Volvo V60 D5AWD Summum aut
" A cara o cruz "
Los suecos de Volvo han conseguido en su nuevo S60/V60 que la elección de uno u otro de sus motores se decida por gusto o preferencias, pues todo lo que separa esta versión de gasoil de su equivalente de gasolina es cuestión de matiz.
De la estética de este Volvo poco más que decir que todo lo que dijimos el mes pasado con ocasión de la prueba de su motor 2.0T de 203CV. Resulta una ranchera moderna, atractiva, con un punto de deportividad y agradable de mirar desde todos los ángulos. Entre el blanco del 2.0T mencionado y el bronce de este D5… tampoco sabría con cuál quedarme.
En el interior, insistir en la buena calidad y ajuste de los materiales empleados en su consola, quejarme de sus muchos botones y de lo diminuto de su rosca para accionar las luces (sin encendido automático ni como opción) y alabar la postura de conducción lograda por los reglajes del volante y de unos asientos que conjugan a la perfección los verbos viajar, disfrutar y sujetar.
Las plazas traseras y maletero pagan en exceso el diseño, con un techo en caída pronunciada y unos hombros muy marcados que le hacen ganar enteros en el aspecto exterior pero le restan puntos en el espacio en el interior. Aún así, tres caben “no muy mal” atrás y los 430 litros que cubica su maletero tampoco lo dejan fatal entre sus contrincantes del segmento.
Y entre la tapicería clara de esta unidad de pruebas y la negra de la anterior alimentada a gasolina… tampoco sabría con cuál quedarme.
Hasta aquí todo son similitudes. Busquemos las diferencias en marcha.
Metemos la llave, pulsamos el botón de arranque… y el parecido en vibración y sonoridad es asombroso. Siempre el motor diesel de cinco cilindros de Volvo ha sido suave y discreto, y éste no es la excepción. Pero es que además, el tetracilíndrico que monta el 2.0T es de los más ruidosos al ralentí de su especie. Por lo tanto, se mantiene la igualdad.
Ambos coches también venían equipados con caja automática de seis velocidades, discreta en sus inserciones aunque no muy rápida. Con ella seleccionamos D y nos ponemos a rodar.
El empuje de este motor, con 205CV, es similar al de su comparsa de gasolina. Sí es verdad que tenemos todo el par disponible -42,8 mkg- a 250 vueltas antes (a 1.500 rpm aquí por las 1.750 de su hermano), con lo que la “sensación de empuje” es mayor. Si tiramos de cronómetro vemos que no es sólo “sensación”, sino que este coche acelera dos décimas de segundo más rápido en el 0 a 100 km/h que el 2.0T, diluyendo con su cilindro extra los buenos 55 kilos de más que pesa sobre la versión gasolina. Una diferencia escasa, pero diferencia. Esta ganancia de peso tampoco le pasa factura en su comportamiento, la dirección sigue siendo blanda en su configuración normal, los frenos cumplen su función sin aspavientos y la suspensión, al contar en ambos casos con la opción del chasis activo “Four-C” de Volvo, que no es otra cosa que la amortiguación regulable, camufla las inercias que se pudieran producir en fuertes apoyos.
Lo que sí que puede marcar la diferencia es la tracción total, sólo disponible para el D5 y para el T6. Aunque la clara prioridad la tiene el tren delantero, al salir de las curvas más cerradas con el “machete entre los dientes” percibimos una capacidad de propulsión mayor, así como en curvas de media velocidad logra inscribir al coche mejor en la trazada, desdibujando en gran medida la ligerísima tendencia a irse de morro de los miembros de la gama con sólo dos ruedas motrices. En mojado, obviamente, la cosa mejora, con mayor motricidad y control, lo que se traduce en seguridad. Una seguridad que se paga mil euros más cara que la que trae el V60 D5 Summum aut de tracción sencilla. Vale la pena.
En autopista circula aplomado y sostiene cruceros muy por encima de la legalidad con solvencia. Transmite ambiente Premium por todos sus poros sin llegar al clasicismo de Audi (“sosismo”, lo llamaría yo), la elegancia de Mercedes o la deportividad de BMW. Es un original término medio entre ellos. Puede que le falte caché, pero le sobran méritos. Pero uno de ellos no es el consumo.
