Skoda Karoq 1.5TSi Style aut.
" A Yeti muerto, Karoq puesto "
Skoda sustituye al simpático Yeti por un SUV compacto algo más grande, convencional y mucho más serio. Y es que siendo ese el segmento estrella en nuestros días, mejor ir a lo seguro y dejarse de experimentos.
A mí el Yeti me encantaba. Era un coche simpático, descarado y mucho más versátil y solvente de lo que muchos pensaron. Pero también es verdad que su peculiar estética –disimulada en los últimos años- y su tamaño a medio camino entre compacto y urbano jugaban en su contra en un nicho clave para todas las marcas.
Por ello, en línea con el Skoda Kodiaq y aprovechando los mimbres del grupo que acababa de presentar el Seat Ateca, la marca checa tomó su plataforma y sacó su modelo: el Karoq, que comparte infinidad de elementos con el SUV hispano-alemán, aunque lo hace en un formato ligeramente más grande, cosa de un par de centímetros aquí y allá. Nada que pueda inclinar la balanza a un lado o a otro.
Estéticamente resulta un coche rotundo al estilo del Kodiaq pero salvando la –gran-distancia de tamaño. De frente casi se puede confundir el uno con el otro, lo que no pasa en su vista lateral o trasera, a mi modo de ver mejor resuelta en este coche. Comparado con el Yeti, como dije, presenta un aspecto mucho más convencional y serio. Incluso de “mejor hecho”, también es cierto.
Eso se traduce en el interior, donde si el pequeño “abominable coche de las nieves” no lo hacía mal, el Karoq le supera ampliamente. Tanto que a nada que te pongas curioso con lista de opcionales puedes configurar un coche más cerca de la línea Premium que a la de los generalistas en la que por concepto y precio busca pertenecer. Aunque de eso hay algo que decir y más adelante lo diremos.
Los materiales son muy buenos, y sus acabados y ajustes, al nivel de su hermano mayor y los “primos” más lujosos del grupo (VW Tiguan, por ejemplo).
Los asientos en este acabado Style son una pasada de buenos. Y digo lo de la pasada porque casi resultan excesivos para el planteamiento del coche. Y es que son butacas casi de deportivo, plenos de sujeciones y con pespunte en rojo incluido. Lo que me gusta menos es el volante, más bien su posición, pues lo encuentro dos o tres grados excesivamente inclinado. Es algo a lo que te acostumbras rápido, y sólo es en un primer momento, o cuando lo dejas y coges otro coche, cuando vuelve a tu memoria.
La instrumentación es clara y completa y puede ser sustituida en opción por otra digital de lo más moderna y prescindible. Que no acabo de entender las instrumentaciones que sustituyen las agujas convencionales para luego mostrar en infografía… eso mismo. Bueno, sí lo entiendo: modas y ahorro de costes.
Por supuesto, hablando de pantallas, nuestro coche iba equipado con la mayor disponible en la consola central (Admunsen, de 9,2”). Hay otras dos disponibles.
Y ella se encarga de lo relativo al multimedia, dejando otras funciones como el climatizador a roscas y botones convencionales.
Lo cual es algo que demuestra pensar con la cabeza. Porque el otro día me contaba un compañero de la prensa sueca que en países del norte de Europa, acostumbrados a conducir con guantes, no veas los insultos y gritos que reciben cada día esos fantásticos dispositivos táctiles que gobiernan toda la “aviónica” del vehículo… Volvo a eso le va a tener que dar otra vuelta.
También hay huecos y portaobjetos por doquier, como buen Skoda. Desde papeleras en las puertas hasta una suerte de paragüero. El freno de mano es eléctrico y contamos con el cambio automático DSG que también libera el túnel central de espacio para poner un buen par de posavasos.
El espacio es amplio y gracias al techo panorámico opcional resulta luminoso y confortable.
Las plazas de atrás están bien demarcadas para tres pasajeros. El túnel central es prominente pero la banqueta frente a él está recortada de tal manera que quepan los pies del pasajero. Los respaldos son ligeramente reclinables y abatibles independientemente. También hay salidas de aire independientes y las butacas de los extremos pueden llevar calefacción. Hay luces de lectura, así como bolsas y colgaderos en los respaldos de los asientos delanteros. El espacio es correcto en todas las cotas sin olvidar que nos encontramos en el interior de un coche compacto de algo más de cuatro metros-treinta.
Llegamos al maletero. Me encantan los maleteros del fabricante sueco.
