Kia Río 1.4CRDi Drive 5p
" Del Río me fío "
Kia continúa de manera imparable la mejora de su gama. Esta vez le ha tocado al Rio cuya metamorfosis a la inversa (de bicho a hombre) se hace patente por fuera, por dentro y en marcha.
Del anterior Kia Río lo mejor que se podía decir es que era barato. No era malo, pero desde luego tampoco era bueno.
Al fin y al cabo no era más que un anodino familiar low cost a caballo entre los urbanos y los compactos que ofrecía cuatro ruedas y un volante por una cantidad de dinero inferior a su competencia. No obstante, puestos a elegir un coche de su estilo, el pobre Kia apenas entraba en consideración de nadie, de ahí sus discretas ventas.
Ahora es distinto. El concepto se mantiene, pero todo lo demás cambia.
Sigue siendo un coche sencillo y sincero, pero ahora su calidad gana mil millones de puntos en cada uno de los apartados mereciendo ya un hueco real en su mercado.
Por fuera es cierto que el coche no levanta pasiones. Sus líneas son sencillas aunque equilibradas, escondiendo más diseño del que muestran. Pero claro, estos coches son un poco para ponerlos bonitos, y el color blanco y los acabados intermedios no les hacen ningún favor, como ha sido nuestro caso.
Con lo del acabado intermedio quiero decir que nuestra unidad era un “Drive”, peldaño superior al “Concept” e inmediatamente inferior al “Emotion”, que con sus luces LED y sus ruedas de 16” pulgadas sí puede atraer alguna mirada más que nuestro “coche de visitador médico”.
Sin embargo, insisto, observado en detalle el nuevo Río deja una fantástica sensación de coche bien hecho. Sin alardes estéticos, pero sin defectos.
Al pasar al interior nos encontramos mayor originalidad y la misma calidad, esto es, 144.360 veces más que la que lucía puertas adentro el modelo pretérito.
Los materiales no son excelentes, con una clara profusión de plásticos duros en el salpicadero, pero son suficientemente buenos y los ajustes lo suficientemente precisos como para que si llama la atención la calidad de su acabado, lo haga en términos positivos, amén de garantizar una existencia sin ruidos parásitos al menos hasta el día después de que se te acabe la garantía. Suele pasar, lo bueno es que en este coche dicha cobertura dura 7 años.
En el interior, como iba diciendo, el volante aglutina mucho mando y es una pena que no esté forrado en cuero, porque el tacto es bastante bueno. Tras él hay un cuadro de instrumentos completo y en la consola central, como un oasis de tecnología en medio de un desierto de plástico, aparece la radio cuya pantalla se vuelve invisible a nada que le de el sol, dicho sea de paso. A su lado, un hueco cuadrado y profundo del que yo aún estoy por descubrir que podemos guardar ahí (el móvil no cabe, el mechero se cae, si metes dos bolis desaprovechas el resto…). Por suerte hay unos huecos muy grandes en las puertas, una bandejita delante de la palanca de cambios y unos posavasos tras de ella.
El climatizador, más abajo, es monozona, moderno y de fácil manejo gracias a sus grandes mandos.
Los asientos son grandes y cómodos, su mullido no cansa y las sujeciones laterales no son su fuerte. La postura al volante es muy natural y se obtiene con dos golpes de muñeca… o tirando de palanqueta. La visibilidad es muy buena en todos los ángulos.
Pasamos a las plazas de atrás y constatamos el buen trabajo realizado para que un coche de cuatro metros acomode sin agobios cinco adultos en su interior. Con tres atrás no sobra espacio, pero tampoco falta. Se va algo más holgado que en, por ejemplo, el Seat Ibiza.
Y luego el maletero, con una boca de carga grande y una capacidad decente para vérselas con los bultos de sus pasajeros.
Puesto en marcha llama poderosamente mi atención la rumorosidad de su mecánica, o mejor expresado, la ausencia de ella. Si al ralentí el traqueteo de 1.4 diesel sí que se filtra tenuemente al interior, lanzado en carretera hay que hacer un esfuerzo para escuchar el motor girando. Genial trabajo de aislamiento, aunque ya sabemos que este bloque nunca ha sido de los más ruidosos.
El motor de este Río eroga 90 “caballitos” que pueden parecer pocos para un coche de 1.200 kilos, pero que resultan más que suficientes.
Las prestaciones no son un escándalo (de cero a cien en un cuarto de siglo, velocidad punta de tranvía…) pero obtiene sus máximos con una facilidad insultante. Sí es verdad que en carretera secundaria tendremos que tirar de su caja de cambios de 6 marchas para sacarle jugo, pero ni motor ni cambio nos dejarán tirados a mitad de un adelantamiento.
