Subaru XV 2.0Bi-Fuel aut.
" Dale gas "
El XV de Subaru suma a su versatilidad de todo camino compacto con tracción total permanente la posibilidad de contar en su gama gasolina con propulsores alimentados con gas licuado de petróleo. Un atributo diferencial que lo hace más atractivo al bolsillo.
Empezaremos con lo convencional para luego pasar a lo original.
El XV –el “quince romano”, lo llamamos por aquí- se introdujo en el mercado nacional como la interpretación campera del Subaru Impreza que no acaba de llegar a nuestras latitudes.
Goza de unas dimensiones de compacto “crecidito” –le saca cuatro dedos a un Nissan Qashqai- y cuenta, como no podía ser de otra manera, con el celebérrimo sistema de tracción total simétrica de la marca, amén de sus motores en disposición bóxer –cilindros enfrentados- en versiones diesel y gasolina.
Por fuera es un modelo bien resuelto, con detalles que lo dotan de una estética desenfadada y campera, como los pasos de rueda protegidos por guarnecidos plásticos, las llantas de 17 pulgadas negras, el difusor trasero o la propia altura elevada del conjunto. Desde luego no es un coche estilísticamente muy arriesgado pero tampoco resulta un producto soso y sin gracia.
El interior promete cinco plazas, y a este respecto en la parte delantera no hay pega, pues sus dos ocupantes disfrutan de sendas grandes butacas bien regladas cuyo único “pero” menor es un mullido tirando a duro en este acabado Executive Plus que añade cuero. En la parte de atrás es distinto, pues si bien los ocupantes de las plazas laterales disponen de suficiente espacio para su supervivencia, el pobre del centro, como siempre en muchos de estos coches, está condenado a viajar sin piernas y casi sin rodillas. Y es que el túnel central resta gran lugar a la zona baja, y el mueble del apoyabrazos delantero también roba lo suyo. Por otra parte, las formas de la banqueta, con un sensible recorte en esta plaza, parecen señalar a voces que esa plaza queda reservada a niños o a koalas.
Por lo demás, la altura es correcta, las puertas abren casi en ángulo recto y los respaldos son ligeramente abatibles, otorgando más comodidad a sus pasajeros o algún litro más a su maletero.
El hueco de carga fija su capacidad en 380 litros. Todos muy aprovechables a lo ancho y a lo largo gracias a las formas interiores, pero lejos de las mejores medidas del segmento dada su escasa altura hasta la toldilla cubre equipajes. Lo bueno de todo coche cinco puertas es que ésta se puede desmontar y así cargar hasta el techo. De esta manera la cosa mejora.
Incluso puede no comprometer en exceso la visibilidad, ya que los grandes retrovisores exteriores ofrecen una buena panorámica de lo que sucede a nuestra zaga y una cámara de marcha atrás de serie aporta su granito de arena en la maniobras de aparcamiento.
Sentados a sus mandos nos encontramos con un puesto de conductor tan simple como bien pensado. No hay muchos mandos al alcance ni a la vista, y los que surgen, ofrecen una comprensión y funcionamiento sencillo.
El volante es quizá lo más nutrido del equipo, con multifunciones para la radio, el teléfono, el ordenador y el control de velocidad. A su izquierda sólo hay dos botones, uno para desconectar el Start/Stop y otro para hacer lo mismo con el ESP. Y tras el aro, una instrumentación completa de fácil lectura que combina dos grandes relojes analógicos con dos indicadores digitales, alejados de la filigrana del ordenador que corona la consola central.
Este elemento, con una docena de configuraciones, nos indica con todo lujo de colores desde nuestro consumo instantáneo, hasta el medio, el histórico del último trayecto, el funcionamiento de la parada y arranque automático, el modo de propulsión 4x4 utilizado junto con el grado de giro de las ruedas delanteras o un bonito reloj analógico con la temperatura exterior y la fecha. No es un portento, pero es entretenido y vistoso.
La pantalla del equipo multimedia es táctil, con lo que sólo cuenta con un par de botones: el que se pulsa para dar órdenes vocales y el que alterna la información visualizada entre el mapa o audio. Tiene cargador de “cedés”, bluetooth y su calidad de audición es muy buena. También hemos podido confirmar que el navegador de la unidad que tiempo atrás probamos –un XV 2.0D- y que no pudo encontrar Valladolid a un kilómetro de la entrada a la ciudad, funciona mucho mejor en este coche. Con lo que damos lo anterior como “pájara” o defecto aislado.