Con el pensamiento de que ha de ser un hueco grande pero también práctico, el Karoq nos ofrece todo el catálogo de soluciones de carga. Por supuesto hay grandes ganchos (4) a ambos lados, pero es que así mismo encontramos red, caja plegable, cintas con cierre de clic, bolsillos laterales, luz extraíble a modo de linterna y hasta una especie de balda donde situar objetos pequeños o delicados.
Una gozada. Sobre todo porque además ofrece 521 litros de capacidad con rueda de galleta, donde el pequeño Yeti se había de conformar con 405 escasos. Incluso este Skoda se permite el lujo de sacarle un litro a su hermano de Seat.
Para esta prueba en el apartado mecánico escogimos el motor 1.5TSi con la desconexión activa de cilindros. Nos pareció oportuno por esta paulatina vuelta del público hacia la olvidada gasolina y porque los motores diesel ofrecidos para este modelo ya son de sobra conocidos.
Este 1.5 tiene como difícil misión sustituir poco a poco al 1.4 igualando su potencia y ahorrando en combustible. Un bloque motor que estrenó el nuevo Golf y que tiene tantos partidarios como detractores.
Empezaré diciendo que es un motor con un rodar muy suave. Quizá va más fino que el 1.4 pero hay que afinar mucho los sentidos para darse cuenta. Y el sistema de lo de los cilindros… pues bueno, puede enturbiar un poco la muestra.
El caso es que a menos de 130 km/h y con presión constante y ligera sobre el acelerador, un testigo en el ordenador nos informa que llevamos sólo funcionando dos cilindros. Eso está bien, pero basta con el más leve roce del pie derecho para que la señal se apague y la centralita despierte a los dos pistones dormidos.
Eso da cuenta de lo bien calibrado que está… o de la poca fe que en la marca le tienen.
Porque de manera habitual la transición se hace de manera casi imperceptible, pero si hemos necesitado más potencia de manera urgente (un repecho, un adelantamiento) se nota un receso de milésimas de segundo y un pequeño tirón antes de salir disparados hacia delante. Y eso que el cambio DSG de 7 velocidades pone de su parte en rapidez y precisión.
Tras unos días de prueba me da la sensación de que es una solución al estilo de los pequeños híbridos: sirve para llanear a punta de gas o, sencillamente, rodar gastando lo mínimo cuesta abajo. El consumo fue bueno, eso sí, fijando su registro a tan sólo medio litro de lo homologado por el fabricante: 6,1 litros a los 100 kilómetros recorridos en uso mixto. Y 90 de ellos bajo lluvia intensa.
Dirección, frenos y suspensión cumplen a la altura de lo previsto. Todo ello más destinado a la comodidad que a la efectividad. Hay modos de conducción disponibles que yo también me ahorraría. También es un coche muy seguro con las ayudas electrónicas prestas a devolver en el acto todo a su sitio, y es que en uno de esos días en los que “jarreaba” a punto estuvimos de acabar en la cuneta por culpa de un conductor que nos precedía más asustado que prudente.
La motricidad es buena y su prestaciones dan testimonio de ello. Lástima que no exista posibilidad de contar con tracción total como la que pueden llevar sus hermanos diesel, no por el tema campo sino por sumarle algo de componente dinámico.
Por cierto, fuera del asfalto… vale. Es un poco alto y lleva los bajos protegidos, aunque su principal baza es su agilidad y ligereza. Pero yo no iría más allá de un camino o una pradera. Que es lo que nosotros escogimos para las fotos, más que nada por el entorno y la luz, según el juicio del que las hacía.
Concluimos con el tema que dejamos pendiente: su clasificación y precio.
Los 30.570 euros de partida de este coche son tan elevados como la calidad que nos ha transmitido. Pero lo alejan de Qashqais, Tucsons y compañía cuando la idea sería competir entre ellos. Pero es que además el Karoq ofrece un equipamiento en versión Style apabullante, y que se puede completar con lo último de lo último a base de asequibles opcionales. Total, que lo deja a la par con el Seat Ateca.
Yo por sus soluciones prácticas escogería el Skoda, además de por haberme hecho olvidar (o casi) a base de buenas formas a mi querido y extinto Yeti.
Por ello, en línea con el Skoda Kodiaq y aprovechando los mimbres del grupo que acababa de presentar el Seat Ateca, la marca checa tomó su plataforma y sacó su modelo: el Karoq, que comparte infinidad de elementos con el SUV hispano-alemán, aunque lo hace en un formato ligeramente más grande, cosa de un par de centímetros aquí y allá. Nada que pueda inclinar la balanza a un lado o a otro.
