Renault Latitude 2.0dci Privilege
" Latitud y longitud "
Ancho y largo, como buena berlina de representación que se precie, el Latitude es la respuesta franco asiática al segmento del coche grande de lujo copado siempre por las marcas alemanas. ¿Tendrá sitio entre ellas este gran-coche-grande?
A nivel estético no voy a incidir en demasía sobre el modelo en cuestión, y no porque sea bello, feo o todo lo contrario, si no porque es insulso. Lo cual puede ser una virtud, y no un defecto como muchos piensan.
Y es que el público que suele decantarse por este tipo de automóvil hace ya tiempo que dejó de tener interés en que lo miraran y admiraran, y prefiere pasar por la carretera en un cómodo y oportuno segundo plano. Creo que es ahí donde radica el éxito de Audi: Hacer coches que puedan ser confundidos con el mobiliario urbano. La elegancia de la discreción, con un punto de aburrimiento. Es así.
Bromas aparte es justo reconocer lo bien que encaja este coreano Samsung SM5 afrancesado dentro de la familia de papá Renault. No supone un salto tan abrupto como lo fue el Koleos y puede pasar sin ningún disimulo por un diseño más de la Regiê.
Y mejor que no necesite disimular. Y mejor que sea discreto, pues sus dimensiones sí que llaman la atención: Tan largo como un Citroen C6, BMW Serie 5 y Mercedes Clase E, hace tiritar de miedo a su rival más directo, el Skoda Superb, pues son unos buenos 6 centímetros los que le aventaja en longitud y un par de ellos en anchura. A su hermano Laguna, lo deja un palmo atrás.
Grande y contundente. Sobrio y elegante. Así se ve desde fuera.
En su interior la amplitud sigue destacando, con buenas cotas en todos los apartados y en todas sus cinco plazas. Quizá se viaje en él más ajustado que en los anteriores modelos mencionados, pero poco, quizá lo que más nos apriete sea el buen fajo de billetes que llevamos en el bolsillo y nos hemos ahorrado al optar por este modelo en lugar de algún otro de su más costosa competencia…
El puesto de mando es otro cantar. La profusión de plásticos por doquier decorados tan sólo por un soso embellecedor le hacen perder puntos respecto a su competencia más Premium. Todo mando está bien situado y es funcional, pero adolece de una enorme falta de imaginación a la hora de lograr un aporte estético. Desde el freno de mano (por botón) hasta el volante, pasando por los controles de climatización, radio, navegador y cuadro de mandos, la presentación tan clara como aburrida. Tan sólo la pantalla multifunción con efecto 3D entre el velocímetro y cuentavueltas da una nota de sofisticación al salpicadero de este coche. La postura de conducción es buena, pero he encontrado el pedal del acelerador demasiado a la derecha, lo que te hace rozar con la rodilla la consola central más de lo deseado.
Pero si lo que quieres es sofisticación, reserva 814 euros (un precio más que razonable) para el pack Zen que se vende como opción y del que nosotros disfrutamos estos días.
Del ionizador de aire, decir que es agradable sentir como perfuma el habitáculo en un suspiro, pero lo que es una locura es el asiento del conductor con masaje. Aquí Renault-Samsung ha echado el resto. ¡De milagro que no lo arranqué y me lo puse en el salón de casa para ver la tele! Contra él, poco o nada pueden hacer mi vetusto orejero y/o tresillo.
El asiento-paliza en este coche tiene algo así como 300 programas de masaje que van desde una suave caricia en los riñones hasta un castigo tailandés a la altura de los hombros. Nada que ver con lo recientemente probado en Citroen o Peugeot (que no estaba nada mal). Aquí el masaje es una cosa seria. Para quien acostumbre a viajar mucho o simplemente sufra de las lumbares les recomiendo este coche y esta opción encarecidamente.
