Mercedes C200CDi Elegance
" Ahora sí "
El anterior modelo de acceso a la gama diesel de la clase C de Mercedes me dejó frío: Sacrificaba demasiado por reducir el consumo… y además, sin lograrlo. Ahora la cosa cambia, y el 200Cdi se convierte en un básico ahorrador y con marcha.
Bien cierto es que este 200 ya no es el benjamín a gasóleo de la gama, ese lugar lo tiene reservado para sí el 180 de 120 CV… y mismo bloque motor que nuestro protagonista.
Pero es que este propulsor de 2.143 c.c. igual sirve para un roto que para un descosido, y jugando con la gestión electrónica y el número de sobrealimentadores puebla la Clase C, Clase E, CLS e incluso anima un Clase S. Así lo encontramos en versiones de 120 CV (180CDi), 136CV (200CDi), 170CV (220CDi) y 204CV (250CDi). Todos ellos con el apellido “BlueEfficiency”, todo un despliegue de tecnología buscando la máxima eficiencia del combustible y la mínima emisión de sustancias contaminantes (incluyendo el peculiar gel azul pulverizado en los gases de escape para anular las sustancias más dañinas, de ahí lo del “Blue” del “BlueEfficiency”).
Dicho esto nos centramos en el C200CDi objeto de nuestra prueba.
El coche nos llega con la actualización de la gama 2011, una puesta al día que aunque sutil, le da a la Clase C un soplo de aire fresco y lo sitúa a la altura de sus inmediatos y recién remozados competidores. No es un coche nuevo, para ello habrá que esperar a 2013-2014, pero sí un coche moderno.
En el frontal encontramos nuevos grupos ópticos con luz de día y parachoques remozados, y en la trasera, tres cuartas partes de lo mismo. Profusión de Leds en sus pilotos y un más elegante parachoques trasero. También existen nuevos colores y llantas disponibles en función del acabado (Classic, Elegance, Avantgarde o AMG). Y retrovisores más proporcionados y aerodinámicos, y alguna decoración que otra más.
En el interior la cosa ha mejorado mucho, si no en términos de calidad, la cuál ya era extraordinaria, sí en lo que se refiere a ubicación y uso de algunos mandos. Ahora la pantalla multifunción va integrada en una prolongación de la capilla del cuadro de instrumentos, que también luce nuevo diseño con un ordenador de abordo completísimo y a color. Muchos botones también se han simplificado y/o mejorado. El freno de mano sigue siendo de pie, y aunque muchos lo critiquen, yo sin duda lo prefiero frente a dispositivos electrónicos por botón tan en boga en nuestros días (e inútiles en frenadas de emergencia, lentos en su accionamiento y un engorro si te quedas sin batería). También me gusta el navegador Becker “barato” (900 euros en opción) con el que venía equipado nuestro coche. Es básico, pero poca gente necesita mucho más de un GPS.
Lo que menos me gusta es la palanca del control/limitador de velocidad. En Mercedes insisten en gastarnos la inocentada de ponerlo donde debería estar el mando de los intermitentes para darnos el susto de activar el “Cruise Control” cuando lo que queríamos era indicar que nos salimos por esta salida. Pero éste no es sólo un problema de la Clase C. La marca parece llevar a gala tener este palitroque mal colocado en todos sus modelos.
Ahora los asientos: grandes y duros. Sobrados de regulaciones que permiten una óptima postura frente a su gran volante. En términos de practicidad hay huecos y huequines en puertas, apoyabrazos y los asientos traseros son abatibles (de manera asimétrica en opción, creo).
En las plazas de atrás este modelo actualizado seguirá sin marcar el record de su categoría. Si dos son pareja, tres son multitud. Si en profundidad, altura y anchura “Merche” puede con ellos, su voluminoso túnel central hará la vida imposible a las piernas del pasajero de en medio.
El maletero, con 475 litros de capacidad, se sitúa en la media de referencia del segmento.
Ahora nos sentamos a sus mandos prestos a descubrir qué hay de nuevo bajo el capó.
Al ralentí el sonido de su motor se filtra levemente en su interior, dando cuenta de dos cosas: la primera que no es un motor especialmente rumoroso y la segunda –y más importante- lo bien aislado que está su habitáculo.
