Test BMW M5
" Quinto eleMento "
BMW me invita en calidad de cliente, que no de periodista, a probar en tierras andaluzas su último y descomunal M5: un compendio tecnológico pleno de deportividad. M y sol en el sur, difícil negarse.
Es por ello que confirmé mi asistencia antes de consultar mi agenda y hube de hacer encaje de bolillos para acudir presto a la cita convencido de que valdría la pena… el viaje, y algo menos el coche.
Sí amigos, quien me sigue me conoce y es sabedor de la alergia que me provoca la profusión tecnológica excesiva en los vehículos modernos, y este nuevo M5 es el Paladín de los tecnofílicos. Pero no adelantemos acontecimientos.
La cita se da en un lujoso hotel de Alcalá de Guadaira. Allí, tras un cocktail de bienvenida se nos invita a cenar y a los postres, asistir a la presentación mundial de la nueva criatura de Motorsport. Un vídeo precioso da paso a la aparición estelar del coche, de azul Lemans inmaculado y calzado con ruedas de 20 pulgadas.
Los allí congregados, muchos ya conocedores y/o propietarios de otros exponentes M, escudriñamos el coche atraídos por su potente estética y por lo que promete lo que esconde bajo su capó, uno de los indiscutibles protagonistas del nuevo modelo.
La cosa pinta bien. Pero habrá que esperar a conducirlo… a la mañana siguiente.
BMW nos había citado a las 8 de la mañana y a las 7,45h ya estábamos todos. Tales eran nuestras ansias por ponernos a sus mandos. Se reparten los coches, grises, azules y negros, nos explican el itinerario y ponemos rumbo a la Sierra de Ronda. Nuestro destino: Circuito Ascari, donde poder sacarle su jugo al coche.
Conduzco el primer tramo del camino. De entrada, este M5 parece un Serie 5 super equipado. Es suave, cómodo y dócil a velocidad legal. Me entretengo de conversación con mi copiloto en el octavo lugar del convoy que lidera un X6M con un alemán de la marca a sus mandos. El camino resulta tan tranquilo como gratificante. Nos movemos con elegancia en una berlina de lujo sabiendo que contamos con una muy buena reserva de potencia bajo el pie derecho. Frenos bien, dirección bien, suspensión bien, cambio bien y vida a bordo, más que bien. Tan sólo un par de acelerones ponen de relieve lo que más tarde viviremos en el circuito: este coche corre un huevo.
Cambio de conductor y ahora como pasajero paso lista a lo “emeizado” del modelo. Si por fuera su cuádruple salida de escape, sus tomas de aire y sus enormes parachoques identifican al modelo, por dentro tan sólo el cuadro específico (calibrado hasta 330km/h) distingue al M5 de verdad de un 520d con paquete M. Aunque la botonera que circunda la peculiar palanca de cambios y los dos botones (M1 y M2) del volante a su vez ribeteado en azul y rojo nos dicen que por bueno que sea el disfraz, mejor apostar por lo auténtico.
Llegamos al circuito. Precioso. Muy técnico. Ya lo conocía, y me encanta.
En las vueltas de calentamiento elijo “bueno conocido” en lugar del “mejor por conocer”: Me subo a un M3. Espectacular. Pero lo que realmente me impresiona es lo insultantemente bien que me aguanta el tipo el Serie 1M Coupé que llevo delante conducido por otro propietario de algún producto de la marca. Bravo.
Llega el momento M5. Llueve, lo que ya forma parte de mi historia con Ronda. Esperamos. Amaina. Vuelta de reconocimiento. Ayudas electrónicas activadas. No queda otra. Según nos dice nuestro “señuelo” (lidera el pelotón) Wolfang “No importa muchos. El coche es genial siempres”. Pues vale. Calentamos. Segunda vuelta, Wolf se vuelve loco. Empezamos a arrugar el hocico.
