Peugeot 4007 2.2Hdi Aut. S.Pack
" Peugmitsutroën. (No, no es sueco) "
De la extraña “joint venture” entre el grupo PSA y Mitsubishi surgió el todo terreno comodín que le faltaba al grupo francés, pero ni el C-Crosser por un lado ni el 4007 por el otro pueden ocultar que bajo su careta hay todo un Mitsubishi Outlander.
La verdad es que el planteamiento de este coche resulta netamente inteligente. ¿Para qué desarrollar mi propio SUV si puedo comprar uno de los mejores y ponerle mi “chapa”? Ahorro de costes sobre un producto más que garantizado. Y la fórmula no es nueva, otros ya han dado cuenta de lo bien que se llevan Francia y Japón a la hora de compartir proyectos, como el Toyota Aygo/Citroën C1/Peugeot 107.
El problema es que ni unos ni otros saben disimular, y rápido se les ve el plumero.
Es el caso de este 4007. Un Mitsubishi a todas luces por cuatro de los cinco lados.
Para quien no conozca el producto, sea de Citroën, de Mitsu o, como es el caso ahora, de Peugeot, diré que este “Mitsucitroegot” es un coche grande, alto, atractivo a la vista y bastante capaz. La marca gala monta su parrilla específica (más chic que la japonesa) y sustituye los led de los pilotos traseros por unas sencillas bombillas. Por lo demás nada más en el exterior, a excepción del diseño de las llantas, la sustitución de logos de capó y maletero y la inclusión de algún detalle cromado indistinguible a primera vista.
Por lo demás todo es lo mismo y denota su origen procedente del país del sol naciente, como por ejemplo el llevar la doble salida de escape al “otro lado” (derecha en lugar de izquierda como en la mayoría de coches europeos) o la toma del depósito también al revés (izquierda en lugar de derecha). Si nunca has reparado en tan sutiles detalles te invito a que observes lo que ves por la carretera y me darás la razón.
Tampoco están bien rematados los bajos en su parte trasera, luciendo sus “tripas” (rueda de repuesto) pero garantizando un buen ángulo de salida en campo. De esto, de lo de las tripas y el ángulo, el Rey indiscutible es el Range Rover Sport ¿Verdad?
Bueno, sea lo que sea o lo que parezca me voy a montar en él (esto ya lo dijo Julia Roberts cuando conoció a su primer marido…).
En el interior encuentro tres cuartas partes de lo mismo. Tan sólo el león en el centro del volante me indica que estoy en un Peugeot. Es una pena, porque los interiores de los nuevos modelos de la marca franchute son sencillamente espléndidos, pero éste, aunque más soso, en calidad y ajustes no le va a la zaga. Postura de conducción alta con la piernas muy flexionadas, mandos razonablemente situados con terrible apariencia pero buena calidad y un cuadro, bajo una capilla forrada en bonito cuero, de diseño muy vistoso en el que destaca una pantalla multifunción “de colorines” que nos da los buenos días y se despide cuando nos vamos. También incluye información de utilidad olvidada estos días, hablo del termómetro de temperatura del motor.
La visibilidad es buena en todos los ángulos y el tintado de los cristales se muestra infinitamente más claro desde el interior que desde el exterior. Sí, esto puede parecer de Perogrullo, pero hay fabricantes que se pasan o no llegan. Hay buenos huecos en las puertas, guantera y apoyabrazos con bandeja, pero no le vayas a pedir mucho más.
Arranco el motor con una llave de las de toda la vida y el 2.2HDi de 156CV cobra vida. Actualmente, éste es el único propulsor disponible en Peugeot, mientras que Citroën aún contempla una opción 2.4i gasolina y Mitsubishi ofrece también otro diesel de fabricación propia de 177CV con tracción a las ruedas delanteras o integral. Cualquiera de las opciones puede ser buena, pero la mejor es la que –a mi juicio- tenemos nosotros por delante.
El motor es sutil. Ni suena ni vibra en caliente y en frío el desagrado es bastante tolerable. La potencia es más que suficiente y el cambio de marchas… es un prodigio… de suavidad. Sí, y es que como novedad aquí tenemos una caja automática de 6 velocidades con doble embrague (la marcha siguiente a la seleccionada ya gira sobre un embrague en paralelo al acoplado). Las transiciones son de seda y bastante rápidas, hasta que afrontamos un adelantamiento con Kick-Down o maniobramos “para `lante y para `tras” y entonces echamos de menos un cambio manual de la vieja escuela, pero en líneas generales, el DCS (Double Clunch S… no se qué) resulta satisfactorio y se erige como la combinación más apetecible con este coche y este motor.