Puesto a circular tranquilo este Mercedes se reafirma como Mercedes: es todo suavidad, más en este acabado Elegance. Ganamos velocidad poquito a poco engranando las seis marchas de su caja de cambios de accionamiento vetusto (ojo, a mí me gusta), nos situamos en una cómoda velocidad de crucero… y hasta el infinito y más allá.
Sin ser un barco, el conjunto muelle-suspensión mece la carrocería con gran sutileza y sin perder aplomo. Es un devorador de kilómetros nato, pues no cansa, diga lo que diga el sistema “Attention Assist” que incorpora y que insiste cada dos por tres en que nos paremos a tomar un café (con churros incluso una vez me dijo).
Decidido a elevar un poco el ritmo entrecerré los ojos esperando el disgusto del anterior 200CDi… pero al instante los abrí como platos. La ganancia de par entre uno y otro los convierte en la noche y el día. Y la mejor elección de desarrollos en la caja de cambios también ayuda a hacer brillar al conjunto motriz. No es un coche especialmente rápido, pero ahora realmente “se mueve” sobre el asfalto, no “se arrastra”, como su predecesor.
Afinar un motor “capado” o “descafeinado” hasta ahora sólo le salía a la BMW, pero Mercedes con este 200 demuestra que también es capaz de ofrecer un modelo con brío pero en consumos contenido. Son sólo 136CV (138,8 en banco de rodillos), pero 33,6 metros/kilo de par disponibles con sólo rozar el acelerador.
Así las recuperaciones en cuarta y quinta son muy buenas y en sexta… es cuestión de fe y de fiarse de un indicador de marcha ideal acertadamente calibrado.
A velocidades muy bajas, puede hacerse el remolón al lanzarse con la lógica aparición de ronroneos y vibraciones, pero superadas las 1.500 vueltas el propulsor propulsa y las ruedas obedecen.
De obedecer no tanto entiende la dirección. Es un tanto fofa e imprecisa en carretera, pero apropiada en ciudad, donde por cierto, un Start/Stop primorosamente actualizado apaga el motor en su justo momento y lo arranca poco después sin drama. En el consumo, nota muy alta: con el modo Eco activado ha marcado los 5,1 litros de media en nuestro recorrido mixto de prueba de 108 kms. Sólo tres décimas por encima de lo homologado. Aplauso. Añadir que nuestro vehículo contaba ya con casi 20.000 kms a sus espaldas, momento en el que los motores modernos suelen ofrecer sus mejores consumos.
En carretera secundaria si hay una palabra que define al modelo es neutralidad. Es un coche noblote que entre la electrónica y la filosofía del lujo de la marca disimula a gusto del consumidor las “malas artes” de un coche de tracción trasera (mis favoritos, sin duda).
De los frenos nada que añadir más allá de que cumplían su función encomendada, y rematar con el precio y equipamiento de la versión aquí probada.
Destacar que la dotación de serie de este coche desde su acabado básico ha mejorado enteros frente a los austeros BMW o Audi. En el caso del Mercedes nos encontramos airbag de rodilla para el conductor, bluetooth, asientos eléctricos, climatizador bizona, sensor de luces, control de velocidad… y hasta ahí bien, porque pagar 2.300 euros por el paquete Elegance que a grandes rasgos nos ofrece tres detallitos y cuatro o cinco cromados me parece una locura. O un atraco. Yo apuesto por un C200CDi Classic con navegador Becker y faros bixenon adaptativos, cuyo funcionamiento es sencillamente extraordinario. Para los conductores más dinámicos, que ahora este modelo también los admite, imprescindible la dirección paramétrica y una rueda un poco más grande acompañada de una suspensión más firme. Hay de todo para todos, tirando de talonario, claro. Porque son 32.900 euros de tarifa base para este coche. No es barato, pero tampoco se aleja de su competencia. Y por ese dinero te llevas un Mercedes con muy bajo consumo y agradable rodar. Ahora sí.