Con un programa conservador de motor y cambio en el programa M1 (mapa de acelerador, suspensión, dirección, ESP… “a medias”) el M5 es un coche muy rápido y fácil de llevar. Su comportamiento es muy noble y cuesta buscarle las cosquillas. Su capacidad de tracción está fuera de toda duda gracias a su autoblocante activo, y su ocho cilindros en V 4.4l doble turbo twin scroll de 560 CV lo convierte en una locomotora de asfalto. Su sonido es bueno hasta las 4.000 rpm y muy bueno desde ahí hasta el corte (cerca de las 7.000 vueltas).
Sin embargo, si algo me llama la atención, es su “ligereza”. Sobre la pista este BMW parece que adelgaza a cada vuelta. Desde luego no se mueve como un coche de 1.870 kgs.
Pasamos al programa M2 que Wolfi se nos escapa. Sin llegar a ser Mr. Hyde (porque en M1 tampoco era el DR. Jeckyll) con esta configuración más agresiva el coche gana en dinamismo. Ya no me da tiempo a mirar el velocímetro, me he de apañar con el Head Up Display. Tras un par de vueltas manejando las levas del cambio tras el volante descubro que en modo automático la caja DCT de 7 velocidades es capaz de hacerlo mejor que yo. Vamos realmente rápido y los frenos, a pesar de sus dimensiones, ventilación y buena mordida de sus pinzas, empiezan a fatigarse en exceso. Parece que ellos son los únicos que acusan el peso real del coche…
Los asientos sujetan a la perfección. En las curvas rápidas derrapo con las cuatro ruedas. Pero el coche se mantiene inmune, como los controles de tracción y estabilidad, que tan sólo en la chicane tras la recta de meta hacen aparición para no patinar en aceleración. Electrónica calibrada al milímetro. Hasta ahora, casi todo perfecto.
Pero algo se echa de menos, por ejemplo, los dos cilindros que tenía de más el V10 de su predecesor. Es verdad que este nuevo M5 es mejor en términos generales que el viejo M5. Pero donde el V10 aullaba como un loco buscando entrar en “velocidad de curvatura”, este V8… emite un bufido y ahí se queda. Pero también es cierto que las ocasiones en las que podías hacer gritar el V10 hasta las 8.000 vueltas se podían contar con los dedos de una mano, por lo que en el nuevo M5 lo que se ha buscado es un mejor rendimiento en un rango razonable de revoluciones. Más potente y más utilizable. Tiene menos encanto, pero es más oportuno.
Como más apropiado es su consumo. En ruta nuestro M se conformó con 10,5 litros de media a ritmo legal… y algún que otro acelerón.
Y es un coche práctico. Tiene buenas plazas traseras y un excelente maletero. Lo cuál, sumado a todo lo dicho, lo convierten en un viajero muy veloz.
El equipamiento es tan generoso como lo abultado de su factura: 117.500 euros. Entramos en territorio Porsche Panamera…
Concluyendo. El nuevo BMW M5 es un coche impresionante. Es mucho más que un 550i vitaminado y toda su carga de tecnología hace más por resaltar las bondades del coche que por camuflarlas. Un producto redondo en términos de efectividad y muy al gusto de su público. Y la organización del evento por parte de BMW internacional, a la altura del producto. Chapó. El regreso al hotel en helicóptero fue divertido.
Y bueno, ya que el coche me ha gustado y puesto que con prensa de BMW España no nos hablamos… ¡No me va a quedar otra que comprarme uno de éstos para que me sigan invitando a estos actos! Caras me salen las pruebas de esta marca…
Sí amigos, quien me sigue me conoce y es sabedor de la alergia que me provoca la profusión tecnológica excesiva en los vehículos modernos, y este nuevo M5 es el Paladín de los tecnofílicos. Pero no adelantemos acontecimientos.
