Prueba del Opel Mokka X CDTi136 4x2

Claro, que si yo digo que el Crossland es un Peugeot 2008 y el Grandland un 3008, alguno me puede decir que nuestro protagonista, el Mokka, es un Chevrolet Trax con el logo del rayo en el morro.



Y algo de razón tendría, porque Trax y Mokka se desarrollaron al a lirón, como tantos otros productos dentro del grupo General Motors. Lo normal.
La diferencia es que el Cross` y el Grand` nacieron como Peugeot y se ha aprovechado ahora para adaptarlos a la nueva marca. Por supuesto Opel ha tenido oportunidad de dar su toque a cada uno de ellos, pero se encontró con coches ya acabados y con un margen muy pequeño para aportar. Incluso a nivel mecánico.

Bien, sea como fuere, el Mokka es un genuino producto Opel desde su nacimiento y tras su último restyling llega a nuestras manos en color caldero cargado de novedades, algunas sutiles, otras más profundas.

A nivel estético el coche ha sido modernizado por los cuatro costados. El morro es nuevo con un paragolpes más perfilado, con bajos más protegidos, una parrilla mucho más moderna y la incorporación de grupos ópticos de tecnología LED con una atractiva “firma lumínica” (se llama así ahora a los dibujitos que hacen las luces de día) . En el lateral hay nuevas llantas disponibles y se han retocado los retrovisores, así como se conservan los protectores plásticos en los pasos de rueda y en los bajos de las puertas para dar un aire más campero.



En la trasera se ha rediseñado el paragolpes afinando la ubicación de los reflectores catadriópticos y se les ha dado un aire más fresco a los pilotos con la inclusión de cromados y, por supuesto, la consabida (y parece que obligatoria en nuestros días) iluminación de “ledes”. Una incorporación importante en esta zona es la de la letra “X” que acompaña al nombre. No significa nada (sea 4x2 como 4x4 la vas a llevar ahí), pero queda chula.
Por cierto que Crossland y Grandland también la llevan.

Hay que decir que nuestro coche de pruebas venía con el acabado tope de gama “Excellence” adornado con una serie de opciones, como el sistema FlexFix, el práctico portabicis plegable que se pliega y oculta en los bajos traseros. Y bueno, la pintura naranja caldero que también se paga aparte.



En el interior nos obsequiaron con tapicería de cuero con asientos climatizados. Todo lo demás, era de serie.
Y lo que más llama la atención al montarte en el coche es, amén de la buena postura a sus mandos –te sientas alto, posición natural, todo a mano y todo a la vista-, es la enooooorme pantalla multimedia donde la marca ha echado el resto en lo que a conectividad se refiere.



Son 7 pulgadas, pero gracias a su “marco invisible” –cuando está apagada- parecen más. Por supuesto es en color y de manejo táctil.
Incluye la función Opel OnStar (llamada de emergencia, Wifi, etcétera) así como todo lo relativo a la navegación, el entretenimiento y el acceso a los parámetros del coche.
La climatización sin embargo –y afortunadamente- se le encarga a un módulo convencional justo debajo del equipo multimedia.

Tanta modernidad contrasta con una palanca de cambios sosa y un freno de mano que, aun siendo de accionamiento clásico, le han querido dar una forma psicodélica que no me acaba de convencer.
Si seguimos hablando de contrastes tenemos que hablar de la instrumentación, otra faceta del interior profundamente optimizada en base a la inclusión de una pantalla de tamaño generoso para el ordenador. La información disponible, tanto de manera digital como analógica es completísima y sólo me quejaría de que a mí, igual porque ya estoy mayor, las esferas se me hacen pequeñas.
Pero volviendo a lo del contraste, frente a este cuadro actual, el punto “retro” lo pone el volante. De cuero y a tope de multifunción, pero su diseño inalterado en los últimos cinco años le pasa factura, y más cuando ves los nuevos y bonitos aros que equipan los Opel más recientes.