Los mandos de la climatización son tres roscas sin ningún misterio, más abajo hay un circulito redondo con seis luces con el que luego iremos, y entre los asientos, la palanca del cambio automático, un freno de mano convencional y un apoyabrazos con una buena guanera en su interior. Hay bolsas en las puertas, bandejita en el túnel central y dos buenos posavasos.
Puesto en marcha, lo primero que llama la atención es lo lejos que quedan aún la mayoría de los diesel a la hora de igualar la suavidad de un bloque gasolina. Más si es atmosférico.
En “D” el coche ofrece una respuesta instantánea de acelerador, necesitando de un par o tres salidas “harto impetuosas” hasta acostumbrarse.
A partir de ahí, el motor remolonea, haciéndose de rogar para subir de vueltas. También tiene culpa una caja de cambios con una leyes de lo más conservadoras, buscando siempre la marcha más alta de las seis disponibles y siendo algo perezosa en las maniobras de “quick-down”. Sumado, todo esto hace al XV un rodador suave pero flojeras, no parece que tenga los 150CV que anuncia su ficha técnica…
Su debilidad mejora algo si manejamos el cambio de modo secuencial gracias a las levas tras el volante, pero descuida, que de esta guisa el Subaru tampoco se convierte en ningún deportivo.
Su pisada es firme, y a pesar de su altura, sus inercias, escasas. También es cierto que rodamos siempre en modo 4x4 con un reparto 50/50 entre ambos ejes, y eso da seguridad. Sobre todo si como es el caso, tenemos una trasera algo viva merced a un reglaje de suspensión algo dura. Esto hace rebotar al coche un poco más de lo esperado, de hecho, al pasar algún badén un poco fuerte no es extraño ver cómo el testigo del control de tracción y estabilidad se ilumina. También resta algo de confort a los pasajeros traseros, pero bueno, nada grave.
La dirección tiene un punto de asistencia medio preferible a las asistencias eléctricas de nuevo cuño, que transmiten poca información al que sujeta el volante. Los frenos, detienen la casi tonelada y media del coche en distancias aceptables.
El consumo se nos quedó en 7,8 litros a los 100kms recorridos, con la observación de que se trataba de un coche casi nuevo a estrenar –contaba con menos de 2.000kms al inicio de la prueba-. La cifra seguro que irá bajando hasta unos más que loables 7,4-7,5, pero dudo que llegue a los 6,6 homologados por la marca. El funcionamiento del Start/Stop, discreto.
Si ya hemos visto lo “normal” del coche, ahora vamos con lo “extraordinario” que aporta el modelo, que no es otra cosa que su sistema de combustible dual.
Esta preparación GLP la realiza Subaru para algunos de sus mercados de manera accesoria, pues el coche carece de manual específico y la integración del sistema es netamente escasa. Pero no por ello pierde atractivo.
El gas licuado de petróleo es un subproducto del crudo a medio camino entre el gas butano y el metano, y su proliferación en la automoción se la debemos a un precio de adquisición mucho más bajo. Suele estar en torno a los 0,70 euros el litro. Nosotros, en la gasolinera que tenemos al lado de nuestro “Cuartel General” la hemos puesto a 0,72. Eso quiere decir que llenamos su depósito de GLP por la mitad que llenamos el de la gasolina. Unos 36 euros y a tirar millas.
La operación de repostaje implica un adaptador especial –te lo dan con el coche- que se atornilla a la boca de llenado y al que a su vez se fija la especial manguera de la gasolinera. Yo, a falta de instrucciones, hice lo que buenamente pude sin éxito al primer intento, pero un amable taxista instruido en el tema pues su Skoda también iba a GLP, me indicó el procedimiento y a partir de ahí, miel sobre hojuelas.
Se hace raro llenar el tanque al precio de 1998, te hace sentir ciudadano yankee, de Emiratos… o que le estás poniendo una cochinadita a tu coche que milagro será si éste, a la salida de la estación de servicio, aún se mueve.
Pero se mueve, y se mueve bien.
Para activar el sistema hay que pulsar el botón en el centro del dispositivo de las lucecitas, entonces, la que está a las “doce en punto” parpadea de rojo a verde y se iluminan el resto según dispongas del combustible. A tu espalda suena un “clic” que indica cómo se cierra un depósito y se abre el otro, y el coche, ni se inmuta. De hecho, se puede hacer el cambio en marcha y no hay disrupción ninguna en el funcionamiento.
