"Héroes y villanos del COVID"
Aunque aún sea pronto para bajar la guardia, sí que conviene hacer un poco de reflexión sobre lo pasado estos días, pues puede que luego ya sea tarde.
Nos dicen que vamos bien, que estamos “en la meseta de la curva” y que entre todos unidos, venceremos. Y eso, a pesar de que la cifra de víctimas mortales del COVID19 sea como la de una colisión sobre el cielo de Madrid de dos Boeing 747 cargados de pasajeros… cada día. O como tres atentados del 11-M a la vez cada 24 horas.
Es justo y necesario reconocer el esfuerzo ímprobo de los profesionales de nuestro sistema sanitario a la hora de hacer frente a esta enfermedad. Están dando lo mejor de sí desde el primero al último. Médicos por supuesto, pero también enfermeras, celadores, técnicos de laboratorio, farmacéuticos, proveedores, personal de limpieza y hasta de mantenimiento. Sacrificio importante así mismo el de aquellos cuidadores en residencias de ancianos que con menor preparación e incluso más escasos medios están velando por el colectivo sobre el que más se ceba esta epidemia. Desde fisioterapeutas hasta terapeutas ocupacionales, desde personas de compañía hasta los cocineros. Para ellos mi aplauso a las ocho, a las nueve o a cualquier hora del día. No me olvido de las funerarias. Nunca se han visto en otra y todos firmarían por no volver a verse en ella.
Suma y sigue: Transportistas ¡Qué enorme esfuerzo! Mi reconocimiento y mi promesa de que, mas que nunca en lo sucesivo, os cederé el paso por mucho que me piten a los que deje tras de mí. Desde ya mismo vamos a ampliar las novedades y actualidad relacionadas con vuestro sector en nuestra web. Es lo menos que podemos hacer. Gracias a vosotros el desabastecimiento es anecdótico. Y no me voy a olvidar de vuestros primos los mensajeros. Gracias por seguir llevando paquetes de aquí para allá. Algunos más importante que otros, pero todos necesarios en esta época de confinamiento. Los empleados de supermercados: reponedores, cajeras, servicio a domicilio, carniceros, pescaderos, charcuteros… aunque merecéis más, espero que al menos de verdad os den el “extra” salarial por estos meses de dura actividad del que ya se ha hablado.
Los mecánicos especializados que se han encargado de que esas mulas con ruedas sigan yendo y viniendo por unas carreteras, que a su vez están conservando unos operarios que se han quedado sin cuarentena.
Ejército, policía, controladores aéreos, pilotos repescando a aquellos españoles que les pilló esto fuera, esa gloriosa UME que “mola mil” y que le toca comerse todos “los marrones”.
Bravo por toda la comunidad científica, a la que ahora van a tener que comenzar a hacer caso. Al gremio de las telecomunicaciones que ha dado el do de pecho en un país enclaustrado tirando de banda ancha 20 horas al día. Olé por los millonarios con conciencia que no han dudado ni un segundo en rascarse el bolsillo y realizar donaciones masivas allí donde eran más necesarias, pese a las críticas sin sentido de algunos –yo creo que, en el fondo, es envidia-. Y ese sector de la automoción que ha sabido estar a la altura. Primero parando en seco una actividad muy sensible, y luego reconvirtiendo sus líneas de montaje para fabricar respiradores, máscaras, mamparas, protectores… como un gran número de empresas patrias de diversos sectores que pararon de hacer lo que producían para comenzar a fabricar lo que más falta hacía. Y las grandes multinacionales, organizando compras en el extranjero y fletando aviones por su cuenta y riesgo para paliar la escasez inicial de equipos de protección individuales y colectivos.
Jalear también a padres con niños pequeños, a la gente sola, a los que tienen que salir para cuidar de dependientes. A los vecinos que se prestan a ayudar a los que pueden. Y los entretenedores, que parecen superficiales, pero hacen la vida más llevadera. Desde el Hormiguero 3.0 que sigue en directo aun en formato reducido, al Vamos sobre ruedas, enlatado y desde casa, pero que constituyen ofertas originales entre tanta programación pretérita y ofertas de dudoso gusto. Y a los que han seguido ofreciendo desde su casa contenido online de divulgación de alto valor informativo, como Iker Jiménez, entre otros.
Aúpa ellos y todos nosotros, que nos vamos a pasar dos meses cumpliendo en casa con el encierro, heroicamente.
En el otro fiel de la balanza, el de los villanos, temo que he de colocar a los de siempre: a nuestra clase política.
