Lexus CT200h Drive
" El Ecoburgués "
A pesar de su carácter casi icónico –y sin casi- al Toyota Prius siempre le faltó un poco de estilo y otro tanto de calidad. Quizá su tecnología incontestable pedía un envoltorio más trabajado para lidiar con los compactos Premium. Y Lexus se lo ha dado.
Por fuera el CT200h parece un coche normal. De los buenos, pero normal.
Nada en su línea resulta arriesgado, ni tan siquiera futurista.
Es un coche elegante, incluso bonito. Sobrio pero muy limpio. Tan sencillo como atractivo.
Sin embargo su pegatina de Hybrid anticipa que lo “revolucionario” se esconde bajo su capó… y asientos traseros.
Lo malo es que una vez vista la misma chapa en el mencionado Prius, y reeditada en el más prosaico Auris, la novedad pierde parte de su encanto, que no es poco.
Las cosas cambian cuando abrimos su puerta del conductor. Umbrales iluminados en azul futurístico. Por este detallito otras marcas son capaces de cobrarte como si lo que te montaran fuera el neón de Schweppes de la Gran Vía. Y eso que para esta prueba Lexus nos ha cedido “tan sólo” su acabado intermedio “Drive”.
Pero la cosa no acaba ahí. Su tapicería bitono rojo y negra cuenta con un tacto muy agradable y sus asientos ostentan un tamaño, diseño y mullido perfectos.
Ahora miramos hacia el volante y nos encontramos con un aro de generoso grosor con toda la parafernalia multifunción y forrado en cuero. Como forrada en el mismo material va la capilla del cuadro. Detalles, detalles… ¿No son los que al final marcan la diferencia? Pues sigo.
Toda la instrumentación es bastante completa. Velocímetro, indicador de gasolina, indicador de marcha insertada, ordenador de a bordo con sencillas indicaciones de funcionamiento del sistema híbrido que mueve el coche y un medidor de carga que a golpe de botón muda en cuenta revoluciones como por arte de magia. Cosas de la tecnología optitrón.
El resto del salpicadero conserva el mismo marchamo ofreciendo plásticos mullidos de buena calidad que se ve y se siente. La consola central alberga un climatizador muy facilito de usar, y justo por debajo, los mandos de un equipo de música de gran sonido pero poco aparente, y a su lado… esa “cosa” plateada que veis en las fotos y resulta ser la “palanca de cambios”. Permitidme entrecomillarlo porque esto ni es palanca ni es de cambios. El caso es que con ella decidimos si vamos para delante, para atrás o para ningún lado. Y eso. Siguiendo en la consola central y llegando a su parte más baja, nos topamos de bruces con el mando que selecciona el funcionamiento del coche entre 4 configuraciones posibles: “Eco”, “Normal”, “Sport” y un botón “EV” que lo convierte en eléctrico 100%... durante un par de kilómetros. A mí esta función me gusta mucho por lo teatral que resulta. Es como activar el “modo supersigiloso” del coche fantástico y avanzar al acecho en total silencio.
Ahora buscamos la practicidad del interior, es decir, huecos. Y los hallamos. A falta de navegador tenemos una bandejilla perfecta para dejar el móvil. Hay un par de posavasos y una guantera en la que dejar dos o tres cedés y las llaves de casa. En las puertas, dos buenas guanteras. En las plazas de atrás la cosa es más escasa, pero basta.
Quizá el espacio es lo que no sobra. La altura es correcta y la longitud más que aceptable. Lo malo es la anchura. Y es que la dichosa rejilla de ventilación de las baterías situadas bajo los asientos traseros condiciona la cota. Y da yuyu. Y hace ruido en marcha. Como si te fuera a tragar. A poquitos.
Más atrás nos encontramos con el maletero. Buena boca de carga –quizá algo alta- y una capacidad con truco. De entrada es pequeño (275 l), pero bajo la moqueta una tapa suma casi 100 litros a su capacidad. No está mal.
Hasta ahora, todo muy bien. Arranquemos y veamos si la cosa mejora.
Pues bien, pulsamos Start y la indicación “Ready” iluminada en el cuadro nos invita a iniciar la marcha en total silencio. Quitamos el “freno de mano de pie” seleccionamos “D” en su… ¿mango de bastón de anciano? y nos deslizamos hacia la carretera.
Un acelerón más y el motor de combustión interna de 1.800 c.c. y 100CV se pone en marcha. Creo. Porque su suavidad no se resiente. El interior esta aislado para que no se pierda ni un ápice de la sensación de compacto Premium que nos vende la marca.
