Renault Grand Scenic 1.5DCi Zen
" Petit Espace "
Renault renueva la gama Scenic siguiendo la pauta inaugurada por su monovolumen grande, el Espace. Esto es: alejarse de la estética de furgoneta para parecer más un SUV, manteniendo intacta la practicidad y frescura que le valió su éxito.
La marca del rombo me advirtió bajo pena de azotes que no me refiriera al nuevo Scenic / Grand Scenic como “monovolumen” y mucho menos como “furgoneta”. Que el concepto era de “crossover”.
Bien, vale. Ya tiene poco sentido que La Regiè acuda a nomenclatura anglosajona para denominar “el concepto” de uno de sus modelos, y más si acuden a algo tan indefinido como el sugerido.
¿Cross Over… qué? O sea ¿cruza sobre qué?.
La única lectura válida de este término, en todos los crossover del mercado, es el de mestizaje. Es decir, que papá fuera un SUV y mamá una furgoneta, o al revés, y que de su unión haya surgido esto. Que se parece a los dos pero no es ni lo uno ni lo otro.
Así las cosas, el nuevo Scenic / Grand Scenic ofrece una imagen infinitamente más atractiva que el modelo anterior y muy similar a la de su hermano mayor, el “crossover” Espace.
La fórmula aplicada es la misma: subimos altura al suelo, ponemos unas ruedas enormes y bajamos la altura del techo. Afilamos un poco el morro y rematamos la zaga de manera más dinámica. Además, la gama Scenic ofrece la posibilidad de combinar varios colores del techo con el de la carrocería.
El resultado aleja radicalmente este Grand Scenic del pretérito Grand Scenic. De hecho, si le hubieran cambiado el nombre no hubiera pasado nada porque casi nadie los hubiera asociado.
También es más grande, sobre todo a lo largo, que crece 75mm, es un poco más ancho y prácticamente igual de alto. Sobre la versión Scenic a secas ofrece 24 cms más de longitud y 27 litros más de maletero.
Por otro lado y para mi gusto, este Grand Scenic se ve en términos de diseño más “redondo” que el Scenic. Creo que este mestizaje sienta mejor a carrocerías medianas que a coches grandes, y eso que se lo digan a Mercedes Benz y su extinta Clase R…
En nuestro caso el acabado Zen de la unidad de pruebas ofrecía una serie de detalles extra, pero desde los acabados más básicos se puede contar con un Grand Scenic llamativo con preciosas llantas de 20 pulgadas. De hecho, desde su línea más básica se puede tener un Scenic bastante bien equipado, lo que es otro de sus puntos fuertes.
En el interior el ambiente es común a los últimos modelos Renault, siendo la principal distinción con, por ejemplo un Mègane, que la palanca de cambios está en una disposición muy vertical e integrada en una consola más envolvente tipo Scenic/Talismán.
La instrumentación digital es de sobra conocida, variando en función del modo de conducción seleccionado, y la enorme pantalla multimedia con la que no me haré jamás, también.
La calidad es muy correcta y su apariencia mejor todavía, con acabados plásticos que imitan cosidos en puertas y salpicadero muy logrados y una combinación de tonos bien escogidos para darle un toque Premium al interior.
Las butacas son realmente buenas, grandes, cómodas, con buenos ajustes y una sujeción lateral más que sobrada para el coche que nos ocupa –parecen de R5 Turbo…-. Gracias a ellos y a la colocación racional del volante, que ya no está tan tumbado como en los “renoles” de antaño –cualquier modelo-, la postura a los mandos es harto natural. La visibilidad también es muy buena merced a la superficie acristalada, incluyendo unos pequeños ventanucos encastrados en el pilar A que reducen en mucho la zona que no podemos ver.
El espacio es grande, sobre todo ancho a la altura de los hombros, lo que redunda en la sensación de espacio para piloto y copiloto.
Y también hay huecos, cajones, trampillas y la absurda guantera derecha que exige para su apertura completa que el acompañante no tenga rodillas. Pero de todos los espacios disponibles me quedo con la consola central, que se puede mover adelante-atrás e incluso sacarla de su hueco y llevártela bajo el brazo como se hacía con el radio-cassette en los 80.
Pasamos a las plazas de atrás y lo hacemos levantando un poco más la pierna de lo que hacíamos con el anterior Scenic. Es obvio, el aumento de la altura de la carrocería es lo que tiene.
Dentro hay tres plazas distribuidas en 2+1 (por el sistema de abatir asientos, que también le ha hecho perder los cajones bajo los mismos) y sus cotas son correctas. Pierde algo de anchura con respecto al modelo anterior pero gana algo de longitud y altura. Tres ocupantes viajarán sin compromiso siempre y cuando el de la plaza de en medio mantenga a raya la consola deslizable delantera.