Obviamente criticaré al gobierno por ser el más expuesto y hacer un ejercicio nulo de previsión y máximo de ocultación rayando la conducta criminal, pero tranquilos Pedro y Pablo, si en vuestro lugar hubiera habido algún otro de los que os dan la réplica en el congreso, dudo que lo hubiera hecho mejor. Tal vez de manera menos maquiavélica, eso sí, pero igual de mal. Estamos donde estamos y ya se están tirando los trastos a la cabeza. Lo normal. Lo mejor, llegados a este punto, es no esperar ya nada de ellos. Allá ellos con sus ansias, sus sillones y sus “donde dije digo, digo Diego”.
Y ahora quieren pactar no se qué de cara a la reconstrucción. Y yo les digo: ¡No hagáis nada por Dios! Garantizad los subsidios, las pensiones y la sanidad de cara a la siguiente ola. Mimad el sector turístico e inventad algo para la hostelería, pero no toquéis nada más, os rogaría. Ya nos encargamos los españolitos de salir adelante, como siempre hemos hecho. Que a ver, esto es muy grave sí, pero tampoco es Berlín tras la Segunda Guerra Mundial, ni Nagasaki o Hiroshima. No necesitamos un cambio de régimen ni quemar la Constitución para limitar las libertades de los ciudadanos y adecuarla a necesidades partidistas.
Y entretanto, el denostado sector privado, sacando las castañas del fuego. Sean bancos, financieras, marcas de automóviles, multinacionales o el bar de la esquina. Ellos ya tienen un plan para salir adelante… desde el minuto dos del comienzo de la pandemia.
Concluiré este lado oscuro con los medios de comunicación. Tenemos los que yo llamo “los heraldos del apocalipsis” –Ferreras y compañía-, los de “minuto y resultado” y el sector del “buenrrollismo”. Los primeros se descalifican a sí mismos con tertulias insufribles, un placer por el morbo hasta el paroxismo y explicarte a su estilo noticias que se explican por sí mismas. La televisión pública bebe de los segundos y los terceros. Han reducido el drama de las víctimas mortales a un mero número en “la curva” diaria, pues rara vez vemos imágenes o entrevistas con los afectados, a menos que sean de fuera, lo que sí nos enseñan es al nonagenario de turno que vuelve a casa y luego nos repiten machaconamente mensajes optimistas, el “unidos lo venceremos” o lo que sea, para obsequiarnos después con programas de humor “low cost”.
¡Ah! Y el “Resistiré”: no lo aguanto más. Pero eso ya es un tema personal…
Como veis, afortunadamente hay más héroes que villanos, lo que confío que nos ayude a salir con bien de esta situación en la que aún estamos inmersos. Pasará, pero luego acordémonos de quiénes remaban a nuestro lado y quiénes negociaban con su remo o nos daban constantemente golpecitos en la nuca con el palo.
Es justo y necesario reconocer el esfuerzo ímprobo de los profesionales de nuestro sistema sanitario a la hora de hacer frente a esta enfermedad. Están dando lo mejor de sí desde el primero al último. Médicos por supuesto, pero también enfermeras, celadores, técnicos de laboratorio, farmacéuticos, proveedores, personal de limpieza y hasta de mantenimiento. Sacrificio importante así mismo el de aquellos cuidadores en residencias de ancianos que con menor preparación e incluso más escasos medios están velando por el colectivo sobre el que más se ceba esta epidemia. Desde fisioterapeutas hasta terapeutas ocupacionales, desde personas de compañía hasta los cocineros. Para ellos mi aplauso a las ocho, a las nueve o a cualquier hora del día. No me olvido de las funerarias. Nunca se han visto en otra y todos firmarían por no volver a verse en ella.
Suma y sigue: Transportistas ¡Qué enorme esfuerzo! Mi reconocimiento y mi promesa de que, mas que nunca en lo sucesivo, os cederé el paso por mucho que me piten a los que deje tras de mí. Desde ya mismo vamos a ampliar las novedades y actualidad relacionadas con vuestro sector en nuestra web. Es lo menos que podemos hacer. Gracias a vosotros el desabastecimiento es anecdótico. Y no me voy a olvidar de vuestros primos los mensajeros. Gracias por seguir llevando paquetes de aquí para allá. Algunos más importante que otros, pero todos necesarios en esta época de confinamiento. Los empleados de supermercados: reponedores, cajeras, servicio a domicilio, carniceros, pescaderos, charcuteros… aunque merecéis más, espero que al menos de verdad os den el “extra” salarial por estos meses de dura actividad del que ya se ha hablado.
Los mecánicos especializados que se han encargado de que esas mulas con ruedas sigan yendo y viniendo por unas carreteras, que a su vez están conservando unos operarios que se han quedado sin cuarentena.
Ejército, policía, controladores aéreos, pilotos repescando a aquellos españoles que les pilló esto fuera, esa gloriosa UME que “mola mil” y que le toca comerse todos “los marrones”.