Dirección suave pero precisa, amortiguadores confortables pero no tanto como acostumbra la marca y unos frenos que merecen capítulo aparte.
De su tacto lo mejor que se puede decir es que es “raro”. En modo ECO y buscando la mayor carga de la batería posible en retención su mordida al principio resulta fuerte, a mitad nada, y al final el resto. Es acostumbrarse, pero de entrada no gusta.
Sí que gusta la aceleración con la asistencia del sistema eléctrico en paralelo. Con ya 136CV bajo el acelerador y la aguja del “tecnoeconómetro” metida en la zona de “Power” las prestaciones del coche son más que suficientes. La velocidad iría increscendo con suavidad de no ser por el falso variador continuo que hace de cambio de marchas. Esto es lo más parecido a llevar una Mobilette de antaño. Retuerce la “oreja”, consigue una velocidad decente y estabiliza el acelerador. Llegado a este punto es un punto importante el que pierde este compacto de lujo.
En fin. Como voy en carretera aprovecho para activar el modo “Sport” de funcionamiento. Consigo más ruido procedente de la transmisión, un cuentavueltas muy aparente y el cuadro iluminado en fondo rojo. Nada más. No, está claro que este coche no es un deportivo. Y es una lástima, porque su pisada resulta rotunda, aunque una concepción más enfocada a la comodidad le resta agilidad en carreteras de curvas donde por cierto, adelanta sacando pecho.
Pero hablando de sacar pecho, llegamos a la ciudad y aquí, indiscutiblemente es el rey.
Aunque soy un fiel defensor del motor de toda la vida (y cuanto más grande mejor) el futuro es este coche. Al menos, en urbano. No se me ocurre manera mejor de moverse entre el tráfico salvaje de la urbe. En silencio, a tu aire, con total comodidad y un consumo de risa. En este ambiente ni el Golf con el motor más TDi entre los TDi podrá toser a nuestro Lexus. ¿6,6 litros a los 100 kms en urbano? Vale, está genial, pero este estiloso japonés ha marcado 4,2 en la ciudad de Madrid. En hora punta. Con el conductor menos eficiente a sus mandos.
Pensé que la prueba me rompería los nervios, pero no. El CT200h me lo ha hecho muy fácil, muy suavecito. Ver para creer.
Pero espera, aún no corras a tu concesionario a encargar uno. Hay dos cosas muy tontas en este coche que en maniobras me han hecho tirarme de los pelos. La primera el no poder acelerar en vacío porque no te deja. Ni en modo Sport. Y a puedes estar en “N” o en “P” que tus acelerones a fondo no te llevarán más lejos de las 2.000 vueltas.
Y lo otro, que es mucho peor (de hecho lo anterior es poco más que una tontería)… ¿Qué japones esquizofrénico ha decidido lo de que el pitido de marcha atrás suene a todo volumen y de manera constante en el interior del coche? ¡Si ya lo sé que voy para atrás! ¡He sido yo el que se lo ha pedido! Podría valer como aviso ante los incautos viandantes cuando te mueves discretamente en silencio pero…¡Si los peatones no lo van a oir a menos que yo baje la ventanilla! En fin, incomprensible.
No obstante, con todo, el balance le es positivo a este Lexus CT200h. Cuenta con la tecnología del futuro en el momento presente. "¿También el Auris y el Prius que son más baratos, no?" Podrías preguntar tú.
Efectivamente. Tanto uno como otro cuestan bastante menos que los 29.950 euros que la marca nos pide por el CT200h en este acabado “mediano” (El Prius Advance sale por 25.900 euros y el Auris LSD, perdón, HSD Advance por 23.400) y el equipamiento tampoco marca las distancias. Pero os diré donde está la brecha: en la calidad. Nunca diré que Prius y Auris sean coches malos, pero en el CT la calidad de materiales, calidad de ajustes, calidad de rodadura sin olvidar la calidad del trato con Lexus, marcan la separación. Tanto como para justificar la diferencia de precio, sin duda. Prueba ambos –o los tres- y decide. O incluso súbete a un Golf, A3 o Bmw Serie 1. Luego me cuentas. Y es que las cosas bien hechas, bien parecen, y el Lexus merece ser reconocido y apreciado en su justa medida. Simplemente con eso, ya merece la pena.
Nada en su línea resulta arriesgado, ni tan siquiera futurista.
Es un coche elegante, incluso bonito. Sobrio pero muy limpio. Tan sencillo como atractivo.
Sin embargo su pegatina de Hybrid anticipa que lo “revolucionario” se esconde bajo su capó… y asientos traseros.
