"Echando cuentas"
No seré yo quien niegue lo obvio: El precio de los coches nuevos está disparado. Sin embargo, por higiene mental y para quejarse con criterio, conviene tomarse un instante para ponerlo en perspectiva.
Y esto es tan sencillo como “echar las cuentas”. Algo que no se suele hacer con la frecuencia debida y apoyándose en ejemplos válidos. Por eso y para esto, aquí va el mío.
Mi primer coche, un Renault Mègane 1.6 90CV me costó en el año 1997 1.855.000 pesetas, es decir, 11.148 euros al cambio exacto.
En 2021, último año en que se vendió una versión “equivalente”, Mègane Life Tce 115CV, ésta tenía un PVP de 19.660 euros. Es decir, 8.512 euros de incremento. Una pasada. Alrededor de un 70% “extra”, ni más ni menos.
Sobre eso ya podríamos poner el grito en el cielo, sin embargo, conviene seguir haciendo números.
Según el Instituto Nacional de Estadística, el Índice de Precios al Consumo (que contempla transporte) o IPC experimentó un incremento en dicho periodo de un ¡63%! Lo que nos daría un precio de 2021 para el mismo Mègane del 97 de 18.171 euros. Nos vamos acercando, pero nos sigue faltando dinero. ¿A dónde han ido esos 1.489 eurillos que surgen de restar el precio de facto del Renault de 2021 del precio teórico actualizado del de 1997?
Bien, pues huelga decir que mi buen y vetusto Mègane, Virgilio le llamé, carecía de climatizador, airbags –sólo el de conductor-, ABS, control de tracción o de estabilidad. Por no hablar de sensores de luces y limpias, de parking, control de velocidad, faros LED o pantalla multimedia. Cosas que sí eran de serie en el Mègane de 2021.
Y de medidas anticontaminación… Pues tenía catalizador y listo. Nada que ver con lo actula y obligatorio. Y añado que yo disponía de un aburguesado motor 1.6 atmosférico mucho más lento y gastón que el 1.333 c.c. turbo del modelo de la comparación.
Para redondear el cálculo, así mismo cabría contemplar que, si bien el impuesto de matriculación ha variado poco en ese segmento, yo adquirí a Virgilio con un IVA del 16% (sí, sí, un 16, que era lo que había) mientras que en 2021 el Mègane de la comparación soportaba un 21%.
Así las cosas, el Mègane de 1997 completamente trasladado y actualizado a 2021 superaría sin ambages la barrera de los 20-21.000 euros. Ergo, poco o nada ha cambiado. Incluso podríamos salir ganando.
De cómo a nivel de fabricantes se han conseguido mantener los precios, daría –y dará- para otro editorial.
Si nos llevásemos la comparativa de 1997 a 2023 (último año con cifras de IPC completo) el asunto sería todavía más sangrante, pues el acumulado nos lleva a… ¡un 83,7%! Sí, los años de postpandemia han sido una locura, concentrándose en los últimos cuatro ejercicios el mayor incremento de precios que nos ha llevado a este, completamente comprensible, estado de shock.
Otro ejemplo: Realizando el mismo cálculo que con el Renault, tendríamos que un Porsche Boxster de 1997 con un precio de 47.426 euros en dicho año, pasaría a costar 86.789 euros a día de hoy, mientras que la marca nos oferta el modelo actual desde unos “módicos” 77.063 euros. Capeando la inflación… Y con dos cilindros menos, eso sí.
De acuerdo, puedo aceptar que el mercado el automóvil no asume el 100% de las variaciones del IPC, pero la muestra, y lo he hecho con multitud de ejemplos, es válida.
¿Qué es lo que pasa entonces?
Sencillo. El problema es el enorme descenso del poder adquisitivo de los españoles. Todo se nos hace caro porque todo está, efectivamente, más caro, y nuestra renta permanece congelada desde hace quince años, soportando a su vez y cada día una mayor carga impositiva.
Es decir, el mundo sigue girando a la misma velocidad, pero nosotros no hacemos más que tropezar con diversos obstáculos que nos ponen al paso, quedándonos inexorablemente atrás.
Por eso, cuidado con demonizar a la industria y sus marcas. Los culpables de que los coches “se nos hagan cada vez más caros”, no está, precisamente, en quien los hace y los vende.