Mercedes R300CDi
" Business Family Class "
Hace años que Mercedes decidió entrar en el mercado monovolumen, y lo hizo por la puerta grande con un producto tan excelente… como excesivo. Y feo. Y raro. Ahora la marca afina sus virtudes y pule sus defectos para seguir de plena vigencia… entre unos pocos.
La verdad es que a mí siempre me gustó la Clase R de Mercedes.
Su estética manifestaba un compromiso entre la función y la forma, y su rodar era de los mejores en un segmento en el que realmente campa a sus anchas como único representante de la “fregoneta de lujo”.
Recientemente el modelo ha recibido una puesta al día que le confiere mayor atractivo. Su frontal ahora se nos muestra más aguerrido y en total consonancia con el resto de la gama de Mercedes, y bajo el capó ha recibido lo último de lo último de la casa de la estrella en términos de BlueTec y BlueEfficiency. Más potencia y menos consumo.
Pero vayamos por partes, y de momento nos quedaremos en la parte de fuera.
El Clase R, incluso en este ejemplar de batalla corta, es grande-grande. Es un coche de 5x2, más o menos, con una altura más contenida de apenas 1,65 metros. Llama la atención cómo con ruedas –opcionales- de 18 pulgadas parece que el coche va de puntillas y su masa pide a gritos las opcionales de 20. Me gustan los pilotos led traseros, sobre todo de noche, sus dobles salidas de escape rectangulares y los remates cromados en la trasera y el frontal (opcionales).
El perfil es alargado y bien dimensionado, con un capó muy horizontal y bien distinguido. Este morro goza de mucha más presencia que en el modelo anterior, con grandes lamas plateadas en el radiador flanqueando la estrella, capó con nervaduras y parachoques con luces de día incorporadas.
Tenemos una buena superficie acristalada con las pertinentes lunas tintadas en las plazas traseras.
Pasamos al interior abriendo su gran puerta del conductor y nos recibe la atmósfera típica de Mercedes: cuidado, calidad, discreción… y oscuridad. Tenemos salpicadero negro, con asientos de cuero y alcántara (opcionales) en negro y embellecedores en madera de raíz de álamo que vienen a ser… negros. Gracias al techo corredizo panorámico (opcional) aportamos algo de luz al asunto en esta primavera tan gris y lluviosa –de momento-.
Nos sentamos a sus mandos y el gran volante preside el cuadro. Tras él tenemos toda la información necesaria a golpe de un vistazo. Me gusta el detalle tradicional de incluir el reloj analógico en este punto. Puede parecer anacrónico, pero si lo quitan, lo echaría de menos. Entre velocímetro y cuentavueltas está la pantalla de un ordenador de a bordo muy completo pero de extraño manejo. Y es que en el volante hay dos botones para manejarlo: uno pasa los menús para arriba y el otro los pasa para abajo, sin embargo la función de reset la hemos de buscar en otro más lejano y menos obvio.
Del mando del control de velocidad mejor no hablar. Como siempre, en todos los "Merc", va colocado exactamente justo donde debería ir el accionador de los intermitentes, lo que en más de una ocasión me ha hecho doblar una esquina con el “cruise control” activado y el intermitente apagado. Un rollo, pero te acostumbras.
De la misma manera te acostumbras a la “palanquita de cambios” en la caña de dirección a la derecha del volante. Muy yankee, muy tonto, pero muy sencilla. Montar ahí el cambio habilita el espacio entre los dos asientos para colocar tres pequeñas guanteras independientes con su tapa, amén del consabido apoyabrazos con un gran hueco en su interior.
La consola central es muy ancha, la pantalla del navegador queda algo baja y los mandos del climatizador siguen fieles a su estilo de roscas de lavadora.
Los asientos son muy grandes y cómodos. Para ser un Mercedes yo los esperaba algo más blandos, pero me he llevado una agradable sorpresa. Quizá tenga que ver el "paquete interior deportivo” (opcional) que traía nuestra unidad de pruebas (junto con pedales metálicos y otros delicatessen), pero el caso es que me han satisfecho bastante.
La visibilidad es buena hacia delante y hacia los lados, hacia atrás es algo más reducida, pero su cámara de marcha atrás y su partronic garantizan que salgamos casi de cualquier atolladero sin demasiado apuro.
En las plazas de atrás sobra espacio pero faltan huecos. Tres adultos viajarán cómodos a pesar de la forma innecesariamente estrecha del asiento central. Y tras ellos… otra fila más.
