Renault Wind 1.6 Dynamique
" Respect the wind "
“Respeta el viento”, sabio consejo que Eddie Van Hallen colaba en forma de melodía al final de la película “Twister”. Y es que hay brisas… que se deben tomar en serio.
“Mono”, “curioso, “raro”, “original”, “divertido”, “resultón”,”chulo”… etcétera son algunos de los calificativos usados por la gente que lo ha visto a la hora de referirse a este Wind de la “Regié” Renault.
Sin duda, su apariencia no pasa desapercibida, hasta el punto de haber sido uno de los coches probados que más miradas furtivas ha recibido.
Y es que este pequeño targa con sus líneas angulosas, compactas y bien resueltas es un conquistador en potencia.
A pesar de ser un Clio RS del año 2.000 dentro del envoltorio de un Twingo, el Wind goza de una personalidad propia, con un frontal de mirada simpática (con faros azules, por cierto) y grandes tomas de aire, un lateral proporcionado en el que llama la atención su larga batalla (dentro de las contenidas dimensiones del coche) y una trasera... bueno, única. Los dos abultamientos de la tapa del maletero, su generoso alerón, su deflector bajo el parachoques trasero, su luz de marcha atrás central, su salida de escape cromada… le dan un aire de lo más racing.
Y hablemos de la capota, un trozo de plástico duro que cumple a la perfección con su propósito. Barato, sí, pero funciona. Porque el mecanismo de pliegue es tan sencillo como lógico, y tan rápido como práctico. En diez segundos dos brazos articulados giran 180º la tapa del techo para ocultarla bajo un hueco ad hoc bajo la tapa del maletero. Y listo. No se puede hacer la maniobra en marcha, pero el mecanismo es tan fácil y veloz que más que necesitar un semáforo para descubrirlo, nos basta con un ceda el paso para rodar a cielo abierto. Genial.
Con el coche abierto su estética gana, tanto que, como pasa con el Boxster Spider –salvando las distancias-, parece que este Renault ha sido diseñado para circular sin capota la mayor parte del tiempo.
Muy bien, abro la puerta del conductor con su tirador de todo a un euro ansioso por ver si tanto detalle se traduce en un coqueto interior.
Y me llevo un chasco. De puertas adentro el Wind es un Twingo al que se le han añadido los accionadotes de elevalunas en una posición incómoda (delante de la palanca de cambios) y, entre ellos, un botón para abrir y cerrar el techo. Y un cuentarrevoluciones amarillo. Y nada más. ¿Nada? Perdón, mención aparte merecen sus asientos. Madre-mía-qué-par-de-butacas. Al instante de sentarme en ellos me pregunto qué diablos pagué yo en Bmw cuando pedí los asientos deportivos. ¡Pero si los de este “Twin-Wind-Go” son mil veces mejores!
Perfectos de ajustes, perfectos de agarre, perfectos de mullido, perfectos de tapicería… perfectos en todo. Y me ha gustado que, a diferencia de los asientos más racing de otras marcas, los de este Renault no confunden “recoger el cuerpo” con “estrujarlo”, como hace mi coche.
Lo dicho, increíbles.
Son tan buenos que se te olvidan los paupérrimos plásticos que adoran el salpicadero (Jesús qué parasoles) y su comprometida visibilidad hacia casi todos los ángulos. Pues el capó está muy inclinado y no sabes dónde acaba, el montante del parabrisas estorba hacia los lados, el arco de seguridad dificulta lo suyo, y hacia atrás… más que ventanilla este coche viene con “saetera” medieval.
Pero como digo, una vez acomodado a sus mandos, todo ello se perdona, y más cuando ves el maletero que no varía su capacidad con techo puesto o quitado. 270 litros tan sólo condicionados por lo estrecho de su boca de carga y las barras entre torretas que monta y agradece su chasis. Parece un hueco pequeño, pero son más que los 250 que anuncia el TT Roadster de Audi con techo de lona. También hay un práctico hueco tras los asientos, que sería más accesible si el respaldo de los asientos se plegara, que no lo hace.