Hay bandejitas en los respaldos, salidas de aire y tomas USB.
La tercera fila gana casi 40mm de altura, pero estas dos butacas siguen teniendo su uso reducido a infantes o gente de talla menuda. Antes llamados enanos.
Dicho sea de paso, estos serán los únicos que quepan con holgura por el paso que les franquea la butaca deslizable delantera.
El maletero, con las 7 plazas levantadas, queda reducido a unos testimoniales 150 litros “a la sazón”, que son 533 declarados con cinco plazas y 860 si avanzamos las butacas de la segunda fila a tope, para pasar a más de 1.200 si lo abatimos todo mediante los divertidos botones ubicados en el maletero.
El portón es muy grande y se echa de menos el accionamiento eléctrico, no disponible ni como opción.
En marcha el motor 1.5dci sigue agradando a quien lo prueba. Hace poco ruido, no vibra, sus 110CV son la mar de voluntariosos y el consumo logrado, de 5,5 litros de media, es francamente bueno. Y es que sus grandes ruedas esconden una más que discreta sección.
De los modos de conducción me quedo con la posición “neutral”. Al no haber suspensión pilotada ni caja de cambios automática los modos operan sobre la respuesta al acelerador, la dureza de la dirección y la decoración del cuadro.
No hay mucha diferencia entre unos y otros. Baste decir que mi segundo perfil favorito es el ECO, pues el rollo arbolito y hojitas resulta desafiante para un conductor tan poco eficiente como yo.
Toda la plataforma del coche está pensada para rodar tranquilo y seguro a velocidades razonables, por eso la amortiguación, el cambio de 6 velocidades, la dirección, los frenos… tienen una puesta a punto bastante conservadora.
Valorado el conjunto, los 28.000 euros que pide Renault –antes de descuentos- por este coche se me antojan hasta baratos. Es práctico, moderno, está bien equipado, es un buen rodador, seguro y austero en el consumo. Además, siguiendo el ejemplo de su hermano de mayor talla, es el monovolumen que menos lo parece y eso… la verdad que se agradece.
Bien, vale. Ya tiene poco sentido que La Regiè acuda a nomenclatura anglosajona para denominar “el concepto” de uno de sus modelos, y más si acuden a algo tan indefinido como el sugerido.
¿Cross Over… qué? O sea ¿cruza sobre qué?.
La única lectura válida de este término, en todos los crossover del mercado, es el de mestizaje. Es decir, que papá fuera un SUV y mamá una furgoneta, o al revés, y que de su unión haya surgido esto. Que se parece a los dos pero no es ni lo uno ni lo otro.
Así las cosas, el nuevo Scenic / Grand Scenic ofrece una imagen infinitamente más atractiva que el modelo anterior y muy similar a la de su hermano mayor, el “crossover” Espace.
La fórmula aplicada es la misma: subimos altura al suelo, ponemos unas ruedas enormes y bajamos la altura del techo. Afilamos un poco el morro y rematamos la zaga de manera más dinámica. Además, la gama Scenic ofrece la posibilidad de combinar varios colores del techo con el de la carrocería.
El resultado aleja radicalmente este Grand Scenic del pretérito Grand Scenic. De hecho, si le hubieran cambiado el nombre no hubiera pasado nada porque casi nadie los hubiera asociado.
También es más grande, sobre todo a lo largo, que crece 75mm, es un poco más ancho y prácticamente igual de alto. Sobre la versión Scenic a secas ofrece 24 cms más de longitud y 27 litros más de maletero.
Por otro lado y para mi gusto, este Grand Scenic se ve en términos de diseño más “redondo” que el Scenic. Creo que este mestizaje sienta mejor a carrocerías medianas que a coches grandes, y eso que se lo digan a Mercedes Benz y su extinta Clase R…
En nuestro caso el acabado Zen de la unidad de pruebas ofrecía una serie de detalles extra, pero desde los acabados más básicos se puede contar con un Grand Scenic llamativo con preciosas llantas de 20 pulgadas. De hecho, desde su línea más básica se puede tener un Scenic bastante bien equipado, lo que es otro de sus puntos fuertes.
En el interior el ambiente es común a los últimos modelos Renault, siendo la principal distinción con, por ejemplo un Mègane, que la palanca de cambios está en una disposición muy vertical e integrada en una consola más envolvente tipo Scenic/Talismán.
La instrumentación digital es de sobra conocida, variando en función del modo de conducción seleccionado, y la enorme pantalla multimedia con la que no me haré jamás, también.
La calidad es muy correcta y su apariencia mejor todavía, con acabados plásticos que imitan cosidos en puertas y salpicadero muy logrados y una combinación de tonos bien escogidos para darle un toque Premium al interior.