Pero es que este propulsor de 2.143 c.c. igual sirve para un roto que para un descosido, y jugando con la gestión electrónica y el número de sobrealimentadores puebla la Clase C, Clase E, CLS e incluso anima un Clase S. Así lo encontramos en versiones de 120 CV (180CDi), 136CV (200CDi), 170CV (220CDi) y 204CV (250CDi). Todos ellos con el apellido “BlueEfficiency”, todo un despliegue de tecnología buscando la máxima eficiencia del combustible y la mínima emisión de sustancias contaminantes (incluyendo el peculiar gel azul pulverizado en los gases de escape para anular las sustancias más dañinas, de ahí lo del “Blue” del “BlueEfficiency”).
Dicho esto nos centramos en el C200CDi objeto de nuestra prueba.
El coche nos llega con la actualización de la gama 2011, una puesta al día que aunque sutil, le da a la Clase C un soplo de aire fresco y lo sitúa a la altura de sus inmediatos y recién remozados competidores. No es un coche nuevo, para ello habrá que esperar a 2013-2014, pero sí un coche moderno.
En el frontal encontramos nuevos grupos ópticos con luz de día y parachoques remozados, y en la trasera, tres cuartas partes de lo mismo. Profusión de Leds en sus pilotos y un más elegante parachoques trasero. También existen nuevos colores y llantas disponibles en función del acabado (Classic, Elegance, Avantgarde o AMG). Y retrovisores más proporcionados y aerodinámicos, y alguna decoración que otra más.
En el interior la cosa ha mejorado mucho, si no en términos de calidad, la cuál ya era extraordinaria, sí en lo que se refiere a ubicación y uso de algunos mandos. Ahora la pantalla multifunción va integrada en una prolongación de la capilla del cuadro de instrumentos, que también luce nuevo diseño con un ordenador de abordo completísimo y a color. Muchos botones también se han simplificado y/o mejorado. El freno de mano sigue siendo de pie, y aunque muchos lo critiquen, yo sin duda lo prefiero frente a dispositivos electrónicos por botón tan en boga en nuestros días (e inútiles en frenadas de emergencia, lentos en su accionamiento y un engorro si te quedas sin batería). También me gusta el navegador Becker “barato” (900 euros en opción) con el que venía equipado nuestro coche. Es básico, pero poca gente necesita mucho más de un GPS.
Lo que menos me gusta es la palanca del control/limitador de velocidad. En Mercedes insisten en gastarnos la inocentada de ponerlo donde debería estar el mando de los intermitentes para darnos el susto de activar el “Cruise Control” cuando lo que queríamos era indicar que nos salimos por esta salida. Pero éste no es sólo un problema de la Clase C. La marca parece llevar a gala tener este palitroque mal colocado en todos sus modelos.
Ahora los asientos: grandes y duros. Sobrados de regulaciones que permiten una óptima postura frente a su gran volante. En términos de practicidad hay huecos y huequines en puertas, apoyabrazos y los asientos traseros son abatibles (de manera asimétrica en opción, creo).
En las plazas de atrás este modelo actualizado seguirá sin marcar el record de su categoría. Si dos son pareja, tres son multitud. Si en profundidad, altura y anchura “Merche” puede con ellos, su voluminoso túnel central hará la vida imposible a las piernas del pasajero de en medio.
El maletero, con 475 litros de capacidad, se sitúa en la media de referencia del segmento.
Ahora nos sentamos a sus mandos prestos a descubrir qué hay de nuevo bajo el capó.
Al ralentí el sonido de su motor se filtra levemente en su interior, dando cuenta de dos cosas: la primera que no es un motor especialmente rumoroso y la segunda –y más importante- lo bien aislado que está su habitáculo.
Puesto a circular tranquilo este Mercedes se reafirma como Mercedes: es todo suavidad, más en este acabado Elegance. Ganamos velocidad poquito a poco engranando las seis marchas de su caja de cambios de accionamiento vetusto (ojo, a mí me gusta), nos situamos en una cómoda velocidad de crucero… y hasta el infinito y más allá.
Sin ser un barco, el conjunto muelle-suspensión mece la carrocería con gran sutileza y sin perder aplomo. Es un devorador de kilómetros nato, pues no cansa, diga lo que diga el sistema “Attention Assist” que incorpora y que insiste cada dos por tres en que nos paremos a tomar un café (con churros incluso una vez me dijo).