La cita se da en un lujoso hotel de Alcalá de Guadaira. Allí, tras un cocktail de bienvenida se nos invita a cenar y a los postres, asistir a la presentación mundial de la nueva criatura de Motorsport. Un vídeo precioso da paso a la aparición estelar del coche, de azul Lemans inmaculado y calzado con ruedas de 20 pulgadas.
Los allí congregados, muchos ya conocedores y/o propietarios de otros exponentes M, escudriñamos el coche atraídos por su potente estética y por lo que promete lo que esconde bajo su capó, uno de los indiscutibles protagonistas del nuevo modelo.
La cosa pinta bien. Pero habrá que esperar a conducirlo… a la mañana siguiente.
BMW nos había citado a las 8 de la mañana y a las 7,45h ya estábamos todos. Tales eran nuestras ansias por ponernos a sus mandos. Se reparten los coches, grises, azules y negros, nos explican el itinerario y ponemos rumbo a la Sierra de Ronda. Nuestro destino: Circuito Ascari, donde poder sacarle su jugo al coche.
Conduzco el primer tramo del camino. De entrada, este M5 parece un Serie 5 super equipado. Es suave, cómodo y dócil a velocidad legal. Me entretengo de conversación con mi copiloto en el octavo lugar del convoy que lidera un X6M con un alemán de la marca a sus mandos. El camino resulta tan tranquilo como gratificante. Nos movemos con elegancia en una berlina de lujo sabiendo que contamos con una muy buena reserva de potencia bajo el pie derecho. Frenos bien, dirección bien, suspensión bien, cambio bien y vida a bordo, más que bien. Tan sólo un par de acelerones ponen de relieve lo que más tarde viviremos en el circuito: este coche corre un huevo.
Cambio de conductor y ahora como pasajero paso lista a lo “emeizado” del modelo. Si por fuera su cuádruple salida de escape, sus tomas de aire y sus enormes parachoques identifican al modelo, por dentro tan sólo el cuadro específico (calibrado hasta 330km/h) distingue al M5 de verdad de un 520d con paquete M. Aunque la botonera que circunda la peculiar palanca de cambios y los dos botones (M1 y M2) del volante a su vez ribeteado en azul y rojo nos dicen que por bueno que sea el disfraz, mejor apostar por lo auténtico.
Llegamos al circuito. Precioso. Muy técnico. Ya lo conocía, y me encanta.
En las vueltas de calentamiento elijo “bueno conocido” en lugar del “mejor por conocer”: Me subo a un M3. Espectacular. Pero lo que realmente me impresiona es lo insultantemente bien que me aguanta el tipo el Serie 1M Coupé que llevo delante conducido por otro propietario de algún producto de la marca. Bravo.
Llega el momento M5. Llueve, lo que ya forma parte de mi historia con Ronda. Esperamos. Amaina. Vuelta de reconocimiento. Ayudas electrónicas activadas. No queda otra. Según nos dice nuestro “señuelo” (lidera el pelotón) Wolfang “No importa muchos. El coche es genial siempres”. Pues vale. Calentamos. Segunda vuelta, Wolf se vuelve loco. Empezamos a arrugar el hocico.
Con un programa conservador de motor y cambio en el programa M1 (mapa de acelerador, suspensión, dirección, ESP… “a medias”) el M5 es un coche muy rápido y fácil de llevar. Su comportamiento es muy noble y cuesta buscarle las cosquillas. Su capacidad de tracción está fuera de toda duda gracias a su autoblocante activo, y su ocho cilindros en V 4.4l doble turbo twin scroll de 560 CV lo convierte en una locomotora de asfalto. Su sonido es bueno hasta las 4.000 rpm y muy bueno desde ahí hasta el corte (cerca de las 7.000 vueltas).
Sin embargo, si algo me llama la atención, es su “ligereza”. Sobre la pista este BMW parece que adelgaza a cada vuelta. Desde luego no se mueve como un coche de 1.870 kgs.