Las butacas son realmente buenas, grandes, cómodas, con buenos ajustes y una sujeción lateral más que sobrada para el coche que nos ocupa –parecen de R5 Turbo…-. Gracias a ellos y a la colocación racional del volante, que ya no está tan tumbado como en los “renoles” de antaño –cualquier modelo-, la postura a los mandos es harto natural. La visibilidad también es muy buena merced a la superficie acristalada, incluyendo unos pequeños ventanucos encastrados en el pilar A que reducen en mucho la zona que no podemos ver.
El espacio es grande, sobre todo ancho a la altura de los hombros, lo que redunda en la sensación de espacio para piloto y copiloto.
Y también hay huecos, cajones, trampillas y la absurda guantera derecha que exige para su apertura completa que el acompañante no tenga rodillas. Pero de todos los espacios disponibles me quedo con la consola central, que se puede mover adelante-atrás e incluso sacarla de su hueco y llevártela bajo el brazo como se hacía con el radio-cassette en los 80.
Pasamos a las plazas de atrás y lo hacemos levantando un poco más la pierna de lo que hacíamos con el anterior Scenic. Es obvio, el aumento de la altura de la carrocería es lo que tiene.
Dentro hay tres plazas distribuidas en 2+1 (por el sistema de abatir asientos, que también le ha hecho perder los cajones bajo los mismos) y sus cotas son correctas. Pierde algo de anchura con respecto al modelo anterior pero gana algo de longitud y altura. Tres ocupantes viajarán sin compromiso siempre y cuando el de la plaza de en medio mantenga a raya la consola deslizable delantera.
Hay bandejitas en los respaldos, salidas de aire y tomas USB.
La tercera fila gana casi 40mm de altura, pero estas dos butacas siguen teniendo su uso reducido a infantes o gente de talla menuda. Antes llamados enanos.
Dicho sea de paso, estos serán los únicos que quepan con holgura por el paso que les franquea la butaca deslizable delantera.
El maletero, con las 7 plazas levantadas, queda reducido a unos testimoniales 150 litros “a la sazón”, que son 533 declarados con cinco plazas y 860 si avanzamos las butacas de la segunda fila a tope, para pasar a más de 1.200 si lo abatimos todo mediante los divertidos botones ubicados en el maletero.
El portón es muy grande y se echa de menos el accionamiento eléctrico, no disponible ni como opción.
En marcha el motor 1.5dci sigue agradando a quien lo prueba. Hace poco ruido, no vibra, sus 110CV son la mar de voluntariosos y el consumo logrado, de 5,5 litros de media, es francamente bueno. Y es que sus grandes ruedas esconden una más que discreta sección.
De los modos de conducción me quedo con la posición “neutral”. Al no haber suspensión pilotada ni caja de cambios automática los modos operan sobre la respuesta al acelerador, la dureza de la dirección y la decoración del cuadro.
No hay mucha diferencia entre unos y otros. Baste decir que mi segundo perfil favorito es el ECO, pues el rollo arbolito y hojitas resulta desafiante para un conductor tan poco eficiente como yo.
Toda la plataforma del coche está pensada para rodar tranquilo y seguro a velocidades razonables, por eso la amortiguación, el cambio de 6 velocidades, la dirección, los frenos… tienen una puesta a punto bastante conservadora.
Valorado el conjunto, los 28.000 euros que pide Renault –antes de descuentos- por este coche se me antojan hasta baratos. Es práctico, moderno, está bien equipado, es un buen rodador, seguro y austero en el consumo. Además, siguiendo el ejemplo de su hermano de mayor talla, es el monovolumen que menos lo parece y eso… la verdad que se agradece.
NUESTRA NOTA: 9
Cosas a favor
Estética atractiva
Interior versátil
Cómodo rodador
Cosas en contra
Pantalla multimedia liosa
Sin apertura eléctrica maletero
Tercera fila sólo niños
MOTOR
- Cilindrada: 1.461 c.c
- Potencia: 110 CV CEE
- Par: 260 NM
- Tracción: delantera
- Caja de cambios: manual 6 velocidades
Dimensiones
- Largo/ancho/alto: 463/186/165 cms
- Peso: 1.457 kgs
- Ruedas: 195/55R20
- Maletero: 533 l
- Cap. Depósito: 53 l
Prestaciones
- Velocidad máxima: 183 km/h
- Aceleración 0-100km/h: 12,4 seg
- Consumo medio oficial: 4 l/100kms
Equipamiento
- Equipamiento: ABS, BAS, EDB, ESP, Hill Holder, 6 airbags, frenada de emergencia, bluetooth, control y limitador de velocidad, aviso de cambio de carril, climatizador bizona, luces LED, sensor de luces y limpias, luces largas automáticas, pantalla multimedia de 8,7", navegador, cámara trasera, parktronic, mesas y cortinillas en plazas traseras, lector de señales de tráfico, HUD…