Prueba del Kia Río 1.0T Tech

Basta un vistazo al exterior para ver que el “el nuevo Rio” no difiere en exceso del “antiguo Rio”. Sí que actualiza su morro para dotarlo de mayor deportividad y menos “simpatía” así como retoca levemente la zaga con un paragolpes más envolvente y unas ópticas más afiladas que, al igual que las delanteras (luz de día) pueden incluir LED según versiones.



Del perfil, lo que más llama la atención son sus nuevas y bonitas llantas de aleación de 17 pulgadas, de serie en este acabado tope de gama “Tech”.
Sus dimensiones prácticamente se mantienen inalteradas, ganado un centímetro en longitud y perdiendo otro en altura. El ancho sigue siendo el mismo.

Las principales diferencias están de puertas adentro, donde por ejemplo, el volumen del maletero se ha visto claramente implementado, pasando de unos discretos 288 litros a unos destacables 325, eso sin perder espacio en las plazas traseras, aunque sigue sin destacar por anchura. De lo mismo adolecía el modelo saliente. Al menos el piso sigue siendo prácticamente plano y los asientos son cómodos y están bien proporcionados.



Las plazas delanteras dan gran sensación de amplitud. La postura al volante se consigue fácilmente a pesar de no contar con todos los reglajes de desearíamos.
Los ajustes son correctos y el plástico duro es la tendencia dominante allí donde mires: salpicadero, puertas, guarnecidos… La instrumentación es clara, completa e incluye ordenador a color. La multifunción del volante puede llegar a ser abrumadora.

Como no podía faltar en nuestros tiempos, hay una gran pantalla multimedia presidiendo la consola central. Contempla manejo táctil pero también dispone de botones físicos para cambiar de función de manera rápida e intuitiva. Bajo ella están los mandos del climatizador automático, de serie pero de una sola zona.
Hay huecos de diferente tamaño repartidos por el interior. El freno de mano es convencional. LA visibilidad es buena y se ve asistida por la cámara de marcha atrás, también disponible como equipo estándar desde el acabado intermedio “Drive”.



Quizá la única falta que se le pueda poner al interior de este modelo es lo “soso” que resulta en relación a otros urbanos en los que se puede incluir algún toque de color o recurso vistoso. Aquí está bien todo lo que está, pero se queda algo oscuro e impersonal. Obviamente, va en gustos.

Bajo el capó llevamos el propulsor de nuevo cuño 1.0T de tres cilindros con 100 caballos que ya probamos en su día en el Kia Cee´d (el único coche del mundo con apóstrofe en su nombre…) aunque entonces fue en su versión de 120CV y con un cambio manual de 6 velocidades.
El Rio se ha de conformar con 5 marchas y una potencia reducida, aunque su rendimiento y comportamiento es prácticamente el mismo, en lo bueno y en lo malo.

Empezando por lo bueno, decir que es un propulsor suave, que suena muy poco aunque la insonorización del coche sea la justa, y vibra apenas nada, a pesar de su configuración impar de cilindros.
También le permite unas prestaciones notables, aunque su fuerte está en el medio régimen para rodar desahogado en ciudad o vías interurbanas.



La parte negativa viene cuando queremos rodar “alegres”, aprovechado la potencia disponible de un motor al que no le da ningún miedo subir de vueltas. Ahí el consumo se resiente de manera más que notable. De los 5,5 litros a los 100 kms recorridos en uso mixto que logramos a ritmo tranquilo, subimos a 7,2 en cuanto quisimos elevar un poco el listón, saliendo raudos de los semáforos o apurando la velocidad legal de las vías. El sistema start&stop hace lo que puede, pero una sexta velocidad le vendría de perillas.

Ya lo sé, no es el planteamiento del coche. Con frenos de tambos traseros, una suspensión tirando a blanda y una dirección más enfocada a callejear que a pasar rápido por “chicanes” no serán frecuentes las veces que apuremos su mecánica, pero… ¡caras en combustible nos van a salir las prisas yendo rápido en alguna circumbalación!.



El comportamiento del coche, con apenas mil kilos en báscula, es más “divertido” que “aplomado” en cualquier situación, lo que puede implicar tomarlo con calma en autopista e ir disparado cuando el entorno se torna urbano.

Para concluir hablando de su equipamiento diremos que el Rio, como buen Kia, se rige por el sistema de “no hay opciones” y todo lo basa en sus líneas de acabado (concept, drive, tech). En función de cuál elijas te llevarás un coche mejor equipado, con todos los elementos de serie que puedas desear y algún otro de regalo, como el sistema de mantenimiento de carril, la práctica alerta de colisión frontal con sistema de frenado de emergencia o los cristales traseros oscurecidos. Eso sí, no vas a poder escoger nada más allá del color de la carrocería.



El remate es el precio final. Ahí reconozco que me asusté. Los 18.000 euros largos que piden por él me parecieron excesivos (no deja de ser un urbano, solvente, moderno y bien equipado… pero “tres millones de pelas…”) con lo que me fui a un concesionario a ver realmente por cuánto me salía. Sin mucho batallar (más bien nada) y en base a diversas promociones su precio excesivo de 18 se convirtió en uno muy atractivo de 14 mil, lo que para un coche como este, sin complicaciones pero sin defectos importantes dentro de su filosofía, me parece una gran oferta, sobre todo porque los 7 años de garantía, no se los quita nadie.