Prueba del Alfa MiTo 1.6JTDm Distinctive

Desde su presentación lo sabíamos: Este coche merecía más. Si en gasolina los motores 1.4TB en sus versiones de 120 y 155 cv daban el juego esperado, el 1.3JTDm de 90 cv de gasoil nos dejaba cariacontecidos y circunspectos. El coche se defendía en urbano y en breves escarceos por vías rápidas, pero más allá… el Mini D se lo merendaba vivo.
Y era una pena, pues el coche italiano destila tanto gusto o más que el modelo germano a más bajo precio, su calidad no es mala y su rodar, a excepción del lamentable tarado de muelles y suspensión que te hace ir dando saltos, era bastante gratificante.
Pero faltaba motor.

Y en esto que llega este “milseiscientos” dispuesto a ofrecer una alternativa real al susodicho Mini (insisto en la competencia pues en tamaño y gusto por la estética son los dos principales rivales en lid).

120 cv y 32,6 mkg de par prometen mucha mejora. Nos ponemos en marcha…uuuuhh pues esto no va como esperábamos… Lentos, seguimos siendo lentos. Menos que antes, sí, pero lentos. Una vez lanzados las cosas mejoran bastante… o todo lo que se puede mejorar con una suspensión dura, seca y de recorridos mínimos. Vamos rápidos y relajados. El confort acústico es bueno y el tacto del coche muy agradable. Frenamos y se nos saltan las gafas de las orejas. El mordisco de sus frenos de disco a las cuatro ruedas es tremendo. En un par de ocasiones me quedo detenido media docena de metros antes del poste de stop. Al pasar de los kilómetros y al pasar de su uso al abuso se van dulcificando, aún así, yo diría que frenan más de lo que este coche es capaz de correr.

La caja de cambios no es ninguna maravilla, pero no merece especial crítica. Los asientos son cómodos y recogen bien el cuerpo, la habitabilidad trasera es comprometida (pero menos que la de un Mini) y el maletero es de risa (o todo lo de risa que debe ser en un coche que apenas rebasa los 4 metros de longitud). 270 optimistas litros gracias a su altura.



Al salpicadero le sobran ondas y la imitación carbono es un poco “chunga”. Los materiales empleados son de una calidad aceptable y la instrumentación es muy completa. Nuestro coche trae el acabado Distinctive (el más alto de gama) junto con una pléyade de opcionales muy recomendables. Entre ellos, el paquete Premium (759 euros) con clima bizona, control de aparcamiento trasero, reposabrazos delantero, volante multifunción (en realidad es de serie), control de velocidad, asiento del pasajero multirregulable y toma de corriente. También está bien el “Blue&me” de Microsoft, con bluetooth y toma USB (desde 480 euros). El equipo de sonido Bose (672e) te lo puedes ahorrar. Mejor que te lo gastes en ponerle faros de Xenon que cuestan casi lo mismo.

Total, que el coche de 18.900 euros se te pone en más de 20.000 bien “equipadete”, es decir, por lo que sale un Mini D “pelao”. –Siento ser pesado-.
Pero volvamos a la carretera, que falta lo mejor.

Lo mejor aparece cuando acciono ese “gadget” llamado DNA Alfa, y paso de su posición N -“Normal”- a D -“Dynamic”-. Ahora sí que sí. La respuesta del acelerador se hace mucho más inmediata, la dirección se endurece considerablemente, el motor sube rápido más allá de las 4.000 vueltas, el ESP se vuelve más permisivo, sube el ruido, aparece un gráfico en el ordenador que muestra el soplado del turbo y la suspensión… sigue siendo una mierda.



Pero no pasa nada. ¡Esta vivo! El coche ahora se vuelve realmente divertido de conducir y nos pone de relieve plenamente la ganancia de potencia que hay bajo su capó.
Hacemos curvas como un cohete, callejeamos como una bala y nos incorporamos a la autopista como un misil. Realmente este modo “Dynamic” saca toda la artillería de este coche a la carretera. El consumo se resiente (de 5,2l a 6l de media), pero sigue siendo muy razonable. Bravo por el DNA.
Del modo A -“Allweather”- recomendable para lluvia o nieve no os puedo contar nada, pues aunque me metí en algún charco no creo que lograra desplegar todo su potencial en él.

Quedo satisfecho, la verdad, con esta prueba. Y no tanto por lo bueno del propulsor como porque al fin monte un propulsor bueno. Sigo prefiriendo el 1.4TB de 155cv, pero me quedo con este JTDm sobre el de 120cv de gasolina. El precio es competitivo ya que es un coche de capricho plenamente utilizable (a menos que seáis ocho de familia, claro) y su estética es tan llamativa como la de un Mini o un Fiat 500. Si no, fijaos en las fotos, ¡es fotogénico el condenao!.

Conclusión: Coche bonito, calidad aceptable, buen motor y suspensión lamentable. Si no sufres de la espalda, vale la pena.



Una cosa más: no puedo concluir este artículo sin hacerme eco de varios casos que amigos alfistas han hecho llegar a mis oídos. Se refieren a la mala atención comercial de Alfa y puntualmente a uno de sus concesionarios en Madrid.
Amigos, lo hemos podido comprobar muy de cerca y tenéis toda la razón: esta concesión es un absoluto desastre.
Por nuestra parte unos Alfa Romeo nos gustan más y otros menos. Pero quién esté pensando adquirir uno… que no lo haga ni loco en Automociones Blanco (ABV-ABN), que da una imagen “chanchullera” en la Comunidad de Madrid que la marca no merece.