Sí es verdad que parece que el ralentí sube un centenar de vueltas, y que huele como si alguien, lejos, estuviera cociendo coliflor, pero nada molesta.
El rendimiento, con cronómetro en la mano, permanece inalterado, y el consumo de GLP, también resulta cercano a los 8 litros a los 100kms. Con lo que una vez probado el sistema sólo le encuentro ventajas. Hablando con otro profesional del volante, es decir, otro amable taxista –y van dos, ¡estoy en racha!- me comenta que él siempre lleva el depósito de gasolina a tope por si no hay posibilidad de repostar GLP, pero que como la red cada vez es más extensa, ya sólo lo usa para que el coche “estire las piernas” en trayectos largos. Y con 60.000kms ya rodados, no ha notado merma ninguna en la mecánica.
Como digo, sigo echando de menos un ordenador de abordo que me informe de mis progresos cuando ruedo con GLP, o un testigo más allá del diminuto LED donde casi no se ve, que me diga qué voy usando en cada momento, pero más allá, hablando de la integración mecánica, reconozco que está muy bien resuelta. De hecho, si te quedas sin gas, el coche él solito activa el depósito de gasolina sobre la marcha.
Es este un atributo diferenciador interesante en los tiempos que corren, y que hacen de este Subaru una gran alternativa. Pues todavía queda gente que valora la suavidad y elasticidad de los motores gasolina, pero que no quiere que su consumo le haga un agujero en la cartera. Pues bien, este XV va suave, es versátil, está bien equipado y los 32.440 euros que cuesta esta versión tope de gama tampoco son una locura. No es un coche especialmente parco en consumos, pero gracias a su personalidad bipolar, resulta mucho menos costoso llenar su depósito.
El XV –el “quince romano”, lo llamamos por aquí- se introdujo en el mercado nacional como la interpretación campera del Subaru Impreza que no acaba de llegar a nuestras latitudes.
Goza de unas dimensiones de compacto “crecidito” –le saca cuatro dedos a un Nissan Qashqai- y cuenta, como no podía ser de otra manera, con el celebérrimo sistema de tracción total simétrica de la marca, amén de sus motores en disposición bóxer –cilindros enfrentados- en versiones diesel y gasolina.
Por fuera es un modelo bien resuelto, con detalles que lo dotan de una estética desenfadada y campera, como los pasos de rueda protegidos por guarnecidos plásticos, las llantas de 17 pulgadas negras, el difusor trasero o la propia altura elevada del conjunto. Desde luego no es un coche estilísticamente muy arriesgado pero tampoco resulta un producto soso y sin gracia.
El interior promete cinco plazas, y a este respecto en la parte delantera no hay pega, pues sus dos ocupantes disfrutan de sendas grandes butacas bien regladas cuyo único “pero” menor es un mullido tirando a duro en este acabado Executive Plus que añade cuero. En la parte de atrás es distinto, pues si bien los ocupantes de las plazas laterales disponen de suficiente espacio para su supervivencia, el pobre del centro, como siempre en muchos de estos coches, está condenado a viajar sin piernas y casi sin rodillas. Y es que el túnel central resta gran lugar a la zona baja, y el mueble del apoyabrazos delantero también roba lo suyo. Por otra parte, las formas de la banqueta, con un sensible recorte en esta plaza, parecen señalar a voces que esa plaza queda reservada a niños o a koalas.
Por lo demás, la altura es correcta, las puertas abren casi en ángulo recto y los respaldos son ligeramente abatibles, otorgando más comodidad a sus pasajeros o algún litro más a su maletero.
El hueco de carga fija su capacidad en 380 litros. Todos muy aprovechables a lo ancho y a lo largo gracias a las formas interiores, pero lejos de las mejores medidas del segmento dada su escasa altura hasta la toldilla cubre equipajes. Lo bueno de todo coche cinco puertas es que ésta se puede desmontar y así cargar hasta el techo. De esta manera la cosa mejora.
Incluso puede no comprometer en exceso la visibilidad, ya que los grandes retrovisores exteriores ofrecen una buena panorámica de lo que sucede a nuestra zaga y una cámara de marcha atrás de serie aporta su granito de arena en la maniobras de aparcamiento.
Sentados a sus mandos nos encontramos con un puesto de conductor tan simple como bien pensado. No hay muchos mandos al alcance ni a la vista, y los que surgen, ofrecen una comprensión y funcionamiento sencillo.