Total, que giramos su llave convencional de contacto y el motor, hasta las 1.200 rpm suena redondo y hasta gordo, a partir de ahí, el desastre. Su sonido de motor como de escape le hacen parecer un asmático esforzado, menos mal que Renault Sport contempla, entre sus accesorios de postventa, un escape deportivo (300 euros) que te recomiendo, ya que rodando con el cielo por tejado, el sonido de su propulsor inevitablemente llegará hasta tus orejas (otro de los motivos por los que no entiendo que alguien se compre un descapotable diesel… para ir escuchando a cada golpe de gas un eco de tractorcito).
Bueno, el caso es que ya estamos en marcha dispuestos a descubrir las bondades y defectos de su conjunto dinámico, empezando por su mecánica, a la que yo llamo “Jeckyl y Hide”. Rueda despacio y el Dr. Jeckyl te dejará poner quinta a 60 km/h e ir tirando poco a poco con suavidad y mimando el consumo. Si quieres marcha, Mr. Hide saldrá a saludar dándote oportunidad de subir de vueltas hasta las 7.000 por minuto, régimen al que la mayoría de “miniturbos” de nuestros días ya han volado por los aires en una tremenda explosión de aceite y combustible.
En el Wind no, tú dale que los 133CV llegan a las 6.750 rpm y, entre tanto, sentirás que estás conduciendo un kart carrozado. Quizá se muestra un poco perezoso a mitad de tacómetro, pero sólo está a la expectativa para ver si vas de farol o de veras.
Las prestaciones no son fulgurantes (en recuperaciones tendrás que tirar de marchas cortas para no perder comba) ni el cambio es un prodigio de rapidez y precisión, pero bien llevado, esta pequeña racha de viento se puede convertir en ciclón a golpe de acelerador inmisericorde.
En autovía o autopista, pero sobre todo en carretera secundaria y ciudad, el coche es una bala gracias a lo liviano de su peso y unas suspensiones bien calibradas que no castigan en exceso –insisto, en exceso- tus riñones. El ESP (desconectable con un botón escondido bajo el volante) es más colaborativo que intrusivo. En ciudad, sus reducidas dimensiones, sus ruedas en los extremos y el buen hacer de la mecánica lo vuelven un coche tan divertido como manejable. Y económico, pues de los 8,8 litros a los 100 kilómetros de media en conducción deportiva se puede llegar casi a los 7 que anuncia la marca (7,2 en nuestra prueba) en conducción reposada.
Para acabar con el comportamiento diré que la dirección no es tan blanda como acostumbra la marca gala, y los frenos son tan buenos como el discreto tamaño de los discos le permiten. Buena mordida y aceptable resistencia a la fatiga.
Ahora concluimos la prueba, y lo hacemos con una sonrisa en los labios. El Wind 1.6 Dynamique es un coche atractivo de mirar y muy atractivo de conducir. ¿Caro de adquirir? Hombre, son 17.850 euros de precio base al que se le pueden –deben- añadir el climatizador automático con sensor de luces y lluvia (207 euros) y la radio CD Mp3 con bluetooth (otros 207 euros). Total, más de 18.000. Por ese precio quizá consigas un Peugeot 207cc 1.6VTi Roland Garrós con descuento, que es muy buen coche con dos plazas más pero menos llamativo, potente y divertido. O, a falta ya del Tigra TwinTop, un Fiat 500 Cabrio que es muy mono pero menos deportivo. Para lograr lo mismo que te ofrece Renault es inevitable subir de precio, de tamaño y de segmento, y ya no es lo mismo, ¿Quizá mejor? No lo sé, tú por si acaso no descartes tan rápido este “viento” que en 6 días se ha ganado mi respeto.
Sin duda, su apariencia no pasa desapercibida, hasta el punto de haber sido uno de los coches probados que más miradas furtivas ha recibido.
Y es que este pequeño targa con sus líneas angulosas, compactas y bien resueltas es un conquistador en potencia.