De momento rodamos por carretera en configuración 2WD, es decir, tracción delantera, seleccionada mediante una simple rosca entre los asientos delanteros con sólo 3 posiciones: la mencionada 2WD, Auto y 4WD (diferencial central bloqueado y reparto de par 50/50 delante/detrás). Rodamos, como iba diciendo, con una pisada franca y enlazando curvas sin aspavientos. A ritmos legales el coche aguanta la trazada sin atragantarse y tan sólo a buen ritmo tendremos que abrir el giro más de lo deseado o tocar freno para recolocar una carrocería que “no se menea” en exceso para ser un todo camino, pero que tampoco exhibe comportamiento de turismo. Lo firme de su suspensión –nunca incómoda- y su aplomo sobre el asfalto lo debe en parte a lo adecuado de su calzado, 18” con 225 de pisada en este acabado, “Sport Pack”. Frenar frena pero no le vendrían mal unos discos delanteros más grandes.
Pasamos a modo Auto y no notamos la diferencia, bien cierto es que rodamos a 12 grados sobre asfalto seco, pero la constatación de que el modo funciona viene dada por un ligero aumento del consumo de combustible, de 7,6 litros a los 100 hemos pasado a 7,8, dos decimillas a costa de tirar de dos ruedas más en alguna que otra ocasión ante las ínfulas deportivas de un servidor a su volante. No me parece mal dato.
Y ahora salimos del asfalto. Bloqueamos el diferencial y buscamos terreno abrupto. Pasamos sin problemas. Tanto que hago la prueba en 2WD. Y en Auto. Y también pasamos sin problemas. Vamos a buscar algo más difícil.
Lo encuentro. Verifico que en 2WD no pasa, pero sí en Auto y también en 4WD. Empiezo a pensar que aquí hay una función que sobra…
Más difícil todavía: en 2WD me quedo estancado, en Auto también y es el modo 4WD el que “se pasa el control de tracción por el forro” y me saca del atolladero de agua, barro, juncos y sanguijuelas en el que me había metido.
Vale, entonces tenemos un modo a dos ruedas para poco, otro para “lo normal en su caso” y otro de “rescate de emergencia”. Muy fácil. Muy efectivo. Pero ni su altura libre al suelo ni sus neumáticos de todo-tiempo-mientras-que-todo-el-tiempo-sea-soleado me dan confianza para ponerlo en innecesarios aprietos.
Paro a fumar un cigarro a 16.000 kilómetros de un hospital, 4.000 de un bar y 3.600 de una residencia de ancianos confiando en que nadie me denuncie o me dispare por tan luctuoso acto de perversión pecaminosa, y mientras apuro el pitillo me entretengo con la tercera fila de asientos. Y me entretengo tanto que tras media hora de tira y afloja tengo que encender otro cigarro para calmar los nervios. Lo sé. Soy torpe. Lo sé. No estoy acostumbrado a este tipo de coches. Lo que no sé es quién ha ideado el sistema en este “Citromitsugeot” porque no hay Dios que lo entienda. Tiro de un lado, tiro del otro, muevo la cabeza, muevo los pies, muevo la tibia y el peroné… y aquello sigue igual. Me vuelvo a la oficina frustrado decidido a llamar a la marca a preguntar si es normal o está roto. Ya allí mi compañera Marisa me quita las llaves y no sé qué tipo de magia obra sobre el mecanismo que en cinco minutos aquello está levantado. Increíble. No obstante me reconoció que de los últimos coches que he tenido, éste era el más complicado.
Bueno. Pues nada, que ahí hay dos asientos más. Están bien y tal, pero quedan excesivamente cerca del suelo y ocupan casi el noventa por ciento del maletero, que sin ellos, dicho de paso, está bastante bien.
Poco más añadir a un coche que no es sino tres. El precio de este Peugeot 4007 2.2Hdi Sport Pack 6Vaut 7Plazas es de 32.111 euros. Su equipamiento es fantástico, dejando tan sólo de manera inexplicable el Bluetooth en opción que supongo que vendrá con el navegador, que a su vez viene con la cámara trasera y el equipo de música especial que sea japonés o francés seguro suena mucho mejor que muchos otros de campanillas. El Mitsubishi Outlander equivalente sale por 38.000, pero trae techo solar, arranque manos libres y ofrece un año más de garantía. El C-Crosser de Citroën se queda en 32.324 euros, con lo que marca un término medio razonable, pero a grandes rasgos, los tres valen lo mismo, y acabarás con el mismo buen coche elijas el que elijas.
No sé, busca la mejor oferta en el concesionario o el vendedor que te haga más la pelota, porque es que ni siquiera en la gama de colores hay diferencia...
El problema es que ni unos ni otros saben disimular, y rápido se les ve el plumero.
Es el caso de este 4007. Un Mitsubishi a todas luces por cuatro de los cinco lados.
