Alpine 60 Aniversario -Concept-
" Wow. Pocas veces nos hacemos eco por aquí de los "coches de salón" y/o de concepto, pero este Alpine-Renault es tan evocador y real que merece la excepción. "
El Alpine Celebration es un coche deportivo compacto inspirado en el universo Alpine nacido de la competición. Presenta los rasgos de un coupé biplaza de líneas lisas y puras subrayadas por el color azul intenso de la carrocería. Este azul con toques naranja es el que representa desde 2013 la vuelta victoriosa de Alpine a las carreras de resistencia. Esta configuración evoca la que exhibían originalmente los bólidos con anagrama A y flecha en la primera aventura de Alpine en las 24 Horas de Le Mans. En este periodo, que abarca los años 1963 a 1969, los M63, M64, M65, A210, A220 –e incluso el A110- defendieron con brillo los colores de Francia en la pista.
Este Alpine resucita con modernidad los atributos atemporales del estilo Alpine. La silueta baja, el capó con morro inclinado y nervaduras, los flancos ahuecados, la luneta trasera característica: todas las referencias explícitas al mítico A110 y a los modelos que han marcado la saga Alpine están ahí y son muchos los guiños y los detalles reinterpretados en este sentido.
Este coche no necesita artificios para destacar y juega la carta de la sobriedad. A pesar de la frugalidad y sencillez que dictan la búsqueda de la eficacia, el show-car Alpine Celebration es elegante y dice mucho de la genética de Alpine. Si bien hace la síntesis de un estilo y de unos valores conocidos, el enfoque sin duda es moderno. Como se puede apreciar en el spoiler, los bajos de carrocería laterales, el difusor, las entradas de aire traseras y los retrovisores exteriores, toques de carbono destacan los elementos más técnicos de la carrocería.
Las dobles ópticas con cerco y las luces redondas centrales marcadas con una cruz negra evocarán entre los apasionados las bandas adhesivas que antaño lucían los faros de los vehículos de competición; un truco para preservar su integridad en caso de rotura.
El spoiler enmarca una parte delantera sugerente y da una impresión visual de soporte. Con la misma idea de ligereza y eficacia, los bajos de carrocería laterales ofrecen un trazo rectilíneo y afilado. En cuanto a los retrovisores exteriores, dotados de un fino espejo que flota encima de su marco, evocan dinamismo, ligereza y eficacia aerodinámica.
La «A con flecha» de Alpine pone su en firma en la rejilla de entrada de aire, los flancos, las aletas y el techo.
El diseño de las llantas evoca uno de los que estaban en boga en el A110 y el A310 en los años setenta y destaca las dimensiones generosas de los discos, así como de las pinzas de freno de color naranja. En el centro, las llantas dejan ver un buje de aluminio concebido como una pieza de fundición, rematando así el diseño general.
La parte trasera, de anchos hombros, da cobijo a las entradas de aire en las custodias para favorecer la refrigeración del motor. La tapa del motor, visible a través de la luneta, confirma la posición central del mismo. Encima de los pasos de rueda, las bocas que guían el flujo aerodinámico recuerdan el estilo típicamente Alpine. La parte trasera se caracteriza por la generosidad del difusor que incorpora una luz central enmarcada por dos salidas de escape redondas de acero inoxidable cepillado. Así pues, la tendencia que consiste en destacar los elementos de estructura en lugar de esconderlos es omnipresente.
Por ser un Alpine, el show-car Alpine Celebration deja entrever en la pista una agilidad y una ligereza que proporcionan sensaciones únicas.
Sin embargo, el objeto de la presentación del show-car Alpine Celebration no es ese sino su diseño, repleto de curvas sensuales, que evoca por sí solo el placer del automóvil a la francesa. O sea, que aunque entendemos que el motor está atrás y la tracción también, poco más sabemos de su planta motriz o de lo que nos podremos encontrar puertas adentro. Una pena, pero desde luego el envoltorio es de lo más atractivo. "Molaría" -y mucho- que lo fabricasen en serie. Peugeot se atrevió con el RCZ, ¿no es hora de plantar cara, amigos de Renault?
Este Alpine resucita con modernidad los atributos atemporales del estilo Alpine. La silueta baja, el capó con morro inclinado y nervaduras, los flancos ahuecados, la luneta trasera característica: todas las referencias explícitas al mítico A110 y a los modelos que han marcado la saga Alpine están ahí y son muchos los guiños y los detalles reinterpretados en este sentido.
Este coche no necesita artificios para destacar y juega la carta de la sobriedad. A pesar de la frugalidad y sencillez que dictan la búsqueda de la eficacia, el show-car Alpine Celebration es elegante y dice mucho de la genética de Alpine. Si bien hace la síntesis de un estilo y de unos valores conocidos, el enfoque sin duda es moderno. Como se puede apreciar en el spoiler, los bajos de carrocería laterales, el difusor, las entradas de aire traseras y los retrovisores exteriores, toques de carbono destacan los elementos más técnicos de la carrocería.
Las dobles ópticas con cerco y las luces redondas centrales marcadas con una cruz negra evocarán entre los apasionados las bandas adhesivas que antaño lucían los faros de los vehículos de competición; un truco para preservar su integridad en caso de rotura.
El spoiler enmarca una parte delantera sugerente y da una impresión visual de soporte. Con la misma idea de ligereza y eficacia, los bajos de carrocería laterales ofrecen un trazo rectilíneo y afilado. En cuanto a los retrovisores exteriores, dotados de un fino espejo que flota encima de su marco, evocan dinamismo, ligereza y eficacia aerodinámica.
La «A con flecha» de Alpine pone su en firma en la rejilla de entrada de aire, los flancos, las aletas y el techo.
El diseño de las llantas evoca uno de los que estaban en boga en el A110 y el A310 en los años setenta y destaca las dimensiones generosas de los discos, así como de las pinzas de freno de color naranja. En el centro, las llantas dejan ver un buje de aluminio concebido como una pieza de fundición, rematando así el diseño general.
La parte trasera, de anchos hombros, da cobijo a las entradas de aire en las custodias para favorecer la refrigeración del motor. La tapa del motor, visible a través de la luneta, confirma la posición central del mismo. Encima de los pasos de rueda, las bocas que guían el flujo aerodinámico recuerdan el estilo típicamente Alpine. La parte trasera se caracteriza por la generosidad del difusor que incorpora una luz central enmarcada por dos salidas de escape redondas de acero inoxidable cepillado. Así pues, la tendencia que consiste en destacar los elementos de estructura en lugar de esconderlos es omnipresente.
Por ser un Alpine, el show-car Alpine Celebration deja entrever en la pista una agilidad y una ligereza que proporcionan sensaciones únicas.
Sin embargo, el objeto de la presentación del show-car Alpine Celebration no es ese sino su diseño, repleto de curvas sensuales, que evoca por sí solo el placer del automóvil a la francesa. O sea, que aunque entendemos que el motor está atrás y la tracción también, poco más sabemos de su planta motriz o de lo que nos podremos encontrar puertas adentro. Una pena, pero desde luego el envoltorio es de lo más atractivo. "Molaría" -y mucho- que lo fabricasen en serie. Peugeot se atrevió con el RCZ, ¿no es hora de plantar cara, amigos de Renault?