A pesar de ser un Clio RS del año 2.000 dentro del envoltorio de un Twingo, el Wind goza de una personalidad propia, con un frontal de mirada simpática (con faros azules, por cierto) y grandes tomas de aire, un lateral proporcionado en el que llama la atención su larga batalla (dentro de las contenidas dimensiones del coche) y una trasera... bueno, única. Los dos abultamientos de la tapa del maletero, su generoso alerón, su deflector bajo el parachoques trasero, su luz de marcha atrás central, su salida de escape cromada… le dan un aire de lo más racing.
Y hablemos de la capota, un trozo de plástico duro que cumple a la perfección con su propósito. Barato, sí, pero funciona. Porque el mecanismo de pliegue es tan sencillo como lógico, y tan rápido como práctico. En diez segundos dos brazos articulados giran 180º la tapa del techo para ocultarla bajo un hueco ad hoc bajo la tapa del maletero. Y listo. No se puede hacer la maniobra en marcha, pero el mecanismo es tan fácil y veloz que más que necesitar un semáforo para descubrirlo, nos basta con un ceda el paso para rodar a cielo abierto. Genial.
Con el coche abierto su estética gana, tanto que, como pasa con el Boxster Spider –salvando las distancias-, parece que este Renault ha sido diseñado para circular sin capota la mayor parte del tiempo.
Muy bien, abro la puerta del conductor con su tirador de todo a un euro ansioso por ver si tanto detalle se traduce en un coqueto interior.
Y me llevo un chasco. De puertas adentro el Wind es un Twingo al que se le han añadido los accionadotes de elevalunas en una posición incómoda (delante de la palanca de cambios) y, entre ellos, un botón para abrir y cerrar el techo. Y un cuentarrevoluciones amarillo. Y nada más. ¿Nada? Perdón, mención aparte merecen sus asientos. Madre-mía-qué-par-de-butacas. Al instante de sentarme en ellos me pregunto qué diablos pagué yo en Bmw cuando pedí los asientos deportivos. ¡Pero si los de este “Twin-Wind-Go” son mil veces mejores!
Perfectos de ajustes, perfectos de agarre, perfectos de mullido, perfectos de tapicería… perfectos en todo. Y me ha gustado que, a diferencia de los asientos más racing de otras marcas, los de este Renault no confunden “recoger el cuerpo” con “estrujarlo”, como hace mi coche.
Lo dicho, increíbles.
Son tan buenos que se te olvidan los paupérrimos plásticos que adoran el salpicadero (Jesús qué parasoles) y su comprometida visibilidad hacia casi todos los ángulos. Pues el capó está muy inclinado y no sabes dónde acaba, el montante del parabrisas estorba hacia los lados, el arco de seguridad dificulta lo suyo, y hacia atrás… más que ventanilla este coche viene con “saetera” medieval.
Pero como digo, una vez acomodado a sus mandos, todo ello se perdona, y más cuando ves el maletero que no varía su capacidad con techo puesto o quitado. 270 litros tan sólo condicionados por lo estrecho de su boca de carga y las barras entre torretas que monta y agradece su chasis. Parece un hueco pequeño, pero son más que los 250 que anuncia el TT Roadster de Audi con techo de lona. También hay un práctico hueco tras los asientos, que sería más accesible si el respaldo de los asientos se plegara, que no lo hace.
Total, que giramos su llave convencional de contacto y el motor, hasta las 1.200 rpm suena redondo y hasta gordo, a partir de ahí, el desastre. Su sonido de motor como de escape le hacen parecer un asmático esforzado, menos mal que Renault Sport contempla, entre sus accesorios de postventa, un escape deportivo (300 euros) que te recomiendo, ya que rodando con el cielo por tejado, el sonido de su propulsor inevitablemente llegará hasta tus orejas (otro de los motivos por los que no entiendo que alguien se compre un descapotable diesel… para ir escuchando a cada golpe de gas un eco de tractorcito).