Decidido a elevar un poco el ritmo entrecerré los ojos esperando el disgusto del anterior 200CDi… pero al instante los abrí como platos. La ganancia de par entre uno y otro los convierte en la noche y el día. Y la mejor elección de desarrollos en la caja de cambios también ayuda a hacer brillar al conjunto motriz. No es un coche especialmente rápido, pero ahora realmente “se mueve” sobre el asfalto, no “se arrastra”, como su predecesor.
Afinar un motor “capado” o “descafeinado” hasta ahora sólo le salía a la BMW, pero Mercedes con este 200 demuestra que también es capaz de ofrecer un modelo con brío pero en consumos contenido. Son sólo 136CV (138,8 en banco de rodillos), pero 33,6 metros/kilo de par disponibles con sólo rozar el acelerador.
Así las recuperaciones en cuarta y quinta son muy buenas y en sexta… es cuestión de fe y de fiarse de un indicador de marcha ideal acertadamente calibrado.
A velocidades muy bajas, puede hacerse el remolón al lanzarse con la lógica aparición de ronroneos y vibraciones, pero superadas las 1.500 vueltas el propulsor propulsa y las ruedas obedecen.
De obedecer no tanto entiende la dirección. Es un tanto fofa e imprecisa en carretera, pero apropiada en ciudad, donde por cierto, un Start/Stop primorosamente actualizado apaga el motor en su justo momento y lo arranca poco después sin drama. En el consumo, nota muy alta: con el modo Eco activado ha marcado los 5,1 litros de media en nuestro recorrido mixto de prueba de 108 kms. Sólo tres décimas por encima de lo homologado. Aplauso. Añadir que nuestro vehículo contaba ya con casi 20.000 kms a sus espaldas, momento en el que los motores modernos suelen ofrecer sus mejores consumos.
En carretera secundaria si hay una palabra que define al modelo es neutralidad. Es un coche noblote que entre la electrónica y la filosofía del lujo de la marca disimula a gusto del consumidor las “malas artes” de un coche de tracción trasera (mis favoritos, sin duda).
De los frenos nada que añadir más allá de que cumplían su función encomendada, y rematar con el precio y equipamiento de la versión aquí probada.
Destacar que la dotación de serie de este coche desde su acabado básico ha mejorado enteros frente a los austeros BMW o Audi. En el caso del Mercedes nos encontramos airbag de rodilla para el conductor, bluetooth, asientos eléctricos, climatizador bizona, sensor de luces, control de velocidad… y hasta ahí bien, porque pagar 2.300 euros por el paquete Elegance que a grandes rasgos nos ofrece tres detallitos y cuatro o cinco cromados me parece una locura. O un atraco. Yo apuesto por un C200CDi Classic con navegador Becker y faros bixenon adaptativos, cuyo funcionamiento es sencillamente extraordinario. Para los conductores más dinámicos, que ahora este modelo también los admite, imprescindible la dirección paramétrica y una rueda un poco más grande acompañada de una suspensión más firme. Hay de todo para todos, tirando de talonario, claro. Porque son 32.900 euros de tarifa base para este coche. No es barato, pero tampoco se aleja de su competencia. Y por ese dinero te llevas un Mercedes con muy bajo consumo y agradable rodar. Ahora sí.
NUESTRA NOTA: 8
Cosas a favor
Confort de marcha
Calidad y acabados
Consumo y prestaciones
Cosas en contra
Dirección torpona
Mando del control de velocidad
Acabado Elegance caro
MOTOR
- Cilindrada: 2.143 c.c.
- Potencia: 136 CV CEE
- Par: 33,6 mkg
- Tracción: trasera
- Caja de cambios: manual 6 velocidades
Dimensiones
- Largo/ancho/alto: 459/177/144 cms
- Peso: 1.565 kgs
- Ruedas: 205/55R16
- Maletero: 475 l
- Cap. Depósito: 59 l
Prestaciones
- Velocidad máxima: 218 km/h
- Aceleración 0-100km/h: 9,2 seg
- Consumo medio oficial: 4,8 seg
Equipamiento
- Equipamiento: ABS, BAS, EDB, ESP, TCS, Hill Holder, 6 airbags + airbag de rodilla para el conductor, bluetooth, climatizador bizona, asientos semieléctricos, control de presión de neumáticos, control y regulador de velocidad, ordenador de a bordo, faros antiniebla, sensor de luces, llantas de aleación...