El volante es quizá lo más nutrido del equipo, con multifunciones para la radio, el teléfono, el ordenador y el control de velocidad. A su izquierda sólo hay dos botones, uno para desconectar el Start/Stop y otro para hacer lo mismo con el ESP. Y tras el aro, una instrumentación completa de fácil lectura que combina dos grandes relojes analógicos con dos indicadores digitales, alejados de la filigrana del ordenador que corona la consola central.
Este elemento, con una docena de configuraciones, nos indica con todo lujo de colores desde nuestro consumo instantáneo, hasta el medio, el histórico del último trayecto, el funcionamiento de la parada y arranque automático, el modo de propulsión 4x4 utilizado junto con el grado de giro de las ruedas delanteras o un bonito reloj analógico con la temperatura exterior y la fecha. No es un portento, pero es entretenido y vistoso.
La pantalla del equipo multimedia es táctil, con lo que sólo cuenta con un par de botones: el que se pulsa para dar órdenes vocales y el que alterna la información visualizada entre el mapa o audio. Tiene cargador de “cedés”, bluetooth y su calidad de audición es muy buena. También hemos podido confirmar que el navegador de la unidad que tiempo atrás probamos –un XV 2.0D- y que no pudo encontrar Valladolid a un kilómetro de la entrada a la ciudad, funciona mucho mejor en este coche. Con lo que damos lo anterior como “pájara” o defecto aislado.
Los mandos de la climatización son tres roscas sin ningún misterio, más abajo hay un circulito redondo con seis luces con el que luego iremos, y entre los asientos, la palanca del cambio automático, un freno de mano convencional y un apoyabrazos con una buena guanera en su interior. Hay bolsas en las puertas, bandejita en el túnel central y dos buenos posavasos.
Puesto en marcha, lo primero que llama la atención es lo lejos que quedan aún la mayoría de los diesel a la hora de igualar la suavidad de un bloque gasolina. Más si es atmosférico.
En “D” el coche ofrece una respuesta instantánea de acelerador, necesitando de un par o tres salidas “harto impetuosas” hasta acostumbrarse.
A partir de ahí, el motor remolonea, haciéndose de rogar para subir de vueltas. También tiene culpa una caja de cambios con una leyes de lo más conservadoras, buscando siempre la marcha más alta de las seis disponibles y siendo algo perezosa en las maniobras de “quick-down”. Sumado, todo esto hace al XV un rodador suave pero flojeras, no parece que tenga los 150CV que anuncia su ficha técnica…
Su debilidad mejora algo si manejamos el cambio de modo secuencial gracias a las levas tras el volante, pero descuida, que de esta guisa el Subaru tampoco se convierte en ningún deportivo.
Su pisada es firme, y a pesar de su altura, sus inercias, escasas. También es cierto que rodamos siempre en modo 4x4 con un reparto 50/50 entre ambos ejes, y eso da seguridad. Sobre todo si como es el caso, tenemos una trasera algo viva merced a un reglaje de suspensión algo dura. Esto hace rebotar al coche un poco más de lo esperado, de hecho, al pasar algún badén un poco fuerte no es extraño ver cómo el testigo del control de tracción y estabilidad se ilumina. También resta algo de confort a los pasajeros traseros, pero bueno, nada grave.
La dirección tiene un punto de asistencia medio preferible a las asistencias eléctricas de nuevo cuño, que transmiten poca información al que sujeta el volante. Los frenos, detienen la casi tonelada y media del coche en distancias aceptables.
El consumo se nos quedó en 7,8 litros a los 100kms recorridos, con la observación de que se trataba de un coche casi nuevo a estrenar –contaba con menos de 2.000kms al inicio de la prueba-. La cifra seguro que irá bajando hasta unos más que loables 7,4-7,5, pero dudo que llegue a los 6,6 homologados por la marca. El funcionamiento del Start/Stop, discreto.
Si ya hemos visto lo “normal” del coche, ahora vamos con lo “extraordinario” que aporta el modelo, que no es otra cosa que su sistema de combustible dual.
Esta preparación GLP la realiza Subaru para algunos de sus mercados de manera accesoria, pues el coche carece de manual específico y la integración del sistema es netamente escasa. Pero no por ello pierde atractivo.