Lo malo es que una vez vista la misma chapa en el mencionado Prius, y reeditada en el más prosaico Auris, la novedad pierde parte de su encanto, que no es poco.
Las cosas cambian cuando abrimos su puerta del conductor. Umbrales iluminados en azul futurístico. Por este detallito otras marcas son capaces de cobrarte como si lo que te montaran fuera el neón de Schweppes de la Gran Vía. Y eso que para esta prueba Lexus nos ha cedido “tan sólo” su acabado intermedio “Drive”.
Pero la cosa no acaba ahí. Su tapicería bitono rojo y negra cuenta con un tacto muy agradable y sus asientos ostentan un tamaño, diseño y mullido perfectos.
Ahora miramos hacia el volante y nos encontramos con un aro de generoso grosor con toda la parafernalia multifunción y forrado en cuero. Como forrada en el mismo material va la capilla del cuadro. Detalles, detalles… ¿No son los que al final marcan la diferencia? Pues sigo.
Toda la instrumentación es bastante completa. Velocímetro, indicador de gasolina, indicador de marcha insertada, ordenador de a bordo con sencillas indicaciones de funcionamiento del sistema híbrido que mueve el coche y un medidor de carga que a golpe de botón muda en cuenta revoluciones como por arte de magia. Cosas de la tecnología optitrón.
El resto del salpicadero conserva el mismo marchamo ofreciendo plásticos mullidos de buena calidad que se ve y se siente. La consola central alberga un climatizador muy facilito de usar, y justo por debajo, los mandos de un equipo de música de gran sonido pero poco aparente, y a su lado… esa “cosa” plateada que veis en las fotos y resulta ser la “palanca de cambios”. Permitidme entrecomillarlo porque esto ni es palanca ni es de cambios. El caso es que con ella decidimos si vamos para delante, para atrás o para ningún lado. Y eso. Siguiendo en la consola central y llegando a su parte más baja, nos topamos de bruces con el mando que selecciona el funcionamiento del coche entre 4 configuraciones posibles: “Eco”, “Normal”, “Sport” y un botón “EV” que lo convierte en eléctrico 100%... durante un par de kilómetros. A mí esta función me gusta mucho por lo teatral que resulta. Es como activar el “modo supersigiloso” del coche fantástico y avanzar al acecho en total silencio.
Ahora buscamos la practicidad del interior, es decir, huecos. Y los hallamos. A falta de navegador tenemos una bandejilla perfecta para dejar el móvil. Hay un par de posavasos y una guantera en la que dejar dos o tres cedés y las llaves de casa. En las puertas, dos buenas guanteras. En las plazas de atrás la cosa es más escasa, pero basta.
Quizá el espacio es lo que no sobra. La altura es correcta y la longitud más que aceptable. Lo malo es la anchura. Y es que la dichosa rejilla de ventilación de las baterías situadas bajo los asientos traseros condiciona la cota. Y da yuyu. Y hace ruido en marcha. Como si te fuera a tragar. A poquitos.
Más atrás nos encontramos con el maletero. Buena boca de carga –quizá algo alta- y una capacidad con truco. De entrada es pequeño (275 l), pero bajo la moqueta una tapa suma casi 100 litros a su capacidad. No está mal.
Hasta ahora, todo muy bien. Arranquemos y veamos si la cosa mejora.
Pues bien, pulsamos Start y la indicación “Ready” iluminada en el cuadro nos invita a iniciar la marcha en total silencio. Quitamos el “freno de mano de pie” seleccionamos “D” en su… ¿mango de bastón de anciano? y nos deslizamos hacia la carretera.
Un acelerón más y el motor de combustión interna de 1.800 c.c. y 100CV se pone en marcha. Creo. Porque su suavidad no se resiente. El interior esta aislado para que no se pierda ni un ápice de la sensación de compacto Premium que nos vende la marca.
Dirección suave pero precisa, amortiguadores confortables pero no tanto como acostumbra la marca y unos frenos que merecen capítulo aparte.
De su tacto lo mejor que se puede decir es que es “raro”. En modo ECO y buscando la mayor carga de la batería posible en retención su mordida al principio resulta fuerte, a mitad nada, y al final el resto. Es acostumbrarse, pero de entrada no gusta.
Sí que gusta la aceleración con la asistencia del sistema eléctrico en paralelo. Con ya 136CV bajo el acelerador y la aguja del “tecnoeconómetro” metida en la zona de “Power” las prestaciones del coche son más que suficientes. La velocidad iría increscendo con suavidad de no ser por el falso variador continuo que hace de cambio de marchas. Esto es lo más parecido a llevar una Mobilette de antaño. Retuerce la “oreja”, consigue una velocidad decente y estabiliza el acelerador. Llegado a este punto es un punto importante el que pierde este compacto de lujo.