En cuanto a espacio no hay queja. Las plazas delanteras ofrecen amplitud y luminosidad, con unos asientos grandes que incluyen el apoyabrazos, con una aceptable sujeción y un mullido tirando a duro, tal vez por su mencionado tapizado en cuero.
De huecos vamos bien surtidos en cuanto a número pero no tanto en cuanto a su capacidad. Son pequeños, sobre todo los de las puertas.
Sí me gusta el que hay donde en otro tiempo estaría el cenicero y que también oculta las tomas USB, y el cajoncito a la izquierda del volante.

Las plazas traseras también son más que correctas. Suelo casi plano, buenas plazas en los extremos y un inteligente recorte en el tramo central de la banqueta para que el pasajero de en medio pueda alojar con mayor desahogo sus piernas, compensando el –poco- espacio que le roba la consola central delantera.
La banqueta es corredera y los respaldos, abatibles 60/40.

El maletero cubica cerca de 360 litros… siempre y cuando contemplemos el hueco que hay bajo su base. Es una medida algo inferior a la media del segmento, pero bueno, se puede quitar la bandeja y cargar hasta el techo.
La altura del plano de carga es buena y su portón abre mucho. Su apertura no puede ser eléctrica ni en opción.



Pasamos ya a rodar con el Mokka, y lo hacemos poniendo en marcha su conocido motor de 1.6 litros diesel y 136 caballos de fuerza en esta versión.
Este bloque nunca se destacó por ser un dechado de silencio y suavidad, por eso resulta encomiable la labor de aislamiento que los alemanes de Opel han hecho en este coche.
Al ralentí se le oye y se le siente pero no es ni mucho menos molesto.
A medida que le exigimos más al motor sube la rumorosidad, obviamente, pero se mantiene siempre en unos límites razonables.



Puesto en carretera, el Mokka se comporta más como un compacto que como un SUV. Tal vez sea porque su amortiguación es bastante firme o porque su peso es bastante liviano. De hecho, bajo una lluvia intensa y una la calzada anegada como nos tocó vivir durante la prueba, se puede echar de menos o una tracción 4x4 o un par de sacos terreros en el maletero para ganar aplomo…. Sin embargo, en condiciones habituales se agradece su agilidad.
La dirección es blanda y los frenos son duros, el manejo de su caja de cambios manual de 6 relaciones está en un aceptable término medio entre ellos. Por cierto, ojo al jugar con el gatillo de la marcha atrás: os puede acabar tirando un pellizco en el dedo que deja marca. Sí, lo sé, soy idiota, pero yo aviso por si acaso.



Y he dejado lo mejor para el final: prestaciones y consumo.
No pudimos meter este coche en banco de rodillos para verificar su potencia –estaba cerrado por vacaciones- pero en virtud de los datos medidos, bajo el pie derecho yo “le echo” una potencia más cercana a los 150 CV que a los 136 declarados. Porque hemos mejorado todas sus marcas. Hemos rebajado la aceleración pura en casi medio segundo, la recuperación 80-120 km/h en sexta en 3 décimas y en quinta casi 6, y todo con un consumo medio de aplauso, que no ha habido forma de que superase los 5,6 litros a los 100 kilómetros de recorrido mixto (y en uso intensivo).
No se si esto pasará con todas la unidades de Mokka 1.6CDTi 136 4x2 o sólo con la nuestra. Espero que sí (por lo que te llevas "extra" al mismo precio).

Respecto a su uso fuera del asfalto… pues no lo hemos probado más allá de una rampa de arena para las fotos. Total, ¿para qué? El buen comprador de SUV nunca lo sacará del asfalto, ¿no?.
Pero vamos, supongo que su altura (156 mm) le permitirá afrontar caminos de tierra con cierto relajo en la cara de su conductor. Y poco más.



Como poco más tengo ya que añadir. El equipamiento de serie es muy abundante y su precio de tarifa queda algo por debajo de los 26.000 euros. El Mokka X me parece una gran opción en este multiverso de SUV compactos que pueblan el mercado en nuestros días convirtiéndose de largo en el segmento de moda.
Está bien hecho, es práctico, capaz, moderno, tiene una estética agraciada, va bien de motor, no es caro y es un genuino producto de la alemana Opel… que además, se fabrica en la factoría “maña” de Figueruelas.