Porque si algo sabe hacer este Latitude es viajar. Con todo el equipaje de la familia acomodado a sus espaldas en sus 477 litros de maletero con “truco” (¡¡¡Lleva rueda de repuesto!!!¡¡¡Y en llanta de 17” como las que trae de serie!!! Increíble, si no lo veo no lo creo. De aplauso) y con su boca de carga comprometida por la presencia del amplificador del excelente equipo de música, el coche pide autopista y yo se la voy a dar. Suspensión que filtra lo divino y lo humano, dirección poco expresiva pero bien reglada en su dureza, frenos con agarre y mordiente de sobra para detener los 1.610 kilos de peso y un aplomo de suspensión que sumado a su buen aislamiento lo convierten en un tren de carretera. Eso mientras no vengan curvas, o le pidamos peras (prestaciones) al olmo (su motor).
Lo primero es que a nada que el camino se retuerce y se hacen cada vez más necesarias las reducciones a la hora de entrar y salir de giros pronunciados el coche comienza a sentirse como pez fuera del agua. Bamboleos, inercias, imprecisiones… un punto en el que la marca debería trabajar, pues al lado del un Laguna GT (4RD) el Latitude se siente como un elefante en una cacharrería. Sé que la concepción de ambos coches es distinta, pero no es justa tanta diferencia entre ellos. A lo mejor con rueda de 18” y una suspensión pilotada… se disimula un chasis “no tan bueno” como los que acostumbra a fabricar la marca.
Luego está lo del motor. Tenemos bajo el capó el conocido 2.0dci de la casa con 150CV. Este bloque siempre destacó por no destacar en nada. Es decir, es todo un experto en volar bajo el radar hasta colarse en el ranking de los más completos. No derrocha potencia, menos en este coche, ni finura (aunque suena y vibra menos aquí que en otros modelos de la marca), y tampoco en consumo (6,9 litros de media en los 103 km de nuestra prueba de consumo) pero encuentra un equilibrio de todo ello que le hace ser tenido en cuenta. Quizá el Latitude pueda tener más sentido con la evolución dci del mismo bloque pero con 175CV para hacerlo rodar con mayor alegría. Pero para rodar tranquilo, éste es suficiente.
Pero si me decantara por el motor superior no lo haría tanto por su potencia (que también) sino por contar con el cambio automático no disponible en este “acceso de gama”. El cambio manual de 6 velocidades no desagrada por su funcionamiento, pero sí por su uso. Los recorridos errantes y largos de su palanca (con horroroso pomo) con tacto pastoso le restan caché al conjunto.
En ciudad, para acabar con la dinámica, añadir que se muestra más callejero de lo que sus dimensiones puedan aventurar al inicio. Tiene buen radio de giro, buena visibilidad de su carrocería por ventanas y espejos y buenos bajos en su propulsor sin disparar el gasto de combustible. El paktronic trasero es de serie y el pack Zen incluye también cámara de visión trasera.
Para rematar, vayamos con su equipamiento y precio.
Son 27.315 euros en acabado Privilege, con un generoso equipamiento al que no le falta ni navegador -TomTom- pero al que yo añadiría otros 814euros del pack Zen y bueno, 814 más por el pack Techo –panorámico, tintado, abatible y practicable. Lo que nos sitúan su tarifa sobre los 29.000, que es prácticamente lo que vale un Laguna… destinado a un público más “sport” como ya mencioné hace pocas líneas. La competencia de este coche se lo pone difícil, no tanto como se lo complicaron al malogrado Vel Satis pero casi. Los Premium alemanes siempre van a seguir siendo Premium y obtendrán reconocimiento como tal por méritos propios o pura inercia. El Latitude, por comparar, queda en una situación débil, justa o injusta, al lado de un Clase E o de un Audi A6 por cuestiones de imagen, gama o posibilidades de equipamiento. Mejor plantear una alternativa a berlinas medias con aspiraciones (Superb, Passat, 508, Insignia, Accord, el renacido Lancia Thema…) , una buena alternativa cómoda, elegante… y sobre todo grande.
Y es que el público que suele decantarse por este tipo de automóvil hace ya tiempo que dejó de tener interés en que lo miraran y admiraran, y prefiere pasar por la carretera en un cómodo y oportuno segundo plano. Creo que es ahí donde radica el éxito de Audi: Hacer coches que puedan ser confundidos con el mobiliario urbano. La elegancia de la discreción, con un punto de aburrimiento. Es así.