Pasamos al programa M2 que Wolfi se nos escapa. Sin llegar a ser Mr. Hyde (porque en M1 tampoco era el DR. Jeckyll) con esta configuración más agresiva el coche gana en dinamismo. Ya no me da tiempo a mirar el velocímetro, me he de apañar con el Head Up Display. Tras un par de vueltas manejando las levas del cambio tras el volante descubro que en modo automático la caja DCT de 7 velocidades es capaz de hacerlo mejor que yo. Vamos realmente rápido y los frenos, a pesar de sus dimensiones, ventilación y buena mordida de sus pinzas, empiezan a fatigarse en exceso. Parece que ellos son los únicos que acusan el peso real del coche…
Los asientos sujetan a la perfección. En las curvas rápidas derrapo con las cuatro ruedas. Pero el coche se mantiene inmune, como los controles de tracción y estabilidad, que tan sólo en la chicane tras la recta de meta hacen aparición para no patinar en aceleración. Electrónica calibrada al milímetro. Hasta ahora, casi todo perfecto.
Pero algo se echa de menos, por ejemplo, los dos cilindros que tenía de más el V10 de su predecesor. Es verdad que este nuevo M5 es mejor en términos generales que el viejo M5. Pero donde el V10 aullaba como un loco buscando entrar en “velocidad de curvatura”, este V8… emite un bufido y ahí se queda. Pero también es cierto que las ocasiones en las que podías hacer gritar el V10 hasta las 8.000 vueltas se podían contar con los dedos de una mano, por lo que en el nuevo M5 lo que se ha buscado es un mejor rendimiento en un rango razonable de revoluciones. Más potente y más utilizable. Tiene menos encanto, pero es más oportuno.
Como más apropiado es su consumo. En ruta nuestro M se conformó con 10,5 litros de media a ritmo legal… y algún que otro acelerón.
Y es un coche práctico. Tiene buenas plazas traseras y un excelente maletero. Lo cuál, sumado a todo lo dicho, lo convierten en un viajero muy veloz.
El equipamiento es tan generoso como lo abultado de su factura: 117.500 euros. Entramos en territorio Porsche Panamera…
Concluyendo. El nuevo BMW M5 es un coche impresionante. Es mucho más que un 550i vitaminado y toda su carga de tecnología hace más por resaltar las bondades del coche que por camuflarlas. Un producto redondo en términos de efectividad y muy al gusto de su público. Y la organización del evento por parte de BMW internacional, a la altura del producto. Chapó. El regreso al hotel en helicóptero fue divertido.
Y bueno, ya que el coche me ha gustado y puesto que con prensa de BMW España no nos hablamos… ¡No me va a quedar otra que comprarme uno de éstos para que me sigan invitando a estos actos! Caras me salen las pruebas de esta marca…
NUESTRA NOTA: 9
Cosas a favor
Motor + Cambio
Ligereza dinámica
Confort rutero
Cosas en contra
Resistencia de los frenos
Configuración M1/M2 farragosa
Opciones carísimas
MOTOR
- Cilindrada: 4.398 c.c.
- Potencia: 560 CV CEE
- Par: 69,4 mkg
- Tracción: trasera
- Caja de cambios: automática 7 velocidades
Dimensiones
- Largo/ancho/alto: 491/189/145 cms
- Peso: 1.870 kgs
- Ruedas: 265/40R19 - 295/35R10
- Maletero: 520 l
- Cap. Depósito: 80 litros
Prestaciones
- Velocidad máxima: 250 km/h
- Aceleración 0-100km/h: 4,4 seg
- Consumo medio oficial: 9,9 l/100kms
Equipamiento
- Equipamiento: ABS, BAS, EDB, ESP, TCS, CBC, 6 airbags, arranque sin llave, asientos delanteros eléctricos multirregulables con memoria, climatizador de cuatro zonas, tapiceria de cuero/alcántara, faros bixenon, control de aparcamiento delantero y trasero, inserciones de aluminio, suspensión deportiva, instrumentación proyectable...