Prueba del Citroen C5 2.0Hdi Premier

Y con ello no quiero decir que el Citroën sea un coche perfecto o igualito a un Audi, lo que quiero decir es que ha mejorado como de la noche al día y constituye un producto óptimo por sí mismo y en relación con su competencia.



Si comparamos este C5 con el que le precedía lo primero que llamará la atención es su sensación de empaque. Más ancho, más largo y mejor diseñado que su predecesor, el cuál en su última versión parecía un coche hecho a retales. Me siguen sobrando un par de cromados, pero es indudable que este elemento aporta elegancia y sigue teniendo su público.

Esta buena sensación se traslada al interior, donde los ajustes y materiales miran de tú a tú a berlinas con mayores aspiraciones… y precio. Personalmente a mí no me gusta, pero no por ello dejo de reconocer su valía. Y no me gusta porque se me pasa de “moderno”: Lo del volante con el centro fijo no facilita nada, es más, complica acciones sencillas como tocar el claxon. La proliferación de botones también es excesiva. Tampoco creo que los dos indicadores digitales del cuadro (temperatura y combustible) aporten nada, y al climatizador le falta una tecla “off” para apagarlo (lo mismo que en Bmw). El botón del warning está “donde Almanzor perdió el tambor” y algunos ornamentos generan reflejos en el parabrisas. Sin embargo, insisto en que son apreciaciones personales que cualquier otro considerará un peaje lógico por lograr una estética actual y diferenciadora. Vale.



Tampoco me gusta el freno de mano eléctrico, totalmente prescindible. Convierte una operación intuitiva de dos segundos (subir o bajar la palanca de mano y listo) en un proceso más largo y pensado. Para acabar con mi “disgusto” decir que la tapicería de pseudo-alcántara en color negro amén de oscuridad da un calor que te-pasas-y-te-asas.
Y hasta aquí sus pegas, que como veis pueden ser bastante subjetivas, porque todo funciona y funciona bien, aparte de estar bien hecho.
En general el interior es bastante amplio. Los asientos delanteros son muy grandes y atrás en su banqueta corrida acomodaremos tres adultos sin estrecheces -aunque el de en medio no disponga de asiento específico-. El maletero con 439 litros de capacidad no es precisamente de los más grandes del segmento.

Nos ponemos en marcha.
Al arrancar el propulsor no resulta tan silencioso como cabría esperar, aún con eso el excelente aislamiento acústico del coche logra mitigar el horroroso sonido diesel.
Comenzamos a circular y el coche va tan asentado como aventura su imponente estética. Se come la autopista, en carretera hace gala de muy buen rodar y en ciudad mima a sus ocupantes. De ello mucha culpa la tiene la laureada suspensión neumática “marca de la casa”. En este coche ha vuelto más firme, con menos sensación de “alfombra voladora”, no obstante el confort sigue siendo elevado. En modo sport –que lo tiene- el coche gira más plano y también lograremos algún que otro rebote al pasar profundos baches o badenes. Nada que nos vaya a despeinar ni pasar factura al lumbago.



El motor ofrece un fenomenal compromiso entre consumo (6,9l/100kms de media en la prueba), prestaciones y agrado de conducción. Es obvio que los que precisen de algo más de “salsa” en aceleraciones y adelantamientos los 138cv de este coche se les pueden quedar escasos, pues no es un turbodiesel de esos que se sienten siempre plenos de forma y potencia, eso se lo deja a sus hermanos de mayor cilindrada. Por cierto que ya mismo este motor acaba de ser sustituído por un 140cv con nuevo filtro de partículas (FAP) y análogo rendimiento-comportamiento.

La caja de cambios es curiosa, con las marchas muy juntitas entre ellas en transversal pero distantes en longitudinal, es decir, 1ª,3ª,5ª y marcha atrás están muy pegaditas pero alejadas de 2ª,4ª y 6ª, que también se andan en un racimo. Prácticamente nunca te equivocas de marcha, pero más de una vez piensas que hubieras podido hacerlo.
Embrague bien, frenos bien y dirección menos suave y más precisa de lo que nos tiene acostumbrados la marca del doble chevron. Casi-casi la de un Passat.



Donde con mayor holgura saca la cabeza este coche es en su equipamiento. La versión probada ha sido la “Premier”, intermedia entre la S y Exclusive. Lo lleva todo, desde bluetooth hasta sensor de luces y limpias, llantas de aleación o climatizador bizona con perfumador de ambiente, por supuesto control y limitador de velocidad junto con retrovisores abatibles, cortinilla trasera, Hill-Holder… y que se puede complementar con el muy recomendable Pack Premier que nuestro coche traía e incluye pintura metalizada, parktronic delantero y trasero, ruedas de 17” y control de presión de neumáticos. Todo por 450 euros. Muy buena oferta. Con él montado este coche se queda en 25.250 euros. Cantidad fácilmente mejorable gracias a la agresiva política de descuentos de la marca y sus concesionarios. Hablamos de llevarte un cochazo cómodo y bien equipado por unos 2.000 euros menos que un Ford Mondeo equivalente (que es tan bueno como él pero menos moderno-vanguardista), o 3.000 menos que un Passat peladete más incómodo e insulso. El Laguna dci 150cv Privilege es el que más se le acerca, pero nadie me negará que es infinitamente más feo y algo menos capaz.



En definitiva: bueno, bonito y barato. Quizá ni el más bueno, ni el más bonito ni el más barato, pero marca un término medio en todo que lo hace una compra muy interesante.