Límites de velocidad USA
Hace pocos meses nuestro ministro de interior, Mr. Rubalcaba, justificaba la reducción del límite de velocidad máxima en autopistas españolas aduciendo ahorro energético y ejemplificando con el modelo norteamericano “mucho más restrictivo” en su mente y propio universo. Con ello, además de demostrar que sabe lo mismo de automoción que un pez payaso de tecnología aeroespacial, caía en su propia trampa. En Estados Unidos la limitación de velocidad la marca cada estado (lo cuál es cierto que es un follón) y si bien hay lugares limitados a unas estrictas 60 millas por hora (96 km/h) hay un buen número de localidades cuyo límite excede con mucho el nuestro, como por ejemplo, a bote pronto, Utah: 80 mph (128,7 km/h) en autopista.
Pero ahí no acaba el asunto, pues Texas, rancio y republicano donde los haya, ha decidido aumentar su limitación en autovías y autopistas (tiene más de 2.000 kms de ellas) a 85 millas por hora, lo que viene a ser 136,8 de nuestros km/h.
Los motivos que Carlos López, el homólogo de Pere Navarro en este lugar del planeta, son fantásticos:
1) En gran parte de Europa (a excepción de países de pringaos como España) los límites de velocidad son más altos y sus ciudadanos muestran una clara ventaja en productividad y calidad de vida sin merma de su seguridad en carretera (es obvio que debe hablar de Alemania o Francia…).
2) Estudios demuestran que el principal efecto de un límite de velocidad bajo no es incrementar la seguridad, sino el número de individuos que conducen con exceso de velocidad. En Inglaterra, con el límite de 70 mph (actualmente en revisión y con visos de ser incrementado a 85 tras el verano) entre el 50 y el 60% de los conductores exceden los límites en menos de un 10% (circulan a 77mph). En Texas, con el límite a 80 mph, esa cifra es del 15%.
3) Otro estudio demuestra que desde 2003 la relación entre siniestralidad y exceso de velocidad demostrado se mantiene estable en el estado de Texas
Pero el asunto no acaba aquí. La medida, que cuenta con el apoyo de Demócratas, Republicanos y Liberales se está estudiando en el Senado estadounidense con el fin de generalizarla.
En fin, Alberto, socio, me parece que te vas a tener que buscar otra excusa y ejemplo cuando en Junio nos digas que el “limite provisional” a 110 km/h pasa a ser un “límite definitivo”.
Probad tú y todos los políticos a decir la verdad. Nos vamos a cabrear igual, pero con la tranquilidad, nuestra y vuestra, de no tomarnos por subnormales.
Pero ahí no acaba el asunto, pues Texas, rancio y republicano donde los haya, ha decidido aumentar su limitación en autovías y autopistas (tiene más de 2.000 kms de ellas) a 85 millas por hora, lo que viene a ser 136,8 de nuestros km/h.
Los motivos que Carlos López, el homólogo de Pere Navarro en este lugar del planeta, son fantásticos:
1) En gran parte de Europa (a excepción de países de pringaos como España) los límites de velocidad son más altos y sus ciudadanos muestran una clara ventaja en productividad y calidad de vida sin merma de su seguridad en carretera (es obvio que debe hablar de Alemania o Francia…).
2) Estudios demuestran que el principal efecto de un límite de velocidad bajo no es incrementar la seguridad, sino el número de individuos que conducen con exceso de velocidad. En Inglaterra, con el límite de 70 mph (actualmente en revisión y con visos de ser incrementado a 85 tras el verano) entre el 50 y el 60% de los conductores exceden los límites en menos de un 10% (circulan a 77mph). En Texas, con el límite a 80 mph, esa cifra es del 15%.
3) Otro estudio demuestra que desde 2003 la relación entre siniestralidad y exceso de velocidad demostrado se mantiene estable en el estado de Texas
Pero el asunto no acaba aquí. La medida, que cuenta con el apoyo de Demócratas, Republicanos y Liberales se está estudiando en el Senado estadounidense con el fin de generalizarla.
En fin, Alberto, socio, me parece que te vas a tener que buscar otra excusa y ejemplo cuando en Junio nos digas que el “limite provisional” a 110 km/h pasa a ser un “límite definitivo”.
Probad tú y todos los políticos a decir la verdad. Nos vamos a cabrear igual, pero con la tranquilidad, nuestra y vuestra, de no tomarnos por subnormales.