Estéticamente resulta un coche rotundo al estilo del Kodiaq pero salvando la –gran-distancia de tamaño. De frente casi se puede confundir el uno con el otro, lo que no pasa en su vista lateral o trasera, a mi modo de ver mejor resuelta en este coche. Comparado con el Yeti, como dije, presenta un aspecto mucho más convencional y serio. Incluso de “mejor hecho”, también es cierto.
Eso se traduce en el interior, donde si el pequeño “abominable coche de las nieves” no lo hacía mal, el Karoq le supera ampliamente. Tanto que a nada que te pongas curioso con lista de opcionales puedes configurar un coche más cerca de la línea Premium que a la de los generalistas en la que por concepto y precio busca pertenecer. Aunque de eso hay algo que decir y más adelante lo diremos.
Los materiales son muy buenos, y sus acabados y ajustes, al nivel de su hermano mayor y los “primos” más lujosos del grupo (VW Tiguan, por ejemplo).
Los asientos en este acabado Style son una pasada de buenos. Y digo lo de la pasada porque casi resultan excesivos para el planteamiento del coche. Y es que son butacas casi de deportivo, plenos de sujeciones y con pespunte en rojo incluido. Lo que me gusta menos es el volante, más bien su posición, pues lo encuentro dos o tres grados excesivamente inclinado. Es algo a lo que te acostumbras rápido, y sólo es en un primer momento, o cuando lo dejas y coges otro coche, cuando vuelve a tu memoria.
La instrumentación es clara y completa y puede ser sustituida en opción por otra digital de lo más moderna y prescindible. Que no acabo de entender las instrumentaciones que sustituyen las agujas convencionales para luego mostrar en infografía… eso mismo. Bueno, sí lo entiendo: modas y ahorro de costes.
Por supuesto, hablando de pantallas, nuestro coche iba equipado con la mayor disponible en la consola central (Admunsen, de 9,2”). Hay otras dos disponibles.
Y ella se encarga de lo relativo al multimedia, dejando otras funciones como el climatizador a roscas y botones convencionales.
Lo cual es algo que demuestra pensar con la cabeza. Porque el otro día me contaba un compañero de la prensa sueca que en países del norte de Europa, acostumbrados a conducir con guantes, no veas los insultos y gritos que reciben cada día esos fantásticos dispositivos táctiles que gobiernan toda la “aviónica” del vehículo… Volvo a eso le va a tener que dar otra vuelta.
También hay huecos y portaobjetos por doquier, como buen Skoda. Desde papeleras en las puertas hasta una suerte de paragüero. El freno de mano es eléctrico y contamos con el cambio automático DSG que también libera el túnel central de espacio para poner un buen par de posavasos.
El espacio es amplio y gracias al techo panorámico opcional resulta luminoso y confortable.
Las plazas de atrás están bien demarcadas para tres pasajeros. El túnel central es prominente pero la banqueta frente a él está recortada de tal manera que quepan los pies del pasajero. Los respaldos son ligeramente reclinables y abatibles independientemente. También hay salidas de aire independientes y las butacas de los extremos pueden llevar calefacción. Hay luces de lectura, así como bolsas y colgaderos en los respaldos de los asientos delanteros. El espacio es correcto en todas las cotas sin olvidar que nos encontramos en el interior de un coche compacto de algo más de cuatro metros-treinta.
Llegamos al maletero. Me encantan los maleteros del fabricante sueco.
Con el pensamiento de que ha de ser un hueco grande pero también práctico, el Karoq nos ofrece todo el catálogo de soluciones de carga. Por supuesto hay grandes ganchos (4) a ambos lados, pero es que así mismo encontramos red, caja plegable, cintas con cierre de clic, bolsillos laterales, luz extraíble a modo de linterna y hasta una especie de balda donde situar objetos pequeños o delicados.
Una gozada. Sobre todo porque además ofrece 521 litros de capacidad con rueda de galleta, donde el pequeño Yeti se había de conformar con 405 escasos. Incluso este Skoda se permite el lujo de sacarle un litro a su hermano de Seat.
Para esta prueba en el apartado mecánico escogimos el motor 1.5TSi con la desconexión activa de cilindros. Nos pareció oportuno por esta paulatina vuelta del público hacia la olvidada gasolina y porque los motores diesel ofrecidos para este modelo ya son de sobra conocidos.