La misma nobleza demuestra su chasis. Aunque en este caso, más que noble es un conjunto casi inerte. Es obvio que el Río no se pensó para veleidades velocísticas. De frenos va bastante bien, con discos en las cuatro ruedas, y su pisada es todo lo firme que le permite una suspensión bastante blanda y unas ruedas ecológicas con florecitas dibujadas en sus bandas.
Que sí, que están muy bien y que algo de culpa tendrán en haber dejado el consumo del coche en una media de 5,1 litros a los 100 kms en la prueba, pero han mermado sin duda nuestras mediciones en distancias de frenado.
Ahora hablamos de precio y nos encontramos charlando sobre la barrera de los 17.000 euros, que no son moco de pavo. Afortunadamente la marca y su red de concesionarios siempre se sacan de la manga algún descuento, porque desde luego su precio de tarifa lo aleja de luchadores natos del segmento como el antes mencionado Ibiza (16.000 euros el 1.6TDi Referente 5 puertas), el vetusto pero fiable Renault Clio (1.5 dci 90 CV 5p por 14.000 euros) o el recién aparecido Peugeot 208 (16.100 euros para el 1.6 e-hdi 5p). Sin embargo su primo hermano de Hyundai, el i20, casi clava su precio. Esto nos debería dar a entender lo buen coche que en el sur de Corea han querido hacer…
Con todo llegamos al final sin encontrar en el Kía Río grandes ventajas pero tampoco grandes inconvenientes –lo que de por sí ya es una ventaja-. El equipamiento de esta versión es bastante completo y la extensa garantía del fabricante, junto con su filosofía de coche sencillo, hace que sea un coche en el que puede confiar. ¿Más o menos que en otros? No sé, pero por lo menos, lo mismo.
Al fin y al cabo no era más que un anodino familiar low cost a caballo entre los urbanos y los compactos que ofrecía cuatro ruedas y un volante por una cantidad de dinero inferior a su competencia. No obstante, puestos a elegir un coche de su estilo, el pobre Kia apenas entraba en consideración de nadie, de ahí sus discretas ventas.
Ahora es distinto. El concepto se mantiene, pero todo lo demás cambia.
Sigue siendo un coche sencillo y sincero, pero ahora su calidad gana mil millones de puntos en cada uno de los apartados mereciendo ya un hueco real en su mercado.
Por fuera es cierto que el coche no levanta pasiones. Sus líneas son sencillas aunque equilibradas, escondiendo más diseño del que muestran. Pero claro, estos coches son un poco para ponerlos bonitos, y el color blanco y los acabados intermedios no les hacen ningún favor, como ha sido nuestro caso.
Con lo del acabado intermedio quiero decir que nuestra unidad era un “Drive”, peldaño superior al “Concept” e inmediatamente inferior al “Emotion”, que con sus luces LED y sus ruedas de 16” pulgadas sí puede atraer alguna mirada más que nuestro “coche de visitador médico”.
Sin embargo, insisto, observado en detalle el nuevo Río deja una fantástica sensación de coche bien hecho. Sin alardes estéticos, pero sin defectos.
Al pasar al interior nos encontramos mayor originalidad y la misma calidad, esto es, 144.360 veces más que la que lucía puertas adentro el modelo pretérito.
Los materiales no son excelentes, con una clara profusión de plásticos duros en el salpicadero, pero son suficientemente buenos y los ajustes lo suficientemente precisos como para que si llama la atención la calidad de su acabado, lo haga en términos positivos, amén de garantizar una existencia sin ruidos parásitos al menos hasta el día después de que se te acabe la garantía. Suele pasar, lo bueno es que en este coche dicha cobertura dura 7 años.
En el interior, como iba diciendo, el volante aglutina mucho mando y es una pena que no esté forrado en cuero, porque el tacto es bastante bueno. Tras él hay un cuadro de instrumentos completo y en la consola central, como un oasis de tecnología en medio de un desierto de plástico, aparece la radio cuya pantalla se vuelve invisible a nada que le de el sol, dicho sea de paso. A su lado, un hueco cuadrado y profundo del que yo aún estoy por descubrir que podemos guardar ahí (el móvil no cabe, el mechero se cae, si metes dos bolis desaprovechas el resto…). Por suerte hay unos huecos muy grandes en las puertas, una bandejita delante de la palanca de cambios y unos posavasos tras de ella.
