tu discoteca a tu “smart phone” o a algún otro dispositivo Mp3. Bueno, a uno que le guste al coche, porque con el mío no se ha entendido nada de nada…
A ambos lados de la pantalla tenemos cuatro botones en dos grupos, los más próximos al conductor obedecen al modo de dirección ultramegablanda para cuando estás en ciudad, al volante y los asientos calefactables –olé, olé y olé- y al modo eco, mientras que al otro están los que accionan el bloqueo y desbloqueo de puertas, el calentador de asiento del acompañante y la desconexión de los sensores de parking. Todo muy sencillo y todo muy a mano.
En la base nos encontramos con los mandos de climatizador, el cual adolece de capacidad para hacer frente a elevadas temperaturas en un tiempo aceptable. Sobre todo con el modo eco activado. En verano, recomiendo que intentes aparcar a al sombra…
Más atrás la palanca de cambio y de freno convencional. No hay apoyabrazos.
Lo que sí que hay son huecos entre los asientos –dos- y buen espacio en cada puerta. Gracias a que estas son bastante grandes.
Las plazas de atrás… son pequeñas, angostas y sólo las recomiendo para niños o para amigos muy amigos y muy sufridos. Más que un cuatro plazas este coche es un 2+2 del estilo del Peugeot RCZ pero con mayor distancia al techo.
Ahora, lo que sí que le gustaría al Adam, es tener el maletero del mencionado coupé de Peugeot.
Porque lo de este coche no es un maletero, ¡es una guantera en la parte de atrás!
Sus 170 litros de capacidad superan a los 160 de un Mini pero quedan por detrás de los 185 -177 reales- de un Fiat 500. En cualquier caso, es muy poca cosa. Pero bueno, utilizando con maestría las posibilidades de las plazas traseras creo que la compra del súper te cabrá si prescindes del paquete 20+12 rollos de papel higiénico.
Hablando ya de mecánica, nuestro Opel esconde bajo su capó un “mil cuatrocientos” atmosférico que, si bien no es nuevo, sí que es original en que se le ha recortado la potencia. Nuestro coche era la versión de 87CV, habiendo otra “más prestacional” de ni más ni menos que 101CV disponible en la gama.
Con esta configuración el Adam va suave, no hace ruido mecánico y consume muy poquito (6,1 litros de media a los 102 kms registrados en la prueba), y desde luego se muestra como más que capaz de desenvolverse a buen ritmo por ciudad, pero me parece inframotorizado. Y las mediciones en prestaciones no hacen otra cosa que corroborar lo dicho.
Y me parece así porque su chasis podría con 30CV más sin problema, ya que este automóvil ha respondido mejor cuando “más duro” se le ha conducido.
La suspensión trasera es seca, pero muy fiel, la dirección, aun siendo blanda, responde a la indicación del conductor, el cambio de 5 velocidades es recio, los frenos cumplen y con los neumáticos de medida generosa montados en este coche… están sentadas las bases para sacarse un GTi de la manga. O que se lo saquen de la división OPC de la marca. Eso sí, que quiten los tambores traseros y pongan discos, por si acaso.
Dicho esto os podréis imaginar que no es un coche cómodo especialmente, y efectivamente no lo es. Pero no lo es porque la versión Slam aquí mostrada lleva suspensión deportiva. Sin ella y con menos rueda no hemos tenido oportunidad de probarlo, pero dada su escasa batalla, discreta altura y corto recorrido de muelle, la cosa tampoco será tan distinta.
Con más motor la cosa tampoco cambiará mucho con respecto a sentirnos los mosquitos de la autopista, pues su pisada viene condicionada porque no nos pase muy cerca un camión de 12 ejes y tengamos que apretar los dientes para mantenernos en el carril.
Claro, que con un poco más de “tralla” bajo el acelerador igual ese camión no llegaría nunca a adelantarnos…
Es un poco frustrante, pero es lo que es, un coche urbano, coqueto y manejable. Para largas distancias, mejor tener un Astra en el garaje.
En cualquier caso, dada la escasa diferencia de precio entre este modelo y el superior a igualdad de equipamiento -15.600 euros uno, 16.315 el más potente- yo apostaría por el superior o bueno, ya que se jactan de las posibilidades de personalización de modelo, yo personalmente pediría uno con el bloque 1.4T del Meriva, un compresor de aire acondicionado más gordo… y ranura de “cedés” .
NUESTRA NOTA: 7.5
Cosas a favor
Posibilidades de personalización
Chasis muy afinado
Puesto de conducción
Cosas en contra
Prestaciones discretas
Maletero tamaño plumier
Climatizador perezoso
MOTOR
- Cilindrada: 1.398 c.c.
- Potencia: 87 CV CEE
- Par: 13,2 mkg
- Tracción: delantera
- Caja de cambios: manual 5 velocidades
Dimensiones
- Largo/ancho/alto: 369/172/148 cms
- Peso: 1.060 kgs
- Ruedas: 215/45R17
- Maletero: 170 l
- Cap. Depósito: 38 l
Prestaciones
- Velocidad máxima: 176 km/h
- Aceleración 0-100km/h: 12,5 seg
- Consumo medio oficial: 5,1 l/100kms
Equipamiento
- Equipamiento: ABS, BAS, EDB, ESP, Hill holder, 6 airbags, bluetooth, asiento trasero abatible, control de velocidad, ordenador de a bordo, volante multifunción, climatizador, luces LED, suspensión deportiva, tapicería mixta cuero/tela, posavasos, pantalla multimedia, equipo de sonido con 7 altavoces, espejos eléctricos...