Prueba del Test Dodge Journey 2.0CRD SXT 7p

La primera impresión cuando veo el Journey en mi plaza de garaje, rebosando por los lados, es lo bien que está resuelto su diseño para que ni por asomo se adivinen sus dimensiones al primer golpe de vista. Pero el coche es francamente grande.

Para que te hagas una idea, te diré que le saca un palmo de largo a la extinta Voyager y cuatro dedos al Ford S-Max (otro que tampoco aparenta su talla). Tan ancho y casi tan alto como un Jeep Cherokee no es de extrañar que pueda alojar en su interior a siete pasajeros (2+3+2) y mantener aún un razonable espacio de carga de casi 160 litros. Con la tercera fila de asientos abatidos… dejé de contar pelotitas de un litro cuando íbamos por las seiscientas.



El interior es cómodo, no tan modulable como otros pero amplio, luminoso y con muchos huecos y todo a mano. Respecto a los acabados diré tan sólo que son correctos, en calidad y ajustes. Nada extraño en un coche americano.
De equipamiento sólo echamos en falta los faros de xenon, que ni siquiera están disponibles como opción, y nos sobran las llantas cromadas.
Bien cierto es que hablamos del acabado tope de gama, pero desde el básico SE de 5 plazas no añoraremos gran cosa.
La postura de conducción es inevitablemente elevada, pero gracias a los múltiples ajustes eléctricos encontramos nuestra posición sin buscar demasiado. El cuadro es soso pero pleno de información y el equipo de música suena bastante bien.



Arrancamos y el motor de 140 cv diesel de origen VW se deja oir un pelín más de lo deseable. A medida que aumentamos el ritmo el “pelín” se convierte en “pelo” para ser un frondoso mostacho si apuramos las marchas, cosa que nos dificulta su cambio automático calibrado para un uso más "reposado" del coche. Las primeras relaciones de cambio saltan en un periquete y sin estridencias para que lo haga todo a base de par en las dos últimas velocidades. Sumado esto a su voluminoso peso que excede la tonelada y media hace que el Journey no sea especialmente rápido y el S-Max que me precede en el tráfico de la autopista me vaya dejando atrás metro a metro.
Bueno, pues disfrutemos del paseo. Amortiguación, correcta. Velocidad de crucero, no más de 120 km/h por favor. Consumo medio 7,1 litros a los 100 de ordenador (7,5 reales). Frenos, mejorables; aceptables tan sólo. Suspensión, sincomentarios. Manejabilidad, mejor de lo esperado. Suspensión, nada que reseñar.

Sin destacar en nada, este monovolumen tampoco falla en ningún aspecto criticable, por eso su elección entre varios aspirantes puede ser de matiz.
Son 32.345 euros por un coche eminentemente familiar grande, muy grande, que nació para sustituir a la Chrysler Voyager (ahora sólo hay Grand Voyager) con vocación más europea.

En competencia directa se me ocurre en antes mencionado Ford S-Max, dinámicamente superior, mejor acabado y con más motores para elegir en la misma órbita de precio que el modelo yankee (italo-yankee ahora, pues Dodge va en el paquete de Chrysler adquirido por Fiat). El Kia Carnival se me antoja inferior y todos los monovolúmenes al principio mencionados resultan más vistos y menos originales (lo del Rodius es simplemente atroz, pero oye, tiene su público).

Con lo cual, si estas pensando en adquirir un coche de siete plazas con espíritu de viajero tranquilo, acércate a tu Dodge más cercana, mira el Journey bien a ver si te encaja y pide un buen precio. Lo demás, es cuestión de gustos.