En fin. Como voy en carretera aprovecho para activar el modo “Sport” de funcionamiento. Consigo más ruido procedente de la transmisión, un cuentavueltas muy aparente y el cuadro iluminado en fondo rojo. Nada más. No, está claro que este coche no es un deportivo. Y es una lástima, porque su pisada resulta rotunda, aunque una concepción más enfocada a la comodidad le resta agilidad en carreteras de curvas donde por cierto, adelanta sacando pecho.
Pero hablando de sacar pecho, llegamos a la ciudad y aquí, indiscutiblemente es el rey.
Aunque soy un fiel defensor del motor de toda la vida (y cuanto más grande mejor) el futuro es este coche. Al menos, en urbano. No se me ocurre manera mejor de moverse entre el tráfico salvaje de la urbe. En silencio, a tu aire, con total comodidad y un consumo de risa. En este ambiente ni el Golf con el motor más TDi entre los TDi podrá toser a nuestro Lexus. ¿6,6 litros a los 100 kms en urbano? Vale, está genial, pero este estiloso japonés ha marcado 4,2 en la ciudad de Madrid. En hora punta. Con el conductor menos eficiente a sus mandos.
Pensé que la prueba me rompería los nervios, pero no. El CT200h me lo ha hecho muy fácil, muy suavecito. Ver para creer.
Pero espera, aún no corras a tu concesionario a encargar uno. Hay dos cosas muy tontas en este coche que en maniobras me han hecho tirarme de los pelos. La primera el no poder acelerar en vacío porque no te deja. Ni en modo Sport. Y a puedes estar en “N” o en “P” que tus acelerones a fondo no te llevarán más lejos de las 2.000 vueltas.
Y lo otro, que es mucho peor (de hecho lo anterior es poco más que una tontería)… ¿Qué japones esquizofrénico ha decidido lo de que el pitido de marcha atrás suene a todo volumen y de manera constante en el interior del coche? ¡Si ya lo sé que voy para atrás! ¡He sido yo el que se lo ha pedido! Podría valer como aviso ante los incautos viandantes cuando te mueves discretamente en silencio pero…¡Si los peatones no lo van a oir a menos que yo baje la ventanilla! En fin, incomprensible.
No obstante, con todo, el balance le es positivo a este Lexus CT200h. Cuenta con la tecnología del futuro en el momento presente. "¿También el Auris y el Prius que son más baratos, no?" Podrías preguntar tú.
Efectivamente. Tanto uno como otro cuestan bastante menos que los 29.950 euros que la marca nos pide por el CT200h en este acabado “mediano” (El Prius Advance sale por 25.900 euros y el Auris LSD, perdón, HSD Advance por 23.400) y el equipamiento tampoco marca las distancias. Pero os diré donde está la brecha: en la calidad. Nunca diré que Prius y Auris sean coches malos, pero en el CT la calidad de materiales, calidad de ajustes, calidad de rodadura sin olvidar la calidad del trato con Lexus, marcan la separación. Tanto como para justificar la diferencia de precio, sin duda. Prueba ambos –o los tres- y decide. O incluso súbete a un Golf, A3 o Bmw Serie 1. Luego me cuentas. Y es que las cosas bien hechas, bien parecen, y el Lexus merece ser reconocido y apreciado en su justa medida. Simplemente con eso, ya merece la pena.
NUESTRA NOTA: 8
Cosas a favor
Tecnología híbrida
Suavidad de funcionamiento
Calidad interior
Cosas en contra
Pitido de marcha atrás
Funcionamiento del cambio y tacto de frenos
Comportamiento poco Sport en modo Sport
MOTOR
- Cilindrada: 1.798 c.c.
- Potencia: 136 CV CEE
- Par: 14,5 mkg
- Tracción: delantera
- Caja de cambios: variador continuo automático
Dimensiones
- Largo/ancho/alto: 432/176/143 cms
- Peso: 1.445 kgs
- Ruedas: 205/55R16
- Maletero: 275 l
- Cap. Depósito: 45 l
Prestaciones
- Velocidad máxima: 180 km/h
- Aceleración 0-100km/h: 10,3 seg
- Consumo medio oficial: 3,8 l/100 kms
Equipamiento
- Equipamiento: ABS, EBD, ESP, TCS, 6 airbags + 2 de rodilla, arranque sin llave, climatizador bizona, bluetooth, luces diurnas de LED, faros automáticos, volante multifunción, control de velocidad, faros antiniebla, toma USB, luces de cortesía exteriores...