Este 300CDi no se ofrece con carrocería larga, es por ello que, para los que necesiten más plazas en este modelo en concreto, existe la posibilidad de montar dos butacas extra (opcional) en el maletero. Y dos señores asientos en dos señores plazas con sus salidas de ventilación y todo. He montado en coches urbanos cuyo asiento del conductor es más incómodo que estas dos butacas auxiliares. La salida y la entrada de ellas es ya otro cantar… que se ha de practicar. Y el maletero, en configuración 7 ocupantes queda reducido a unos 314 litros de capacidad escasos pero suficientes para cargar tres maletas a tope de mudas para todos los miembros de la familia. Apertura eléctrica, por cierto… y opcional, como todo.
Con todo, el interior de este R está bien resuelto, bien presentado y bien organizado.
Pongámonos en marcha.
Bajo el capó tenemos el conocido bloque V6 tres litros diesel de la marca, pero en este caso y este coche, con “sólo” 190CV en lugar de los 231 que desarrolla en el resto de la gama. Pueden parecer pocos para tirar de las dos toneladas largas que pesa el coche, pero ya os anticipo que no lo son. Arrancamos y un leve y lejano ronroneo diesel llega al habitáculo, una letanía que no molesta. Seleccionamos D en la palanquita y quitamos el freno-de-mano-de-pie que tanto gusta en la marca y que a mí, probados los estúpidos frenos de mano eléctricos por botón, ya no me disgusta tanto.
Echamos a rodar y el cambio automático de siete marchas pasa desapercibido –de eso se trata- sumiéndonos en una aceleración constante y sin sobresaltos. El motor, sin ofrecer prestaciones de carreras, mueve el pesado Clase R con solvencia.
En adelantamientos, un pisotón al acelerador para despertar sus 44,9 mkg de par, nos conferirá toda la seguridad necesaria para resolver la maniobra.
Su pisada es tan firme como confortable. No es una alfombra voladora, pero tolera las imperfecciones del asfalto con notable indulgencia y, al mismo tiempo, ofrece un paso por curva sereno a velocidad razonable, sin oscilaciones acusadas de la carrocería.
La dirección está demasiado desmultiplicada, lo que le confiere una buena maniobrabilidad a baja velocidad pero un exceso de manoteo sobre el aro a la hora de trazar “con ritmo” curvas cerradas.
Los frenos, tras mucha carretera secundaria con subidas y bajadas apurando el motor del coche, llegaron a agotarse, sin embargo, con sólo un milímetro más de recorrido de pedal mantenían intacta una loable capacidad de detención del automóvil lanzado.
Un fantástico automóvil para viajar largo y tendido por nuestras autopistas, en definitiva.
Y económico, aunque luego iremos con lo de las pesetas, pues aunque parezca mentira nuestro consumo durante la prueba ha sido de tan sólo 8,3 litros a los 100 kms de media. Algo muy destacable en un coche de semejante tamaño y peso.
Pero eso va a ser lo único económico de este coche, pues su precio, a todas luces, da cuenta de lo exclusivo del modelo.
El motor básico diesel –el aquí probado- con propulsión trasera (con este motor no está disponible el 4Matic) y batalla corta sale por 55.500 euros, a los que habrá que sumar una buena ristra de opcionales. Nuestro coche, sin ser despampanante ni traerlo todo (faltaban por ejemplo los asientos calefactables y de regulación eléctrica) marcaba un precio de tarifa de 80.000 euros. Esto es una Chrysler Grand Voyager y media. O dos Ford Galaxy. O tres Ssangyong “Frankenstein” Rodius. Sin duda no son lo mismo, pero pueden ser comparables a ojos de su público. Su competencia vendría más de los Audi Q7 o los Bmw X5 de siete plazas, que son SUV carísimos que también van muy bien en carretera y resultan algo más polivalentes.
No sé, puestos a querer que tus retoños viajen como reyes… mejor comprar un Chevrolet Orlando o algo así para el día a día y con lo que te ahorras… alquilar un Jet privado para ir de vacaciones.
Con ello no quiero condenar a este R300CDi, pues vale lo que cuesta, el problema es, quizá, que vale demasiado.
Debe ser que Mercedes piensa que tu familia no merece menos...
Su estética manifestaba un compromiso entre la función y la forma, y su rodar era de los mejores en un segmento en el que realmente campa a sus anchas como único representante de la “fregoneta de lujo”.
Recientemente el modelo ha recibido una puesta al día que le confiere mayor atractivo. Su frontal ahora se nos muestra más aguerrido y en total consonancia con el resto de la gama de Mercedes, y bajo el capó ha recibido lo último de lo último de la casa de la estrella en términos de BlueTec y BlueEfficiency. Más potencia y menos consumo.