Si con el 2.0T logramos unos sorprendentes 9,8 l/100 de media (era un coche nuevo a estrenar), nuestro D5 ha seguido la tendencia de los modelos de la marca a machacar las cifras oficiales: 8,2 litros a los 100 kms recorridos. No es poco. Y seguro que baja con el tiempo, sin embargo, es una cifra más en consonancia con la realidad que los exiguos 6,9 que anuncia la marca. Esto ya condiciona su compra respecto a su más austera competencia (tanto Audi, BMW como Mercedes mejoran dos tercios de litro de media en el consumo de sus modelos equivalentes). Sin embargo el Volvo va mucho más equipado de serie y prácticamente tiene tanta calidad y tan buen rodar como cualquiera de sus contendientes. Sus opcionales de seguridad son geniales y, lo que es igual de importante, asequibles (el Pack Safety con control de velocidad adaptativo, sistema de aviso de ángulo muerto y sistema de alerta de cambio de carril, me parece interesantísimo, y lo de que el coche frene sólo a baja velocidad, una pasada).
Es por ello que la competencia la tiene en casa: El Volvo S60 2.0T Summum aut. Es su clon de gasolina, con todo lo bueno y todo lo malo… y 5.000 euros más barato que este D5 (6.000 si lo comparamos con la versión AWD aquí probada). Es el mismo coche alimentado con distinto combustible. Consume más, pero con lo que te ahorras en el precio de compra (47.496 euros del D5 AWD o por 41.841 del 2.0T) tienes para llenar la intemerata de tanques. Pero oye, cada uno es muy suyo y si eres fiel creyente del gasoil o te merece la pena su mayor autonomía, con el D5 tampoco te equivocarás.
La verdad es que entre los dos yo tampoco sabría cuál escoger. Lo echaría a cara o cruz y aceptaría cualquier resultado como un acierto.
Sin embargo, una cosa sí que esta clara, el motor 2.0T tiene aún margen de mejora (el D5 también, pero menos) por lo que no me extrañaría que en breve la marca nos sorprendiera con un nuevo 2.0T de gasolina(¿T3 tal vez?) con lo que espera un poco si esa es tu opción, que igual sacan algo antes de fin de año que desequilibre la balanza, de un lado o del otro.
En el interior, insistir en la buena calidad y ajuste de los materiales empleados en su consola, quejarme de sus muchos botones y de lo diminuto de su rosca para accionar las luces (sin encendido automático ni como opción) y alabar la postura de conducción lograda por los reglajes del volante y de unos asientos que conjugan a la perfección los verbos viajar, disfrutar y sujetar.
Las plazas traseras y maletero pagan en exceso el diseño, con un techo en caída pronunciada y unos hombros muy marcados que le hacen ganar enteros en el aspecto exterior pero le restan puntos en el espacio en el interior. Aún así, tres caben “no muy mal” atrás y los 430 litros que cubica su maletero tampoco lo dejan fatal entre sus contrincantes del segmento.
Y entre la tapicería clara de esta unidad de pruebas y la negra de la anterior alimentada a gasolina… tampoco sabría con cuál quedarme.
Hasta aquí todo son similitudes. Busquemos las diferencias en marcha.
Metemos la llave, pulsamos el botón de arranque… y el parecido en vibración y sonoridad es asombroso. Siempre el motor diesel de cinco cilindros de Volvo ha sido suave y discreto, y éste no es la excepción. Pero es que además, el tetracilíndrico que monta el 2.0T es de los más ruidosos al ralentí de su especie. Por lo tanto, se mantiene la igualdad.
Ambos coches también venían equipados con caja automática de seis velocidades, discreta en sus inserciones aunque no muy rápida. Con ella seleccionamos D y nos ponemos a rodar.
El empuje de este motor, con 205CV, es similar al de su comparsa de gasolina. Sí es verdad que tenemos todo el par disponible -42,8 mkg- a 250 vueltas antes (a 1.500 rpm aquí por las 1.750 de su hermano), con lo que la “sensación de empuje” es mayor. Si tiramos de cronómetro vemos que no es sólo “sensación”, sino que este coche acelera dos décimas de segundo más rápido en el 0 a 100 km/h que el 2.0T, diluyendo con su cilindro extra los buenos 55 kilos de más que pesa sobre la versión gasolina. Una diferencia escasa, pero diferencia. Esta ganancia de peso tampoco le pasa factura en su comportamiento, la dirección sigue siendo blanda en su configuración normal, los frenos cumplen su función sin aspavientos y la suspensión, al contar en ambos casos con la opción del chasis activo “Four-C” de Volvo, que no es otra cosa que la amortiguación regulable, camufla las inercias que se pudieran producir en fuertes apoyos.