Bravo por toda la comunidad científica, a la que ahora van a tener que comenzar a hacer caso. Al gremio de las telecomunicaciones que ha dado el do de pecho en un país enclaustrado tirando de banda ancha 20 horas al día. Olé por los millonarios con conciencia que no han dudado ni un segundo en rascarse el bolsillo y realizar donaciones masivas allí donde eran más necesarias, pese a las críticas sin sentido de algunos –yo creo que, en el fondo, es envidia-. Y ese sector de la automoción que ha sabido estar a la altura. Primero parando en seco una actividad muy sensible, y luego reconvirtiendo sus líneas de montaje para fabricar respiradores, máscaras, mamparas, protectores… como un gran número de empresas patrias de diversos sectores que pararon de hacer lo que producían para comenzar a fabricar lo que más falta hacía. Y las grandes multinacionales, organizando compras en el extranjero y fletando aviones por su cuenta y riesgo para paliar la escasez inicial de equipos de protección individuales y colectivos.
Jalear también a padres con niños pequeños, a la gente sola, a los que tienen que salir para cuidar de dependientes. A los vecinos que se prestan a ayudar a los que pueden. Y los entretenedores, que parecen superficiales, pero hacen la vida más llevadera. Desde el Hormiguero 3.0 que sigue en directo aun en formato reducido, al Vamos sobre ruedas, enlatado y desde casa, pero que constituyen ofertas originales entre tanta programación pretérita y ofertas de dudoso gusto. Y a los que han seguido ofreciendo desde su casa contenido online de divulgación de alto valor informativo, como Iker Jiménez, entre otros.
Aúpa ellos y todos nosotros, que nos vamos a pasar dos meses cumpliendo en casa con el encierro, heroicamente.
En el otro fiel de la balanza, el de los villanos, temo que he de colocar a los de siempre: a nuestra clase política.
Obviamente criticaré al gobierno por ser el más expuesto y hacer un ejercicio nulo de previsión y máximo de ocultación rayando la conducta criminal, pero tranquilos Pedro y Pablo, si en vuestro lugar hubiera habido algún otro de los que os dan la réplica en el congreso, dudo que lo hubiera hecho mejor. Tal vez de manera menos maquiavélica, eso sí, pero igual de mal. Estamos donde estamos y ya se están tirando los trastos a la cabeza. Lo normal. Lo mejor, llegados a este punto, es no esperar ya nada de ellos. Allá ellos con sus ansias, sus sillones y sus “donde dije digo, digo Diego”.
Y ahora quieren pactar no se qué de cara a la reconstrucción. Y yo les digo: ¡No hagáis nada por Dios! Garantizad los subsidios, las pensiones y la sanidad de cara a la siguiente ola. Mimad el sector turístico e inventad algo para la hostelería, pero no toquéis nada más, os rogaría. Ya nos encargamos los españolitos de salir adelante, como siempre hemos hecho. Que a ver, esto es muy grave sí, pero tampoco es Berlín tras la Segunda Guerra Mundial, ni Nagasaki o Hiroshima. No necesitamos un cambio de régimen ni quemar la Constitución para limitar las libertades de los ciudadanos y adecuarla a necesidades partidistas.
Y entretanto, el denostado sector privado, sacando las castañas del fuego. Sean bancos, financieras, marcas de automóviles, multinacionales o el bar de la esquina. Ellos ya tienen un plan para salir adelante… desde el minuto dos del comienzo de la pandemia.
Concluiré este lado oscuro con los medios de comunicación. Tenemos los que yo llamo “los heraldos del apocalipsis” –Ferreras y compañía-, los de “minuto y resultado” y el sector del “buenrrollismo”. Los primeros se descalifican a sí mismos con tertulias insufribles, un placer por el morbo hasta el paroxismo y explicarte a su estilo noticias que se explican por sí mismas. La televisión pública bebe de los segundos y los terceros. Han reducido el drama de las víctimas mortales a un mero número en “la curva” diaria, pues rara vez vemos imágenes o entrevistas con los afectados, a menos que sean de fuera, lo que sí nos enseñan es al nonagenario de turno que vuelve a casa y luego nos repiten machaconamente mensajes optimistas, el “unidos lo venceremos” o lo que sea, para obsequiarnos después con programas de humor “low cost”.
¡Ah! Y el “Resistiré”: no lo aguanto más. Pero eso ya es un tema personal…
Como veis, afortunadamente hay más héroes que villanos, lo que confío que nos ayude a salir con bien de esta situación en la que aún estamos inmersos. Pasará, pero luego acordémonos de quiénes remaban a nuestro lado y quiénes negociaban con su remo o nos daban constantemente golpecitos en la nuca con el palo.