Pero vayamos por partes, y de momento nos quedaremos en la parte de fuera.
El Clase R, incluso en este ejemplar de batalla corta, es grande-grande. Es un coche de 5x2, más o menos, con una altura más contenida de apenas 1,65 metros. Llama la atención cómo con ruedas –opcionales- de 18 pulgadas parece que el coche va de puntillas y su masa pide a gritos las opcionales de 20. Me gustan los pilotos led traseros, sobre todo de noche, sus dobles salidas de escape rectangulares y los remates cromados en la trasera y el frontal (opcionales).
El perfil es alargado y bien dimensionado, con un capó muy horizontal y bien distinguido. Este morro goza de mucha más presencia que en el modelo anterior, con grandes lamas plateadas en el radiador flanqueando la estrella, capó con nervaduras y parachoques con luces de día incorporadas.
Tenemos una buena superficie acristalada con las pertinentes lunas tintadas en las plazas traseras.
Pasamos al interior abriendo su gran puerta del conductor y nos recibe la atmósfera típica de Mercedes: cuidado, calidad, discreción… y oscuridad. Tenemos salpicadero negro, con asientos de cuero y alcántara (opcionales) en negro y embellecedores en madera de raíz de álamo que vienen a ser… negros. Gracias al techo corredizo panorámico (opcional) aportamos algo de luz al asunto en esta primavera tan gris y lluviosa –de momento-.
Nos sentamos a sus mandos y el gran volante preside el cuadro. Tras él tenemos toda la información necesaria a golpe de un vistazo. Me gusta el detalle tradicional de incluir el reloj analógico en este punto. Puede parecer anacrónico, pero si lo quitan, lo echaría de menos. Entre velocímetro y cuentavueltas está la pantalla de un ordenador de a bordo muy completo pero de extraño manejo. Y es que en el volante hay dos botones para manejarlo: uno pasa los menús para arriba y el otro los pasa para abajo, sin embargo la función de reset la hemos de buscar en otro más lejano y menos obvio.
Del mando del control de velocidad mejor no hablar. Como siempre, en todos los "Merc", va colocado exactamente justo donde debería ir el accionador de los intermitentes, lo que en más de una ocasión me ha hecho doblar una esquina con el “cruise control” activado y el intermitente apagado. Un rollo, pero te acostumbras.
De la misma manera te acostumbras a la “palanquita de cambios” en la caña de dirección a la derecha del volante. Muy yankee, muy tonto, pero muy sencilla. Montar ahí el cambio habilita el espacio entre los dos asientos para colocar tres pequeñas guanteras independientes con su tapa, amén del consabido apoyabrazos con un gran hueco en su interior.
La consola central es muy ancha, la pantalla del navegador queda algo baja y los mandos del climatizador siguen fieles a su estilo de roscas de lavadora.
Los asientos son muy grandes y cómodos. Para ser un Mercedes yo los esperaba algo más blandos, pero me he llevado una agradable sorpresa. Quizá tenga que ver el "paquete interior deportivo” (opcional) que traía nuestra unidad de pruebas (junto con pedales metálicos y otros delicatessen), pero el caso es que me han satisfecho bastante.
La visibilidad es buena hacia delante y hacia los lados, hacia atrás es algo más reducida, pero su cámara de marcha atrás y su partronic garantizan que salgamos casi de cualquier atolladero sin demasiado apuro.
En las plazas de atrás sobra espacio pero faltan huecos. Tres adultos viajarán cómodos a pesar de la forma innecesariamente estrecha del asiento central. Y tras ellos… otra fila más.
Este 300CDi no se ofrece con carrocería larga, es por ello que, para los que necesiten más plazas en este modelo en concreto, existe la posibilidad de montar dos butacas extra (opcional) en el maletero. Y dos señores asientos en dos señores plazas con sus salidas de ventilación y todo. He montado en coches urbanos cuyo asiento del conductor es más incómodo que estas dos butacas auxiliares. La salida y la entrada de ellas es ya otro cantar… que se ha de practicar. Y el maletero, en configuración 7 ocupantes queda reducido a unos 314 litros de capacidad escasos pero suficientes para cargar tres maletas a tope de mudas para todos los miembros de la familia. Apertura eléctrica, por cierto… y opcional, como todo.
Con todo, el interior de este R está bien resuelto, bien presentado y bien organizado.
Pongámonos en marcha.