Para quien no conozca el producto, sea de Citroën, de Mitsu o, como es el caso ahora, de Peugeot, diré que este “Mitsucitroegot” es un coche grande, alto, atractivo a la vista y bastante capaz. La marca gala monta su parrilla específica (más chic que la japonesa) y sustituye los led de los pilotos traseros por unas sencillas bombillas. Por lo demás nada más en el exterior, a excepción del diseño de las llantas, la sustitución de logos de capó y maletero y la inclusión de algún detalle cromado indistinguible a primera vista.
Por lo demás todo es lo mismo y denota su origen procedente del país del sol naciente, como por ejemplo el llevar la doble salida de escape al “otro lado” (derecha en lugar de izquierda como en la mayoría de coches europeos) o la toma del depósito también al revés (izquierda en lugar de derecha). Si nunca has reparado en tan sutiles detalles te invito a que observes lo que ves por la carretera y me darás la razón.
Tampoco están bien rematados los bajos en su parte trasera, luciendo sus “tripas” (rueda de repuesto) pero garantizando un buen ángulo de salida en campo. De esto, de lo de las tripas y el ángulo, el Rey indiscutible es el Range Rover Sport ¿Verdad?
Bueno, sea lo que sea o lo que parezca me voy a montar en él (esto ya lo dijo Julia Roberts cuando conoció a su primer marido…).
En el interior encuentro tres cuartas partes de lo mismo. Tan sólo el león en el centro del volante me indica que estoy en un Peugeot. Es una pena, porque los interiores de los nuevos modelos de la marca franchute son sencillamente espléndidos, pero éste, aunque más soso, en calidad y ajustes no le va a la zaga. Postura de conducción alta con la piernas muy flexionadas, mandos razonablemente situados con terrible apariencia pero buena calidad y un cuadro, bajo una capilla forrada en bonito cuero, de diseño muy vistoso en el que destaca una pantalla multifunción “de colorines” que nos da los buenos días y se despide cuando nos vamos. También incluye información de utilidad olvidada estos días, hablo del termómetro de temperatura del motor.
La visibilidad es buena en todos los ángulos y el tintado de los cristales se muestra infinitamente más claro desde el interior que desde el exterior. Sí, esto puede parecer de Perogrullo, pero hay fabricantes que se pasan o no llegan. Hay buenos huecos en las puertas, guantera y apoyabrazos con bandeja, pero no le vayas a pedir mucho más.
Arranco el motor con una llave de las de toda la vida y el 2.2HDi de 156CV cobra vida. Actualmente, éste es el único propulsor disponible en Peugeot, mientras que Citroën aún contempla una opción 2.4i gasolina y Mitsubishi ofrece también otro diesel de fabricación propia de 177CV con tracción a las ruedas delanteras o integral. Cualquiera de las opciones puede ser buena, pero la mejor es la que –a mi juicio- tenemos nosotros por delante.
El motor es sutil. Ni suena ni vibra en caliente y en frío el desagrado es bastante tolerable. La potencia es más que suficiente y el cambio de marchas… es un prodigio… de suavidad. Sí, y es que como novedad aquí tenemos una caja automática de 6 velocidades con doble embrague (la marcha siguiente a la seleccionada ya gira sobre un embrague en paralelo al acoplado). Las transiciones son de seda y bastante rápidas, hasta que afrontamos un adelantamiento con Kick-Down o maniobramos “para `lante y para `tras” y entonces echamos de menos un cambio manual de la vieja escuela, pero en líneas generales, el DCS (Double Clunch S… no se qué) resulta satisfactorio y se erige como la combinación más apetecible con este coche y este motor.
De momento rodamos por carretera en configuración 2WD, es decir, tracción delantera, seleccionada mediante una simple rosca entre los asientos delanteros con sólo 3 posiciones: la mencionada 2WD, Auto y 4WD (diferencial central bloqueado y reparto de par 50/50 delante/detrás). Rodamos, como iba diciendo, con una pisada franca y enlazando curvas sin aspavientos. A ritmos legales el coche aguanta la trazada sin atragantarse y tan sólo a buen ritmo tendremos que abrir el giro más de lo deseado o tocar freno para recolocar una carrocería que “no se menea” en exceso para ser un todo camino, pero que tampoco exhibe comportamiento de turismo. Lo firme de su suspensión –nunca incómoda- y su aplomo sobre el asfalto lo debe en parte a lo adecuado de su calzado, 18” con 225 de pisada en este acabado, “Sport Pack”. Frenar frena pero no le vendrían mal unos discos delanteros más grandes.
Pasamos a modo Auto y no notamos la diferencia, bien cierto es que rodamos a 12 grados sobre asfalto seco, pero la constatación de que el modo funciona viene dada por un ligero aumento del consumo de combustible, de 7,6 litros a los 100 hemos pasado a 7,8, dos decimillas a costa de tirar de dos ruedas más en alguna que otra ocasión ante las ínfulas deportivas de un servidor a su volante. No me parece mal dato.