El gas licuado de petróleo es un subproducto del crudo a medio camino entre el gas butano y el metano, y su proliferación en la automoción se la debemos a un precio de adquisición mucho más bajo. Suele estar en torno a los 0,70 euros el litro. Nosotros, en la gasolinera que tenemos al lado de nuestro “Cuartel General” la hemos puesto a 0,72. Eso quiere decir que llenamos su depósito de GLP por la mitad que llenamos el de la gasolina. Unos 36 euros y a tirar millas.
La operación de repostaje implica un adaptador especial –te lo dan con el coche- que se atornilla a la boca de llenado y al que a su vez se fija la especial manguera de la gasolinera. Yo, a falta de instrucciones, hice lo que buenamente pude sin éxito al primer intento, pero un amable taxista instruido en el tema pues su Skoda también iba a GLP, me indicó el procedimiento y a partir de ahí, miel sobre hojuelas.
Se hace raro llenar el tanque al precio de 1998, te hace sentir ciudadano yankee, de Emiratos… o que le estás poniendo una cochinadita a tu coche que milagro será si éste, a la salida de la estación de servicio, aún se mueve.
Pero se mueve, y se mueve bien.
Para activar el sistema hay que pulsar el botón en el centro del dispositivo de las lucecitas, entonces, la que está a las “doce en punto” parpadea de rojo a verde y se iluminan el resto según dispongas del combustible. A tu espalda suena un “clic” que indica cómo se cierra un depósito y se abre el otro, y el coche, ni se inmuta. De hecho, se puede hacer el cambio en marcha y no hay disrupción ninguna en el funcionamiento.
Sí es verdad que parece que el ralentí sube un centenar de vueltas, y que huele como si alguien, lejos, estuviera cociendo coliflor, pero nada molesta.
El rendimiento, con cronómetro en la mano, permanece inalterado, y el consumo de GLP, también resulta cercano a los 8 litros a los 100kms. Con lo que una vez probado el sistema sólo le encuentro ventajas. Hablando con otro profesional del volante, es decir, otro amable taxista –y van dos, ¡estoy en racha!- me comenta que él siempre lleva el depósito de gasolina a tope por si no hay posibilidad de repostar GLP, pero que como la red cada vez es más extensa, ya sólo lo usa para que el coche “estire las piernas” en trayectos largos. Y con 60.000kms ya rodados, no ha notado merma ninguna en la mecánica.
Como digo, sigo echando de menos un ordenador de abordo que me informe de mis progresos cuando ruedo con GLP, o un testigo más allá del diminuto LED donde casi no se ve, que me diga qué voy usando en cada momento, pero más allá, hablando de la integración mecánica, reconozco que está muy bien resuelta. De hecho, si te quedas sin gas, el coche él solito activa el depósito de gasolina sobre la marcha.
Es este un atributo diferenciador interesante en los tiempos que corren, y que hacen de este Subaru una gran alternativa. Pues todavía queda gente que valora la suavidad y elasticidad de los motores gasolina, pero que no quiere que su consumo le haga un agujero en la cartera. Pues bien, este XV va suave, es versátil, está bien equipado y los 32.440 euros que cuesta esta versión tope de gama tampoco son una locura. No es un coche especialmente parco en consumos, pero gracias a su personalidad bipolar, resulta mucho menos costoso llenar su depósito.
NUESTRA NOTA: 7.5
Cosas a favor
Sistema Bi-fuel
Equipamiento de serie
Sistema de tracción total
Cosas en contra
Bi-Fuel poco integrado en la instrumentación
Maletero algo escaso
Cambio de marchas lento y conservador
MOTOR
- Cilindrada: 1.995 c.c.
- Potencia: 150 CV CEE
- Par: 20 mkg
- Tracción: integral permanente
- Caja de cambios: automática 6 velocidades
Dimensiones
- Largo/ancho/alto: 445/178/157 cms
- Peso: 1.420 kgs
- Ruedas: 225/55R17
- Maletero: 380 l
- Cap. Depósito: 60
Prestaciones
- Velocidad máxima: 187 km/h
- Aceleración 0-100km/h: 10,7 seg
- Consumo medio oficial: 6,6 l/100kms
Equipamiento
- Equipamiento: ABS, BAS, EDB, ESP, TCS, 6 airbags + conductor de rodilla, climatizador bizona, faros de xenon, sensor de luces y limpias, navegador, tapicería de cuero, techo solar, acceso y arranque sin llave, bluetooth, cámara de visión trasera, luces diurnas, ordenado de abordo, asientos delanteros calefactables...