Bajo el capó tenemos el conocido bloque V6 tres litros diesel de la marca, pero en este caso y este coche, con “sólo” 190CV en lugar de los 231 que desarrolla en el resto de la gama. Pueden parecer pocos para tirar de las dos toneladas largas que pesa el coche, pero ya os anticipo que no lo son. Arrancamos y un leve y lejano ronroneo diesel llega al habitáculo, una letanía que no molesta. Seleccionamos D en la palanquita y quitamos el freno-de-mano-de-pie que tanto gusta en la marca y que a mí, probados los estúpidos frenos de mano eléctricos por botón, ya no me disgusta tanto.
Echamos a rodar y el cambio automático de siete marchas pasa desapercibido –de eso se trata- sumiéndonos en una aceleración constante y sin sobresaltos. El motor, sin ofrecer prestaciones de carreras, mueve el pesado Clase R con solvencia.
En adelantamientos, un pisotón al acelerador para despertar sus 44,9 mkg de par, nos conferirá toda la seguridad necesaria para resolver la maniobra.
Su pisada es tan firme como confortable. No es una alfombra voladora, pero tolera las imperfecciones del asfalto con notable indulgencia y, al mismo tiempo, ofrece un paso por curva sereno a velocidad razonable, sin oscilaciones acusadas de la carrocería.
La dirección está demasiado desmultiplicada, lo que le confiere una buena maniobrabilidad a baja velocidad pero un exceso de manoteo sobre el aro a la hora de trazar “con ritmo” curvas cerradas.
Los frenos, tras mucha carretera secundaria con subidas y bajadas apurando el motor del coche, llegaron a agotarse, sin embargo, con sólo un milímetro más de recorrido de pedal mantenían intacta una loable capacidad de detención del automóvil lanzado.
Un fantástico automóvil para viajar largo y tendido por nuestras autopistas, en definitiva.
Y económico, aunque luego iremos con lo de las pesetas, pues aunque parezca mentira nuestro consumo durante la prueba ha sido de tan sólo 8,3 litros a los 100 kms de media. Algo muy destacable en un coche de semejante tamaño y peso.
Pero eso va a ser lo único económico de este coche, pues su precio, a todas luces, da cuenta de lo exclusivo del modelo.
El motor básico diesel –el aquí probado- con propulsión trasera (con este motor no está disponible el 4Matic) y batalla corta sale por 55.500 euros, a los que habrá que sumar una buena ristra de opcionales. Nuestro coche, sin ser despampanante ni traerlo todo (faltaban por ejemplo los asientos calefactables y de regulación eléctrica) marcaba un precio de tarifa de 80.000 euros. Esto es una Chrysler Grand Voyager y media. O dos Ford Galaxy. O tres Ssangyong “Frankenstein” Rodius. Sin duda no son lo mismo, pero pueden ser comparables a ojos de su público. Su competencia vendría más de los Audi Q7 o los Bmw X5 de siete plazas, que son SUV carísimos que también van muy bien en carretera y resultan algo más polivalentes.
No sé, puestos a querer que tus retoños viajen como reyes… mejor comprar un Chevrolet Orlando o algo así para el día a día y con lo que te ahorras… alquilar un Jet privado para ir de vacaciones.
Con ello no quiero condenar a este R300CDi, pues vale lo que cuesta, el problema es, quizá, que vale demasiado.
Debe ser que Mercedes piensa que tu familia no merece menos...
NUESTRA NOTA: 8
Cosas a favor
Consumo contenido
Motor y cambio
Calidad de rodadura
Cosas en contra
Precio exorbitado
Pantalla del navegador baja
Asiento central trasero estrecho
MOTOR
- Cilindrada: 2.987 c.c.
- Potencia: 190 CV CEE
- Par: 44,9 mkg
- Tracción: trasera
- Caja de cambios: automática 7 velocidades
Dimensiones
- Largo/ancho/alto: 492/192/165 cms
- Peso: 2.250 kgs
- Ruedas: 255/55R18 op.
- Maletero: 531 l
- Cap. Depósito: 80 l
Prestaciones
- Velocidad máxima: 210 km/h
- Aceleración 0-100km/h: 8,9 seg
- Consumo medio oficial: 7,6 l/100 kms
Equipamiento
- Equipamiento: ABS, EBD, ESP, TCS, 6 airbags, asientos semieléctricos, climatizador bizona, control de velocidad, control de presión de neumáticos, sensor de luces y limpias, faros antiniebla, equipo de audio CD, volante multifunción de cuero...