Lo que sí que puede marcar la diferencia es la tracción total, sólo disponible para el D5 y para el T6. Aunque la clara prioridad la tiene el tren delantero, al salir de las curvas más cerradas con el “machete entre los dientes” percibimos una capacidad de propulsión mayor, así como en curvas de media velocidad logra inscribir al coche mejor en la trazada, desdibujando en gran medida la ligerísima tendencia a irse de morro de los miembros de la gama con sólo dos ruedas motrices. En mojado, obviamente, la cosa mejora, con mayor motricidad y control, lo que se traduce en seguridad. Una seguridad que se paga mil euros más cara que la que trae el V60 D5 Summum aut de tracción sencilla. Vale la pena.
En autopista circula aplomado y sostiene cruceros muy por encima de la legalidad con solvencia. Transmite ambiente Premium por todos sus poros sin llegar al clasicismo de Audi (“sosismo”, lo llamaría yo), la elegancia de Mercedes o la deportividad de BMW. Es un original término medio entre ellos. Puede que le falte caché, pero le sobran méritos. Pero uno de ellos no es el consumo.
Si con el 2.0T logramos unos sorprendentes 9,8 l/100 de media (era un coche nuevo a estrenar), nuestro D5 ha seguido la tendencia de los modelos de la marca a machacar las cifras oficiales: 8,2 litros a los 100 kms recorridos. No es poco. Y seguro que baja con el tiempo, sin embargo, es una cifra más en consonancia con la realidad que los exiguos 6,9 que anuncia la marca. Esto ya condiciona su compra respecto a su más austera competencia (tanto Audi, BMW como Mercedes mejoran dos tercios de litro de media en el consumo de sus modelos equivalentes). Sin embargo el Volvo va mucho más equipado de serie y prácticamente tiene tanta calidad y tan buen rodar como cualquiera de sus contendientes. Sus opcionales de seguridad son geniales y, lo que es igual de importante, asequibles (el Pack Safety con control de velocidad adaptativo, sistema de aviso de ángulo muerto y sistema de alerta de cambio de carril, me parece interesantísimo, y lo de que el coche frene sólo a baja velocidad, una pasada).
Es por ello que la competencia la tiene en casa: El Volvo S60 2.0T Summum aut. Es su clon de gasolina, con todo lo bueno y todo lo malo… y 5.000 euros más barato que este D5 (6.000 si lo comparamos con la versión AWD aquí probada). Es el mismo coche alimentado con distinto combustible. Consume más, pero con lo que te ahorras en el precio de compra (47.496 euros del D5 AWD o por 41.841 del 2.0T) tienes para llenar la intemerata de tanques. Pero oye, cada uno es muy suyo y si eres fiel creyente del gasoil o te merece la pena su mayor autonomía, con el D5 tampoco te equivocarás.
La verdad es que entre los dos yo tampoco sabría cuál escoger. Lo echaría a cara o cruz y aceptaría cualquier resultado como un acierto.
Sin embargo, una cosa sí que esta clara, el motor 2.0T tiene aún margen de mejora (el D5 también, pero menos) por lo que no me extrañaría que en breve la marca nos sorprendiera con un nuevo 2.0T de gasolina(¿T3 tal vez?) con lo que espera un poco si esa es tu opción, que igual sacan algo antes de fin de año que desequilibre la balanza, de un lado o del otro.
NUESTRA NOTA: 8
Cosas a favor
Equipamiento de seguridad disponible y asequible
Relación calidad/precio/equipamiento
Rendimiento mecánico agradable
Cosas en contra
Cambio automático para gente tranquila
Botones pequeños y abundantes
Maletero escaso y sin rueda de repuesto
MOTOR
- Cilindrada: 2.401 c.c.
- Potencia: 205 CV CEE
- Par: 42,8 mkg
- Tracción: integral permanente
- Caja de cambios: automática 6 velocidades
Dimensiones
- Largo/ancho/alto: 462/186/148 cms
- Peso: 1.700 kgs
- Ruedas: 235/40R18
- Maletero: 430 l
- Cap. Depósito: 68 l
Prestaciones
- Velocidad máxima: 225 km/h
- Aceleración 0-100km/h: 8,2 seg
- Consumo medio oficial: 6,9 l/100kms
Equipamiento
- Equipamiento: ABS, BAS, EDB, ESP, TCS, 6 airbags, bluetooth, climatizador bizona, City Safety, equipo de audio CD-MP3-Aux in-USB, faros antiniebla, faros bixenon adaptativos, Whips (sistema antilatigazo cervical), tapicería de cuero, asientos eléctricos, inserciones de aluminio, spoiler trasero...