Este 1.5 tiene como difícil misión sustituir poco a poco al 1.4 igualando su potencia y ahorrando en combustible. Un bloque motor que estrenó el nuevo Golf y que tiene tantos partidarios como detractores.
Empezaré diciendo que es un motor con un rodar muy suave. Quizá va más fino que el 1.4 pero hay que afinar mucho los sentidos para darse cuenta. Y el sistema de lo de los cilindros… pues bueno, puede enturbiar un poco la muestra.
El caso es que a menos de 130 km/h y con presión constante y ligera sobre el acelerador, un testigo en el ordenador nos informa que llevamos sólo funcionando dos cilindros. Eso está bien, pero basta con el más leve roce del pie derecho para que la señal se apague y la centralita despierte a los dos pistones dormidos.
Eso da cuenta de lo bien calibrado que está… o de la poca fe que en la marca le tienen.
Porque de manera habitual la transición se hace de manera casi imperceptible, pero si hemos necesitado más potencia de manera urgente (un repecho, un adelantamiento) se nota un receso de milésimas de segundo y un pequeño tirón antes de salir disparados hacia delante. Y eso que el cambio DSG de 7 velocidades pone de su parte en rapidez y precisión.
Tras unos días de prueba me da la sensación de que es una solución al estilo de los pequeños híbridos: sirve para llanear a punta de gas o, sencillamente, rodar gastando lo mínimo cuesta abajo. El consumo fue bueno, eso sí, fijando su registro a tan sólo medio litro de lo homologado por el fabricante: 6,1 litros a los 100 kilómetros recorridos en uso mixto. Y 90 de ellos bajo lluvia intensa.
Dirección, frenos y suspensión cumplen a la altura de lo previsto. Todo ello más destinado a la comodidad que a la efectividad. Hay modos de conducción disponibles que yo también me ahorraría. También es un coche muy seguro con las ayudas electrónicas prestas a devolver en el acto todo a su sitio, y es que en uno de esos días en los que “jarreaba” a punto estuvimos de acabar en la cuneta por culpa de un conductor que nos precedía más asustado que prudente.
La motricidad es buena y su prestaciones dan testimonio de ello. Lástima que no exista posibilidad de contar con tracción total como la que pueden llevar sus hermanos diesel, no por el tema campo sino por sumarle algo de componente dinámico.
Por cierto, fuera del asfalto… vale. Es un poco alto y lleva los bajos protegidos, aunque su principal baza es su agilidad y ligereza. Pero yo no iría más allá de un camino o una pradera. Que es lo que nosotros escogimos para las fotos, más que nada por el entorno y la luz, según el juicio del que las hacía.
Concluimos con el tema que dejamos pendiente: su clasificación y precio.
Los 30.570 euros de partida de este coche son tan elevados como la calidad que nos ha transmitido. Pero lo alejan de Qashqais, Tucsons y compañía cuando la idea sería competir entre ellos. Pero es que además el Karoq ofrece un equipamiento en versión Style apabullante, y que se puede completar con lo último de lo último a base de asequibles opcionales. Total, que lo deja a la par con el Seat Ateca.
Yo por sus soluciones prácticas escogería el Skoda, además de por haberme hecho olvidar (o casi) a base de buenas formas a mi querido y extinto Yeti.
NUESTRA NOTA: 8
Cosas a favor
Calidad de acabados y equipamiento
Espacio y soluciones prácticas
Confortable en carretera
Cosas en contra
Sin posibilidad 4x4
Sistema ACT mejorable
Precio algo elevado
MOTOR
- Cilindrada: 1.498 c.c.
- Potencia: 150 CV CEE
- Par: 250 NM
- Tracción: delantera
- Caja de cambios: automática 7 velocidades
Dimensiones
- Largo/ancho/alto: 438/184/160 cms
- Peso: 1.318 kgs
- Ruedas: 215/50R18
- Maletero: 521 l
- Cap. Depósito: 50 l
Prestaciones
- Velocidad máxima: 203 km/h
- Aceleración 0-100km/h: 8,6 seg
- Consumo medio oficial: 5,6 l/100kms
Equipamiento
- Equipamiento: ABS, BAS, EDB, ESP, TCS, 6 airbags + de rodilla conductor, freno autónomo de emergencia, bluetooth, sensores de parking delantero y trasero, cámara trasera, luces LED, control por voz, control y limitador de velocidad, climatizador bizona, luz de giro, faros antiniebla, barras en el techo, hill holder, pantalla multimedia, cristales atérmicos y traseros tintados, ordenador de a bordo, navegador...