Bromas aparte es justo reconocer lo bien que encaja este coreano Samsung SM5 afrancesado dentro de la familia de papá Renault. No supone un salto tan abrupto como lo fue el Koleos y puede pasar sin ningún disimulo por un diseño más de la Regiê.
Y mejor que no necesite disimular. Y mejor que sea discreto, pues sus dimensiones sí que llaman la atención: Tan largo como un Citroen C6, BMW Serie 5 y Mercedes Clase E, hace tiritar de miedo a su rival más directo, el Skoda Superb, pues son unos buenos 6 centímetros los que le aventaja en longitud y un par de ellos en anchura. A su hermano Laguna, lo deja un palmo atrás.
Grande y contundente. Sobrio y elegante. Así se ve desde fuera.
En su interior la amplitud sigue destacando, con buenas cotas en todos los apartados y en todas sus cinco plazas. Quizá se viaje en él más ajustado que en los anteriores modelos mencionados, pero poco, quizá lo que más nos apriete sea el buen fajo de billetes que llevamos en el bolsillo y nos hemos ahorrado al optar por este modelo en lugar de algún otro de su más costosa competencia…
El puesto de mando es otro cantar. La profusión de plásticos por doquier decorados tan sólo por un soso embellecedor le hacen perder puntos respecto a su competencia más Premium. Todo mando está bien situado y es funcional, pero adolece de una enorme falta de imaginación a la hora de lograr un aporte estético. Desde el freno de mano (por botón) hasta el volante, pasando por los controles de climatización, radio, navegador y cuadro de mandos, la presentación tan clara como aburrida. Tan sólo la pantalla multifunción con efecto 3D entre el velocímetro y cuentavueltas da una nota de sofisticación al salpicadero de este coche. La postura de conducción es buena, pero he encontrado el pedal del acelerador demasiado a la derecha, lo que te hace rozar con la rodilla la consola central más de lo deseado.
Pero si lo que quieres es sofisticación, reserva 814 euros (un precio más que razonable) para el pack Zen que se vende como opción y del que nosotros disfrutamos estos días.
Del ionizador de aire, decir que es agradable sentir como perfuma el habitáculo en un suspiro, pero lo que es una locura es el asiento del conductor con masaje. Aquí Renault-Samsung ha echado el resto. ¡De milagro que no lo arranqué y me lo puse en el salón de casa para ver la tele! Contra él, poco o nada pueden hacer mi vetusto orejero y/o tresillo.
El asiento-paliza en este coche tiene algo así como 300 programas de masaje que van desde una suave caricia en los riñones hasta un castigo tailandés a la altura de los hombros. Nada que ver con lo recientemente probado en Citroen o Peugeot (que no estaba nada mal). Aquí el masaje es una cosa seria. Para quien acostumbre a viajar mucho o simplemente sufra de las lumbares les recomiendo este coche y esta opción encarecidamente.
Porque si algo sabe hacer este Latitude es viajar. Con todo el equipaje de la familia acomodado a sus espaldas en sus 477 litros de maletero con “truco” (¡¡¡Lleva rueda de repuesto!!!¡¡¡Y en llanta de 17” como las que trae de serie!!! Increíble, si no lo veo no lo creo. De aplauso) y con su boca de carga comprometida por la presencia del amplificador del excelente equipo de música, el coche pide autopista y yo se la voy a dar. Suspensión que filtra lo divino y lo humano, dirección poco expresiva pero bien reglada en su dureza, frenos con agarre y mordiente de sobra para detener los 1.610 kilos de peso y un aplomo de suspensión que sumado a su buen aislamiento lo convierten en un tren de carretera. Eso mientras no vengan curvas, o le pidamos peras (prestaciones) al olmo (su motor).
Lo primero es que a nada que el camino se retuerce y se hacen cada vez más necesarias las reducciones a la hora de entrar y salir de giros pronunciados el coche comienza a sentirse como pez fuera del agua. Bamboleos, inercias, imprecisiones… un punto en el que la marca debería trabajar, pues al lado del un Laguna GT (4RD) el Latitude se siente como un elefante en una cacharrería. Sé que la concepción de ambos coches es distinta, pero no es justa tanta diferencia entre ellos. A lo mejor con rueda de 18” y una suspensión pilotada… se disimula un chasis “no tan bueno” como los que acostumbra a fabricar la marca.