Bueno, el caso es que ya estamos en marcha dispuestos a descubrir las bondades y defectos de su conjunto dinámico, empezando por su mecánica, a la que yo llamo “Jeckyl y Hide”. Rueda despacio y el Dr. Jeckyl te dejará poner quinta a 60 km/h e ir tirando poco a poco con suavidad y mimando el consumo. Si quieres marcha, Mr. Hide saldrá a saludar dándote oportunidad de subir de vueltas hasta las 7.000 por minuto, régimen al que la mayoría de “miniturbos” de nuestros días ya han volado por los aires en una tremenda explosión de aceite y combustible.
En el Wind no, tú dale que los 133CV llegan a las 6.750 rpm y, entre tanto, sentirás que estás conduciendo un kart carrozado. Quizá se muestra un poco perezoso a mitad de tacómetro, pero sólo está a la expectativa para ver si vas de farol o de veras.
Las prestaciones no son fulgurantes (en recuperaciones tendrás que tirar de marchas cortas para no perder comba) ni el cambio es un prodigio de rapidez y precisión, pero bien llevado, esta pequeña racha de viento se puede convertir en ciclón a golpe de acelerador inmisericorde.
En autovía o autopista, pero sobre todo en carretera secundaria y ciudad, el coche es una bala gracias a lo liviano de su peso y unas suspensiones bien calibradas que no castigan en exceso –insisto, en exceso- tus riñones. El ESP (desconectable con un botón escondido bajo el volante) es más colaborativo que intrusivo. En ciudad, sus reducidas dimensiones, sus ruedas en los extremos y el buen hacer de la mecánica lo vuelven un coche tan divertido como manejable. Y económico, pues de los 8,8 litros a los 100 kilómetros de media en conducción deportiva se puede llegar casi a los 7 que anuncia la marca (7,2 en nuestra prueba) en conducción reposada.
Para acabar con el comportamiento diré que la dirección no es tan blanda como acostumbra la marca gala, y los frenos son tan buenos como el discreto tamaño de los discos le permiten. Buena mordida y aceptable resistencia a la fatiga.
Ahora concluimos la prueba, y lo hacemos con una sonrisa en los labios. El Wind 1.6 Dynamique es un coche atractivo de mirar y muy atractivo de conducir. ¿Caro de adquirir? Hombre, son 17.850 euros de precio base al que se le pueden –deben- añadir el climatizador automático con sensor de luces y lluvia (207 euros) y la radio CD Mp3 con bluetooth (otros 207 euros). Total, más de 18.000. Por ese precio quizá consigas un Peugeot 207cc 1.6VTi Roland Garrós con descuento, que es muy buen coche con dos plazas más pero menos llamativo, potente y divertido. O, a falta ya del Tigra TwinTop, un Fiat 500 Cabrio que es muy mono pero menos deportivo. Para lograr lo mismo que te ofrece Renault es inevitable subir de precio, de tamaño y de segmento, y ya no es lo mismo, ¿Quizá mejor? No lo sé, tú por si acaso no descartes tan rápido este “viento” que en 6 días se ha ganado mi respeto.
NUESTRA NOTA: 8.5
Cosas a favor
Estética descubierto
Asientos excelentes
Tacto Racing
Cosas en contra
Mandos elevalunas
Interior poco diferenciado
Visibilidad con capota puesta
MOTOR
- Cilindrada: 1.598 c.c
- Potencia: 133 CV CEE
- Par: 16,3 mkg
- Tracción: delantera
- Caja de cambios: manual 5 velocidades
Dimensiones
- Largo/ancho/alto: 383/168/138 cms
- Peso: 1.173 kgs
- Ruedas: 195/45R16
- Maletero: 270 l
- Cap. Depósito: 40 l
Prestaciones
- Velocidad máxima: 201 km/h
- Aceleración 0-100km/h: 9,2 seg
- Consumo medio oficial: 7 l/100kms
Equipamiento
- Equipamiento: ABS, BAS, EDB, ESP,4 airbags, asientos deportivos, aire acondicionado, faros antiniebla, llantas de aleación de 16", regulador/limitador de velocidad, ordenador de a bordo...