El climatizador, más abajo, es monozona, moderno y de fácil manejo gracias a sus grandes mandos.
Los asientos son grandes y cómodos, su mullido no cansa y las sujeciones laterales no son su fuerte. La postura al volante es muy natural y se obtiene con dos golpes de muñeca… o tirando de palanqueta. La visibilidad es muy buena en todos los ángulos.
Pasamos a las plazas de atrás y constatamos el buen trabajo realizado para que un coche de cuatro metros acomode sin agobios cinco adultos en su interior. Con tres atrás no sobra espacio, pero tampoco falta. Se va algo más holgado que en, por ejemplo, el Seat Ibiza.
Y luego el maletero, con una boca de carga grande y una capacidad decente para vérselas con los bultos de sus pasajeros.
Puesto en marcha llama poderosamente mi atención la rumorosidad de su mecánica, o mejor expresado, la ausencia de ella. Si al ralentí el traqueteo de 1.4 diesel sí que se filtra tenuemente al interior, lanzado en carretera hay que hacer un esfuerzo para escuchar el motor girando. Genial trabajo de aislamiento, aunque ya sabemos que este bloque nunca ha sido de los más ruidosos.
El motor de este Río eroga 90 “caballitos” que pueden parecer pocos para un coche de 1.200 kilos, pero que resultan más que suficientes.
Las prestaciones no son un escándalo (de cero a cien en un cuarto de siglo, velocidad punta de tranvía…) pero obtiene sus máximos con una facilidad insultante. Sí es verdad que en carretera secundaria tendremos que tirar de su caja de cambios de 6 marchas para sacarle jugo, pero ni motor ni cambio nos dejarán tirados a mitad de un adelantamiento.
La misma nobleza demuestra su chasis. Aunque en este caso, más que noble es un conjunto casi inerte. Es obvio que el Río no se pensó para veleidades velocísticas. De frenos va bastante bien, con discos en las cuatro ruedas, y su pisada es todo lo firme que le permite una suspensión bastante blanda y unas ruedas ecológicas con florecitas dibujadas en sus bandas.
Que sí, que están muy bien y que algo de culpa tendrán en haber dejado el consumo del coche en una media de 5,1 litros a los 100 kms en la prueba, pero han mermado sin duda nuestras mediciones en distancias de frenado.
Ahora hablamos de precio y nos encontramos charlando sobre la barrera de los 17.000 euros, que no son moco de pavo. Afortunadamente la marca y su red de concesionarios siempre se sacan de la manga algún descuento, porque desde luego su precio de tarifa lo aleja de luchadores natos del segmento como el antes mencionado Ibiza (16.000 euros el 1.6TDi Referente 5 puertas), el vetusto pero fiable Renault Clio (1.5 dci 90 CV 5p por 14.000 euros) o el recién aparecido Peugeot 208 (16.100 euros para el 1.6 e-hdi 5p). Sin embargo su primo hermano de Hyundai, el i20, casi clava su precio. Esto nos debería dar a entender lo buen coche que en el sur de Corea han querido hacer…
Con todo llegamos al final sin encontrar en el Kía Río grandes ventajas pero tampoco grandes inconvenientes –lo que de por sí ya es una ventaja-. El equipamiento de esta versión es bastante completo y la extensa garantía del fabricante, junto con su filosofía de coche sencillo, hace que sea un coche en el que puede confiar. ¿Más o menos que en otros? No sé, pero por lo menos, lo mismo.
NUESTRA NOTA: 7
Cosas a favor
Baja rumorosidad mecánica
Consumo contenido
Amplitud interior
Cosas en contra
Mucho plástico a la vista en el interior
Precio algo elevado
Política de opciones
MOTOR
- Cilindrada: 1.396 c.c.
- Potencia: 90 CV CEE
- Par: 22,4 mkg
- Tracción: delantera
- Caja de cambios: manual 6 velocidades
Dimensiones
- Largo/ancho/alto: 404/172/145 cms
- Peso: 1.266 kgas
- Ruedas: 185/65R15
- Maletero: 288 l
- Cap. Depósito: 43 l
Prestaciones
- Velocidad máxima: 172 km/h
- Aceleración 0-100km/h: 14,2 seg
- Consumo medio oficial: 4,1 l/100kms
Equipamiento
- Equipamiento: ABS, EDB, Hill Holder, ESP, 6 airbags, elevalunas eléctricos, asiento trasero abatible, radio CD-MP3, aire acondicionado, bluetooth, llantas de aleación, sensor de limpias, faros antiniebla, retrovisores eléctricos, apertura remota de depósito y maletero...