Luego está lo del motor. Tenemos bajo el capó el conocido 2.0dci de la casa con 150CV. Este bloque siempre destacó por no destacar en nada. Es decir, es todo un experto en volar bajo el radar hasta colarse en el ranking de los más completos. No derrocha potencia, menos en este coche, ni finura (aunque suena y vibra menos aquí que en otros modelos de la marca), y tampoco en consumo (6,9 litros de media en los 103 km de nuestra prueba de consumo) pero encuentra un equilibrio de todo ello que le hace ser tenido en cuenta. Quizá el Latitude pueda tener más sentido con la evolución dci del mismo bloque pero con 175CV para hacerlo rodar con mayor alegría. Pero para rodar tranquilo, éste es suficiente.
Pero si me decantara por el motor superior no lo haría tanto por su potencia (que también) sino por contar con el cambio automático no disponible en este “acceso de gama”. El cambio manual de 6 velocidades no desagrada por su funcionamiento, pero sí por su uso. Los recorridos errantes y largos de su palanca (con horroroso pomo) con tacto pastoso le restan caché al conjunto.
En ciudad, para acabar con la dinámica, añadir que se muestra más callejero de lo que sus dimensiones puedan aventurar al inicio. Tiene buen radio de giro, buena visibilidad de su carrocería por ventanas y espejos y buenos bajos en su propulsor sin disparar el gasto de combustible. El paktronic trasero es de serie y el pack Zen incluye también cámara de visión trasera.
Para rematar, vayamos con su equipamiento y precio.
Son 27.315 euros en acabado Privilege, con un generoso equipamiento al que no le falta ni navegador -TomTom- pero al que yo añadiría otros 814euros del pack Zen y bueno, 814 más por el pack Techo –panorámico, tintado, abatible y practicable. Lo que nos sitúan su tarifa sobre los 29.000, que es prácticamente lo que vale un Laguna… destinado a un público más “sport” como ya mencioné hace pocas líneas. La competencia de este coche se lo pone difícil, no tanto como se lo complicaron al malogrado Vel Satis pero casi. Los Premium alemanes siempre van a seguir siendo Premium y obtendrán reconocimiento como tal por méritos propios o pura inercia. El Latitude, por comparar, queda en una situación débil, justa o injusta, al lado de un Clase E o de un Audi A6 por cuestiones de imagen, gama o posibilidades de equipamiento. Mejor plantear una alternativa a berlinas medias con aspiraciones (Superb, Passat, 508, Insignia, Accord, el renacido Lancia Thema…) , una buena alternativa cómoda, elegante… y sobre todo grande.
NUESTRA NOTA: 7.5
Cosas a favor
Amplitud interior
Equipamiento y precio de opciones
Comodidad en autopista
Cosas en contra
Comportamiento en carretera secundaria
Interior no muy "elegante"
Tacto del cambio
MOTOR
- Cilindrada: 1.995 c.c.
- Potencia: 150 CV CEE
- Par: 34,6 mkg
- Tracción: delantera
- Caja de cambios: manual 6 velocidades
Dimensiones
- Largo/ancho/alto: 498/183/148 cms
- Peso: 1.610 kgs
- Ruedas: 225/50R17
- Maletero: 477 l
- Cap. Depósito: 70 l
Prestaciones
- Velocidad máxima: 210 km/h
- Aceleración 0-100km/h: 10,3 seg
- Consumo medio oficial: 5,3 l
Equipamiento
- Equipamiento: ABS, EDB, ESP, BAS, TCS, 6 airbags, navegador, bluetooth, control y limitador de velocidad, parktronic trasero, freno de mano eléctrico, pilotos traseros de LED, faros bixenon, antinieblas, sensor de luces y limpias, ordenador de a bordo, tapicería mixta tela-cuero, guantera refrigerada, asientos traseros abatibles...