Y ahora salimos del asfalto. Bloqueamos el diferencial y buscamos terreno abrupto. Pasamos sin problemas. Tanto que hago la prueba en 2WD. Y en Auto. Y también pasamos sin problemas. Vamos a buscar algo más difícil.
Lo encuentro. Verifico que en 2WD no pasa, pero sí en Auto y también en 4WD. Empiezo a pensar que aquí hay una función que sobra…
Más difícil todavía: en 2WD me quedo estancado, en Auto también y es el modo 4WD el que “se pasa el control de tracción por el forro” y me saca del atolladero de agua, barro, juncos y sanguijuelas en el que me había metido.
Vale, entonces tenemos un modo a dos ruedas para poco, otro para “lo normal en su caso” y otro de “rescate de emergencia”. Muy fácil. Muy efectivo. Pero ni su altura libre al suelo ni sus neumáticos de todo-tiempo-mientras-que-todo-el-tiempo-sea-soleado me dan confianza para ponerlo en innecesarios aprietos.
Paro a fumar un cigarro a 16.000 kilómetros de un hospital, 4.000 de un bar y 3.600 de una residencia de ancianos confiando en que nadie me denuncie o me dispare por tan luctuoso acto de perversión pecaminosa, y mientras apuro el pitillo me entretengo con la tercera fila de asientos. Y me entretengo tanto que tras media hora de tira y afloja tengo que encender otro cigarro para calmar los nervios. Lo sé. Soy torpe. Lo sé. No estoy acostumbrado a este tipo de coches. Lo que no sé es quién ha ideado el sistema en este “Citromitsugeot” porque no hay Dios que lo entienda. Tiro de un lado, tiro del otro, muevo la cabeza, muevo los pies, muevo la tibia y el peroné… y aquello sigue igual. Me vuelvo a la oficina frustrado decidido a llamar a la marca a preguntar si es normal o está roto. Ya allí mi compañera Marisa me quita las llaves y no sé qué tipo de magia obra sobre el mecanismo que en cinco minutos aquello está levantado. Increíble. No obstante me reconoció que de los últimos coches que he tenido, éste era el más complicado.
Bueno. Pues nada, que ahí hay dos asientos más. Están bien y tal, pero quedan excesivamente cerca del suelo y ocupan casi el noventa por ciento del maletero, que sin ellos, dicho de paso, está bastante bien.
Poco más añadir a un coche que no es sino tres. El precio de este Peugeot 4007 2.2Hdi Sport Pack 6Vaut 7Plazas es de 32.111 euros. Su equipamiento es fantástico, dejando tan sólo de manera inexplicable el Bluetooth en opción que supongo que vendrá con el navegador, que a su vez viene con la cámara trasera y el equipo de música especial que sea japonés o francés seguro suena mucho mejor que muchos otros de campanillas. El Mitsubishi Outlander equivalente sale por 38.000, pero trae techo solar, arranque manos libres y ofrece un año más de garantía. El C-Crosser de Citroën se queda en 32.324 euros, con lo que marca un término medio razonable, pero a grandes rasgos, los tres valen lo mismo, y acabarás con el mismo buen coche elijas el que elijas.
No sé, busca la mejor oferta en el concesionario o el vendedor que te haga más la pelota, porque es que ni siquiera en la gama de colores hay diferencia...
NUESTRA NOTA: 8
Cosas a favor
Tracción 4x4
Cambio doble embrague
Motor solvente
Cosas en contra
Tercera fila de asientos
Mando de asientos calef. Escondido
Modelo poco diferenciado de sus “hermanos”
MOTOR
- Cilindrada: 2.179 c.c.
- Potencia: 156 CV CEE
- Par: 38,7 mkg
- Tracción: integral conectable
- Caja de cambios: automatica 6 velocidades
Dimensiones
- Largo/ancho/alto: 463/180/167 cms
- Peso: 1.845 kgs
- Ruedas: 225/55R18
- Maletero: 510 l
- Cap. Depósito: 60 l
Prestaciones
- Velocidad máxima: 190 km/h
- Aceleración 0-100km/h: 11,1 seg
- Consumo medio oficial: 7,4 l/100kms
Equipamiento
- Equipamiento: ABS, BAS, EDB, ESP, TCS, 6 airbags, asiento trasero abatible y deslizable, barras en el techo, bloqueo del diferencial, climatizador, control de velocidad, faros antiniebla, faros de xenon, sensor de luces y limpias, llantas de 18", cristales traseros tintados, ordenador de a bordo, tapicería de cuero, parktronic trasero...